Archivo por días: 8 de octubre de 2015


San Fermín cambia para que todo siga igual 3

Aprovechemos algo del tiempo que falta para las fiestas de 2016 para pensar en cómo serán. No tan diferentes a las del año pasado o el anterior, o tal vez sí.

Las fiestas se repiten y cambian, aunque a veces tan despacio que no lo vemos. Para pensar hacia donde van, tal vez podemos recordar cómo eran.

Hace algo más de medio siglo, mi padre iba a la plaza del ayuntamiento quince minutos antes de las doce del seis de julio. Sobraba espacio. Después, al arga a ver la natación, del puente de Curtidores a la presa de Oblatas y vuelta. Venían nadadores de los pueblos cercanos, y hasta alguno de Zaragoza y Vitoria. No había mucho dinero en la calle, así que las atracciones gratis como los fuegos, los gigantes o bajar a ver los corrales eran las más socorridas. También el cine en la plaza de San Francisco, las ferias de ganado y con suerte alguna corrida de toros. Ni siquiera había muchos bares. Tabernas como La Viña, Casa Paco, algún sitio para la poca gente de posibles, el Torino junto a La Perla, y un par de restaurantes buenos, Marceliano y el Iruña en Mercaderes. Y no había música en los bares, salvo si alguien se arrancaba a cantar.

Venía sobre todo gente de la cuenca y algunos extranjeros, con dinero. En el encierro, a las siete, bajaban a Santo Domingo los carniceros del mercado, con blusas a cuadros blancas y rojas. Y los de la panadería Escribano, en Jarauta, y de la droguería Casa Ardanaz, de la calle Mayor. Y un vendedor de periódicos de la plaza del ayuntamiento, Capón, siempre con blusa negra, alpargatas y boina. Bajaba por Santo Domingo, y los toros en carrera siempre esquivaban esa figura de negro. El diez de julio del 47 un toro, Semillero, mató a un mozo de Pamplona, Casimiro Heredia, y a Julián Zabalza, de Villava en la plaza. Esa tarde lo estoqueó Julián Marín, torero de Tudela.

La gente en aquel tiempo no viajaba, no iba de vacaciones. Trabajaba y disfrutaba de las fiestas como el gran momento del año. Una tierra todavía rural, en la que comenzaba el cambio a las ciudades o los pueblos más grandes. Un mundo distinto, y una fiesta con muchos aspectos comunes a la de hoy y otros distintos.
Un mundo que se ha ido, y creo que para bien. El futuro siempre es mejor. Se pierden cosas, pero se gana más: libertad, experiencias, posibilidades. La melancolía por el pasado sencillo no debe hacer olvidar lo duro de la vida en aquel tiempo.

Sabemos cómo ha cambiado, y nos preguntamos cómo va a evolucionar la fiesta. Es una semana especial, son días que esperamos. Nosotros, nuestros amigos, y los que nos visitan, disfrutamos de la fiesta, del encierro, de las comidas, de la noche y la música. Pero ¿es suficiente?. Si no cambiamos porque nos gusta lo que hay, que nos parece que siempre ha estado ahí, ¿podremos mantenerlas? Porque lo que no cambia se hace viejo.

Deberíamos mantener lo que tenemos sí, pero mirar más allá. La vida ha cambiado, las personas tienen más opciones de ocio y diversión, y habrá que dar contenidos nuevos a la fiesta, para que siga viva para los de aquí y para atraer a la gente. No creo que queramos convertirnos en una alternativa a la noche de cualquier otro sitio. Puede que un día la edad en las gradas de sol será de sesenta años y la fiesta no será igual.

En la parte del mundo donde vivimos, los servicios y el turismo son cada vez más importantes. Pamplona y los sanfermines, the running of the Bulls para los que hablan inglés, la Pamplonada en América Latina, son conocidos en el mundo, y por extensión lo es Navarra. Tal vez podamos intentar usar la fiesta, además de divertirnos, como catalizador para que esos visitantes conozcan nuestra ciudad y nuestra tierra, y repitan durante el año.

No olvidemos la fiesta como era y como es hoy, vamos a pasarlo bien, pero tenemos una cierta responsabilidad y una oportunidad. Miremos más allá. Preguntad qué quieren los jóvenes y qué los mayores, qué podemos enseñar a los que nos visitan del San Fermin de día, tan guardado por los de casa. ¿Por qué no hacer el Rugby Seven más grande y durante las fiestas? ¿Mejor música? ¿Tendremos dinero para el famoso museo de los sanfermines? ¿Podemos conseguir que los que nos visitan conozcan otras partes de Navarra?. Tal vez invitar a la fiesta cada año a otras grandes fiestas, Oktoberfest, el Carnaval de Rio. ¿Cultura? Con la faja me da mucha pereza, pero tal vez no sea mala idea para algunos.

Se aceptan sugerencias…