Archivo por días: 29 de noviembre de 2018


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¡MANOS ARRIBA! ¡ESTO ES UN ATRACO!

Leire Mena Sucunza

5 de julio: levanto las manos y busco la caja de ropa blanca en el altillo. Y sin darme cuenta, empiezan nueve días en los que no volveré a bajarlas…

¡Manos arriba! para sujetar en alto el pañuelo en la plaza del Ayuntamiento; para secarme las lágrimas al ver pasar al Santo morenico; para sostener al chiquito que se retuerce nervioso en mis hombros cuando ve acercarse a los kilikis.

¡Manos arriba! para bailar jotas y zortzikos en la plaza del Castillo; para preservar mi copa íntegra cuando atravieso Estafeta de punta a punta; para pedir al camarero un bocadillo de bacon con queso a cualquier hora; para acabar la noche en las dianas gritando “esa-esa-esa, esa Pamplonesa”.

¡Manos arriba! para taparme los ojos ante esa escalofriante cogida en Mercaderes; para pasar el tupper de magras a los de atrás en el tendido de sol; para bailar “La chica ye-yé” agarrada a alguien que no conozco.

¡Manos arriba! para sujetar la vela que ilumina la pena que siento porque “ya falta menos”, sí, pero es mucho…

15 de julio: ¡manos arriba! para colgar en el tendedero los restos de una fiesta que, se mire por donde se mire, es un atraco a mano “amada”.
 

VUELO VERTICAL

Andrés Mendiri Ruiz De Alda

“Yo no nací sino para quereros”. Para ser un objeto nimio, un artefacto -nunca mejor dicho- compuesto de cabezal, palo de sujeción y mecha, el verso de Garcilaso le iba al pelo. Hasta ese día no lo había descubierto. ¿Cómo lo iba a saber? Era un objeto feúcho, sin personalidad, sin belleza, sin prestancia. Una birria, vaya. Poca cosa.

Nacido en una caseta pirotécnica. Igualito a sus hermanos. Cabeza gruesa roja, mecha anaranjada y todo su cuerpo atado con cinta gruesa a un palito de madera. No era precisamente un ángel de Secret ni la Victoria de Samotracia.

Y encima había venido al mundo con el estigma de ser peligroso. Privado de compañía. Lejos del aliento de los niños, lejos del calor de los mayores. Todo su ser era ruido, potencial estruendo. “Soy explosivo, pensaba él, pero tengo alma”.

Pero ese seis de julio, comprendió qué era y para qué existía. Lo entendió allí, apostado, al ver la multitud en la plaza. Solo tenía que volar, ascender al cielo y sonar por encima de todos. Para eso estaba allí. Su final era el principio de la fiesta. “Por vos he de morir, y por vos muero”.
 

TE VI.

Virginia Mongay Jiménez

Te vi de lejos, desde un balcón. Como cada 7 de Julio desde hacía tres años.
Puntuales a la cita. Tú para correr el primer encierro. Yo para verte a ti.
Tu corazón latiría a mil por hora, pero te aseguro que el mío latía lo mismo o más.
Sé que para ti había llegado la fecha más esperada del año. A mí se me hacía eterna esa espera… poder verte fuera de la oficina, vestidos de blanco y envueltos en la locura de la fiesta.
Tú no lo sabes ni nunca lo sabrás. Nunca me atreví. No tuve el valor de decirte lo que sentía por ti.
Ahora ya es tarde. Estoy atrapada en una vida rutinaria. El trabajo, los niños, la casa…
Sigo soñando contigo y cada noche del 6 de Julio siento mariposas en el estómago como cuando éramos jóvenes. Sueño con poder retroceder en el tiempo y decirte:
-¡¡¡ Amor Mío, Te Quiero, Te Amo…Estoy colada por ti!!!
Pero ya es tarde…
Te fuiste demasiado pronto y yo me quedé aquí.
No sé si mis palabras te hubieran podido salvar de esa muerte tan absurda, pero no fui valiente amor.
Te vi, pero no me atreví.