Archivo por días: 19 de junio de 2015


Fallo del jurado del VII Certamen de Microrrelatos de San Fermín 1

Estimados amigos y lectores, esta misma tarde a las 19.30 en el Nuevo Casino (que como los nativos sabéis está situado en el mismo centro de Pamplona, en plena Plaza del Castillo), se ha hecho público el fallo del jurado de éste VII Certamen de Microrrelatos, con los siguientes resultados:

Primeros tres clasificados:
Ganador: ‘’ETDLB’’ por Katixa Castellano Oyarzun.
2º clasificado: ‘‘Existe un lugar…’’ por Esther Imízcoz Campos.
3º clasificado: ‘‘24 orduko maitasuna’’ por Javier Sagardia Sarasa.

Resto de finalistas:
4º clasificado: ‘‘Una pequeña alpargata’’ por Blanca Ujué Goñi Allo.
5º clasificado: ‘‘Naroa y yo’’ por Felix Senis Diez.
6º clasificado: ‘‘El noveno número’’ por Javier Casado Mayayo.
7º clasificado: ‘‘Pure’’ por Carlos Remón Sanjuán.
8º clasificado: ‘‘Despierta, por favor’ por Laura Sanchez Godoy.
9º clasificado: ‘‘Disimulo’’ por Marialuz Vicondoa Álvarez.
10º clasificado: ‘‘La pastilla de jabón’’ por Amaya Carro Alzueta.

Nuestra más calurosa enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este VII Certamen que nos han hecho disfrutar con sus trabajos.

Tal y como os hemos comentado estos últimos días, durante la ceremonia se ha hecho lectura en voz alta de estos 10 relatos, a cargo de otras diez personas relacionadas con las fiestas.

Además, al igual que en años anteriores, el acto se ha retransmitido en vivo por streaming para todos aquellos que no hayan podido acompañarnos en persona.

Y sin más preámbulos, aquí tenéis el texto ganador (no os preocupéis que la próxima semana seguirán el resto de textos en sucesivas entradas):

ETDLB, de Katixa Castellano Oyarzun

Para el tío Fermín

Ella estaba de niñera en la casa que hace esquina con Mercaderes. Se asomaba a la ventana como un clavo, sin faltar un día, por eso él empezaba al final de Santo Domingo y al acabarse la plaza se retiraba. Jamás eligió otro sitio diferente. En sus ratos libres de albañil, esa semana de julio, y durante cuarenta años, paseaba con boina verde dentro de la Plaza de Toros. Con el tiempo vinieron los hijos, cinco, y la nena, una; y con ellos la vida corriendo con ese galopar que casi nunca notamos en la nuca. Hasta que un día ella se fue a esperarle desde una ventana más alta. Demasiado alta.

Cuando el abuelo Paco tenía ochenta y dos años su hijo Miguel Ángel, preocupado de que siguiese con la costumbre, le preguntó:

Oye, papá, no estarás corriendo el Encierro, ¿no?

¿Yo?, no, el Encierro, no. Sólo el trocico de la Baltasara.