Archivo por días: 4 de febrero de 2020


XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¡GRACIAS HEMINGWAY!

Enrique Castro Santiago

Esquina Mercaderes con Estafeta, fue donde mi vida giró.
Tres semanas antes, acabé de leer “Fiesta”, y hasta entonces, no había encontrado mi destino.
Todos en algún momento de nuestras vidas necesitamos sentirnos valerosos, y los Sanfermines serían el ritual de iniciación con el que adquiriría reconocimiento global.
La muerte y la vida dirigiéndose hacia mí, una por la izquierda y la otra por la derecha. Fijamente las miré, y les hice frente, inmaculado, con vítores en el aire.
¡Vivo corazón!, latía a diez mil por la sinrazón del ritual de iniciación
Testigos de cien o más países, y de ellos, mujeres con sus ojos clavados en mí; negros, marrones, verdes o azules, todos hermosos, con brillos heridos de admiración.
Mi destino en la carrera de un Miura que me quebró las costillas y por el muslo me volteó, tendido en el suelo con mi mirada puesta en el cielo quedé.
En un segundo, pasó una eternidad, hasta que aquel ángel de azules ojos en un acto de reverencia se acuclilló para alzar mi cabeza. Ahí,tendido entre la vida y la muerte, como si de un galardón se tratase, todo lo encontré; hasta el amor de la que hoy es mi mujer.  

ÚLTIMO 7 DE JULIO

José Luis López García

He oído desde el cajón que son 875 metros. Tengo calor, los pitones aprisionados contra la madera y sudor cayendo desde mi hocico al suelo de paja. Oigo muchas voces, incluso algunas voces que no entiendo. Cuando de repente la claridad me ciega sé que no hay escapatoria, solo correr hacia delante rodeado de bultos blancos que parecen bailar ante mí. De reojo alcanzo a entrever Santo Domingo sabiendo que voy más rápido que los que me jalean. Luego al llegar al Ayuntamiento aflojo el paso y al pasar por Mercaderes me golpeo el lomo con un vallado, resbalo y caigo encima de dos infelices. Recompongo como puedo mi dignidad y mi embestida si bien por Estafeta empiezo a sentirme cansado, mientras a mi lado veo a un compañero con una espalda humana encajada entre sus astas. Entre golpes, burlas y gritos sigo casi a ciegas hasta Telefónica donde tras un corto respiro el suelo se inclina y me conduce hacia un pequeño túnel. Allí parecen haberse amontonado unos cuantos corredores que no puedo esquivar y pisoteo para llegar exhausto y aturdido al albero. Es aparentemente el final del recorrido… aunque mi instinto me dice lo peor está por llegar.