Archivo por meses: noviembre 2021


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

DE MAYOR A MENOR

Noelia Gorbea Garnica

Incapaz. La noche avanza sobre mi cabeza. Una vuelta. Y otra. Más. El tic tac de mi cerebro se acompasa certero mientras la oscuridad se desvanece despacio. El amanecer brota sin pausa, reptando por el resquicio de la única ventana de la habitación. El sol calienta mis manos. Las mismas que se apoyan contra el cristal y lo atraviesan sin ni siquiera moverse. La alarma de mi único reloj de bolsillo se revuelve silenciosa. Las doce tienen ganas de salir. Gritan, saltan y se amontonan mientras el segundero me recuerda que aún me quedan 3 minutos. Tiempo de descuento. Un nudo robustece mi estómago, consciente de su absoluta incapacidad de tolerar ni una migaja más del bocadillo de tortilla que descansa sobre la mesa. Los segundos prosiguen y el desfile no aminora. Nervios a flor de piel. Es entonces cuando elevo la vista y me doy cuenta de cómo los últimos instantes se me escurren por el desagüe mientras la plaza sigue en silencio. Balcones cerrados a cal y canto sobre una fachada consistorial que hoy brilla a su manera. 6 de julio. Otra vez. Y todavía estamos en enero…  

DESCANSO ACCIDENTADO

Pedro Ran Pérez

Todo era fiesta y algarabía a mi alrededor, pero los pies me estaban destrozando. Llevábamos casi veinticuatro horas en las mejores fiestas del mundo y necesitaba un descanso ya. Me despedí momentáneamente de mis amigos, que seguían como si a ellos el cansancio no les hiciera mella, y me fui hasta la Ciudadela. Siempre me relajaba el contacto de la húmeda hierba en mis pies descalzos. Me senté; nada más quitarme las alpargatas, y sentir el contacto con el rocío, me sentí flotar. Pocos placeres se pueden comparar a esa sensación. Tras unos minutos que me revitalizaron como el mejor caldo casero, decidí volver a buscar a mis incansables amigos. Mi sorpresa fue cuando al enfilar la calle donde los había dejado no había nadie, y la sorpresa se transformó en miedo al ver a seis toros que venían corriendo hacia mí. No pude reaccionar, el pánico y el asombro me paralizaron como una liebre que se encuentra con los faros de un coche en mitad de la carretera. No había nada que hacer, iba a ser arrollado. Entonces la voz de mi amigo me salvó del trágico final que me esperaba: <>

 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

PAÑUELICO, PAÑUELICO ROJO

Carlos José Quiaragua González

—Pañuelico, pañuelico rojo, seca mis lágrimas, y atrapa mis suspiros. Tantas alegrías, risas y sorpresas guardas de San Fermín. Ahora amontonas suspiros nostálgicos por Pamplona. Pobre de mí, papá, otro año sin los sanfermines.
—Ternura preciosa la nostalgia de las montañas de Navarra coronan tu mente. El próximo año estaremos celebrando el triunfo de San Fermín, con oraciones, fiestas y toros.
—Papá, que San Fermín interceda por todos.
—El glorioso Mártir, mi ternurita, nos llenará de bendiciones.
—Si papá, muchas bendiciones a ritmo de tambores, bailando, saltando y jugando con Joshemiguelerico, Joshepamunda, Esther Arata, Larancha-la, Toko-toko y Braulia.
—Te alegraste mi ternurita evocando a los gigantes.
—Regocijo papi con los gigantes, cabezudos, kilikis y los zaldikos al son de las gaitas y tamboriles. Tantos amiguitos y amiguitas que conoces paseando por la plaza Consistorial, los jardines de la Taconera y calles de Pamplona. Otro año papi que no vas a correr delante de los toros súper lejos ¡de ellos!
—En Pamplona 2022 pañuelico rojo.
—Pañuelico, pañuelico rojo, seca mis lágrimas, y atrapa mis suspiros. Que el próximo 2022 serán risas y bendiciones de San Fermín bajo el sol de Pamplona, el soplo bendito de las montañas de Navarra y con ¡churros y chocolate!
 

TREINTA AÑOS Y UNA PANDEMIA

Paloma Hidalgo Díez

Le conocí el día que empecé a trabajar en la farmacia familiar, un siete de julio. Él, tan rubio, tan sueco, y tan magullado, quería comprar tiritas. Su español dejaba tanto que desear como mi inglés, menos mal que las heridas de sus codos hablaban por sí solas. Me ofrecí a curar a aquel bravo corredor. Eran tiempos de mercurocromo y agua oxigenada. Una vez acabada mi labor de enfermería, no pude resistirme y con el antiséptico rojo estampé un hermoso toro en el níveo lienzo que me ofrecía su antebrazo. La verdad es que me quedó mejor el dibujo que la cura, pero él se fue encantado con ambos. Supuse que volvería verle durante las fiestas, y así fue, aunque tuvieron que pasar treinta años y una pandemia, para que ese sueco, mucho más canoso, y nada contusionado entrara en mi botica para comprar protector solar para su hijo, un ejemplo claro del poder de la genética. También me reconoció, los años han sido indulgentes, y al ir a pagar, se remangó la camisa y allí, en el mismo sitio que elegí para pintar había un tatuaje, un pequeño bote de Mercromina, idéntico al que guardo yo en mi caja de tesoros. 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

CARTA DESDE PAMPLOOINE

Manolo Cruz Ortiz De Landázuri

Queridos mamá y papá,
Daba los Sanfermines por perdidos cuando todo tomó un giro inesperado. ¿Por qué marcharía a dar una vuelta por la ciudadela la noche del seis? Quizás esperaba que hubiera fuegos artificiales, pobre iluso…
De pronto, una luz vino del cielo y fui abducido por uno de esos ovnis misteriosos. Arriba, el comandante seleccionó la velocidad hiperespacial y nos desplazamos hacia un universo paralelo…
Y sí, aquí celebramos los Sanfermines, aunque Pamplona es diferente. Este año el chupinazo lo tira E.T., solo necesita encender el dedo y apuntar a casa, por la tarde Yoda y Spock encabezan la comitiva hacia san Lorenzo. Curiosamente, aquí sí hay Riau-Riau. ¡Tendríais que ver los encierros! Los toros –que son androides– han envestido a Luke Skywalker y le han roto la mano, pero pronto le ponen una nueva. Mañana Darth Vader se viste de blanco y hace de torero con su espada láser. Hay que tener cuidado con la chistorra, dicen que si comes mucha te crece un alien en la tripa.
Volveré. Primero tengo que destruir una fortaleza intergaláctica y salvar el universo, pero estaré en Pamplona (la nuestra) para los próximos Sanfermines. Espero que para entonces no sean producto de ciencia ficción.
 

PENSAMIENTOS

Jesús Martínez Medina

— ¡Corre, corre!
— Toda la vida entrenando para esto y vas ahora y te escurres en la curva.
— Nadie me dijo que los adoquines resbalaran tanto — les contesté intentando ponerme en pie a duras penas.
— Vamos levántate — me seguían increpando mis compañeros, pero ninguno se detenía a ayudarme.
El frenetismo era contagioso. No dejaban de pasar personas atropelladamente y de tanto en tanto algún toro que me lanzaba miradas de reojo. La manada hacía tiempo que había pasado. De hecho, hasta que resbalé, la había seguido bien cerca.
Finalmente me puse en pie, y eché de nuevo correr por la calle Estafeta notando cómo la gente se apartaba a mi paso.
Al fin y al cabo, mis cuernos son imponentes pensé con orgullo.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL PATA

Pedro Pastor Arriazu

Después de los toros, esperaba a mis amigos en la Estafeta y, justo al lado, un pata, con pinta de haber estado en sol, vestido de pamplonica, con blusa a cuadros, enorme sombrero mejicano y pierna remangada hasta la rodilla, montaba su irritante número.
Con una mano sujetaba un descomunal vaso de plástico, lleno, al parecer, de esa singular y aberrante aportación vasco-navarra a la coctelería universal llamada kalimotxo, y, con la otra, blandía una trompeta de juguete que hacía resonar horrísonamente en la oreja de los desprevenidos transeúntes; lo que, dicho sea de paso, demuestra dos cosas: primera, que Pamplona, en Sanfermín, es el único lugar del mundo donde puedes exhibirte hecho un adán sin provocar un rechazo generalizado, y, segunda, que, protegido por su patrón, puedes pasarte tres pueblos y salir indemne.
En definitiva, un casta de manual, molesto y zafiamente folklórico, por desgracia, con demasiada frecuencia, consustancial al festejo.
De pronto, la vi venir, sonriente, de blanco, limpia y radiante como la aurora: Amaia, la chica de mis sueños.
Feliz, salí a su encuentro con los brazos abiertos.
Creo que ni me vio y pasó a mi lado rozándome para abrazarse al pata y desaparecer, besuqueándose, entre la multitud.
 

ALEGRÍA Y TRISTEZA

Antxon Valls Sanciñena

Otro año más perdido. Imposible recuperarlo. Como aquellas veces que por motivos laborales me fue imposible disfrutar de los que son los mejores momentos del año para mí. De esos momentos que he vivido desde que era pequeño y que quisiera repetir cada año.
Esta vez no habrá tristeza al ver fotos de los amigos y de la familia, al leer sus mensajes, al hablar con ellos, al madrugar para ver los encierros o al pensar constantemente donde estaría en ese momento. Pero tampoco existirá esa alegría que siento cuando pienso cuánto estarán disfrutando y que, en un año, volveré a vivir y a sentir lo mismo que ellos están viviendo y sintiendo durante estos días.
Suena extraño. Estar triste y alegre a la vez. Sentimientos contrapuestos que te llevan a una situación que uno nunca imaginaría que fuera posible. Pero lo es. Y solamente espero poder volver a sentir la alegría, a poder ser, sin sentir a la vez tristeza.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

RECUERDOS DE PAMPLONA

Caty ( De Catalina) González Torrijos

Pamplona en invierno, nieve, y frío, unos abrigos de piel, de visones y de garras, lluvia y calles despobladas, rosarios a misa y bares llenos, siempre llenos, y en julio, en días de la Fiesta Grande, paseos, calles y locales atestados de rojiblancos bailongos de miradas alegres, bebidos y comidos sin parar, con pausas indispensables para cantar y dormir incluso en la plaza a la que no se va a ver toros, ni toreros, ni faena, sino a seguir con lo mismo. Sentados en graderías calientes de tendido o de andanada, los blusas comparten con forasteros de al lado la merienda de cazuela y el tinto al calor del sol, de las palmas, de las risas y de las canciones. San Fermín, colores, sonidos, voces, olores a sudor y a lluvia de vino, música de tambores y trompetas que se turnan al compás de un movimiento en oleaje rítmico. Blancos y rojos ondulando en la plaza de toros de Pamplona. 

VENGANZA

Alicia Marlene Perez

Tenía un pequeño negocio en la calle estafeta de la ciudad de Pamplona, el confinamiento obligado hacia que cuestionasen si se llevarían a cabo las fiestas de San Fermín o terminaría por ser otro año más de añoranza detrás de la ventana. Mi tío escéptico sobre sus ganancias deseaba más que nada se pudieran realizar. Él me había contado que una vez estuvo trabajando en exceso para las fiestas y salió des preocupadamente olvidando cerrar la puerta de entrada, que caminó y dobló a la derecha y vio frente a él a un toro y este al verlo sacudió sus patas traseras, bafeando. La callejuela era angosta y el retrocedió corriendo hacia otra calle lateral por la que venía corriendo otra muchedumbre y un toro enorme detrás. y tomando nuevamente su calle pero a la inversa, otro toro delante azuzado por el gentío que al verlo se lanzó enfurecido hacia él. Éste, desesperado, corrió hacia el negocio empujando violentamente la puerta y cerrando tras de sí en el momento que el toro se incrustaba en la madera y mi tío balbuceante y envalentonado le decía:
– ¡Deja que yo te coja, que vas a salir echo bistecs a lo San Sebastián de los Reyes!