Archivo por días: 8 de septiembre de 2016


VIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

GRACIAS SAN FERMÍN

Jairo Manuel Sánchez Hoyos

Partí alegre, quería conocer a Pamplona para después casarme por siempre. Me alojé en un bonito hotel llamado Andia. Me encantó su ambiente acogedor, pero más me encantó la que tenía frente a mis ojos. Tampoco le disgusté del todo porque me saludó de forma afectuosa. Desapareció en un segundo. Por la mañana la volvía a ver. La invité a una copa. Era de Orel, cerca de Moscú, pero hablaba el español mejor que yo, nacido Mexicano. Quedé prendado de ella, me dijo que a su corazón lo acababan de destrozar. Descubrí que algo buscaba para calmar la profunda pena que llevaba. Al otro día, 14 de julio, me invitó al San Fermín, me gustó la idea. La suerte y la vida es un reto. Nos metimos en medio de la muchedumbre, el público se alarma, quise tomarla de la mano, no aceptó. Mas, en un segundo se quedó parada, la mole viene directo hacia ella, quien sonríe al sacrificio. Ya va a enterrar sus cuernos cuando… ¿Qué es lo que veo? Otra mole le aparta con fuerza. Entonces la agarro y corremos juntitos, ella de blanco, y yo de gris, directo al altar, donde el sacerdote Farías nos unió para siempre.

 

CON RETORNO

Rosario García Casielles

No se abre el espectáculo, sino se baja el telón en forma de pañuelos rojos desplegados cubriendo al son la Plaza del Castillo; miles de velas alumbrando el ritual. Momento que me deja sin aliento, tanto como para alejar el cansancio de los intensos siete días de fiesta y descontrol y súbitamente revitalizar mi cuerpo en ímpetu de emoción. Es la cuenta atrás del tiempo de reloj, el “pobre de mi” exhalado por miles de bocas que confluyen en una sola. Broche de oro para mis diurnos e insomnios disfrutando de calles, peñas, encierros, gigantes y cabezudos, música, procesiones, cultura a raudales. Bello equipaje que llevaré archivado como álbum mental en esa parte del cerebro llamado sistema límbico, gestor de las emociones. En extrañamiento caleidoscópico apenas percibí que el tic tac iniciaba su cuenta atrás. Cerré los ojos y vi con otros sentidos, el oído (murmullos, suspiros), el tacto (roces, cercanía), el gusto (efluvios que dejan las velas al quemar), y el olfato (nuestro sentido más animal) que sella como lacre este recuerdo. Los olores son el seguro de la memoria. Y este olor de consumación será mi mantra de viaje de regreso para vivir esos próximos 365 días de esperanza para volver. 

SIETE DE JULIO

Sagrario Zueco Eneriz

Te miro, abuelo, y la alegría de tus ojos me reconcilia con el mundo, con esa vida azarosa que se llevó tus recuerdos, implacable, para sumirte en una tiniebla dolorosa pero que cada siete de julio, te devuelve milagrosamente a lo que fuiste.
– ¡Corre, vamos, la procesión nos espera!. No podemos perdernos el momentico y escuchar la jota a San Fermín.
Él, ataviado con su uniforme blanco y rojo, se mira en el espejo como ausente y se topa con la imagen de un hombretón desconocido, emocionado e impecable.
Inquieto, como sacudido por una ráfaga cargada de memoria, se empieza a impacientar.
– Tengo que llamar a SOS Navarra porque me están esperando. Hemos quedado para los preparativos. Todos tienen que estar ya en sus puestos.
Y camina agitado en busca de su agenda.
– No te preocupes abuelo, que eso ya lo hiciste ayer. Hoy ya estás libre. Es que con tanta emoción estás un poco nervioso.
Ha sido toda una vida de desvelos como médico responsable del dispositivo de socorro y emergencias durante las fiestas. Profesional reputado, sanferminero entregado.
¡Mi héore, abuelo! Cuidaste de todos sin sospechar que un silencio vacío te acechaba.
¡ Qué solos nos dejan los recuerdos !.