Archivo por meses: octubre 2016


Puzzles y rompecabezas.

Para muchos, los Sanfermines suponen un buen rompecabezas. Especialmente para aquellos que han salido de juerga y sufren una monumental resaca. Pero también para los padres y madres que se rompen la cabeza con aspectos concernientes a sus hijos tales como con quién andará…..por dónde andará….a qué hora llegará…… También para los hosteleros, que no paran de romperse la cabeza permanentemente con el tiempo atmosférico que se prevea para el día siguiente. En Recoletas, la conocida como Plaza de los Ajos, los comerciantes ambulantes también rompen unas cuantas cabezas del oro blanco al cabo del día para su venta. Incluso en el patio de caballos casi todas las tardes acaban rompiéndose una o varias cabezas con destino al taxidermista. Y qué podemos decir de los Kilikis, Caravinagre y compañía, que rompiendo cabezas con sus vergas de espuma alcanzan gran popularidad y reconocimiento.

Y quien habla de rompecabezas, habla de puzzles.

Los Sanfermines constituyen también un magnífico puzzle, un conjunto de piezas perfectamente engranadas que la hacen ser la mejor fiesta del mundo. Por eso no sería de extrañar que muy pronto cualquier fabricante de juguetes sacase al mercado un gran puzzle plasmando gráficamente los mejores momentos y lugares de nuestras fiestas. Ya me lo estoy imaginando. Sería un puzzle universal. Apto para todas las nacionalidades. Apto para todas las edades. Y desde luego, multitudinario. Con cientos de piezas. Qué digo yo, con miles. Vale, de acuerdo, con cientos de miles. Eso sí, convendría leerse muy detenidamente el manuel de instrucciones antes de montarlo porque está claro que las piezas que lo compusiesen presentarían distintas peculiaridades y no encajarían de la misma forma al querer unirlas. Las que representasen al Chupinazo, por ejemplo, nos daríamos cuenta que únicamente conseguirían ensamblarse a base de emplear mucha, pero que mucha, presión y sobre todo mucho, pero que mucho, empuje. Las que representasen a la Procesión, por el contrario, veríamos que encajarían de forma bastante sencilla y natural, como la sonrisa y emoción que despliegan los pamploneses y visitantes de todas las partes del mundo al ver el paso del glorioso San Fermín. El Santo Patrón, por supuesto, ni que decir tiene, estaría representado por una pieza central única, que aglutinaría al resto y sería la más grande y brillante de todas. Las piezas que representasen al encierro, algunas convenientemente espolvoreadas con cierto producto antideslizante, serían piezas con las esquinas muy puntiagudas y se recomendaría manejarlas con ayuda de algún tipo de papel o periódico para no acabar lesionado con algún corte o herida. Las piezas que representasen a la Comparsa y a la Pamplonesa, nos daríamos cuenta sorprendentemente que serían piezas maestras que pueden acoplarse perfectamente a todas las demás como anillo al dedo y encajan en cualquier lugar. Las piezas que representasen a las zonas verdes de la Ciudad, fácilmente reconocibles por su tonalidad oscura, casi negruzca, tendrían tendencia a amontonarse las unas sobre las otras nada más sacarlas de la bolsa, convendría manipularlas con mucha suavidad, vendrían doblemente plastificadas por precacución  y terminarían encajando a la perfección las unas a las otras pese a su desigual tamaño. Entre las que representasen a la corrida de toros, convendría diferenciar entre las de la zona de los tendidos, que serían por lo general piezas de fácil agarre pese a estar rebañadas con una curiosa mezcla de grasilla y alcohol, y las del ruedo, con las que habría de ponerse especial atención cuando fuesen cogidas al resultar tremendamente delicadas. Para evitar sorpresas de última hora, debería advertirse que las piezas que representasen la salida de las peñas vendrían muy juntas y agarradas y costaría separarlas un buen rato al estar colocadas de semejante forma. Y finalmente, no estaría de más recalcar que al fondo de la caja vendría un cd con varias piezas musicales festivas que servirían para amenizar la construcción del mismo y nos encontraríamos también como en todas las fiestas mucho pieza y mucha pieza suelta a los que no tendriamos que darles ninguna importancia y deberíamos desecharlas rápidamente por ser defectos de fabricación.

Y quien habla de rompecabezas y puzzles, habla de pasatiempos.

Y amigos, amigas, por todos es conocido que no hay mejor forma de pasar el tiempo que vivir las fiestas de San Fermín.


Más cornadas da el paro

En febrero de 2015, glosé la figura del escritor Bill Hillman, un estadounidense que fue corneado a la entrada del callejón, ello a pesar de haber escrito un manual de supervivencia para principiantes en el encierro. Ya entonces vaticiné que esa cogida era el pasaporte para la fama y quizá una arriesgada pero efectiva campaña de promoción literaria. No me equivoqué.
Tal y como se preveía, el lanzamiento editorial estaba servido, con esa costumbre tan arraigada actualmente de convertir en libro cualquier desgracia personal o familiar.
Ya tengo entre mis manos el ejemplar y en una futura entrada quizá les pueda dar una opinión al respecto. Creo que detrás del personaje hay una vida bastante interesante.

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No obstante, Bill Hillmann tampoco perdió el tiempo aquel verano del 2014. Pasé por alto en mi anterior post que ese encuentro con Brevito (a pesar de que el protagonista se empeñe en llamar Bravito) le permitió acceder al sueño de cualquier periodista. Publicar en el The Whashington Post.

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https://www.washingtonpost.com/opinions/i-got-gored-in-pamplona-but-i-will-run-with-the-bulls-again/2014/07/18/e683be6a-0b94-11e4-b8e5-d0de80767fc2_story.html?utm_term=.51be3788e14c

Pero no sólo eso. También pudo ver su hazaña en las páginas del mismísimo Toronto Star, el periódico en el que Ernest Hemingway publicó sus primeras crónicas en los años 20 sobre la Fiesta de Pamplona.

 

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Les aseguro que muchos periodistas se dejarían pillar por un toro e incluso por una manada de búfalos para alcanzar tan altos honores. Aunque bien es cierto que la profesión periodística se está dejando dar muchas cornadas por otro tipo de cuestiones. Pero eso ya es materia para otro tipo de columnas. Más cornadas da el paro y las facturas hay que pagarlas al final de mes.

Para quien no tenga tiempo para la lectura del artículo, les extraigo esta perla:

«El toro, llamado Bravito, que significa «feroz», me atravesó con el cuerno el muslo derecho y me levantó en el aire. Agarré mi entrepierna y pensé: Gracias a Dios no eran mis huevos. Quiero tener hijos.»

También, por si es de interés, les enlazo un estupendo reportaje sobre él aparecido en junio de este año que firma Anna Grau.

http://www.elespanol.com/reportajes/20160624/134987179_0.html