Archivo por meses: abril 2020


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

NO ES MÁS ALTO

Diego Collado Mazo

No es más alto el que no cae, sino el que se levanta.
No lo digo yo, sino que ya lo cantaba el famoso grupo «naparmex» «Cojón Prieto y los Huajolotes» a principios de los años noventa, aunando música mejicana y navarra.
Y es que sólo el que ha sufrido dificultades, y las ha superado, sabe de veras lo que es disfrutar de la vida. El que está enfermo y logra vencer la batalla del día a día, sabe que ganará la guerra. Un pulso contra la enfermedad donde tu brazo lo empujas no sólo tu mismo/a, sino también el personal que te cuida y atiende. Ellos son los estrategas, y tú el/la valiente que lucha en primera línea.
No lo has elegido, ya lo sé, pero créeme si te digo que en el campo de batalla ningún soldado lucha realmente por su país o su bandera. Todos luchan por su vida, y en tu caso no eres menos, sino que al contrario, eres más.
Eres más que yo, que no he pasado esa maldita enfermedad, y todavía estoy a tiempo de hacerlo. Tu ya estás recorriendo ese camino que te hará más fuerte y más sabio/a. Ya te falta menos para llegar. 

ANHELO

Teresa Martínez Alsasua

4 de abril y el sol se cuela por las rendijas de la persiana. Ese sol que me ilumina y me transporta al lugar en el que nací: los montes, los valles, océanos de un dorado intenso, la brisa cálida de una noche de verano o un cielo nocturno iluminado por las estrellas.

Cierro los ojos y estoy ahí; mis manos jóvenes y mi piel bronceada aprovechando cada rayo de sol como si fuese el último.
Época dorada en la que el tiempo lo invertía en soñar, en disfrutar, en reír…

¿Qué es la locura si no una forma incomprensible de exprimir el tiempo? ¿Por qué pensé que al crecer jamás enterraría esa parte de mí?

Respirando profundamente decidí. Decidí que iba a vivir, a soñar, que iba a amar como cuando era joven, como cuando exprimir la vida era mi única preocupación. Porque la vida se vuelve difícil con el paso de los años, pero en mi está el agarrarla y sacudirla con fuerza hasta que las montañas se vuelvan colinas de abetos y pueda pasear por ellas escuchando el cántico de los pájaros, escuchando tu cántico…

¿Lo oyes? Tic, tac. Ya está aquí. Tic, tac. Ya falta menos. Empieza a vivir.

 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

SIEMPRE ESTUVO CON LAURA.

Carlos Amat Larraz

Para el, ya, solo soy la empleada que le cuida en el geriátrico, donde residimos. Pero ayer, ante la tarta de su 86 cumpleaños, supe que siempre me recordaría:
– “Recién terminada mi carrera de veterinaria, fui contratado para vacunar ganado, durante un mes. En mi ultimo día, en aquellas montañas Palentinas, me despedí de los pastores y me dirigí, al apeadero mas cercano.
En el bus coincidí al lado de una chica, con quien hablé todo el tiempo. …Ella me contó anécdotas sobre sus estudios de pedagogía en Salamanca; mientras, reía de mis bromas sobre como enseñar pedagógicamente a una vaca.
Al llegar nos despedimos con tristeza y, tras invitarle a los próximos Sanfermines, ella desapareció en otro trasbordo.
Durante los días que siguieron le espere repitiéndome: ¡Ya falta menos! Pero, ella nunca llegó…”
Hoy he pensado como podrían haber sido aquellas fiestas con ella. ¡Que tontería! ¿Verdad?
…Decís que, últimamente, estoy algo trastornado. Pero, le recordé a ella y recordé su nombre, Laura. Espero que haya sido muy feliz,…
Cuando terminó -los que allí estábamos , no podíamos soportar tanta emoción-, entonces, desde la puerta, la enfermera me llamó:
– Laura, es la hora de la cena.
– ¡Gracias, enfermera! Enseguida bajamos…

 

ESE OTRO VIRUS

Miguel Izu

—Doctora, le aseguro que me siento muy mal. Si no, no le hubiera pedido cita, y más sabiendo que este año están saturados con lo del coronavirus.
—A ver, que ya se lo he dicho, que todos los análisis han salido negativos. Ni coronavirus, ni nada. Está usted perfectamente sano.
—Que no, que no, que estoy fatal, no puedo con mi alma.
—Javier, que todas las primaveras me viene con la misma historia, y nunca le encontramos nada.
—¿Y qué culpa tengo yo de que todos los años me pase lo mismo? Hacia el cuatro de abril me sube la fiebre… Aguanto como puedo, pero para el cinco de mayo estoy atacado de los nervios, que no me puedo concentrar, que no duermo, que no descanso. Y para el seis de junio estoy hecho papilla, la temperatura no me baja de 39, siento temblores, taquicardia…
—Sí, pero para el siete de julio se le pasa todo.
—Eso es lo más curioso, lo mal que lo paso todas las primaveras y cómo me recupero al empezar el verano.
—Javier, el único virus que tiene usted es el de los sanfermines.
—¿Y eso es muy grave?
—Gravísimo.
—¿Tiene cura?
—De momento no. Pero ya falta menos…
 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

¡YA FALTA MENOS!

Teresita Acosta Martínez

¡Ya falta menos! se repite cada día cuando siente que las paredes la oprimen, el ambiente está denso y el ánimo se tensa. Corre a la ventana, la abre de par en par, inhala fuerte y llena sus pulmones de aire fresco.
Después vendrá la hora de tomar un vaso de agua, un trago o un café bien recargado. Buscará un chocolate que la endulce, un rayo de sol que la acaricie y desplegará sobre la mesa papeles y pinceles. Coloreará algunos garabatos, escribirá rimas y sus memorias.
Pronto la música sonará hasta aturdirla y ella comenzará a girar, bailando hasta caer agotada sobre el sillón, dando paso al sueño. En su cara se dibujará una sonrisa al saber que puede estar con sí misma y que ahora tiene tiempo.
Otro día, y ya van… no importa, otro día que llega para estar en su casa y disfrutar del espacio a su manera.
Ya falta menos para volver a cumplir horario, para salir de tapas, para retomar el ritmo habitual y salir a andar de nuevo.
 

MARIANA

Luis David San Juan Pajares

Apenas diez minutos después de abrir la ventana de su cuarto para tomar aire fresco y contemplar cómo el atardecer iba cayendo sobre las murallas de su pequeña ciudad, Mariana cerró los postigos y volvió a sus quehaceres.

Llevaba ya tres semanas sin salir de casa por voluntad propia, sometiendo la natural querencia a sus 23 años de dejarse envolver por una primavera que intuía arrebatadora. Ya falta menos, ¡ya falta menos!, se animaba al sentarse de nuevo en su escritorio.

Mariana, desde niña, quiso ser enfermera. El ayudar, el estar pendiente de los otros, era natural en ella. Quizá por eso fue desarrollando, sin pretenderlo, esas raras habilidades de saber escuchar y entender que el sacrificio propio es la única manera de estar disponible para los demás.

Mariana intentó concentrarse en sus apuntes. Sólo le quedaban dos asignaturas para terminar la carrera. Después del verano, podría dar lo mejor de sí misma recorriendo los pasillos y habitaciones de algún hospital, entregándose con una sonrisa a quienes la necesitaran y dejándose querer por ellos. Con la verdad del alma por delante, sin miedo. Sacudió la cabeza, se secó las mejillas y, esta vez sí, se enfrascó en sus apuntes. Ya faltaba menos.
 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

YA FALTA MENOS!

Cristina Padín Barca

Ya falta menos!

Ya falta menos! Menos para un beso.. para ese abrazo soñado, para esa caricia anhelada. Ya falta menos para que abril sea de verdad abril aunque eso ocurra en mayo, ya falta menos para junio. Para que la ola del mar rompa espuma en nuestro tobillo, para los vestidos blancos, para que las abuelitas saquen las sillas a la calle. Para que haya encierros de san Fermín, este año o el que viene, pero ya falta menos! Para que la Semana Santa suene a Semana Santa, para que Dios resucite..

Ya falta menos!

Ya falta menos para jugar al mus en el bar, hacer el amor sin prisa, sonreír mientras los niños juegan en el tobogán, pasear por la calle compartiendo un helado con los dedos entrelazados… Ya falta menos para ir a comulgar, para aplaudir lances taurinos, para viajar a Sevilla, para volar a Estocolmo, para andar en bicicleta, para andar por el parque, para andar sin horario, para llorar con el atardecer o con el amanecer o con ambos, para el día del Corpus..

Eso escribió el bolígrafo azul en un papel blanco. Y el lápiz añadió:
Ya falta menos! 

YA FALTA MENOS

José Luis Allo Falces

El deseo comenzaba a complicarse, conforme se iban acercando las fechas del gran acontecimiento, un hecho imprevisto alteró los planes de toda la ciudad. Un suceso de alcance mundial paralizó las iniciativas programadas para tan alta celebración, los días señalados para compartir con familiares y amigos, se tornaron en actos solitarios en donde los brindis había que hacerlos a distancia y además, utilizando toda la artillería técnica para festejarlo, fingir que se abraza al otro dentro de su propio abrazo y, alzar la copa del licor más apreciado por cada concurrente, depositando en ella nuestros mejores deseos de una pronta recuperación rutinaria que, ahora parece ser la mejor medicina para sobrellevar el peso siempre comprometido de la vida.

Tras las puertas y ventanas en el ánimo de las familias siguen vivas las mejores intenciones para cuando llegue el fin del confinamiento, hasta entonces, tiempo habrá de preparar la ropa roja y blanca purísima para tan insigne celebración, con el paso de los días, un calendario falso iban acelerando su paso al margen de las mejores intenciones de protagonistas involuntarios de hechos achacables a agentes externos a la vulnerable intención de pasar esas horas del mejor modo posible. 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

CONVALECENCIA

Jesús Jiménez Reinaldo

Los primeros días comprobó que los pies le quedaban muy lejos, allá abajo, que ir hasta el cuarto de baño era una aventura de miles de esfuerzos, que costaba mucho más estar de pie que tumbado, que las ideas iban más deprisa que los días en el calendario. Una noche se asomó a la ventana y vio cómo diluviaba; no pudo evitar emocionarse, como si fuera la primera vez que oía el palpitar de la lluvia contra los cristales. Por coacción, se vio arrastrado a caminar hasta la parada del autobús y no pudo dejar de recontar cada uno de los bancos que había en el trayecto, a los que casi consideraba su casa, el refugio contra la flojera. Al principio, miraba más al suelo que al azul inmenso que reinaba en sus días de convalecencia, pero poco a poco aprendió a soñar y casi a volar: no dejaría pasar un día sin provecho ni, mucho menos, sin cumplir sus ilusiones de siempre: aprender a cocinar, pasear un atardecer a orillas del Arno en Florencia, compartir más tiempo con sus seres queridos y decirles cuánto los amaba…, y ya faltaba menos para lucir de nuevo su pañuelo rojo otro siete de julio más. 

PELIGRO

Carlos Remón Sanjuán

Cuando llego, ya hay gente esperando. Es fin de semana y se nota. Nos saludamos con un gesto, reconociéndonos. Encuentro libre el sitio de siempre y me apoyo contra la pared. A lo lejos resuena una campanada. Miro el reloj: es la hora. Mis piernas se sacuden la tensión, como cada mañana antes de que se abra la puerta, justo a las 8.00.
Mido las distancias. Puedo notar su mirada penetrante: de entre todos los demás, se ha fijado en mí. Un metro y medio más cerca y podría sentir su respiración. Aunque ahora esté prohibido, le tocaría, abrazando su cuello, bajando por la Estafeta muy juntos los dos.
Siento ese nerviosismo todos los días, en cuanto abre la panadería. Me llama por mi nombre y me pregunta qué tal. Me gusta cuando nuestras manos trafican por debajo de la mampara protectora: yo le dejo las monedas y ella me regala una caricia de látex con el pan. Al despedirme, le sonrío para que no note la tristeza de no verla otra vez hasta mañana, a las 8.00. Vuelvo otra vez al encierro.
Ya falta menos para volver a pedirle el café muy muy caliente, solo para poder mirarla más rato. Qué peligro.