Archivo por meses: enero 2022


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¡VAMOS A CORRER!

Lerida Gullon Mierez

¿En qué piensas, si ya están a punto de abrir esa puerta? En lo corta que es la vida, y lo rápido que pasa todo. El otro toro, el más experto del encierro se voltea y le dice: ¿te has fijado que esto es cómo la vida misma y con su mismo final? Vas corriendo y mientras más enfocado estés sorteas todos los obstáculos del camino, pero a la mínima que te distraigas, la vida te lleva por delante y te vapulea. Nosotros representamos todo eso que te persigue en la vida y que no has superado por miedo, esto es una carrera contra tus propias sombras, esas que te hacen caer por no tener fe de llegar a la meta y para nosotros es una carrera sintiendo el más grande de los miedos, el de la muerte. Así que prepárense, que hoy correrán por ultima vez en sus vidas, al menos sabemos que esto es así y que esto acaba hoy. Muchas personas corren todas sus vidas, sin tener la más mínima idea de por qué lo hacen ni cuándo acabará su propio sufrimiento. ¡Vamos a correr! 

YA FALTA UN POCO MAS

Blanca Moratinos Oloron

Juan no se lo podia creer, tampoco iba a haber Sanfermines,empezo a recordar los ultimos, el ambiente de la calle, el chupinazo esos gritos de alegria ese bribar de toda la ciudad.Las quedadas con la cuadrilla, esos pinchos por la estafeta, las salidas con los peques a ver a los gigantes, correr para que el caravinagre no les diera un zurragazo.Y a las tardes a las barracas caballitos autos de choque musica a toda pastilla y unos churricos.Haber si pronto podemos volver a grita Viva sanfermin, Gora sanfermin. 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ESTO EMPIEZA

Alberto De Frutos Dávalos

En todas las láminas del test de Rorschach veía un encierro. Miraba al cielo, y las constelaciones de la Osa Mayor y la Osa Menor se transformaban en el Toro Mayor y el Toro Menor, y el cazador de Orión era un mozo con su pañuelo y su faja rojos. En ausencia de Sanfermines, los recreaba en su imaginación, y todo en el ambiente le remitía a la fiesta: banderillas de encurtidos y el cruasán con cuernos siempre, claro.
Caminando por la calle de Santo Domingo, miraba hacia atrás, por si le estaban siguiendo, y no había día que no tropezara en la curva de Mercaderes. Antes de leer el periódico, musitaba para el cuello de su camisa: “Entzun arren San Fermín”.
El 7 de julio, suspiró y miró al cielo, y del cielo bajaron el Toro Mayor y el Toro Menor. Mugieron. No, bramaron. El cazador de Orión se dirigió a él: “Esto empieza”. Corriendo por la calle de Santo Domingo, el cruasán con cuernos llenó su olfato de miedo. En la curva de Mercaderes, se echó a un lado y leyó su respiración agitada. Tropezó con su salvación. Besó la imagen del santo que tenía colgada en su cuello: “Gora San Fermín”. 

SAN FERMÍN 2021

Cruz Aguilar Oliveros

Hace calor. Lo noto subir, junto a la adrenalina, desde el adoquín negro por los pies y avanzar, lentamente, hasta aparcarse en mi garganta, presionándola con un nudo aún más grande que el del año anterior pero, espero, más pequeño que el del que viene.
Por la espalda me resbalan las gotas de sudor, que ningún 7 de julio se pierden la cita, y que quedan aparcadas sobre la faja, de la que cuelga el burbujeo que siento en las piernas, sutil y continuo. Siempre dura hasta que apunta por la esquina el asta del primer morlaco. Los dedos me tiemblan y no dejo de mirar a la esquina de la calle, son minutos eternos, apuntalados por el bullicio de los corredores. Mi pañuelo huele a recién planchado, el suelo a fiesta.
El rumor de la gente se hace cada vez más intenso, signo inequívoco de que todo está a punto de comenzar. Estrujo el amasijo de papel en el que la humedad y mis manos han convertido el periódico. La espera se hace larga, infinita. Dicen que todo saldrá bien, pero los toros no salen, se han quedado en los toriles, y yo tras la barrera.  


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

SEIS DE JULIO, PAMPLONICA

María Izkue Apesteguia

Después de dos años sin sanfermines, Patricia y Luis, dos jóvenes que no se conocen, preparan las fiestas.
En casa de Patricia en calle Zapatería el frigorífico está repleto de guisos, congelados y embutidos castellanos, los sanfermines son también eso. Patricia ha perdido a su madre y por eso no se pinta los ojos, sólo los labios del color de la fiesta.
En su casa en calle Descalzos, Luis guarda un bacalao en salazón, dos chorizos, patatas y una garrafa con clarete. Vivirá este San Fermín lo mejor posible, a pesar de que perdió a un hermano y su trabajo en el almacén de vinos.
A Patricia esta crisis no le ha afectado económicamente, su puesto de funcionaria no corre peligro. Es una huérfana con suerte.
Este año el chupinazo es en la Plaza del Castillo. Diríase que nadie llora muertos, que nadie recuerda nada. El primer cohete estalla y en ese momento el sol deja de remolonear, tornando el blanco y negro en rojo vital. Con el cohete, los cuerpos y los corazones comienzan a brincar. Patricia y Luis enganchan su pañuelo a su dolor y descubren que, pese a todo, los sanfermines siguen siendo maravillosos. Eso les une. Separarles, apenas 83 años.
 

LA HERMOSA PAMPLONA

Lucas Gardón

Seis de julio en la hermosa Pamplona y ya he perdido noción del tiempo. El chupinazo desde el balcón del ayuntamiento marca el inicio del evento. Pañuelos rojos enaltecen y tiñen el aire de júbilo, mientras las voces piden ayuda a San Fermín y se unen como si cantara solo uno. Todo sucede tan rápido que veo todo moverse lento. No llevo reloj porque mirarlo me haría perder el tiempo.

Catorce de julio en la hermosa Pamplona y pensé que hoy era ocho. ¡Cómo pasa el tiempo cuando uno se divierte! Es hora de irse de este maravilloso lugar pero que no queden dudas que volveré, al menos, una vez más.

-Pobre de mí, pobre de mí que se acabó la fiesta de San Fermín. Nanaraná nanaraná – cantaba mientras me despedía de esas calles que me vieron feliz.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

9 DE LA MAÑANA

Hodei Sarasa Camacho

9 de la mañana, no hace falta despertador. La ropa huele a limpio. Como cuesta atarse el pañuelo a la muñeca. Calle, ambientico, ¿lloverá?, hoy tampoco importa mucho. Txistorra, huevos fritos, jamón, se almuerza en el barrio. Villavesa, la de todos los días, más llena, otra cosa. Bajamos. Gente, más gente, ¿más que el año pasado?, mucha gente. Rojo, blanco, rojo, blanco, algo de verde, otro poco de azul y hasta el rojo de la franja verde. Parece que ya estamos todos. Mira ese guiri en chancletas, ¿y tú con la faja a la derecha? Qué más da. Alegría y nervios. Entramos…

¿Mas adentro? Venga, agárrame la mano. El balcón vacío, la plaza llena: “Oeoeoeoe”. Vino, mucho, tanto que lo blanco se tiñe de rojo. Ya salen. Desátame el pañuelo de la muñeca, date prisa. Si no lo hubieras apretado tanto… Pañuelos arriba. El cielo se cubre de rojo. Las 12. «Pamplonesas, pamploneses, ¡viva San Fermin!», «¡viva!». «Iruindarrak, gora San Fermin!», «gora!». Estruendo, pelos de punta, pañuelo al cuello. Abrazos, la ropa ya no huele a limpio. “La biribilketa” de fondo, muy de fondo, demasiado de fondo…

Suena el despertador, parece que si hacía falta. 6 de julio de 2021, ya falta menos. 

DIÁLOGO SANFERMINERO ENTRE FERMÍN Y LEYRE, SOBRE PROBLEMAS LINGÜÍSTICOS

Alberto Saez Serrano

(SAN) FERMÍN Y EL (VERBO) SER – LA (TRISTE) HISTORIA DE UN PROFESOR DE LENGUAS (NAVARRO)

-Claro…, yo les digo a mis alumnos que el verbo ser no significa nada (*) ¡y me echan! (Fermín)

-¡No me extraña! (Leyre)

-Soy un filántropo, héroe académico, kamikaze de la gramática y la semántica… no me importa que mis alumnos se enfaden conmigo, con tal de decirles la verdad… el verbo ser no significa nada. (Fermín)

-Eres… San… Fermín. (Leyre)

Fermín
Profesor de lenguas
Navarra

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(*)Si yo digo “yo soy Fermín”, entre (a) yo y (b) Fermín, no hay nada. El verbo ser no significa nada.
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LA ÚNICA

Emilio Del Carmelo Tomás Loba

Había vuelto a discutir con sus hermanos. Y no era la primera vez de un tiempo a esta parte. Él era navarro, no vasco, y español. Sus hermanos no tenían el mismo punto de vista. Y lo cierto es que el calor de la familia se había enfriado. Incluso estuvieron a punto de llegar a las manos más de una vez. Mira que lo decía el abuelo, que no había nada por encima de los genes, ni políticas ni leches con banderas. Luego, el anciano lloraba a solas en su cuarto mirando por la ventana a la catedral, implorando, tal vez, una solución. Y lo cierto es que el calor de la familia se había enfriado, si cabe aun más, cuando la covid se llevó al abuelo.
Delante de la hornacina, aguardaba, como todos, para entonar el primer cántico a San Fermín. Recordaba al abuelo cuando le explicaba cómo había surgido el himno de la peña La Única mientras afloraban lágrimas, y cómo algunos jóvenes, entre ellos él, habían empezado a cantar esa copla.
Una mano le tocó el hombro. Eran sus hermanos. No hacía falta decir más. Se fundieron en un abrazo, lloraron, cantaron y corrieron juntos, por los genes. 

CLOUDY WEEK-END

Keny Salmron

Mum, I wish I could explain how beautiful and charming local girls are, dancing and smiling in their cloud white outfits, and also talk about the bunch of new buddies I’ve been out with. Some aged enough to be grandparents, welcoming, generous, clouds of silver hair crowning their polite and wise faces, others young and daring, loud and sweaty, but so friendly and fun, so eager to introduce you to the cloud of people and share the cloud of events and fuddle you till you get cloudy images and feel legs and brains like cloudy cotton.
I would explain how refreshing it’s been to lie on grass in public gardens, watching clouds being breezed away, sipping of a giant disposable glass of kalimotxo (incredible mixture of red wine and coke), strong enough to blur senses and make believe cloudful mirages of kids in white, like small angels holding candy clouds… Relatives and neighbors sharing drinks and snacks among clouds of bar kitchen fumes, clouds out of beer foam, clouds of whipped egg smearing mustaches, steaming skins reaching excitement clouds…
Should have had enough, but thrill was too strong and the clouds of testosterone too thick to ignore.
Sorry, swear I’ll never run bulls again.