Archivo por días: 27 de julio de 2015


VII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LAS FIESTAS DE SAN FERMÍN

Lucio Lalinde Guerrero

Son unas fiestas muy populares, y lo más agradable es el encierro donde corren los jóvenes y los toros bravos por las calles adoquinadas y resbaladizas dando un aspecto señorial y de nobleza y solera al envite entre los astados y los corredores. Han tratado de imitarlas en muchas partes pero nunca han conseguido lo más mínimo por que el enganche y esfuerzo de la gente navarra llega desde lejos, por lo que son tan importantes estas festividades por que no tienen parangón en ninguna parte, al contrario, es una respuesta maravillosa de la fiesta en todos los sentidos, aunque te halles lejos de la fiesta como es mi caso; siempre a las 8 de la mañana, paro mis actividades para ver en directo el encierro, por que es una cosa maravillosa. Es magnífico el ir y venir de la gente en las fiestas aunque a veces el descontrol y el abuso del alcohol hacen estragos pero el buen sentido de la fiesta siguen adelante sin ningún problema. Debemos protegerlas y cuidarlas como un patrimonio cultural. y sobre todo olvidar las rencillas políticas e intelectuales por lo menos en esos días. 

ERA UN SIETE DE JULIO

Inma Etxarri Sucunza

Era un siete de julio de 1931, yo tenía 19 años y vestida de blanco me dirigía a coger un autobús para Pamplona. Allí me esperaba mi tía Josefina a la que iba a acompañar a la procesión del Santo.
Era la primera vez que yo viajaba sola desde mi pueblo a Pamplona e iba muy nerviosa, pero a la vez feliz, porque por fin iba a ir a los sanfermines,
De repente, oí un ruido de neumáticos rozando la vieja grava de la carretera de mi pueblo
Un imponente coche se acercó hacia mí y para mi asombro, se detuvo.
Se abrió la puerta y un amable señor me dijo con un extraño acento: ¿Va usted a Pamplona, señorita? ¿Viene usted con nosotros?
Yo, tímida, le contesté que sí y monte en el elegante cochazo.
Durante el viaje el señor no paró de hablar conmigo y con su chofer, todo el rato sobre lo maravillosos que eran los sanfermines.
Cuando bajé del coche a la altura de la iglesia de San Lorenzo, el señor me despidió muy amablemente y cuando el coche se puesto en marcha, justo antes de cerrar la puerta oí decir al chofer. ¿A dónde vamos señor Hemingway?
 

POR TI, ABUELA.

María Urieta Garcia

A penas eran las seis de la mañana cuando la aguda voz de mi madre me despertó. Sus gritos ensordecieron mis oídos, y no tuve más remedio que levantarme, vestirme, y corriendo dirigirme al comedor, donde se encontraba mi familia a punto de comenzar el desayuno.
Como todos los años, desayunábamos en la casa de mi abuela, un pequeño apartamento cuyo balcón daba a la calle estafeta, desde donde veíamos el último encierro de San Fermín, mientras los jóvenes de la familia, corrían el encierro. Era nuestra tradición particular, llevábamos realizándola años, y era impensable que se incumpliera.
Aunque este año, la nostalgia inundó aquel apartamento, pues la abuela, con noventa años y devota de San Fermín, nos había dejado en Mayo, provocando la rotura de la tradición. Pero a pesar de su fallecimiento, decidimos reunirnos por última vez, concluyendo así con la tan emocionante costumbre.
Cuando finalizó el desayuno, aquellos que decidieron correr por última vez, se dirigieron a la puerta, y en ese justo momento, mi cuerpo fue corriendo para comunicarles, que a pesar de tener diecisiete años quería hacerlo, quería correr el encierro. Con las lágrimas a punto de caer, salí emocionada, orgullosa, y pensé: “Por ti, abuela”.