Peripecias de un alcalde sanferminero. El Txupinazo (V).
Amigos, amigas, ni McGyver ni Houdini se vieron en otra igual. Como mucho el antiguo monarca al volver de Botsuana. Pasan tres minutos ya de las doce. La algarabía y el alboroto que se colaban hace poco por la ventana se han transformado en un escandaloso griterío. El personal, que se impacienta. Normal. Como yo, que llevo ya un par de minutos aporreando la puerta del baño con todas mis fuerzas y nadie responde a mi desesperación. Debo pensar algo con rapidez, ser ágil mentalmente, como cuando me hacen una pregunta comprometida en las ruedas de prensa o en los Plenos y tengo que salir airoso . Y………………..!! equilicuá !! Tengo una idea. No sé si es Brillante como el arroz, creo que es más bien un SOS, quizás más granulado que el anterior pero arroz también al fin y al cabo. Espero que resulte efectiva. Cojo todos los rollos de papel higiénico que tengo a la vista. A continuación, con toda la habilidad que mis temblorosas y sudorosas manos me lo permiten, voy deslizándolos con rapidez por debajo de la ranura de la puerta del baño con la esperanza que su acumulación en el pasillo dé a la vista de alguien y pueda liberarme de mi encierro. Surrealista situación. El colmo de los colmos. Ya estoy viendo los titulares de la prensa de mañana. » Pamplona. 6 de Julio. Comienzan las famosas Fiestas de San Fermín. El Alcalde de la Ciudad, principal protagonista del primer encierro de las Fiestas «. Esto………….. a ver………………… ¿ pero los encierros no empezaban el día 7 como toda la vida?………………¿ y desde cuando los protagoniza el Alcalde ?……………….se preguntará la gente extrañada.
– Señor. señor, ¿está usted ahí dentro?- surge de repente una voz que me resulta familiar desde el otro lado de la puerta. La reconozco vagamente. Es la de uno de mis gorilas. Con el ruido de fondo, no distingo cuál de los tres, si es la de Mi gran amigo Joe, la de King Kong o la de Maguila, pero tengo claro que va a ser mi salvador, como Martín Monreal de Osasuna los años que hemos andado apuraos.
– ! Sí, sí………! – respondo a grito pelado con desespero. – ! Sácame de aquí cuanto antes!……
– ! Quítese de enmedio, que tiro la puerta abajo !
Obedezco. Me aparto. !!! Brooooooom !!!! es lo siguiente que escucho. La puerta revienta en mil pedazos. Vandalismo de andar por casa. Patrimonio municipal a hacer puñetas. El gorila se asoma. Lo veo entre la niebla, como Sigourney Weaver en la premiada película. Su cara al verme es un poema. Y no precisamente de Neruda. Me coge en volandas cual Perurena a las piedras pero sin tanto amor y arranca a correr hacia el balcón donde está preparado el cohete. Mientras hacemos el recorrido, al pasar a la altura de las escalinatas del Consistorio, veo con el rabillo del ojo a un par de municipales subir por ellas junto a un personaje oriental. El individuo en cuestión va hecho un cuadro. O mejor dicho, es un cuadro en sí mismo.Y no precisamente de Aquerreta o Salaberri. El sujeto porta un maletín de cuero marrón en uno de sus brazos y lleva un traje negro que a modo de lienzo recoge unos cuantos míticos colores txupineros: el amarillo mostacero, el rojo kalimotxero y el blanco harinero. Los encharcados bajos de sus pantalones que rechinan sobre la emperifollada moqueta de las escaleras a cada paso que da completan la jocosa escena que provoca. Con el tiempo me enteraría que se trataba del secretario de uno de los embajadores asiáticos invitados al acto que estaba alojado en un hotel de las afueras de la ciudad. Al hombre le habían mandado que a las doce en punto se presentase en el Ayuntamiento. El taxista lo había dejado al principio de la calle Nueva un cuarto de hora antes. ¿ Qué esperaba ?………………… ¿ Dónde se creía que venía ?…………….. ¡¡ Ay, angelico mío ¡¡……Desde luego, pienso, qué mundo éste, manda güevos, no ha estallado todavía el cohete anunciador de las fiestas y servidor y el colega ya somos los dos máximos candidatos para llevarnos este año los Trofeos Carriquiri y al Guiri del año.
El antropoide y yo alcanzamos la sala a trompicones. Imaginaros la escena. Partidas de culo, mandíbulas batientes y hazmerreir generalizado al verme llegar de semejante guisa. En pelotas y portado como un saco. Degeneración total. Decrepitud absoluta. Decadencia hecha persona. Por si fuese poco, me fijo en esos momentos que cientos de pasquines inundan el suelo de la estancia y diviso por una de las ventanas que miles de ellos están siendo lanzados también a la calle desde una avioneta especialmente contratada para la ocasión. Atisbo a ver el texto que viene impreso en negrita y mayúsculas en la parte de arriba de los panfletillos. Me resulta de los más cachondo. Lo que les va a gustar a mi mujer y a los del partido. » El Alcalde os ha dado plantón por un calentón. Ha priorizado darse un buen revolcón con la de la oposición. De vosotros, las fiestas y el cohete pasa mogollón. Hacer que le pase factura, copón». Touché. Lo sabía. Me lo temía. Una confabulación de la puta oposición en toda regla. Maniobras políticas orquestadas en la oscuridad. Está visto que todo vale en política. Son las reglas del juego. Las conocemos todos. Pero eso no impide que alcance el balcón a cumplir con mi deber. Diligente que es uno. Profesionalidad ante todo. Me dirijo al respetable, que menos bonito me llama de todo. Con la mejor de mis voces me acerco al micrófono y grito con toda mi alma como un poseso: !! Pamploneses, pamplonesas, viva San Fermín !!. !!! Iruñeko seme-alabak. Gora San Fermín !!!. A continuación, emocionado, excitado, por qué no decirlo, otra vez ligeramente empalmado, prendo la mecha.
¡¡¡¡¡ Fffffffffsssssiiiiiiiiiiiii……………….¡¡¡¡¡¡. ( Inenarrable sonido )
El breve lapso de tiempo que el cohete emplea para subir al cielo guiado de forma anónima por la varilla, lo aprovecho para mirar de nuevo a la gente congregada en la Plaza del Ayuntamiento. Lo flipo. Me quedo muerto. La Plaza está a reventar. Totalmente llena. No cabe un alfiler. Todos los asistentes se encuentran mirando hacia el cielo con sus pañuelos extendidos al aire. Agitándolos con brío. Sus rostros denotan expectación y deseo a partes iguales. El Bullicio ( Pamplonés ) es atronador. Cuánto Muthiko ( Alaiak ) concentrado. Cuánto Mutilzarra reunido. Hay peña de todos los sitios de la ciudad, de La Rotxapea, de Donibane y hasta de Sanducelay. Todos con ganas de celebrar un inolvidable San Fermín. Con las mismas ansias que muchos de ellos celebrarán en septiembre los de Aldapa. Con mucha Armonía ( Txantreana ). Con tremenda Alegría ( de Iruña ). Con ganas de farra y de mucha Jarana. Hermanados como los del Anaitasuna. Sin querer meterse en ningún Charco. Lanzando al aire de vez en cuando algún que otro espléndido Irrintzi, como mínimo, de medalla de Bronce en cualquier competición. En definitiva, todos ellos queriendo vivir una fiesta Única. La Oberena de todas las Fiestas.
El instinto me hace alzar la vista hacia el cielo. En ese preciso momento, la pólvora ha perdido toda su fuerza y el cohete llega a su punto más alto. De repente, se hace el completo silencio. El vacío se hace dueño del tiempo. No se escucha un alma. Fracciones de segundo después, sin embargo, como acertadamente recogió el famoso barbudo en su universal novela The sun also rises, sucedió un año más: – Al mediodía del seis de julio, la fiesta estalló. No hay otra forma de expresar lo que quiero decir-.
Fin.