Archivo por meses: diciembre 2021


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL AÑO QUE VIENE

Jose Emilio Cubiella Fernández

El día que cambió nuestras vidas sigue alumbrando la desesperanza rojilla. No podré besar la botella y empujar con la lengua un burbujeo, mientras te encuentro. No pienso esperar más, eso se acabó. Necesito otra fiesta más para poder decirte algo. Lucías bella hasta con el niqui blanco, provocándome mojada con esos pitones resultones. Creía que tenía escudo contra tus caricias, en aquel banco mientras los chavales se arremolinaban presenciando la suelta de los morlacos. Pero veo que no. Me equivocaba, me engañaba creyendo que San Fermín era mi patrón, cuando eras tú.
Ahora que saldremos del encierro domiciliario, espero no hacerlo con peso sobre mi cabeza y empitonarte yo a ti, porque quedar para el siguiente San Fermín es aventurado, y no resultó nada bien, hace veinte años.
 

SOY

Sonia Lestado Matute

Soy el pañuelo que abraza tu cuello y la faja que ciñe tu cintura.Soy la llama que prende el chupinazo, la risa de tus amigos de siempre, y la emoción de tus hijos cuando ven bailar a Braulia.Soy el sol que ilumina la estafeta y la sombra de los toros bravos que persiguen a los mozos.Soy la noche interminable y los desayunos en la Plaza del Castillo.Soy un romance fugaz de una noche o una historia de amor verdadero.Soy la emoción en tu rostro y el cansancio en tus piernas.Soy una alegre canción entonada en mil idiomas,y también una plegaria al santo.Soy realidad ,soy un sueño.Soy tradición y futuro.Soy la magia sin trucos que te sorprende cada 6 de Julio .Soy tu fiesta 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¡NOS VEREMOS!

Carmen Baos Ania

Vaya por delante que fue mi deseo y mi sueño. Fui yo quien pidió que al morir me pudiera reencarnar en algo relacionado con mis queridas fiestas. Y en un rapto de generosidad extraordinario, San Fermín me lo concedió. ¡Aquí estoy! ¡Ahora soy Braulia! la gigante negra, sin ningún tipo de connotación peyorativa. ¡Negra! ¡Black lives matter!… tan tristemente de moda este pasado año.
Me podíais ver rodeada de chiquillería, cabezudos y mis compañeros. Me habéis visto bailar, girar y pasear por las calles para deleite de mocetes y mayores, durante nuestras fiestas y en días excepcionales.
Y cuando vuelva a salir me veréis dos años más viejica, pero…¡No os preocupéis! Siempre estaré para vosotros y ninguna pandemia podrá con nosotros. Y en ese nosotros, me refiero a todos: gigantes y pequeños, oriundos y foráneos, hombres y mujeres, de todas las razas y credos, ricos y pobres… ¡Saldremos con más fuerza, y si cabe, con más ganas! ¡Os haré seguirme! ¡Os lo garantizo!
Mis fuentes de información son -¿cómo decirlo?- superiores, Por eso os aseguro que el año que viene NOS VEREMOS, y en algún lugar apartado de la fiesta, recordaremos llorando a los ausentes.
 

SOÑAR EN BLANCO Y ROJO

José Luis González Martínez

“¿Es verdad que callejeas engalanado en blanco y rojo?” Abdellah era saharaui, trigueño, tostado… Ganadero nómada allí y pastor aquí, en Aralar, desde que llegó no se sabe de dónde ni cuándo ni cómo. Sonrió. Largó un pletórico “uyuyuy”, y rió como un bebé cosquilloso. “Estas fiestas son estratosféricas. Lo sabes”. Le animé a que me contara y se animó a contarme. Comer y beber, a discreción. Empapado el día del cohete. “Me tiré desde Navarrería”. “¿De verdad?, no te creo”. “Pues créeme, Alicia”. “¿Y los toros?” “Me cogieron”.
Abdellah era un soñador. En el remanso de Alotza, entre balidos, escribía poemas en “hassani”, que luego, cuando bajaba a La Chantrea, nos traducía. Así que todos pensamos en uno de sus sueños, aunque respetuosos con su estatus de refugiado, lo dimos por bueno. Sacó una foto almorzando en Estafeta. Mogollón de mozos aireando botas. Otra, blandiendo el periódico en Santo Domingo. En blanco y rojo. Otra en Navarrería…, pero él, entre aquella maraña, irreconocible.
¡Qué colorido nocturno! ¡Qué helado de frambuesa! ¡Qué calimotxo fresco…! Qué cambio de tercio. Qué cama tan acogedora. Se desnudó. Me desnudé. Nos desnudamos del blanco y rojo. Le busqué alguna herida, rasguño, algo flamante… Nada que no conociera ya.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

COBARDE

Iñigo Legorburu Arregi

Sigo admirando su frialdad desde hace 10 minutos, cuando apenas quedan un par para que comience nuestro bautismo en el encierro. Es el único al que veo leer el periódico, el único arma del mozo ante su terror elegido. Lleva fijada su mirada un rato en la guerra de Afganistán y me espeta «esto es terrorífico, tío», con su tono socarrón. «Mira cómo está el mundo y sólo nos enteramos de los heridos por cristales y trifulcas sanfermineras» me explica, cuando yo, como buen navarro y artajonés,lo que pretendo es que mi mundo se ciña sólo a estos San Fermines. San Fermines que son como Goliath, que nos apabulla,destruye, destroza…como si de la vida misma se tratara.
Cuando levanta la vista del periódico se excusa: » colega,soy demasiado cobarde para correr delante de estos toros». «A dónde vas?» le pregunto. «Ya te informaré» contesta, sonriente mientras se va. Y David, con su mal entendida cobardía, se encomienda a su otro terror elegido, el de informar.
Fue la última vez que ví con vida a mi David, al de mi pueblo, al compañero de clase y colega de farras sanfermineras.
A mi amigo del alma y valiente, David Beriaín. 

EN COLOR

Jabo H Pizarroso

Ernest me llama cada año, a últimos. Hablamos como si nos conociéramos de siempre. Nunca nos hemos visto. Lo único que quiere es que le cuente de San Fermín, pero yo nunca estuve allí. Todos los años lo mismo y siempre me invento algo. Me da mucho miedo que se dé cuenta. Es difícil que eso ocurra porque sus vivencias en blanco y negro nada tienen que ver con las mías en color. Siempre quiere una historia que le conmueva, algo que le mantenga tan vivo como para continuar llamándome otro año más.
Esta vez le contaré lo de Silvano, el único toro en la historia de los encierros que se ha negado a correr. Se detuvo el sábado en la cuesta de Santo Domingo mientras yo arreaba con los demás, con esos picotazos de avellano con los que me zurraban dos humanos de verde. Hay muchos que le oyeron decir que no corría si no estaba Hemingway. No sé por qué le dieron a beber libros desde becerro. No sé cómo se lo tomará Ernest cuando me llame y le cuente, de una vez por todas, una verdad. Supongo que bien. Eso espero mientras me descuartizan colgado de un gancho.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

PAÑUELOS AL SOL

Juan José Villar Osés

– Papá, ¿cuándo son las fiestas?
– Habrá que esperar un poco, al seis de julio.
– Y eso, ¿cuándo es? Quiero ponerme el pañuelo rojo y correr en la calle de la esta…fiesta.
– En la Estafeta Balín, es la calle de los toros donde corren los mayores.
– Pues yo corro con los kilikis. Y también quiero ir a las barracas.
– Este año no va a poder ser.
– Jo qué rollo, el otro año tampoco fuimos. Que, aunque era pequeño, me acuerdo, eh.
– Ya, pues aún habrá que esperar un poquito más porque se ha escapado un bichito pequeño y peligroso.
– ¿El bicho de las espinas?
– Ese.
– Puaf.
– Bueno, ya nos estamos preparando para quitarlo y volver a la fiesta.
– Ah, eso que le han pinchao, a la abuela Josefina.
– Sí, la vacuna.
– Pues que se den prisa, porras.
No puedo evitar una lágrima que disimulo ante Balín, mientras repaso la ropa de blanco y rojo.

A los pocos días salimos a pasear y…
¡Hay música y vienen los gigantes!
No está todo lo de siempre, pero promete volver.
Balín salta y sonríe con su pañuelo al sol.
 

LA PROMESA

Idoia Feliu Martínez

Se conocieron en la peña La Jarana el 12 de julio de 2019, Día dedicado a los mayores en las fiestas de San Fermín, y tras una noche de fiesta y pasión, visitando todos los bares y peñas del Casco Viejo, se prometieron volver a encontrarse al año siguiente, mismo día misma hora y mismo sitio donde se conocieron.
¡Quién se hubiera podido imaginar que en el año 2020 no iba a haber Sanfermines!.
Llegó julio y Pamplona enmudecía irreconocible, conteniendo las ganas de fiesta, casi sin saber que hacer, con cierto de aire de tristeza y desconcierto.
12 de julio de 2020 ¿cómo cumplir una promesa un año después sin que hubiera festejos que les acogiera?. Durante el viaje en el avión la duda invadía sus cuerpos.
Con un paso de esperanza y otro de desasosiego, iban pasando por delante de las peñas de Jarauta recordando el pacto que se hicieron. El Txarco, el Bronce, Oberena, la Alegría, la Aldapa… ahí estaban todas, con las persianas cerradas suspirando por volver a abrir.
En el cruce con la calle San Lorenzo se vieron a lo lejos. Ahí estaban, como se prometieron.
Volvieron al año siguiente, pero esta vez llegaron ya, con sus manos entrelazadas.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ESPERA

Santiago Munárriz Echarren

Espera San Fermín en la hornacina,
de los mozos su canción,
que al llegar a sus oídos
se convierte en oración.

Los toros en los corrales,
atentos, las ocho son,
esperando oír el cohete
para que se abra el portón,
que da comienzo al encierro,
el sumun de la emoción.

Piernas tensas, pies inquietos,
el aliento entre cortado,
el corazón palpitante,
es lo que todo corredor siente,
hasta que llega…
del encierro el mágico instante,
que mirando para atrás
hay que correr padelante.

Una plaza abarrotada,
todas las miradas
aunadas en una fachada,
en un reloj en su balcón
rebosantes de alegría
todos llenos de ilusión,
esperando que un cohete
rasgue el aire
y termine en explosión,
para dar comienzo a las fiestas
de San Fermín su patrón.

En el tumulto de músicas
destaca La Pamplonesa,
regia, señorial y suntuosa
que al escucharla
los tímpanos auditivos,
acarician y embelesan
con la misma suavidad y frescura
de un niño cuando besa.

Para quien conoce sus fiestas
todo esto sobraría
sea esto como prólogo
para todo el que Pamplona
se dispone a visitar.
Pamplona puerta sin llave,
que nunca se ha de cerrar,
Pamplona siempre espera
Con las puertas siempre abiertas
y sus brazos sin cerrar.
 

¡POBRE DE MÍ!

Pilar Alejos Martinez

Habíamos quedado para almorzar unos huevos fritos y magras con tomate, para después, a las doce, estar en la plaza del ayuntamiento para brindar con champán en el momento del chupinazo que daba inicio a los Sanfermines, pero no apareciste. Te llamé con insistencia. No respondiste a mis llamadas.
Cuando las charangas que acompañaban a las peñas comenzaron a tocar y empezaron las danzas regionales, te busqué entre la multitud, aunque fue imposible encontrarte. Me tomé el vermú con los amigos y les pregunté por ti. Nadie te había visto. Aun así, pensé que acudirías a comer con nosotros. Me equivoqué. Empecé a ponerme nerviosa. Jamás te perderías las fiestas sin un motivo justificado ni desaparecerías sin decirme nada.
De pronto, me vi arrastrada por las peñas que cantaban el Riau-Riau. En cuanto pude escabullirme, volví a llamarte al móvil. Saltó el buzón de voz. Aquello ya me pareció muy preocupante. Lo intenté de nuevo. Estaba tan enfadada contigo que pensaba dejarte un duro mensaje. Sin embargo, al tercer tono alguien respondió, pero no eras tú.
Habían encontrado tu coche accidentado en la cuneta. Te localizaron justo a tiempo, cuando herido, con el pañuelo rojo en las manos, ya entonabas el «pobre de mí».