Archivo por días: 26 de noviembre de 2018


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ENCIERRO INVERSO

Franz Kelle

Madrugada del 11 de enero. Los sanfermines no pueden estar más lejos, a caballo entre el recuerdo y la espera, diluidos entre la nostalgia y el ansia. Me cubro con el abrigo y salgo. Mi padre me paseaba en su 127 hasta que me dormía. Ahora despierto cada vez más temprano y camino. Hoy callejeo sin rumbo fijo. De pronto, la plaza de toros. Emprendo el recorrido inverso. En invierno, bajo el calabobos y sin nadie a la vista. Paro en Mercaderes, apoyo una mano en la pared.
«No te guíes por cómo corran los de alrededor. Decide por ti, como si estuvieras solo». Camino de mi primer encierro, papá me repitió lo mismo que le había transmitido a él el abuelo.
Oigo otras voces, el eco de generaciones, el rumor de hornadas de mozos, vítores perennes desde los balcones. El sonido de pezuñas sobre los adoquines. En mi cara se funde con la lluvia la emoción de comprender que Pamplona alberga un rincón mítico, que es alma más que esquina, que condensa alegría de vivir al filo de un asta. Desconecto la mano, abro los ojos. Clarea. Están ya un poco más cerca los mejores sanfermines: los próximos.
 

EL MEJOR DICCIONARIO DEL MUNDO

Pilar Fernández Larrea

Grafía que pende de un suspiro en dos colores, de gargantas afiladas en sueños a punto de dejar de serlo, letras que buscan quien las cante, palabras que estallan en las manos, frases que suenan a fiesta; bailes de la A a la Z. La silueta del diccionario de los Sanfermines, 356 páginas de espera para 204 horas que son quince letras, con la D de deseo, la O de optimismo, la S de santo, la C de calle, la I de imagen, la E de esencia, la N de Navarra, la T de tiempo, la A de Alegría, la S de siempre, la C de color, la U de única, de universal, la A de amable, la T de toro, de tanto, de todo, la R de rojo, la O de Ojalá. De ojalá que los días cabalguen sin medida, que se salten los minutos en rojo, como con los ojos cerrados en un salto al vacío, en un grito que es un anhelo. Y de pronto… volvamos a vernos. Tú, yo, el día, la noche, la horas. La fiesta. 

BOLETOS PARA DOS

Saioa Lizarraga Guerendiain

Mi amatxi Carmen vivía siempre los San Fermines desde su silla de ruedas, pero ello no le impedía disfrutar a su manera. Recuerdo con gran cariño el día que llegaba a su casa, encontraba dinero y me decía que tenía un trabajo pensado para mí. Yo sonreía y sabía a qué se refería. Mi deber, ir a la tómbola. No era un trabajo fácil comprar los boletos y volver a casa sin poder abrir ninguno. Volvía dando zancadas. Iba a la tómbola con ilusión y volvía con unas ganas inmensas de compartirlo con ella y transmitirle mi emoción. A veces era complicado sacarle una sonrisa, pero yo no desistía. Ese momento era único. Todos los boletos los abría yo, porque ella no podía mover las manos. Pero eso no importaba, porque juntas le dábamos un beso de suerte a cada boleto. No importaba si conseguíamos un premio o no. Esa no era razón para no emocionarnos hasta el final. ¡Hasta los boletos de sorteo de una bici nos llenaban de esperanza! Recuerdo que siempre nos tocaba algún producto de la tierra. ¡Qué ilusión! Hoy por hoy, ya no puedo compartirlos con ella, pero cada vez que abro uno, sé que está conmigo, dándome suerte.