Archivo por días: 22 de febrero de 2016


En mi casa celebramos la escalera 3

El día uno de enero, como cada año, las familias se reúnen para celebrar la comida de año nuevo. La mía también. Ese día muchas personas escriben, además, sus listados de buenos propósitos que cumplir. En mi casa lo tenemos muy claro.

El uno de enero nos juntamos todos y comemos por ahí. Si alguien nos ve, seguramente pensará que estamos celebrando el año nuevo; pero nada más lejos de la realidad. Nosotros celebramos el primer peldaño de la escalera sanferminera.

Después de comer, con los cafés o los brindis, algún desaprensivo suele atreverse a decirme:

─A ver cuánto tardas este año en fallar a la cita.

Y es que, el que deja de salir un solo día durante la escalera es un flojo y tiene sangre de horchata. Esto es así. Y que en este momento de la vida yo sea la única que tiene hijos en edad de hacer tareas, ir a extraescolares, a los que hay que bañar y dar la cena en absoluto libera de las obligaciones de salir a tomar algo el uno de enero, dos de febrero, tres de marzo…

Suelo enfadarme. Les hago un discursito sobre lo dura que es la conciliación y saco a colación aquella vez que mi madre y mi tía no salieron un cuatro de abril porque prefirieron irse de vacaciones.

─¡Pero lo celebramos en Roma! ─se defiende mi tía, con la pasión del que nunca será pillado en un renuncio sanferminero.

─Y a mí me convalida que los dos días que falté el año pasado, mandé a Iruña en mi lugar ─alego, con algo de vergüenza.

Mi hija, al escuchar que hablamos de ella, se une al clan de los liberados de cargas familiares y ataca también.

─Oye, oye… ¡Yo voy porque también celebro la escalera con la abuela y los tíos! No pretendas hacerme una sucursal tuya.

El debate está servido. Hay que dejar a los hijos volar. Y también subir sus propias escaleras.

Podemos seguir así durante toda la tarde.

Es una tradición sanferminera más. La primera del año. La de la sobremesa del uno de enero.