Amores y enamoramientos ( Parte 3 ).
El Ejercito del Amor, organizando en Divisiones, continúa avanzando hacia Pamplona.
Los jovenzuelos. Tropa de infantería y aviación. Formada por los Cupidos más pipiolos. Desarrollan su trabajo en las zonas de la Ciudad donde se concentran deseosos de enamorarse los jóvenes más imberbes y las jóvenes más risueñas, tales como las verbenas de Antoniutti y de la Plaza del Castillo, las barracas, la zona peatonal de arriba de Carlos III y las distintas bajeras. Responsables de ocasionar los primeros amores y enamoramientos y con el aliciente de hacerlo durante los Sanfermines, muchas veces solo terminarán provocando relaciones que se diluirán en corto espacio de tiempo en las que no suele pasarse de experimentar esos primeros besos que saben a raro y hacen sentirse por las nubes a partes iguales. Su armamento es bastante inocuo aunque a veces causan heridas que cuesta cicatrizar y viene rebañado con esencia de tremenda ilusión, destacando los escudos protectores que tienen que desplegar a menudo para defenderse de los petardos de algunos amigos que quieren torpedear continuamente su labor. Como curiosidad, muchos de ellos son expertos informáticos que los días previos a las Fiestas realizan múltiples rastreos, barridos e incursiones furtivas propias del mejor espionaje cibernético en toda clase de redes sociales para recabar información y buscar compatibilidades de los muetes que faciliten su misión.
Los Erasmus. Tropa de infantería, caballería, marítima y aviación. Formada por los Cupidos más internacionales. Actúan durante la totalidad de las Fiestas con especial incidencia en las zonas de la Fuente de Navarrería. la Plaza del Castillo, el Labrit y La Estafeta. Se suman al Ejército del Amor desde prestigiosos Ejércitos Amorosos Internacionales como ONUbilado por tu amor OTANto te quiero con el beneplácito y supervisión del Capitán General para encargarse de los amores y enamoramientos de los cientos de extranjeros que aterrizan esos días en Pamplona desde todos los continentes. En reminiscencia al Salvaje Oeste al que muchos de estos visitantes creen llegar, utilizan como armamento arcos y flechas propios de los míticos indios Sioux y colts 45 y rifles Winchester propios de los antiguos cowboys y suelen embadurnar sus proyectiles con veneno de escorpión para intentar neutralizarlos y civilizarlos en las lides amatorias. Históricamente, entre sus triunfos más reseñables, han conseguido varios casos de gente foránea que pasados los Sanfermines se queda empadronada en nuestra ciudad para siempre, numerosos casos de extranjeros que logran encontrar durante los Sanfermines su media naranja, numerosos visitantes que pasan a no encontrar sentido a su vida si no son capaces de volver año tras año a nuestras fiestas y hasta grupos de forasteros que fundan peñas sanfermineras en sus países de origen. Como curiosidad, se les exige dominar a la perfección el Inglés Nivel Medio, el idioma más hablado en todo el mundo en la actualidad a juzgar por los currículums del personal, conocerse de pé a pá el callejero pamplonés y haberse leído al menos un par de veces la novela Fiesta, de Hemingway.
EPíLOGO.
Alrededores de la Ciudad de Pamplona.
Día 15 de Julio.
Primeras horas del alba.
Penosa. Lastimosa. Desoladora estampa. El Ejército del Amor, comandado por su Capitán General, se aleja a paso lento de Pamplona. El cansancio, la fatiga y el agotamiento se reflejan en los rostros de todos sus componentes. Extenuados, exhaustos, sus maltrechos cuerpos vagan más que andan a través del empedrado. Normal. Lógico. El tute ha sido de órdago. Han concluido los Sanfermines. Doscientas cuatro horas de encarnizado y duro combate han quedado atrás. La Guerra de los Nueve Días y las Nueve Noches ha llegado a su fin. Y un año más, los aguerridos Cupidos han resultado victoriosos en el envite. Pero no lo han hecho a cualquier precio. No lo han hecho sin coste alguno. No sin tener que pagar peaje. Han sufrido numerosas bajas en combate, sí, algunas de ellas en operaciones ciertamente heroicas y muy destacables, pero por contra han sido capaces de enamorar a un gran número de víctimas y han conseguido hacer muchísimos prisioneros del amor a lo largo de todas las Fiestas, cumpliendo de sobra con la misión que tenían encomendada. Así pues, gracias a ellos, un año más en Pamplona, en los Sanfermines, ha triunfado el amor; así pues, gracias a ellos, un año más en Pamplona, en los Sanfermines, han triunfado los enamoramientos. Por tanto, pese a estar cansados, derrengados, molidos, desechos, pueden sentirse satisfechos con el trabajo que han llevado a cabo. Más que eso. Pueden sentirse felices, contentos, alegres, dichosos. En definitiva, orgullosos de sí mismos. Al igual que lo está de ellos su Capitán General, que lo sabe mejor que nadie. Lo tiene presente a cada momento. En los Sanfermines, amores y enamoramientos, se producen a cientos. Y son su responsabilidad
Lo sabemos todos. No hay nada como el amor. No hay nada como enamorarse. No hay nada como Los Sanfermines. Juntémoslo todo. Agitémoslo. Menuda mezcla. Curiosa combinación. Explosiva, diría yo.
FIN