Archivo por meses: noviembre 2018


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL ARTE DE LA GUERRA

Martin Sakamoto

Don Juanito dejó el libro del autor chino sobre la mesa de luz y abrió la puerta que no dejaba de sonar. Al asomarse, el administrador le señaló el lobby y vio al americano corriendo en paños menores a dos jovencitas que salían por la puerta hacia la calle. Se acercó y el olor etílico le llegó a los pulmones. Al voltearse, el gringo de buen porte y con aires de boxeador le sonrió. “Nunca se debe atacar con cólera y con prisas”, recordó.
Jamás sabría que la sonrisa y el eventual perdón por aquella conducta reprobable en su hotel Quintana, harían que Pamplona se hiciera conocida en el mundo por “Muerte en la Tarde” de Ernest Hemingway.
 

COLORES QUE EL OJO NO VE

Juan Francisco Pelayo Moles

Hay un color recién descubierto en el espectro lumínico, invisible, al que han llamado bricum. Parecería magia, pero si te tiñes de él, crea un aura a tu alrededor que te hace transparente e inmune a las leyes de la física. He dicho parecería magia, pero lo es, al menos así lo ha manifestado su descubridor, un chico de veintitrés años, estudiante de química, norteamericano, que para probarlo está en Pamplona una mañana de sanfermínes de dos mil dieciocho, en medio de la calle Estafeta, esperando la llegada de los morlacos con un traje color bricum en la mochila.
Ahora que las pezuñas truenan cercanas, es hora de repasar mentalmente las instrucciones que se ha dado: cubrirse rápidamente con el traje, de la cabeza a los tobillos, quedarse inmóvil, lo suficiente como para sentir las sucesivas oleadas de los astados escabulléndose por ambos flancos de su cuerpo. No va a ser embestido…será magia.
El norteamericano, metódico, entusiasta, recuerda demasiado tarde, que los toros son daltónicos y que tal vez confundan el bricum con el rojo. 

EL ALMUERZO DEL 6

Txema Sexmilo Ayesa

El día 6 se almuerza en mi casa. Es la tradición. Y es que en Sanfermines todo es tradición. A las nueve de la mañana pongo las dianas y despierto a mi familia y (creo) a algunos vecinos. Es que no lo puedo remediar, es la forma de empezar de siempre. Ahora baja tú a por el pan (que sobre, eh?), tú empieza a cortar chorizo y salchichón, saca el vino porfa, dónde ponemos las magras, quién se encargó del tomate que no lo encuentro… y todo con unas cosquillas en la tripa que ríete del examen de conducir.
El primer momento de subidón sanferminero es la llegada de los primeros amigos. Qué abrazos, qué besos, qué risas, qué blanco todo. Luego a sentarse y a comer y beber como si fuera el último día de nuestras vidas. Qué cuadrilla, madre mía, se lo meten todo, parecen el cubo de la basura. Y con los colores puestos, No te vayas de Navarra, Qué bien me sienta el marisco, Ya no vienen los que antes venían y trago va y trago viene. Así lo hacía Matusalén.
Y cuando se acaba todo y salimos a la calle… otro cosquilleo mayor. Qué momento, qué momento! Ffffssshhh… Pum!
 


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

A PAMPLONA HEMOS DE IR

María José Lombraña De Los Ríos

Lección magistral de conversación y cultura. Suena el timbre para entar en clase. Son las 7.55 de la mañana. Instituto lingüístico Alessandro Manzoni de Turín. Los alumnos, la gran mayoría chicas, van hacia sus pupitres y, sin que nadie les diga nada, abren sus libros. Hoy toca el capítulo de fiestas. Koldo, el lector de lengua y literatura castellana, está acostumbrado a tratar con los mismos tópicos. El día de san Fermín… ¿no es el once de octubre? No, chicas, es el siete de julio. Pero, ¿se hace una corrida? No, se corre por las calles delante de los toros…Pero, ¿ por qué se visten de blanco con una faja y un pañuelo rojos? Pues sinceramente, no lo sé, forma parte de la tradición. Profesor, yo quiero ir a ver el ambiente en julio. Se levantan un montón de brazos y casi todos al unísono repiten: y yo, y yo,y yo también. Inevitable la propuesta de Koldo: os acompaño a las fiestas del año que viene. Próximo destino de nuestro viaje de estudios: indiscutiblemente, Pamplona. Allí hemos de ir con una bota y un calcetín 

TODO VALE

Rocío álvarez De Eulate Gámez

TODO VALE
Todo vale. Nada importa. Los pamploneses y sus los visitantes se visten de blanco y rojo, “somo todos iguales”. Nos permitimos saludar e incluso invitar a un pote a esa compañera de jornada a la que diariamente apenas si dedicamos un gesto de cabeza cuando nos cruzamos. Pero en sanfermines somos todos muy majos, hasta hablamos con gente que no es de la cuadrilla. Miles de euros invertidos en la seguridad de un espectáculo que dura escasos minutos, lo que los mozos y mozas tardan en hacer el recorrido delante de los toros. Productos especiales para que el orín se desprenda de las paredes. Basura a raudales. Cópulas en cualquier espacio de la ciudad, bucólico o no. Rutas turísticas que incluyen salto desde la fuente de Navarrería. Campañas señalando los lugares no aptos para que mujeres solas regresen a casa. Tiendas clandestinas que surgen de la nada, en las que antes se vendían bragas y ahora sangría en vaso de plástico a quince euros, eso sí, fresquita. Y de todo esto hemos conseguido que la palabra “manada” ya no aluda al grupo de toros que sube desde la Rochapea y tenga un sentido tan frustrante como deleznable.
 

¡SAN FERMÍN PREPÁRATE, QUE LLEGAMOS LAS DE TERUEL!

Celia Quintana Sanz

Maleta: preparada.
Mochila: preparada.
Móvil: cargado y listo.
¿Qué se me puede estar olvidando? Llevo el monedeo lleno de dinero, el DNI y el carnet de conducir. También he comprobado haber cogido el cargador del móvil, las gafas de sol y la crema protectora. En fin… si me dejo algo espero poder comprarlo por el camino o rezar para encontrar alguna tienda abierta, aunque lo dudo mucho.
Estoy tan nerviosa… ¡no puedo creer que vayamos de verdad! Por fin hemos podido acoplar todas nuestras agendas y emprender el viaje para una de las mayores fiestas ¡San Fermín prepárate, que este año llegamos las de Teruel!
Oigo sonar el timbre y corro impaciente hasta la puerta cargada con las maletas. Menuda la que estoy liando… como siempre se nota que soy aragonesa y llevo la maleta repleta de “por si acasos” que sé, no voy a utilizar pero… nunca se sabe.
Cecilia al verme sale del coche e intenta ayudarme. Entre las dos conseguimos meter todo en el maletero (lleno de los “por si acasos” del resto además de por el equipaje) entre las risas de Diana, Paul y Ania.
Una vez dentro del vehículo subimos la música a tope y… ¡empieza el viaje! 


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

MAGIA Y EMBRUJO DE MI PAÑUELO

Daniel Azcona Zabalza

Magia y embrujo de mi pañuelo
Los dos sabíamos que este momento iba a llegar; Pero antes de meterte en el cajón, quiero decirte algunas cosas.

Sé que ahora llegan los meses de echarte de menos, Los de imaginarte conmigo paseando por Estafeta rodeado de gente;. Sin embargo, me aliviará saber que habrá pastando unos toros que en unos meses pisarán la misma calle o que algún chaval estará recortando vacas o que habrá niños jugando con Toko Toko y Braulia, esperando a ver a los de verdad. Pequeños duendes inconexos tejiendo sin saberlo un tejido Sanferminero.

Pero alguien dijo que el tiempo pasa rápido. Unos juevintxos, 4 heladas y 10 pedidos nos separan de la navidad, primer peldaño sobre siete para volver a verte. Después llegaran los reyes : unas zapatillas . La liturgia seguirá con bajaros a ti y a la ropa blanca , se me escapara una sonrisa al miraros de reojo.

Mientras tanto llegaran los primeros rayos de sol, semana Santa, los carteles de SF’, primeros postes del vallado después, las ganas, el calor, y entonces…BOOOM!! 6 de Julio. Todo el trabajo de los pequeños duendes se habrá activado y volverás a lucir en mi cuello. 

PAMPLONA KOREA VIVA SAN FERMIN

Sagrario Zueco Eneriz

Tras una vida de opresión, de miedo, sin dignidad ni libertad, el dictador fue derrocado y un mundo nuevo se abrió ante nosotros. Internet nos mostró países y tradiciones desconocidas y partimos hacia la promesa de un espectáculo incomparable en una ciudad que cada seis de julio despertaba de su letargo para sumirse en ritos atávicos.
Fuimos testigos de la transformación de una muchedumbre blanca y roja, que estalló en un grito ancestral…¡Viva San Fermín…¡Gora San Fermín…!!. La calle vibró en una vorágine de alegría, de locura, convertida en una bestia capaz de engullirte en segundos. Desfilaron amenazantes gigantes que recordaban misiles de un pasado demasiado reciente, fuegos artificiales que retumbaban como las armas de un régimen todavía latente en medio de la noche, toros bravos en la calle persiguiendo a una manada humana enfurecida que despertó un miedo profundo y arcaico.
No hubo extraños, ni enemigos, sólo seres poseídos por la fiesta que durante siete días llenó las calles de pura explosión de alegría, de vida.
Después, como en el mito, el animal volvió a su guarida y como si nada hubiese pasado, la ciudad recobró su ritmo perezoso y rutinario y empezó de nuevo la cuenta atrás.

 

BLANCO Y ROJO

Pedro Ignacio Legarrea Hermosilla

Santo Domingo. Dos sexagenarios ante la imagen del Patrón.
– Tú nunca cantaste aquí, Martín.
– No, no hubiera llegado a la Estafeta.
– Sigue emocionándome, ¿Y a ti?
– Sí, pero el Encierro se ha comercializado: todo es salir en la tele, tocar a los toros y muchos colorines, para que te reconozcan o vean la marca que llevas. Hasta hay ofertas de cursos para aprender a correr.
– También nos gustaba ver nuestras fotos en el Diario y en los escaparates de los estudios fotográficos.
– Pero ahora se ha desmadrado, Josetxo.
– Ahora se corre mejor y más cerca ¿O no?
– ¿Pero cuántos de los que se mantienen en las astas metros y metros lo harían si el Ayuntamiento obligara a que fueran exclusivamente de blanco y rojo? Como en Wimbledon: van de blanco o no juegan. ¡Y son millonarios! Igual mando una Carta al Director.
– ¡Qué talibán eres, Martín! Vamos a San Nicolás a echar una caña. Aunque no sé: a seco y ya dices eso… Como que si pudieras no volverías a corre, rodeado de «colorines».
– Y hasta con bata de cola, si hace falta. Pero blanca con lunares rojos, ¿eh? 


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LA CORNADA

óscar Palazón Ferré

Y entonces suena el teléfono, a deshora, demasiado pronto para que sea Ángel diciéndome

–Estoy bien, mamá.

El encierro no ha finalizado todavía. Lo veo en la tele. La manada aún no ha llegado a la plaza. ¿Quién llamará? ¿Quién habrá tecleado el número de casa con tal brusquedad? Los timbrazos retumban en el comedor con un volumen inusualmente alto, y eso no puede significar nada bueno.

Tan pronto como descuelgo, una voz que no reconozco me hace la pregunta fatídica, pero no digo nada. Alargo el silencio a posta. Postergo la respuesta porque sé que seguiré a salvo en tanto que permanezca callada. Soy consciente de que, en cuanto conteste, ya no habrá vuelta atrás.

–Sí, soy su madre –balbuceo cuando la voz insiste.

Y acto seguido me explica que a Ángel lo ha detenido la policía

–Acusado de haber participado en una violación múltiple.

Y aunque la voz continúa hablando, ya no entiendo nada. Las palabras suenan lejanas, extranjeras, imposibles de traducir. Herida de muerte, pues, el auricular se me cae al suelo y yo me derrumbo en el sofá, resollando en busca del aire que se me escapa de los pulmones, como si una asta de toro me los hubiese perforado 

¡MIRA PARA ATRÁS!

Michael Mcgrath

Cada vez más alto, el globo deja abajo la cara llorosa de un niño contrariado y las expresiones incrédulas y resignadas de sus padres, cegados por la intensa luz. Libre. Así se sentía bañándose en su euforia. Como ese globo perdiéndose en el cielo multicolor. El chupinazo fue la llave que abrió la puerta a un torbellino de sentimientos confusos, de coreografías locas y de caretas sonrientes. Por la noche, tomó parte en una danza macabra bajo la lluvia anaranjada y plateada de los fuegos, compartiendo una alegría desatada y la libertad plena con…¿con quién?
«A San Fermín pedimos por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición.» La cuesta de Santo Domingo estaba petada. De repente el miedo le invadió todo el cuerpo. Tenía nauseas. ¿Con quién se había cruzado la noche anterior? Tantas caretas – un gigante, Caravinagre, una musa, una churrera, una bailarina, una diosa…Había miles y miles de corredores. No había escapatoria. El último cohete partió el cielo plomizo. A cámara lenta, miró para atrás y vio a una manada masiva de mujeres iracundas, todas con la mirada clavada en él. Subían la cuesta lanzadas y él se quedó clavado donde estaba sin saber qué hacer. 

TODO PASA TAN DE PRISA…

Rosa Mª García Barja

El pañuelo rojo, tamiz de sueños, guarda la huella indeleble, el instante sublime, justo antes de que el tiempo se detenga frente a la hornacina.
El amanecer va hiriendo de luz el borde de la calle, como vuelo sin alas que acaricia la suerte, se alza la voz de los muchachos en un canto desde las vísceras, para ahuyentar el negro augurio.
Marco sepia para las palabras que enmudecen cuando el testigo traza una cruz entre el sol y la sombra de la valentía.
Laten al unísono el hombre y la fiera, se miden, se entregan, se funden el sudor, el roce, el miedo…
Humilla el toro y te encumbra al arco iris que atraviesa un cielo pintado con tiza.
Cosido a las entrañas el grito, el cauce de la sangre no encuentra razón. Todo pasa tan de prisa…
La plaza es un abrazo redondo dónde se reconocen el indulto y la gloria. Puerta grande, tu sonrisa, cuando en la soledad de tu alcoba brindas por la vida un año más.

 


X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

PRELUDIO

Amaia Garmendia Fernandez

Groot Vosen cogió la mochila, sacó el pañuelo rojo. Salió a la calle. La ciudad estaba sumida en una calma inusual. Eran las once de la mañana y había poca gente en la calle.
La perspectiva de una gran fiesta en esa ciudad le pareció ridícula.
Subió hacia el centro sin prisa. De vez en cuando le sobrepasaban grupos de gente vestida de blanco y un pañuelo rojo anudado a la muñeca.
Al llegar al centro las personas vestidas de blanco eran cientos. Caminaban hacia algún sitio y decidió seguirlas. Pronto se encontró ante una marabunta que se agolpaba frente al ayuntamiento de la ciudad.
Se apostó en una esquina intentando no moverse, pero los movimientos en ola lo hacían imposible. Cada minuto que pasaba transformaba a aquella multitud.
De pronto varias personas se asomaron al balcón consistorial. La gente comenzó a saltar, bailar, descorchar champagne…..subieron los pañuelos rojos por encima de sus cabezas, después oyó a una de las personas del balcón gritar unas palabras, un cohete explotó en la pequeña porción de cielo que veía,entonces un grito salió al unísono de aquellas gargantas. ¡Viva San Fermín, gora san Fermín!
Se anudaron el pañuelo al cuello y Groot se dejó llevar.

 

AL RITMO DEL CORAZÓN

Felipe Cartas Rodríguez

Estoy listo. Expectante, pulcro. Descansado, no tanto. De ocho a tres currando. Al salir, rumbo a Pamplona. Seis horas de viaje y un bocadillo en buena compañía, a tiempo para llegar a ver la pólvora en la Ciudadela. Espectacular. Emocionante.
¡Atento! Atuendo básico, mis metálicos diarios de Navarra y guantes deportivos para evitar resbalones. La primera carrera, completa, necesaria para recuperar sensaciones.
¡Rodando! Mañana, elegiré tramo y asistencia.
Franqueo decidido la Plaza del Consistorio. Avanzo resuelto. Congestión en Mercaderes con Chapitela. Primeras espantadas, quiebros, embestidas. Lo normal. Acelero.
Me meo.
En el cruce de Estafeta con Javier, embotellamiento. Tengo que afinar mucho. No se me ve, soy una pequeña chimenea de ilusión al estrellado cielo pamplonica. Fieras de todo porte, “patilargas”, corpulentas, “empitonás”. Mi cara, cercana a sus cuartos traseros. Demasiado, diría.
Voy apretado.
Llego al coso. Los veo y respiro aliviado. La dulce embriaguez de María me evoca otras muchas carreras inaugurales por estas mismas calles, ahora tan diferentes, como yo.
¡No puedo más!
Hoy es más humano, menos salvaje. Hasta vienen en los folletos de fiestas las asistencias salvadoras: “Servicio adaptado para discapacitados”.
¡¡Ahhhhhh!!
Éxtasis. Entorno los ojos y escucho el ritmo del corazón, el ritmo de muchos corazones. Bienhallada, Iruña.
 

SAN FERMÍN ESTÁ INQUIETO.

Andrea San Martín Chaler

Las campanadas marcaban las doce menos cuarto. En medio de una plaza, rodeado de una multitud blanca, me encontraba esperando a que alguien gritara mi nombre para dar comienzo a la fiesta. Los cánticos fueron aumentando a medida que las manillas del reloj avanzaban. Diferentes nacionalidades, todas al unísono, con la máxima fuerza que les permitía sus gargantas. Quise mirar al cielo y coger aire para unirme a ellos. Una marea de pañuelos rojos empezaron a cubrirlo. Un ruido explosivo se escuchó, tras unas breves palabras de vida. ¡VIVA SAN FERMIN!, ¡VIVA! Alguien me ató su pañuelo al cuello, me dispararon como un cohete hacia arriba y tras varios segundos vi aquella imagen que dejaría mi conciencia tranquila. No podía dar crédito a la cantidad de emociones que desprendía el ambiente. Abrazos y besos entre lágrimas y risas. ¡Cuántos sentimientos encontrados! Volví a los brazos de los jóvenes que me habían lanzado.
Me sentí aliviado. Cansado de oír críticas de la fiesta necesitaba descubrir que nada había cambiado. Elegí volver a mi puesto. Tenía trabajo que hacer, me esperaban 7 días intensos.
Y así fue como decidí escaparme un 6 de julio, a hurtadillas, sin que los visitantes de mi capilla se dieran cuenta.