Archivos anuales: 2015


Diciembre

Por qué vuelan los aviones     te preguntas    mientras regresa azul la melancolía a las calles húmedas de esta ciudad inundada de sombras que tardarán en despejar   los abrigos                        las bufandas               y las vetustas gabardinas serán el atrezzo de los días desgajados unitariamente de un almanaque todavía por vestir                 por encima de la bruma    música sorda de motores será la única señal que llegue a los aturdidos párpados de transeúntes sin destino                  la luz               tan prematura ya   alargará la tristeza cada vez más nítida               y los rescoldos que reviven los recuerdos sólo servirán de útil desconsuelo en las interminables horas donde nadie osa predecir los designios de la sutil nostalgia


Otros Don Tancredo

Estamos a menos de un mes de comenzar la escalera y a más de 30ºC de diferencia de la temperatura que queremos tener durante los sanfermines.

Aunque todos aborrecemos la temperatura que tuvimos durante los sanfermines del 2014, uno de los sanfermines más fríos desde que se registran las temperaturas, hay diferentes corrientes a la hora de valorar el tiempo o mejor dicho la temperatura que debe hacer durante el periodo de fiestas.

Yo soy de los que me gusta el calorcito, bastante calorcito de forma que si todos los días llegamos a los 30 grados y en la hora más taurina de las fiestas llegamos a más de 35 grados no me importa. Al final, yendo a la parte práctica, los que vamos a los toros a sol tenemos sauna seca gratuita y una mayor facilidad para ingerir refrescos sin que pesen en el estomago , a parte de que nos permite permanecer en nuestra localidad durante más tiempo sin necesidad de ir al excusado ya que la mayor parte del líquido se elimina por algo tan natural como la transpiración. Todo esto son ventajas.

El calor también hace una función de selección natural ya que se pueden identificar a todos aquellos que la noche anterior no anduvieron con tiento o no tuvieron un control de los desfases nocturnos. Es imposible mantener la compostura digna de “el día después” de haber disfrutado de una noche “entretenida” o un DIMASU al uso.Don tancredo4

Efectivamente , a 40ºC al sol no es posible recuperarse de una deshidratación severa producido por la Negrita, el Cacique, Bombay o Kalimotxo que se precie.

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Estos nochesalegresmañanastristes son todos aquellos que  están en los toros sentados en tendido de sol y que mantienen una posición de derrotado estilo Don Tancredo, sin moverse ni un pelo, sin emitir sonido alguno (salvo algún gemido), manteniendo el modo supervivencia. Pueden llegar a la plaza y quedarse en esa posición durante toda la tarde.  También están aquellos que camino de la plaza y llegando a los toros se les han removido los posos de la noche y llegan muy animados. A estos el sol cumple con su función de justiciero y para la salida del segundo morlaco ya están en la posición que merecen aislándose del mundo. El sol es justiciero y paciente y si no te pone en tu sitio  el primer día esperará su momento.Don tancredo2

En definitiva, el disfrutar de unos sanfermines por encima de treinta grados es un ejercicio de supervivencia.

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Y ojo con la nochevieja y la comida de año nuevo que, si hace frío, seguro que ponen la calefacción y ya sabéis…  a hacer de Don Tancredo en la mesa delante de toda la parentela.


El secreto de los vikingos 2

Hace poco más de 1300 años, los pueblos nórdicos empezaron a navegar lejos de sus costas y a atacar todo lo que se les ponía por delante. Empezaron por la abadía de Lindisfarne, en el norte de Inglaterra, cerca de la frontera con Escocia, en la costa del lado del continente europeo. En junio del año 793, destruyeron el monasterio fundado por San Aidan. Los monjes corrían por la isla, de apenas cuatro kilómetros cuadrados, perseguidos por los bárbaros del norte con sus espadas cortas y sus armaduras de cuero, intentando poner a cubierto los evangelios, escritos en los primeros años de ese siglo por Eadfrith. Salvaron los evangelios y hoy están a salvo en la Biblioteca Británica, pero los vikingos se llevaron la cubierta, de cuero, metal y joyas, claro.

Siguieron visitando las costas de Francia, Inglaterra, Irlanda, España, y Norte de África, llegaron a colonizar Groenlandia y brevemente Norteamérica, establecieron un reino en Sicilia y fundaron lo que se convertiría en el origen de la actual Rusia, el Rus de Kiev.

Entre otras trapacerías, en el año 858 remontaron el Ebro desde el Mediterráneo, y luego el Aragón y el Arga, llegando a Pamplona, saqueándola y raptando al rey. No contentos, volvieron a hacer lo mismo un año más tarde y otra vez raptaron al nuevo rey, García I Iñiguez, a quien cambiaron por un bonito rescate.

Con sus barcos de poco calado, vela cuadrada y remos, construidos de roble y pino, calafateados con pelo de animal y alquitrán, navegaron por los mares (mal) y remontaron los ríos (muy bien). Sembraron el miedo en Europa hasta cerca del año 1100, en que vencidos y convertidos al cristianismo por fin, dejaron de portarse tan mal y de quemar pueblos, castillos e iglesias.

¿Cómo un pueblo tan pequeño fue capaz de llegar tan lejos y vencer a reinos mucho más fuertes y grandes que ellos? Es una buena pregunta, que nos lleva a lo importante: ¿qué comían estos señores para ser tan bestias? Estaremos de acuerdo que en uno de esos drakkar que vemos en las películas no cabía mucho… Así que cabe imaginar que los vikingos comían cualquier cosa que encontraran allá donde iban. Y eso nos lleva a una tarde de San Fermín de mil novecientos ochenta y muchos.

A mi hermano y a mí nos tocaba organizar la merienda para los toros. Diez amigos con hambre, ni idea de guisar, la nevera bastante vacía y una abuela cocinera. De víspera, le engañamos para que preparara la cazuela de ajoarriero definitiva; una cazuela plana y honda enorme, que sabíamos rondaba por su casa.

Pronto por la mañana fuimos a buscarlo. Ahí estaba nuestro ajoarriero, casi rebosando los bordes, llena de ese estupendo producto que es de lo poco que debemos agradecer a la Cuaresma. Para que no se derramara, qué mejor que pedirle que nos prestara también la tapa, y un rollo de cinta aislante. Colocamos la tapa y la sellamos con cinta negra, de esa que vale para todo, menos para arreglar enchufes, la bajamos al coche y nos enfrentamos al problema de qué hacer con el ajoarriero hasta los toros.

Brillantemente, resolvimos que cabía justo en la parte de atrás del coche prestado por mi madre, un Renault 7 verde, en el que habíamos ido a recogerlo, en el hueco entre el respaldo trasero y la luna posterior. Nos fuimos a disfrutar de la mañana y a eso de las cinco, aparecimos en el Casino, punto de encuentro donde otros voluntarios preparaban la sangría.

Con nuestro ajoarriero nos encaminamos a la plaza, bien tapado y calentito por el sol, aumentado por la luna trasera-lupa. Al llegar el tercer toro, tras varios tientos a la sangría, comenzamos a repartir bocadillos de ajoarriero entre los amigos y vecinos de localidad. Uno de ellos era un noruego que había ido a los toros solo, sin merienda ni sangría, y que adoptamos como mascota desde que empezó el reparto de vasos de plástico.

Después de una magnífica corrida, como siempre en San Fermín, nos encaminamos a lo viejo, donde en pocas horas el efecto del ajoarriero fermentado empezó a surtir efecto. No es que nos fuéramos a casa pronto, eso no pasa, pero debimos dejar un rastro indeleble en los baños de los bares en los que consumimos y en unos cuantos más de alrededor. El record, nuestro amigo B., con 13 visitas al excusado, tras cada una de las cuales repetía con su ginkas “me echas mucho limón, que es astringente, por favor”.

Derrotados por la noche y el ajoarriero nos retiramos como pudimos a casa. Y a la tarde siguiente, recuperados más o menos del terremoto estomacal, nos dirigimos de nuevo a la fiesta. Ahí nos encontramos, sorpresa, con el noruego mascota. La tarde anterior se había comido dos bocadillos gigantes de ajoarriero. Con el inglés cutre de colegio de aquellos tiempos, nos interesamos por su salud. Pues bien, el nórdico estaba como una rosa. El único de todos los que merendamos que no había tenido que correr buscando un baño.

Fue ahí cuando nos dimos cuenta de que los invencibles hombres del norte guardan todavía la capacidad genética de metabolizar cualquier alimento, para seguir conquistando ciudades y países lejanos. Y comprendimos que el secreto de los vikingos no estaba tanto en las armas, los barcos o los cascos con cuernos, sino en su poderoso tubo digestivo, y más concretamente en su intestino grueso.

¡Hasta la vista!


DIETA XTREME 1

San Fermín es una especie de isla. Un paréntesis. Unos días en que los excesos son permitidos y nadie se plantea lo contrario.

Sabemos que el ritmo sanferminero es exigente. Probablemente nueve de cada diez médicos no recomienden San Fermín para la salud. El décimo lo hace por ser de Pamplona.

Esa media típica de cuatro o cinco vinos blancos para el desayuno-vermouth, junto a un bloody mary apaña resacas por la mañana, otros cuatro o cinco kalimotxos o cañas antes de los toros, el cubata previo-camino a la plaza, más lo que se ingiere en el tendido, para seguir a cubatas la tarde noche hasta que el cuerpo aguante, no está en los parámetros más recomendables de la O.M.S.

Si a esta ingesta de alcohol aumentamos el número de almuerzos, comidas, meriendas en los toros o incluso cenas, para los más valientes, el resultado calórico es espectacular. Comidas que no suelen ser ligeras, precisamente, sino llenas de cosas para untar.

El caso es que sea por mala conciencia de estos días sanfermineros, sea por moda o por las recomendaciones de la organización mundial de salud, vemos que la ciudad está evolucionando hacia un moñerío peligroso.

Y es que a día de hoy, en esta ciudad no eres nadie si no practicas algún deporte con nombre anglosajón extraño o si no haces al año dos o tres carreras extremas y que terminen en -thlon.

Y también pasa parecido con las dietas. Han aparecido decenas de personas que las siguen y te intentan convencer de los beneficios de la comida macrobiótica, el pepino y la soja.

¿Llegará esto algún día a San Fermín y resto de eventos? Esta evolución también encontrará su hueco en las fiestas? Ya hay síntomas de ello. Gente que afirma que, con un par o tres de días les vale, cuando hace años juraban y perjuraban que nunca se irían. Ensaladas en comidas populares de peñas. Sí. Con lechuga. Cubatas con zumos por los beneficios de la vitamina C.

¿Adónde nos llevará todo esto?

¿Sidrería de la peña con un chuletón de berza? ¿Tofu en las meriendas de la plaza de toros? ¿Obligatoriedad de tener una marca mínima en cien metros lisos para correr el encierro? ¿Magras con tomate acompañadas con pan integral?

Esperemos que si algo de esto llega lo haga dentro de muchos años.


Ganaderías Feria del Toro 2016 3

Hace apenas una semana que la Comisión Taurina de la Casa de Misericordia de Pamplona anunciaba las ganaderías que lidiarán sus reses en la Feria del Toro de 2016.

Entre las ocho ganaderías contratadas hay dos que regresan a la Feria, Cebada Gago y Núñez del Cuvillo y una que debutará, Pedraza de Yeltes. Esperemos que den buen juego y que los toreros a los que les toque en suerte sepan qué hacer con la materia prima contratada y corten numerosos apéndices.

Lo que me ha llamado la atención es que, en plena época de Internet, de dispositivos que nos acercan a la información cuando y donde la necesitamos, la mitad de ellas ni tan siquiera tengan una página web oficial, no digamos ya adaptada a dispositivos móviles. Y resulta curioso comprobar que la web de Miura, más que una web de la ganadería, es un comercio electrónico que vende principalmente artículos de piel, como carteras, zapatos, bailarinas…

Os dejo con la relación de ganaderías y sus webs, las que la tienen.

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MIURA, de Lora del Río, Sevilla

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VICTORIANO DEL RÍO, de Guadalix de la Sierra, Madrid

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Hros. de D. JOSÉ CEBADA GAGO,  de Medina Sidonia, Cádiz

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JANDILLA, de Mérida, Badajoz

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JOSÉ ESCOLAR GIL, de Lanzahíta, Ávila

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NÚÑEZ DEL CUVILLO, de Vejer de la Frontera, Cádiz

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FUENTE YMBRO, de San José del Valle, Cádiz

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PEDRAZA DE YELTES, de Castraz de Yeltes, Salamanca