Archivo por días: 16 de agosto de 2022


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

COLEGAS

Bárbara Nater Castaño

No sé qué hago aquí. Al menos, el resto también está. Mira a Timbalero qué tranquilo está. No me extraña, aún es pronto, no son ni las 7.00h. Aunque el resto está inquieto. Bueno, yo no me separaré de Calcetines, que parece que sabe lo que se hace. Oye, ¿qué hacen esos? ¿Por qué nos mira toda esa gente? Van todos vestidos igual. Si luego puedo, me acercaré a saludarles. No creo que a Malvavisco le haga mucha gracia, pero como siempre tiene tan mal genio… Espera, espera, ¿qué están haciendo? ¿Cantan? ¡Sí, están cantando todos juntos! ¡Oh, qué bonito! Debe haber un montón de ellos. ¡Hey! ¿Qué es eso que ha sonado? ¿Nos disparan? Ah, no. ¡Han abierto el portón! ¿Y ahora qué hago? ¿A dónde va Emperador? ¡Eh, Timbalero, Calcetines, esperadme!

¡Wow! ¡Cuánta gente! ¿Han venido todos a vernos? ¡Madre mía, qué rápido corren! ¡Eh, eh, aparta de ahí! ¡Quita, que te piso!! Hay tanta gente de blanco y rojo que no veo a los colegas. Ah, sí, mira, ahí está Malvavisco. Se ha resbalado en la curva esa, jeje. ¿Soy el último? ¿Cómo puede ser? ¿Y el resto? No te distraigas, tira p’alante. ¡Allí! ¡Allí hay una puerta! ¡Allá voy!
 

FIN DE LA NORMALIDAD

Beatriz Galán Goñi

El último rayo de sol se refleja en el retrovisor de su Clio rojo, arranca y comienza su carrera. En breve se ve circulando por la Avenida Baja Navarra y todo parece normal, cuadrillas comiendo pipas en la parada de la villavesa de Carlos III, una amatxo con su pequeño correteando por la acera, una pareja de ancianos hablando acaloradamente mientras cruzan un paso de cebra… Normalidad. Por fin, normalidad.
Pocas mascarillas en la calle, alguna más en las cafeterías y tiendas que desfilan por la Avenida. Las fuentes escupiendo agua en su sempiterno ciclo y las farolas de toda la Avenida anunciando los diversos actos de los días venideros.
De pronto, un gusano encoge su estómago, los ojos se le entornan al caer en la cuenta que mañana es día 6 de Julio en Pamplona, que las calles volverán a vivirse en blanco y rojo, que el agua de las fuentes cambiara de color y que la música sonará por cada rincón de la ciudad. Y el chupinazo.
Que los niños y las niñas volverán a encogerse con los gigantes y a huir de los kilikis, las cuadrillas bailaran con las charangas. San Fermín con su capote… Y se acabará la normalidad.
 

SALVADORES

Begoña Riveiro Esteban

Tras de mí viene el airado toro, alzando la cabeza al vuelo y bufando para sí.

«Clack, clack, clack» restallan sus pezuñas.

Me detengo un segundo, rezando para que el animal pase de largo y me deje, acobardada pero ilesa.

Siento que me tiemblan las piernas y, al mismo tiempo, sé que el astado ha clavado la mirada en mí.

«Clack, clack, clack»

Así que, sin poder apartar la vista de la bestia, busco, casi a ciegas, asierme a la primera valla que tenga la fortuna de encontrar.

Es inútil, el toro me pisa los talones y ahora lo tengo cara a cara.

«Clack, clack, clack»

Los segundos se estiran como una goma de mascar.

Creo que me voy a llevar una buena sacudida y no sé lo que me pasa por cabeza.

Pido auxilio.

De pronto, de la valla de madera surge una brazo salvador que me aúpa y al que luego se juntan otros cuantos.

Sus nombres los aprendí después, cuando ya estaba a salvo; Jaime, Andrea y Tania. En aquel entonces desconocía que nos haríamos grandes amigos o que seguiría repitiendo al año siguiente.

De este momento hace ya treinta años.