XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
REENCUENTRO
Patricia Díaz Santos
Llevábamos dos años con los sanfermines suspendidos. Todo el mundo ya sabía que fue lo que le hizo a San Fermín llorar… La pandemia se había llevado muchas vidas prematuramente.
El reloj decía que era la hora del chupinazo. Pamplona se teñía de nuevo de rojo y blanco, y se volvía a contagiar de la alegría de la vida. La ciudad abría los brazos cantando a pleno pulmón, las notas de la esperanza.
Pero nosotros habíamos quedado en las afueras, lejos de la muchedumbre. Saqué el txistu y toqué la biribilketa. Después choqué la copa de vino contra la fría lápida, en la que estaba escrito su nombre: ¡por ti abuelo! En ese instante oí una muchedumbre de voces, del cielo y de la tierra, que gritaban juntos: ¡viva San Fermín!
Anudé el pañuelico rojo a su tumba, mientras el nudo de mi garganta se deshacía para siempre.
AVENTURA SIN FIN
Gloria Arcos Lado
Era tanta la adrenalina descargada en las calles de Pamplona en los tres minutos que duraba un encierro, que jamás lo habrías imaginado.
Por eso, la experiencia vivida aquel verano en que tu amiga del alma y tú decidistéis escaparos desde Madrid a Zaragoza en autostop, se convertiría en algo irrepetible.
Cuando ideastéis aquel plan sin decírselo a nadie, solo esperabas que Chus te presentase a sus amigos de la Laboral y te guiase por las calles del Tubo en Zaragoza.
Pero no contabas con que su pandilla os propusiera viajar a los San Fermines sin dinero en el bolsillo, ni sitio donde alojaros.
Eso a los 19 años no tiene importancia, así que allá os fuísteis ocho chicos y chicas de toda la geografía española en dos viejos coches.
Un compañero llamó a un amigo y este os invitó a su casa.
Comprásteis bocadillos y os acomodásteis en sofás o en el suelo para coger fuerzas ante esa fiesta sin fin que os esperaba.
Luego tendríais que buscar el mejor sitio para ver el encierro.
Así podríais ver como los más atrevidos participaban en la carrera ante los toros, mientras sus amigos rogábais para que salieran indemnes de aquella aventura infinita.