Archivo por meses: febrero 2022


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¿NO VES?

Franz Kelle

Lo desconocen quienes se encomiendan a San Fermín antes de que Santo Domingo abra corrales de par en par. Quienes hablan de la experiencia del buen corredor tampoco lo sospechan. Ni siquiera los que se refieren al instinto, aunque esos andan más encaminados.
Sí: ¿por qué no llamarnos instinto?
Por qué no referirse así a los centenares de miles que, sin ocupar un solo milímetro del recorrido, estamos tan presentes. Regresamos durante una semana y mutamos en alma del encierro, nos materializamos en ese quiebro crucial que guía al novato por el flanco correcto. Magia.
Si en 2020 nos arrebataron la cita, este año no renunciaremos a ella. A sentirnos vivos por unos minutos. Invisibles, ahí estaremos, al filo de las ocho, aunque no vaya a presentarse nadie de carne y hueso. Velaremos por un encierro imaginado que preserve el espíritu de la fiesta. Volaremos por la cuesta, por Mercaderes. Estafeta. Volveremos, otro año más, quienes por ley de vida marchamos dejando el corazón en Pamplona. Es nuestro turno. Vosotros aguardaréis con la paciencia de las certezas: ¡queda tanto por correr!

 

¡GORA FERMÍN Y VALENTÍN!

Isabel García Viñao

Era el año 2019. Después de escuchar en la plaza Consistorial el Pobre de mí y balancear una vela encendida que había puesto en mi mano un pamplonica, nos dirigimos a un bar. Las tres amigas inglesas vestíamos a la inglesa porque en unas horas cogíamos el vuelo rumbo a Birmingham. En el bar, colmado de personas vestidas de blanco y rojo, a duras penas pudimos hacernos hueco. Sus camisetas blancas estaban salpicadas con varias manchas, principalmente las de los de prominentes barrigas. Era imposible llegar a la barra.
Un camarero saltó por encima de la barra con tres copas y una botella de vino. Cuando volcaba el vino en mi copa, fijo sus ojos en los míos. Sentí un fogonazo. Nuestros ojos hablaron de amor.
−A las seis cogemos vuelo a Birminghan, le dije.
−Rezaré a San Fermín para verte al año que viene, me respondió.
El 14 de febrero de 2020, entré en el bar. Jon se sorprendió. Nuestros ojos derramaron pasión. Le dije que permanecería en Pamplona durante mi mes de vacaciones.
Menos mal que yo le había rezado a San Valentín. El santo del amor me dejó confinada allí seguramente con la intercesión de San Fermín. ¡Gora Fermín y Valentín!
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL PRIMER DÍA

Erkuden Alonso De Santocildes García

Salíamos todos distribuidos en diferentes coches camino de Pamplona, estábamos eufóricos por asistir a la fiesta más conocida de España “LOS SAN FERMINES”.
Son tan diferentes las fiestas en el norte, en el sur y en el centro, que parecíamos extranjeros en Pamplona.
¿Qué recuerdo de aquel día? Más bien sería que no recuerdo, se dice que las vivencias no son repetibles, aquel fue nuestro primer San Fermín, y así quedará grabado para todos.
Recuerdo las calles que olían a baños portátiles limpios recién colocados, recuerdo como poco a poco las calles y la Plaza de Castillo se iban llenando de gente, recuerdo como intentamos llegar a la Plaza del Ayuntamiento pero nos tuvimos que quedar en una calle aledaña, recuerdo dar pases a un balón con niños de diferentes culturas, recuerdo traducir pintadas en euskera que los madrileños querían entender, recuerdo sus expresiones al ver las charangas, recuerdo el estruendo del chupinazo, y como se fue despejando la plaza y comprobábamos lo pequeña que era comparada con las imágenes televisivas, recuerdo a los barrenderos recogiendo y limpiando todo, y como las chicas que limpiaban los cristales del Ayuntamiento recibieron nuestra canción a grito limpio “ASÍ LIMPIABA, ASÍ, ASÍ, QUE YO LA VÍ”
 

OCÉANO DE SENTIMIENTOS

Pedro Navarro Ruiz

Miré a mi hija pequeña. Y ese vínculo insondable que te une a tu propia sangre, hizo que en ese mismo instante girara su cabecita. Sus ojos y los míos coincidieron, y nuestras miradas se fundieron. Por un momento, solo estábamos ella y yo. La multitud había desaparecido. Solo silencio y amor. Una mirada extasiada, y solo para mí, aunque fuera por unos segundos. Solo hasta que Braulia empezó de nuevo con sus giros infinitos, al son de gaitas y tambores. Jamás podré olvidar esa mirada. Ni aunque transite por siete vidas, mi mente borrará ese momento mágico, en medio de aquella marea roja y blanca. Un océano de sentimientos, cuyas olas impregnaron irremediablemente mi alma para siempre. Era julio. Era Pamplona. Era San Fermín. 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

VOLVER

Jose Miguel Albizu Gabari

Nunca ya esperaré a lo que va a venir, porque siempre habrá algo por llegar y entonces solo viviré esperando. Hace ya mucho que lo descubrí, y que cambié. Quizá no a tiempo. Llevo años maldiciendo no haberle pedido su teléfono, su dirección.
Los tres últimos Sanfermines estuvo junto a la fuente de la Plaza del Consejo, el 7 de Julio a las 11:00, esperándome, diría, como yo a ella. Pero habían pasado ya tres años de aquello, y quizá se hubiera olvidado de mí.
Bajé a la calle y la atmósfera era especial. Como si la ciudad estuviera electrificada por un fluido retenido mucho tiempo en cada casa, en cada corazón. Y las sonrisas eran aún más francas y los abrazos más sentidos.
Sentí pánico. Volver a los momentos en los que uno fue feliz, te enfrenta al riesgo de no encontrar lo que tuviste, de no sentir lo que sentiste.
Y cuando llegué hasta la plaza, no la vi. Un grupo de jóvenes bailaba el Vals de Astrain. Pero justo detrás, unos ojos aceituna me miraban fijamente. Esos que yo conocía, y que no habían cambiado. Me acerqué, la abracé temblando, y le prometí que nunca más me separaría de ella. 

LA VARIANTE DEL DESTINO

Pablo Díaz Domínguez

No hará más de veinte años que mis fatigados pasos me llevaron a tierra de Iruña, aunque para ello tuviera que atravesar los desniveles de la hija de Bébrice. Hoy, que los recuerdos insisten en desaparecer, recuerdo con una sonrisa el año Santo Jacobeo en que, aunque mi destino quedaba a ochocientos cuarenta y nueve kilómetros, mi corazón quedó prisionero en los ochocientos cuarenta y nueve metros del encierro. Aquel descanso duró una semana, aquel amor sigue vivo. Un pañuelo rojo colgó del bordón, cual concha más preciada, insignia de la bravura y como prueba satisfecha de haber recorrido la más excitante variante hacia mi destino. Y es que, a veces, aunque el camino nos lleve por sendas más largas, encontramos nuestros destinos antes de llegar. Por eso, hoy, quien recorre la misma senda que lleva al campo de las estrellas, puede leer aquel epitafio esculpido en el viento;

Pobre de mí, que no era más que un peregrino
Que se fue cantando a Santiago
el cantar de la fiesta que se cruzó en mi camino.
Que se fue dando gracias a Saturnino
Por recordar en cada trago
de mi bota llena de vino
Que fuera Sanfermín mi destino. 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LIRCAY

Victor Francisco Figari Rouillon

LIRCAY

Mi papá fue un fanático de las corridas de toros y todos los años esperaba ansiosamente el mes de Octubre cuando se realizaba la famosa Feria Limeña del Señor de Los Milagros, desde muy pequeño me llevó formándose en mí una afición innata en el hermoso arte de la tauromaquia.
Conforme pasaron los años y gracias a la lectura de los hermosos libros de José María Cossío se despertó en mí una fascinación enfermiza para estar cerca de un toro de lidia, oportunidad que se me presentó durante un evento taurino similar al de San Fermín, que se llevaba a cabo todos los años en un pueblito perdido de la serranía Peruana.
A los pocos días me encontraba en Lircay esperando que mi sueño se haga realidad, el Coso Taurino era la plaza principal, la cual habían cerrado las entradas, convirtiéndola en una verdadera Plaza de Toros, afectado por la altura y por algunas cervezas que me habían invitado algunos lugareños de pronto se aparecieron estas bestias negras a toda velocidad, el tiempo que me demoró llegar a una de las barreras improvisadas debe haber sido un nuevo record, decidiendo a partir de ese momento ser un espectador más como en mí niñez.
 

2025

Jesus Manuel Romero Taboada

[7/7 6:03] Mintxo: Hoy pintxo. Estoy jodido
[7/7 6:08] Kolega: Vamos Mintxo, no me jodas! Es 7 y te caen 50 tacos
[7/7 6:09] Mintxo: Fiebre, dolor de cabeza…
[7/7 6:09] Kolega: Ya… Resaca
[7/7 6:09] Mintxo: Joder, creo es que es el puto bicho otra vez
[7/7 6:10] Kolega: Mira, acuérdate cuando no pudimos correr durante 2 años
[7/7 6:10] Kolega: Dijimos que ya ningún día 7 se nos escapaba, no?
[7/7 6:11] Kolega: Así que espabila, tómate la pasti de ciclosporina y a las 7 donde siempre
[7/7 6:12] Mintxo: Venga, que ya voy, cansooo!!!
[7/7 6:13] Kolega: COVID ni hostias… A cumplir Mintxo y sino haberte llamado Paco como tu bendito padre
[7/7 6:14] Mintxo: Redioooossss, que sí, que ya voyyy!!!
[7/7 6:14] Kolega: Aúpa pues!
 


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ESTARÁS A MI LADO

Maria Jose Lopez Mercader

Mientras Celia se tomaba el último sorbo de su café, Jacobo atravesaba el umbral con el periódico en la mano. No era el miedo lo que le provocaba la inquietud, sino el amor hacia Celia lo que recorría su cuerpo como una corriente esponjosa.

La cafetería estaba a rebosar, pero ella estaba rodeada de silencio, absorta en sus pensamientos. Recordaba cómo su madre le peinaba el cabello con el cepillo de Dragones y Mazmorras. Había que reconocer que no era el cepillo más coqueto de Pamplona. Ni de Navarra.

Celia era excepcional. Su frenesí en los juegos y carreras con los chicos sobrepasaba con mucho las expectativas que se esperaban de aquella criatura. Rápida era poco. Magnífica.

El blanco de su camisa estaba prácticamente ausente. Era la camisa que su madre había usado en su último encierro. Su padre la lavó anoche, escrupulosamente, para que no perdiera los últimos tonos. Irati siempre sabía cómo quitar una mancha. Y él siempre aprendía de ella. Siempre.

─El cohete, Celia. Vamos, aúpa ─pronunció Jacobo.

─Va por ti, mamá. Allá donde te encuentres, sé que hoy correrás a mi lado. ─Enjugándose las lágrimas, echó el último trago y salió afuera. 

DIMINISHED

Larry Belcher

“In a real dark night of the soul,” F. Scott Fitzgerald writes, “it is always three o’clock in the morning,” but it can also come haunting on a dark, dreary morning as you, two years diminished, walk the barren cobblestones of deserted streets where once the clattering of hooves did resound.

And you recall the horn you would have slipped with ease and confidence in earlier days slicing through the cloth of your pants and searing your thigh, leaving an indelible reminder that the game is play for mortal stakes. And as you press against the wall in frozen disbelief, you are struck with the stark realisation that you have never held the winning hand.

And, encumbered by the past, through the mist you hear the fading echo of hooves on the cobblestones of Mercaderes and Estafeta as the bulls of yesteryear pursue the fleeting boys of summer of your youth.