XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
6 DE JULIO
Gorka. Lorea Malumbres
Estación de autobuses, hervidero de gente y de maletas, cada cual a buscar su acomodo para la llegada de las mejores fiestas del mundo. Nosotros lo tenemos claro. A la calle Merceres al Iruñazarra, almuerzo de huevos fritos con ajoarriero, buen vino de Olite y Patxaran.
A ver, ni se nos ocurre la idea de estar en el Ayuntamiento a las 12, que locura.
Vamos a los locales de las Peñas por la calle Jarauta. unos Kalimotxos que ni nos cobraron por estar todavía preparando…riendo hablando con gente diversa, esas chicas de Bayona que majas oye…que ambientado, vamos cantando y saltando, adonde va la gente…oh pero si esto es…que apreturas a ver todos para arriba ahora apara abajo…no sé cómo pero estábamos dirigiendo las o,as humanas a las 12 menos diez en medio de la Plaza del Ayuntamiento.
Txupinazo, emocion,jolgorio, alegria, músicas, vermut y en el Otano de la calle San Nicolas, anda otra vez las chicas de Bayona…será que nos siguen que estamos de buen ver, bromeamos. Les invitamos, os invitan, comida por Navarreria y esto del Riau Riau es lo que tiene, que con o sin Corporacion arrastra tanta gente…que nos perdemos por parejas en buen hermanamiento con Bayona.
Gora San Fermin
LA PRIMERA VEZ
Francisco Javier Medina Herrera
Era la primera vez que iba a correr delante de un toro. Muchos amigos suyos lo habían probado, pero él nunca se había atrevido. El peligro de ser arrollado por la multitud siempre le había echado para atrás, pero por fin había llegado el momento de demostrar que era lo suficientemente valiente para hacerlo. Ya no oiría más las burlas de su hermano mayor, quien siempre se había reído de él por no haberlo intentado nunca.
Sin que se diese cuenta, el cohete por fin explotó, lo que indicaba que todo acababa de comenzar. Miró por la cuesta y allí estaba el toro, dirigiéndose justo hacia él. A esas alturas ya no podía echarse atrás, así que no tuvo más remedio que ponerse a correr como no lo había hecho antes. El sudor le recorrió todo el cuerpo, las pulsaciones le latían a mil por hora. Cuando ya estaba a punto de desfallecer debido al agotamiento, se giró para comprobar dónde estaba el toro y vio que a éste se le acababan de terminar los petardos que tenía atados a la espalda. Fermín se alegró por haber podido sobrevivir al toro de fuego, así que fue a buscar a sus padres para contárselo.