Archivo por días: 2 de mayo de 2022


XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

TAURUS

Lorena Barrionuevo

Desperté ese día muy entusiasmado, lleno de energía y con mucha sed; con la ilusión intacta de descubrir esta vez por fin los infinitos secretos de la tan renombrada celebración.
Nos juntamos para desayunar y cada uno combinó con su grupo tácticas y estrategias para sorprender en el corredor, como así mismo para los escapes básicos y necesarios en casos de accidentes. Yo solamente esperaba no patinar o resbalar cayendo de bruces; no por miedo a resultar herido pero sí a la imagen obsecuente que buscan todos los fotógrafos en esos días. Y pronto crecieron las voces y emociones de todos los participantes, que tanto humanos como astados iban a ser protagonistas de la euforia.
Partimos amontonados y en las primeras curvas yo sentí flojas mis rodillas hasta que me dejé caer generando un pisoteo descomunal entre hombres y hermanos . Y fue así que simulé estar herido; porque lo que menos me gusta es correr y agotarme. Y al estar en el suelo percibí de manera privilegiada los aromas del encierro en el morro y desglosé la metáfora del hombre al querer encerrar sus miedos y dolores aunque sea una vez por año; sin vencedores ni vencidos…orgulloso por haber entendido la celebrada causa. 

DE UN ENCIERRO A OTRO

Ander Balzategi Juldain

Mi amigo me dijo que no iba a perderse las fiestas, que no pensaba pasarlas castigado en su cuarto, que “la jefa”, la llamaba así, no impediría que asistiese al chupinazo, ni que disfrutase del encierro y de la corrida. Que él era mozo de sangre pamplonica y que debía imponerse a cualquier prohibición que le fuese impuesta. Ya encontraría la manera de escabullirse.
Al día siguiente, nada más saberse que se había extraviado, llamaron a la policía. Tardaron tres días en dar con él. Lo encontraron deambulando por el parque con un gesto que confundía la embriaguez con el alzhéimer. La enfermera, a la que yo no llamo jefa, lo reprendió como a un niño, entre enfadada y aliviada. Y cuando pasó por la sala de estar de la residencia, fingiendo aún encorvado el alzhéimer, consiguió escamotearme un guiño. Diría que incluso lo acompañó con un Riau Riau.