Archivo por días: 4 de octubre de 2017


Amores y enamoramientos ( Parte 3 ).

El Ejercito del Amor, organizando en Divisiones, continúa avanzando hacia Pamplona.

Los jovenzuelos. Tropa de infantería y aviación. Formada por los Cupidos más pipiolos. Desarrollan su trabajo en las zonas de la Ciudad donde se concentran deseosos de enamorarse los jóvenes más imberbes y las jóvenes más risueñas, tales como las verbenas de Antoniutti y de la Plaza del Castillo, las barracas, la zona peatonal de arriba de Carlos III y las distintas bajeras. Responsables de ocasionar los primeros amores y enamoramientos y con el aliciente de hacerlo durante los Sanfermines, muchas veces solo terminarán provocando relaciones que se diluirán en corto espacio de tiempo en las que no suele pasarse de experimentar esos primeros besos que saben a raro y hacen sentirse por las nubes a partes iguales. Su armamento es bastante inocuo aunque a veces causan heridas que cuesta cicatrizar y viene rebañado con esencia de tremenda ilusión, destacando los escudos protectores que tienen que desplegar a menudo para defenderse de los petardos de algunos amigos que  quieren torpedear continuamente su labor. Como curiosidad, muchos de ellos son expertos informáticos que los días previos a las Fiestas realizan múltiples rastreos, barridos e incursiones furtivas propias del mejor espionaje cibernético en toda clase de redes sociales para recabar información y buscar compatibilidades de los muetes que faciliten su misión.

Los Erasmus. Tropa de infantería, caballería, marítima y aviación. Formada por los Cupidos más internacionales. Actúan durante la totalidad de las Fiestas con especial incidencia en las zonas de la Fuente de Navarrería. la Plaza del Castillo, el Labrit y La Estafeta. Se suman al Ejército del Amor desde prestigiosos Ejércitos Amorosos Internacionales como ONUbilado por tu amor OTANto te quiero con el beneplácito y supervisión del Capitán General para encargarse de los amores y enamoramientos de los cientos de extranjeros que aterrizan esos días en Pamplona desde todos los continentes. En reminiscencia al Salvaje Oeste al que muchos de estos visitantes creen llegar, utilizan como armamento arcos y flechas propios de los míticos indios Sioux y colts 45 y rifles Winchester propios de los antiguos cowboys y suelen embadurnar sus proyectiles con veneno de escorpión para intentar neutralizarlos y civilizarlos en las lides amatorias. Históricamente, entre sus triunfos más reseñables, han conseguido varios casos de gente foránea que pasados los Sanfermines se queda empadronada en nuestra ciudad para siempre, numerosos casos de extranjeros que logran encontrar durante los Sanfermines su media naranja, numerosos visitantes que pasan a no encontrar sentido a su vida si no son capaces de volver año tras año a nuestras fiestas y hasta grupos de forasteros que fundan peñas sanfermineras en sus países de origen. Como curiosidad, se les exige dominar a la perfección el Inglés Nivel Medio, el idioma más hablado en todo el mundo en la actualidad a juzgar por los currículums del personal, conocerse de pé a pá el callejero pamplonés y haberse leído al menos un par de veces la novela Fiesta, de Hemingway.

EPíLOGO.

Alrededores de la Ciudad de Pamplona.

Día 15 de Julio.

Primeras horas del alba.

Penosa. Lastimosa. Desoladora estampa. El Ejército del Amor, comandado por su Capitán General, se aleja a paso lento de Pamplona. El cansancio, la fatiga y el agotamiento se reflejan en los rostros de todos sus componentes. Extenuados, exhaustos, sus maltrechos cuerpos vagan más que andan a través del empedrado. Normal. Lógico. El tute ha sido de órdago. Han concluido los Sanfermines. Doscientas cuatro horas de encarnizado y duro combate han quedado atrás. La Guerra de los Nueve Días y las Nueve Noches ha llegado a su fin. Y un año más, los aguerridos Cupidos han resultado victoriosos en el envite. Pero no lo han hecho a cualquier precio. No lo han hecho sin coste alguno. No sin tener que pagar peaje. Han sufrido numerosas bajas en combate, sí, algunas de ellas en operaciones ciertamente heroicas y muy destacables,  pero por contra han sido capaces de enamorar a un gran número de víctimas y han conseguido hacer muchísimos prisioneros del amor a lo largo de todas las Fiestas, cumpliendo de sobra con la misión que tenían encomendada. Así pues, gracias a ellos, un año más en Pamplona, en los Sanfermines, ha triunfado el amor; así pues, gracias a ellos, un año más en Pamplona, en los Sanfermines, han triunfado los enamoramientos. Por tanto, pese a estar cansados, derrengados, molidos, desechos, pueden sentirse satisfechos con el trabajo que han llevado a cabo. Más que eso. Pueden sentirse felices, contentos, alegres, dichosos. En definitiva, orgullosos de sí mismos. Al igual que lo está de ellos su Capitán General, que lo sabe mejor que nadie. Lo tiene presente a cada momento. En los Sanfermines, amores y enamoramientos, se producen a cientos. Y son su responsabilidad

Lo sabemos todos. No hay nada como el amor. No hay nada como enamorarse. No hay nada como Los Sanfermines. Juntémoslo todo. Agitémoslo. Menuda mezcla. Curiosa combinación. Explosiva, diría yo.

 

FIN

 

 

 


IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL LIBRO

Rosa Rubio Sánchez

Noelia llegó a la cafetería quince minutos antes de la hora de la cita. Se sentó en una mesa que había en una esquina y pidió una manzanilla al camarero. Sacó su libro «Fiesta» de Ernest Hemingway y lo abrió. Mientras bebía de la manzanilla, tenía su libro abierto; pero no leía, los nervios no la dejaban. Era normal, tenía una cita a ciegas en una cafetería de Pamplona el 5 de julio, día antes del Chupinazo. Ella llevaría el libro «Fiesta», el favorito de su abuelo Fermín, corredor durante décadas hasta que la salud se lo permitió. Y Javier, su cita a ciegas, también llevaría otro ejemplar de dicha novela, ya que, como buen pamplonés, corría cada año.
Pasados los quince minutos y llegada la hora exacta de la cita, Noelia se puso aún más nerviosa, puesto que Javier estaría a punto de aparecer con su libro en la mano. Ella miraba por encima del libro a ver si reconocía a Javier por su libro, pero no había ni rastro de uno ni de otro.
Entonces vio cómo el camarero que la había atendido antes se acercaba a su mesa. Se sentó frente a ella y sacó su ejemplar de Hemingway. 

CADA LEGADO

Juan Luis Amigot Semberoiz

Justo fue ese momento, ese momento en el cual sus dedos comenzaron atar su pañuelo en el cuello, recordó su herencia. Su padre impregnó todos sus sentimientos que año tras año le había inculcado sin importar la edad del ser humano del entorno. Momentos exaltados por las emociones, de estar presente para recordarlo y transmitir a las demás generaciones unas fiestas siempre irrepetibles cuyos momentos son únicos y el mañana desparece.
Abrió sus ojos llorosos, vio la multitud, la felicidad emanando del entorno y sin darse cuenta el mismo comenzó a escribir su legado.
 

EL 17

Iñaki Azcárate Diez

Y, de repente, todo se apaga. Las luces, los colores, el estruendo, los gritos de aquellos que lo rodean… Y el dolor, punzante, agudo, sordo… Y también el dolor cesa. Y, al volver todo a encenderse, una voz. “¿Cómo estás? Al principio es extraño, pero te irás acostumbrando. Aquí tenemos nuestra propia fiesta. Y dura más de nueve días, te lo aseguro”. “¿Qué me ha pasado?” “Has caído, y todos te han pasado por encima, los mozos y los toros”. “Y, ¿cuánto tiempo he estado así?”. “Nada, acaba de suceder”. Le pitan los oídos, se siente aturdido. ¿Acaba de suceder? ¿Quién es este tipo? “No te sorprendas, siempre es así. Desde que yo llegué, eres el número 16, y no ha sido muy diferente…”. No puede ser, le está diciendo… el número 17. Y no quiere, oír, no quiere ver. Todo vuelve a apagarse, luces, colores, voces… Y vuelve el dolor. Y con el dolor vuelve el bullicio, los gritos de los que lo rodean, las camisetas de colores, el olor a orín, a alcohol… y los brazos de dos policías municipales que lo levantan. “¿Me ha pillado?”. “Si no te apartas, sí. La villavesa, que es día 15. Vete a dormirla…”