Archivo por días: 10 de julio de 2020


Completando el cuadro (clasificados 7º al 10º)

7º clasificado: «Die Traumdeutung (Ametsen interpretazioa)» de Amaya Indave Navarlaz

Amesgaizto errepikatuenetariko batek amildegi batetik beherako eroriko amaigabea irudikatzen du. Beste pertsona batzuei ametsetan hegoak hazten zaizkie, eta horiekin hegan eta hegan egin arren, ez dira lurrera heltzeko gai. Beste trantze onirikoetan, aldiz, naturaz gaindiko izakiak edo gaizkile armatuak protagonista koitaduari segika ibiltzen dira… Txikikeriak, nire inkontzientearen beldurrik handienarekin alderatuta: uztailaren 6a.

Egun horretan goiz jaikitzen naizela amesten dut eta, ia gosaldu gabe, urduritasun eta ilusioak bultzatuta eskaileretan behera arrapaladan joaten naizela, zuri eta gorriz jantzitako nire gorputz eta arimarekin batera. Kalea zapaltzearekin batera, asaldatu egiten naiz: mesfidantzaz begiratzen nauten oinezko goibel ugariz inguratuta nago. Egutegiaren benetako datari erreparatzen diot orduan: azaroko egun gris bat da eta nire jantzi desegokiarekin barregarri geratzen naiz.

Amesgaitz errepikakor hori uxatu nahian, uztailaren 6 bakoitzean, etxetik irten aurretik leihotik behin eta berriz sanferminen zantzuren bat atzeman nahi izaten dut: barre algara eta gerriko lisatu berrien artean Iruñera igotzen diren kuadrillak, erdigunerantz doan trafikoaren oihartzun zoriontsua, jada tabernetatik ihes egiten ari den doinu alaia… Halaxe jabetzen naiz ez nabilela oker.

Horregatik, datorren uztailaren 6an, pertsianak igo bezain azkar, kalean zuri eta gorriz margotutako siluetaren bat bilatuko dut, ez naizela ametsetan ari ziurtatzeko. Badaezpada ere.

Die Traumdeutung (La interpretación de los sueños)

Una de las pesadillas más repetidas representa la caída interminable por un precipicio. A otras personas les crecen alas en sueños y aunque vuelan y vuelan sin cesar con ellas, no son capaces de llegar a tierra. En otros trances oníricos, seres sobrenaturales o bien criminales armados le persiguen al pobre protagonista… Chiquilladas, comparadas con el mayor temor de mi inconsciente: el 6 de julio.

Sueño que ese día me levanto pronto y casi sin desayunar, me apresuro escaleras abajo empujado por el nerviosismo y la ilusión, a una con mi alma y cuerpo vestidos de rojo y blanco. Nada más pisar la calle me sobresalto: estoy rodeado de una multitud de seres lúgubres que me miran con desconfianza. Entonces reparo en la verdadera fecha del calendario: es solo un día gris de noviembre y yo resulto ridículo con mi ropa fuera de lugar.

Con la intención de alejar esa pesadilla recurrente, cada 6 de julio, antes de salir de casa suelo mirar una y otra vez por la ventana por si adivino algún indicio de San Fermín: cuadrillas que suben a Iruña entre risas y fajas recién planchadas, los ecos del tráfico bullicioso que va hacia el centro de la ciudad, los alegres sonidos que se escapan de alguna taberna… Así me aseguro de no estar equivocado.

Por eso, el próximo 6 de julio, nada más levantar las persianas, buscaré alguna silueta dibujada en blanco y rojo por la calle, para asegurarme de que no estoy soñando. Por si acaso.

8º clasificado: «Two an a half minutes from glory» de Wibo Sefeld

It´s 7th of July and only two and a half minutes are separating me from glory. One last prayer to Saint Fermin and I can hear the steers snorting behind the fences. Soon they will be released and I´m dreaming of my perfect run. When the last rocket is fired, the herd is banging impatiently while the adrenaline is being pumped into my veins. For a moment, it seems that the Saint is winking at me as gratitude to our fervent prayers. Suddenly, the deafening sound of kicking hooves is approaching; too late for hiding, too brave to slip through the gaps in the barricades. The bulls are coming nearer and I´m feeling their hot breath in my neck, mixed with the wild smell of their sweaty skin. Just when I feel a sharp horn is nailing me, the unleashed bull is being distracted by a scarlet shirt in the crowd. At the moment of making my triumphal entry into the bullring, my friend wakes me up with the gentle touch of a rolled newspaper.

—The bus to Pamplona is leaving in two and a half minutes.
—Ok, just long enough to close my eyes and to prepare the next run!

A dos minutos y medio de la gloria

Es 7 de julio y solo dos minutos y medio me separan de la gloria. Una última plegaria a San Fermín y ya puedo oír a las reses resoplando detrás de las vallas. Pronto les liberarán y yo sueño sobre mi carrera perfecta. Cuando se tira el último cohete, la manada patea el suelo impaciente mientras la adrenalina se bombea por mis venas. Por un momento, parece que el Santo me hace un guiño a modo de agradecimiento por nuestras fervorosas plegarias. De repente, el ensordecedor sonido de las pezuñas golpeando el firme se aproxima; demasiado tarde para esconderme, demasiado valiente para deslizarme por el hueco del vallado. Los toros se acercan y siento su cálido aliento en mi nuca, mezclado con el salvaje olor de su piel sudorosa. Justo cuando siento que un afilado cuerno me apunta, el toro rezagado es distraído por una camisa roja de entre la multitud. En el momento en que hago mi entrada triunfal en el ruedo, mi amigo me despierta con el leve toque de un periódico enrollado.

—El autobús para Pamplona sale dentro de dos minutos y medio.

—Vale, ¡lo justo para cerrar mis ojos y preparar la próxima carrera!

9º clasificado: «Siempre será 6 de julio» de Esther Imízcoz Campos

Mateo nunca había corrido un encierro, ni observado los fuegos artificiales. Tampoco había bailado con los gigantes, ni seguido a las peñas en sus alegres recorridos. Sus recuerdos sanfermineros se limitaban a su bar, un negocio al que había dedicado su vida entera, pero no por ello eran menos felices. Allí había trabajado duro, pero también había brindado y cantado, reído y bailado, besado y celebrado.
Lástima que aquello no fuera a repetirse. Un maldito virus había obligado a suspender las que iban a ser las últimas fiestas de Mateo al frente del bar, las que el buen hombre había esperado con ilusión durante tantos años. Tal vez por ello, cuando aquel 6 de julio abrió la persiana dispuesto a servir nada más que cafés, esta parecía pesar toneladas.
¡Cómo iba él a imaginar que, al cruzar el umbral, se llevaría la sorpresa de su vida! Allí estaban todos: Jose, Etxauri, Rita, las de la carnicería, Miguel, el de los vinos y ¡hasta Andrés! Vestidos de blanco y rojo, recibiéndole con aplausos enguantados y amplias sonrisas perfectamente visibles tras las mascarillas. Allí estaban todos, distanciados pero juntos, dispuestos a recordarle a Mateo que un 6 de julio siempre será un 6 de julio.

10º clasificado: «La letra con sangre entra» de Gonzalo Prieto Barrera

Fui ateo. Ni mis padres con sus regaños ni el Rector del Colegio, Padre Cancino, fueron capaces de enderezar mis creencias y mi obstinada postura.
Graduado de bachiller por fin, auxiliado quizás por Satanás, errante me fui por el mundo extendiendo el milagro del diablo y, justo un día amanecí en Pamplona coincidiendo para rematar con las renombradas fiestas de un tal… San Fermín…
-… San Fermín…. ¡Qué risa..! – Gritaba en medio de la multitud rojiblanca. -… Es otro que no existe… – Iteraba pero ningún humano se me enfrentó y tuvo que haber sido un temible toro con astas infinitas que al oír mi ofensivo pregón, me persiguiera sin reposo por calles, senderos, plazas,…, hasta que finalmente una certera cornada me envió por los aires, atravesé nubes, la capa de ozono y finalmente llegué al cielo…
Cada año y por esta época, observo desde el firmamento y en primera fila todo lo referente a las fiestas sin pagar ninguna clase boleta para ver algo, ni extender siquiera una moneda para atrapar la mejor comida, ni pagar por el más fino de los licores, ni por desplazamientos en primera clase, ni alojamientos en hoteles cinco estrellas, gracias a Dios…