Archivo por días: 21 de febrero de 2020


XI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

INCONSCIENTE JEAN PAUL

Carlos Servent Mañes

Un seis de julio, una cuadrilla de la zona de Biarritz llegó a Pamplona sin apenas equipaje pero con las carteras llenas.
Como cada año, entraron al fondo del Erburu minutos antes del txupinazo. Sobre la mesa de los franceses, ya estaban dispuestas las botellas de cava que descorchaban mientras se ponían los pañuelicos rojos. Los más veteranos, instruían al iniciado Jean Paul, sobre el peligro de ciertas tradiciones sanfermineras.
Comenzaban las fiestas. Las txarangas, inundaban las calles.
Con gran criterio gastronómico, gustaban de pasar los sanfermines sin apenas salir del Erburu, así, empalmaban los fritos del vermut y su “Pastís”, con chuletones y buenos tintos, para acabar con cafés, varias copas y puros.
Los que se animaban a ir a los toros, llevaban sus bocadillos de ajoarriero y tras bailar con las peñas, se dispersaban por el casco viejo y se dejaban engullir por la ebria noche sanferminera. Aleatóriamente, se retiraban hasta el día siguiente.
El último día de sanfermines, el grupo se percató de la ausencia del joven Jean Paul, al leer el titular del Diario de Navarra que decía:
“Un turista francés es arrojado vestido a la fuente de Merindades cuando intentaba ligar con unas jovenes de Pamplona”. 

ESPANTADA (DESAPARECIDOS)

Mari Carmen Cerrón Barreneche

La vara pendía de la mano del mayoral junto a los cabestros. Todos habían preparado minuciosos la subida por la calle del Vergel. La noche oscura cómplice del espectáculo, mantenía acelerados los latidos de aquellos que observaban inquietos el acontecimiento. La cuesta, sobre la que hollarían las pezuñas de los astados, esperaba espantada la salida de aquellos que serían fustigados al alba entre vítores y carreras de paisanos y foráneos.
Los sacrificados recordaron sus antepasados: si el dios Minos les habían creado perfectos y Poseidón había podido sacarles de mar, ¿cómo no iban a impedir su destino inmediato?
Su aparente mansedumbre sólo encubría la cercana contienda. Sospecharon la distancia que resolvería su terrible final. Las miradas cómplices soslayaban el propósito de sus derroteros hacia ambos lados del camino. Una voz de ancestral advertía de la curva venidera; todos a una realizaron la mejor de sus cabriolas al llegar a ese punto.
Ya cercana la hora, -en los corralillos-, los mozos esperaban fuera la llegada de pastores y autoridades. El alguacil incrédulo miraba hacia dentro suponiendo que el letargo todavía marcaba la monotonía del lugar. Se abrió la puerta y los presentes sólo pudieron reconocer la ausencia y exclamar con certeza:
– ¡Que avisen al alcalde¡-