Archivo por meses: mayo 2020


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

POR LA VENTANA ME VERÁS

Javier Gonzalez Delgado

Espero que cuando leas esto te encuentres bien, yo estoy bien. Me han dicho de la residencia que no comes demasiado, que no pruebas la sopa. Les he explicado que eres muy cabezón, que mamá hacía una sopa riquísima y siempre te negabas a probarla porque decías que era de sobre, mentira.

No puedo ir a visitarte, estamos todos confinados, incluso el trabajo lo hago desde mi apartamento. No podemos ir a pasear por la montaña, aunque nos podemos conformar con intentar ver los animales salvajes que pasean por la ciudad atraídos por el silencio de las calles. Solo tengo relación por videoconferencia con los compañeros de trabajo y con algún amigo que me manda mensajes al móvil. Nada ni nadie se había preparado para esto, a marchas forzadas hemos tenido que aprender las tácticas de infiltración de un enemigo invisible, a levantar defensas con trapos y plásticos y a esforzarnos para poder contraatacar a tiempo.

Papá, te echo de menos, sobre todo tu terquedad por no querer aprender a manejar el móvil. Por eso, cuando leas esta carta me gustaría que te asomaras por la ventana, a las ocho de la tarde me verás gritando ¡ya falta menos!
 

LA PRUEBA

José A. Gago Martín

Supongo que son tiempos de prueba. El dolor y el miedo nos golpean cada día y la emoción nos pone un nudo en la garganta. Las sirenas rasgan el silencio con lamentos que nos hacen contener el aliento. Así que andamos de continuo con el corazón encogido y los ojos, que ven inusitados gestos de generosidad, al borde de las lágrimas.
Los soldados no disparan balas, sino chorros de salud, los campos de batalla nos sorprenden en cada rincón y los héroes inesperados, casi inermes, se enfrentan con valentía al vacío y la ceniza.
Pareciera que un golpe terrible ha destrozado el espejo donde veíamos pasar la vida. Como en un trágico episodio que acarrea la mala suerte. Ahora todo lo vemos a través de esos añicos cuadrados que nos han tocado a cada uno.
Sin embargo, hay un gran corazón que nos mantiene en pie y nos alienta. Salimos a oírlo latir cada tarde en la ventana. Eso nos iguala a todos: sabemos que si cerramos los ojos con fuerza, ya no vemos estas cuatro paredes que nos confinan, esta calle vacía. Vemos la alegría desbordada, la ciudad como un termitero en efervescencia, la plaza del Castillo abarrotada,… 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

ABRIENDO PASO AL CORAZÓN

Marta Cristina Fusté Padrós

Amanece en un día sin tiempo y calles mudas; otro día sin calendario en el cual el “encierro” nos lleva por el camino que conduce al interior, donde el silencio es la única forma de escuchar el alma pisoteada. Pero ya falta menos…
Es que el mundo frenó de golpe, sin aviso y nos golpeamos la cabeza contra otra dimensión. Otro día que lo real parece un cuento de ficción repetido infinitamente. Pero ya falta menos…
Un día más con la distancia de cuerpos que se mide en la piel, recordando el último abrazo que dimos y besos que olvidamos dar. Pero ya falta menos…
… para despertar del sueño de aquel que nos quiere uno de corazón abierto, y que estemos listos para abrir paso a la luz del alma y quedarse a vivir así para siempre.
 

LAS 8

Eduardo Elizalde Abrego

Todavía no son las 8 y Fermín sube por la cuesta de Santo Domingo. Es Policía Municipal y aunque la conoce a cada palmo siempre le produce una emoción especial recorrerla. Mira atrás varias veces imaginándose tras de él a toda la manada de toros.
Al alcanzar la Plaza del Ayuntamiento se sorprende de lo tranquila que está pese a ser sábado. En Mercaderes los balcones están abarrotados y su amigo Carlos le grita desde uno de ellos para decirle que tienen que quedar un día para esa cerveza que tienen pendiente.
En la Calle Estafeta Fermín se detiene para decirle a un mozo que no puede estar ahí y desde algunos balcones aplauden sus palabras. La calle más célebre de Pamplona tiene un aspecto magnifico, es la de las grandes ocasiones.
Al llegar a la altura de la panadería del final de la calle arranca un aplauso atronador. Suena de fondo a todo volumen desde una casa el “Resistiré” del Dúo Dinámico. Es 4 de abril, son las 8 de la tarde y Fermín, al ver aquello decide entrar a comprar la cena para celebrar esa noche con su familia el cuarto peldaño de la escalera sanferminera.
Ya falta menos.
 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

EL ABRAZO

Paloma Hidalgo Díez

Ánimo Valiente. Esta pudo ser la historia de Samantha y Elliot, dos supervivientes del Titanic.
Somos soñadores sensibles, ¡Sincronicemos sueños! Soy serio, sea sabia. Seremos socios sentimentales. Sin secretos, sin sorpresas sórdidas, sin sobresaltos. Saboteemos soledades, sencillamente sepamos soslayar situaciones soledosas sobre sábanas satinadas.
Shakespeare sentenciaría: “Soberana sois señora, seguid su senda solícita sin sensiblerías, sed sensata”.
Susurradme sí. Samantha, seguidme.
Samantha, desvelada, sonríe al releer la carta que firma un tal Elliot, ese pasajero que ha debido depositarla esa misma mañana en el bolsillo de su abrigo sin que ella se diera cuenta.
Coge la pluma y comienza a escribir.
Estimado Elliot, estoy escribiendo esto embelesada. Encontrarle, entiéndalo, es efectivamente estimulante. Encantador, educado, elegante…Esta efervescencia enciende estímulos extraños, enajena el entendimiento. Estrenemos este enloquecimiento, estudiemos el éxtasis entrelazados…Estaré esperándole.
Tras deslizar la misiva en el camarote 115 del Titanic, regresa a su cabina. Perfuma su piel erizada de deseo, reacomoda sus bucles, y sonríe de nuevo al pensar que ¡ya falta menos! para sentir lo que se siente en brazos de un hombre, y dejar de imaginarlo, sin saber que ese abrazo salvará también su vida.

 

PENSANDO EN TI

Sonia Vidal Rico

Tiene su misterio que después de unas cuantas primaveras necesitemos elaborar nuestros mapas de recuerdos y un tapiz de sensaciones. Pensando en ti puedo llenar mis silencios de matices y colores y que vuelvan a mí las miradas del pasado.
Pensando en ti me vienen pinceladas, nada es puntual, siempre jóvenes, siempre esperándonos. Te veo echando unos bailables en las fiestas de cualquier pueblo mientras una orquestilla toca, sobre el remolque de un tractor, infinitos pasodobles. Me vienen las alegres caminatas junto al río, en busca del mejor lugar para pasar el día, tumbados en la hierba al sol y los fríos baños mientras hacemos la mejor paella de nuestra historia, sin recetas, con el mejor de los aromas, con el sabor de lo prohibido.
Siento en mi cuerpo abrazándome la brisa fresca de la noche, volviendo a casa entre risas, escuchando canciones que se alejan. Siento el frescor del agua en nuestros pies, bajo el puente de la Magdalena mientras pescamos cabezones. Veo un manto de amapolas, intensos colores de verano y a ti atrapando con la mirada el horizonte desde las murallas en el Caballo Blanco.
Pensando en ti y en esos momentos felices pienso que ya falta menos mi querida libertad.

 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

COLOR ESPERANZA

Francisco Larreta

Desde fuera parece menos duro de lo que en realidad es. Pero hace falta estas aquí. Hay que sufrirlo, vivirlo, tocarlo y padecerlo. Te encuentras desbordado. Ya ni miras el reloj porque hace mucho tiempo que los segundos se convirtieron en minutos, los minutos en horas, las horas en días y los días…los días ya ni me acuerdo.
Pero algo no pasa de largo; es la esperanza y las ganas que tiene unos de salir adelante y otros de ayudarles a cumplir ese deseo. Poco a poco, muy despacio, con mucho mimo y cariño se va viendo la luz al final del túnel. Al principio tenía la pinta de esos ojos de aceituna negra con que te miran los perros callejeros cuando estas comiendo cerca de ellos. Luego la intensidad luminosa va creciendo y ya se asemeja a la cara radiante de un nieto con su regalo de cumpleaños.
¡Vamos!, ¡ánimo! Yo voy a poner todo lo que la ciencia me ha enseñado; tú, pon las ganas de vivir y entre los dos, ganaremos.
 

PUREZA EN BLANCO Y ROJA

Eduardo Francisco Muñoz Marín

Salía de casa y no sabía por qué estaba caminando por aquellos adoquines navarros, pintados de vino tinto, algún pintxo deshecho y de promesas de la pasada noche del trece de julio. En muchas sonrisas la gente veía ojos de fiesta, la misma que había escrito el escritor norteamericano hace ya varias décadas. Sin embargo, yo únicamente la veía a ella; la había conocido la pasada noche y no huía de mi corazón. Me acuerdo que me la presentaron aquellos mismos que me invitaron a Pamplona, una ciudad pequeña y bonita del norte, aquellos que ya habían terminado la carrera ese mismo año y me dijeron que este era el mejor año para acudir a San Fermines. no me mintieron. Al fin al cabo eran mis amigos.
Lo dicho, caminaba solitario, el “Pobre de mí” ya se acercaba y este viaje había merecido la pena. Me había enamorado de la ciudad. Me dispuse a correr esa mañana la carrera, la última. Me coloqué enfrente del santo. Ya se escuchaban los cencerros. Corrí, corrí, mis amigos me animaban en Estafeta, llegué a la plaza y la vi.
En ese momento ya podía coger el tren.
 


Certamen Escalera Edición 4º peldaño

MENOS ES MÁS

José Luis López García

Fermín sonríe. Siempre que contempla un cerezo en flor no puede evitarlo. Huele el aire, escucha el trino de sus moradores saltando entre las ramas, se deslumbra por el blanco de la flor naciente. De repente, empujado por el ardor de los recuerdos le sonríe al cerezo e intenta acariciar la corteza veterana de su cuerpo pero las yemas de sus dedos tropiezan con el cristal de la ventana. Ya queda menos, está convencido de que cuando termine el confinamiento todo volverá a ser como antes. Él lo sabe porque tiene más paciencia que un santo y el árbol le ha hecho saber que pronto volverán a abrazarse. 

MODELO ANTIGUO

Valentín García Valledor

En aquellas circunstancias, alojado en aquel extraño lugar, atendiéndole personal con ropa e instrumental especial, la verdad es que no tenía demasiadas ganas de activarse. Le hubiese gustado estar con el motor a pleno rendimiento, como se dice coloquialmente. Pero no, todo lo contrario. Lo cierto es que andaba renqueante desde el incidente. Y no solo era él, pues sabía ahora, viéndolos allí, que habían otros con idénticos o peores problemas.
Desde que llegó se había concienciado de querer irse cuanto antes. ¡Ya falta menos!, se decía para darse ánimos. Las manos amigas de siempre no podían tocarlo, ya que el asunto se había complicado. Vamos, que era una labor para especialistas. Y uno de ellos, al tercer día de estar allí, después de un rato palpándolo con las manos enguantadas, se atrevió a diagnosticarlo:
– “¿Cómo lo ves?”, dijo el que estaba cerca del radiador.
– “Hombre, el golpe ha sido fuerte, pero estos modelos antiguos aún tienen la chapa robusta y mantienen una buena mecánica”.
En fin, paradojas del destino, gracias a la edad, por lo que había sentenciado el jefe de taller, estaba casi seguro que tras el grave accidente aún saldría con el chasis y el motor reparados.