Archivo por días: 14 de marzo de 2022


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

DESPEDIDA

Itxaso Vázquez Iturre

La última reina. Venida de las Américas. Morena, alta, imponente. Su favorita.

Nos acercamos a ella a trompicones y abriéndonos paso entre el gentío. Su ritmo frenético de baile nos cautiva a la vez que nos hipnotiza. Todo el mundo la jalea y entre giros y giros se despide bailando al son de la polonesa.

Entre lloros, sollozos, gritos y pataleos nos acercamos como podemos a besarle la mano, aprovechando que los gaiteros han parado de tocar.

Allá vamos madre e hija decididas y sin mirar atrás. Con talante firme a la vez que dudoso mientras la sostengo en mis brazos.

Admiramos de cerca su corona dorada en forma de plumas espigadas, sus pendientes colgantes y su collar de bolas que quedan imponentes ante nuestros ojos. Destaca su vestimenta rojiblanca. Fiestera, alegre y muy acorde con el traje y colores tradicionales.

La inocente mirada de desasosiego de mi hija me inunda. Yo, no del todo convencida, asiento con la cabeza mientras la abrazo bien fuerte. Ella me asiente también.

Hasta la próxima Braulia.
Hasta la vista chupete.
 

MIS NO CUMPLEAÑOS

María Carmen Apezteguía García

Estoy triste. Cabreada. Muy cabreada. Necesito, como cada 12 de julio, comenzar la mañana viendo el encierro en la plaza de toros, recibiendo las primeras felicitaciones de familia y amigos, tan entrañables, tan intensas, tan sinceras, con esos besos que te dan la vida y fundida en los abrazos interminables que nunca te soltarías. Necesito el almuercico, un completo de huevos, jamón, tocino, txistorra, patatas y lomo, o un platico de pochas con guindilla, bien regado por ese tinto tempranero que calienta el cuerpo y te anima para ir en busca de los Gigantes y Cabezudos, con mis nietos de la mano, y que, a cada golpe de verga, sientes ese tirón de orejas encubierto que parece decir “felicidades”. Dos 12 de julio arrebatados, sin el blanco y rojo, sin ese pañuelico anudado al cuello, sin sentir la presión de las manitas de Marta y Adrián a cada explosión de los fuegos artificiales, sin sus risas difuminadas tras las bocinas y canciones inacabables de las barracas, sin esos Miuras imponentes que nos dejan con los ojos muy abiertos tras su paso por Estafeta, sin ese ambiente que te hace sonreír a todo el mundo y sin tantas, tantas emociones…
Estoy triste. Cabreada. Muy cabreada.