XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
VOLVERÉ A ENCONTRARME CON ÉL
Veronica Lopez Garcia
Mañana iba a ser un gran día para mí. Ya tenía la edad suficiente para correr.
Mis hermanos estaban preocupados por mí. Sé que nuestro padre murió un 7 de julio pero él habría querido que lo hiciera.
Desde pequeño, supe que era diferente a mis hermanos. Mi padre era el único que lo entendía bien. Mientras a ellos les encantaba estar tranquilos en la finca, yo corría de un sitio a otro. Bajaba hasta la valla que daba a la carretera y me quedaba allí mirando. Me encantaba ver pasar a la gente, los coches, los tractores, los niños.
Hasta que anochecía y mi padre venía a buscarme para que volviera con los otros.
Recuerdo el día que me dijo:
-Hijo, tú eres como yo. No hagas caso de lo que te digan los demás. Cuando llegue el día, sal a correr, hazlo bien y disfrútalo. Te va a encantar el bullicio, el cántico, el blanco y el rojo, las voces, las carreras, los nervios… Sólo recuerda una cosa: ellos son muy frágiles y tú eres muy grande. Y tendrás que tener cuidado de no hacerles daño con tus cuernos-.
Por fin, mañana, después del gran día volvería a encontrarme con mi padre.
LA VELA
íñigo Porres García
Pidiendo, él que ni cree. Que salga todo perfecto y vuelvan los 3 el año que viene. Que bendiga y proteja, como en el encierro, este embarazo que se está poniendo más cuesta arriba que la de Santo Domingo. Pensando también en si sabrá cambiar la noche por el día, las eses por los paseos, los amigos por los suegros. Y cómo le verán. Pero San Fermín tiene muchas caras, por algo es sanfermines.
Si se le dará bien el tema, en definitiva. Si se hallará en ese lado del río, el de los de blanco y rojo impoluto y globo, que hasta hace poco divisaba desde la ligereza, como las vacas mirando al tren.
Se va apagando la vela del último tal y como lo conocía. Quizá lo eterno es aquello cuya esencia no cambia aunque uno, aparentemente, sí. Se marchan de la plaza y finge que se le olvida el ritual de dejar el pañuelo en la verja, se lo guarda para hacer como que tienen un pacto y ponérselo él todos los años a modo de ofrenda, o al chaval y contárselo cuando sea mayor, esperando en cualquier caso que el santo no malinterprete esta omisión.