Archivo por días: 22 de noviembre de 2019


XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

SAN FERMÍN

María Elena Bethencourt Rodríguez

Me desperté con las dianas. Miré a la izquierda y a la derecha. Me aseguré de que nadie me veía y eché a correr hasta la plaza del Ayuntamiento. Nadie intentó detenerme. Me perdí entre el calor de la gente. La marea humana, que tantas veces había deseado, me arropó. Vi tirar el chupinazo y me anudé el pañuelo rojo. Nadie me reconoció, ni me miró siquiera.
Bebí «calimocho» como cualquiera y me fundí en las charangas. Llegué a la Ciudadela vestido de blanco, me tumbé en el césped y vi cómo mil fuegos de colores salpicaban el cielo. Lloré de la emoción. Los había oído tantas veces, pero su belleza era más atronadora que su sonido.
Mientras toda la ciudad me buscaba bailé con las muchachas, disfruté de la música de la verbena y a ninguna le dije mi nombre ni le hice promesas que no cumpliría. Tampoco les di mi teléfono porque no tenía, pero ellas saben que pueden hablar conmigo cuando quieran.
Por la mañana, quise sentir la adrenalina, así que corrí el encierro y volé por la Estafeta.
Luego, sigilosamente, volví a la iglesia de San Lorenzo, me subí tranquilo a mi altar y me hice el santo otra vez. 

ESCAPE ROOM

Xabier Sancho Sanchez

-¡Napoleón por la izquierda!
-¡Verrugas, conmigo!
La voz de Cara Vinagre retumbaba por el consistorio.
Escondida bajo Joshepamunda, Iruñea encendió su linterna ultravioleta descubriendo la leyenda »Conócete a ti misma» bordada bajo el vestido.
Bajo Larancha-la la combinación, siete, siete, diecinueve, desbloqueaba dos palabras: libertad y responsabilidad.
¡Perfecto!, ya solo falta volcar esta información sobre el subconsciente colectivo de la ciudad, pensó Iruñea.
Pero, es tarde. Los hombres de Vinagre han lanzado un ataque con cyber endrinas que bloquea temporalmente el acceso. “Inténtelo mas adelante”.
De repente, unas Jhayber acercándose silenciosas le obligan a huir reptando bajo Braulia, pero al entrar, una mano demasiado real la agarra con fuerza.
-¡Te tengo renacuajo!, exclama el mismísimo Cara Vinagre que la estaba esperando.
Iruñea comienza a gritar aterrada, hasta que el kiliki, con un gesto tranquilizador le acerca el interfono. La voz de Braulia suena clara y concisa:
– Estas fiestas siempre serán lo que tu quieras que sean, avanzaran contigo, invariablemente dependerán de ti. No tengas miedo.
Reconfortada, besa la nariz de Cara Vinagre, activando así una última trampilla escondida en el sombrero del kiliki que deja al descubierto un pañuelo y una mecha incandescente.
A toda velocidad sube al balcón:
¡PAMPLONESES, PAMPLONESAS, VIVA SANFERMIN!