IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
CUESTA DE SANTO DOMINGO
Kate Benetis
Subiendo la cuesta de Santo Domingo me pregunto si la muchedumbre que me rodea siente lo mismo que yo. ¿Sientes tú también el frío de la mañana mezclado con el idéntico amargo olor abigarrado del año anterior?. ¿O acaso ese sudor que refresca las sienes y hace a uno sentirse al borde del vahído?.
El constante fluir de encalados reclutas hacia el centro del hormiguero no cesa y lo que antes era gris adoquín se torna en un sonoro y vibrante manto blanco, hasta el punto de hacernos creer que todos formamos parte del mismo equipo. Un equipo incoloro virginal que madurará al atávico estruendo de la pólvora.
Y de esta manera igualados, en ese momento en que todos saltamos nerviosos mientras teñimos el blanco de rojo, sabemos que nuestro equipo va a ganar. Sabemos que no hay nadie jugando contra nosotros y que durante las próximas doscientas cuatro horas compartiremos los momentos vividos con el resto de participantes. Sus momentos son míos y los míos son suyos. Los bailes, cánticos y risas. Compartiremos pasión y excesos, júbilo y desenfreno hasta la extenuación. Y así agotados esperaremos otro año más, hasta que, nerviosos, volvamos a subir la cuesta con el pañuelo en la muñeca.
EL PAÑUELO
Manuel Fernandez De La Cueva Villalba
Todo empezó cuando la alegría que desbordaba el corazón de los pamploneses explotó en el cielo. Las calles, empapadas de luz y color, se llenaron de personas que compartían los mismos sentimientos de amistad. Esas mismas calles fueron inundadas por los colores rojo y blanco que llegaron hasta el último rincón de la ciudad. Todos los que estábamos allí supimos compartir la belleza que hierve en el corazón humano. Unos lo hacían brindando por la vida, otros mostrándonos, delante de un toro, el vértigo del valor y los hay que muestran la emoción y la ilusión del que sin conocerte te dice; “Te acompaño, ¿adónde vas?” Fue aquí donde, entre tantas personas y colores, pude sentir tu mano con mi mano, tu mirada con la mía, tus palabras con mis palabras…, y tus besos con mis besos. Fue aquí donde descubrí que la silueta de tu pañuelo ataba mis sueños y los bonitos secretos que me susurrabas al oído en silencio. Fue aquí donde pude teñir, como en los encierros, de nobleza y pasión todos mis deseos. Ahora sé que siempre nos quedará esta ciudad, su alegría, sus colores y nuestros secretos atados con ese pañuelo.
EL MAESTRO
Jaime Martin Martinez
6:30. Curva de Mercadéres. Se realiza el sorteo de postes.
7:00. Pío, asoma por la gatera de su establecimiento, en la esquina Guerendiain. El resto de fotógrafos, pase en mano, se encaraman a los mejores postes. Todos NO. 7:45. El poste de la esquina…está vacío.. algún fotógrafo despistado ha intentado subir a él..el resto de fotógrafos, con la mirada, le hacen desistir del intento.
Entre el gentío vestido de pamploníca, le abren paso al SEÑOR DE OSCURO, que con paso firme y seguro, Leica en mano, se dirige a SU poste, al poste Koldo. Entre el resto de fotógrafos, se corre la voz, ha llegado el MAESTRO, Koldo Chamorro. Hoy habrá foto. Cámaras a punto. Los Pastores, » Chichipán», » Rastrojo», Miguel Reta, estratégicamente colocados… vara en mano.. esperan. 8:00 Se escucha el cohete… comienza el encierro. Los corredores y toros se acercan velozmente a la Curva, Grítos, grítos y más grítos. Como en un suspiro..se terminó en encierro en la Curva. Todos los fotógrafos… comprobando el trabajo realizado. TODOS tienen la FOTO. Pero también saben… que solamente UNO, tiene la FOTO. Esa foto que no se verá publicada en ningún periódico. Quizás, con mucha suerte en algún Catálogo, libro, exposición…