Archivo por días: 29 de agosto de 2022


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LEGADO

Christian Enrique Valarezo Carpio

Mientras ata los cordones, el recuerdo del padre entregándole los zapatos nuevos mientras aun retumbaba el eco del chupinazo, le hace emerger una lagrima que se desliza hasta la punta de su nariz y se estrella sobre su mano. Toma los zapatos nuevos del armario, despierta al hermano menor y se los entrega diciéndole las mismas palabras que su padre le dijo a él cuando le obsequió los suyos.
Con la bendición de la madre, caminan al corral…
En cuanto empiezan a correr, el ruido de espectadores y corredores se hace distante, apenas imperceptible, el del corazón en cambio es cada vez más fuerte. Esquivan colegas, saltan caídos, con la sangre helada, voltean cada tanto para medir la distancia entre el toro y ellos, cargados de miedo, aceleran la marcha, cruzan sus miradas y el rostro pávido de ambos dibuja una sonrisa, se separan, uno zigzaguea, otro se cuelga de la valla, se reencuentran y finalmente, todo termina, el ruido de afuera vuelve a ser ruido, el del interior disminuye, abraza a su hermano menor y le dice las mismas palabras que le dijo su padre la primera vez que corrió a su lado.
—¡Ves!, todos tenemos miedos que desaparecen solo si los enfrentamos. 

EL SECRETO DE SUS OJOS

Claudia Morales

Sabía que volvería a verlo. Después de todo, como dicen en la película, un hombre puede cambiar de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión.

Así que allí estaría él, por fin, al fin, bendito sea, el 6 de Julio del 2022, después de dos fiestas suspendidas. Y ahí estaría yo, que vengo extrañando hasta los huesos aquel ritual.

La nuestra fue una historia de demasiados. Yo demasiado escrupulosa, él demasiado casado. Sin embargo, hace 15 años que justo a las 12 del mediodía, en el momento del chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, nos buscamos, y en el secreto de sus ojos yo veo agallas, deseo, chocolates, perfume a café con canela, mudanza, pasión, hijos, amor, siempre.

Después nos colgamos el cartel de The End y volvemos cada uno a nuestras pequeñas vidas, nuestras rutinas, nuestras distancias y este eterno desencuentro.

Al final, esta era nuestra última chance. Claro que ni él lo supo ni yo lo sabía. Nos quedaron pendientes los 204 besos que no pudimos darnos, porque somos los protagonistas de un microrrelato de 204 palabras, incluido el título.

 

VOLVER A LA TIERRA

Consuelo Liberal Gorriz

Volver a la tierra

Regresaba a Pamplona solo dos días; «ahora le llaman Iruña», refería a su nieta de 14 años.
Ya habían lanzado el chupinazo y escuchaba la niña sobre el Riau Riau, “antes no dejaban entrar a las chicas” aunque ella adolescente lo hizo con amigas y no pasó nada.
Mañana con los mayores irían a misa, la procesión, las jotas, acompañando al moreno Fermín, capaz de velar por todos, en los buenos y malos momentos.
Por la tarde acudirían a la plaza, la feria del toro no sería lo mismo sin ellos; la niña no tenía buena opinión, pero su abuela le dijo” ya quisiera yo que tantos africanos fueran cuidados como estos toros”.
De pronto la nieta reconoció a su amiga Nuri acompañada de sus padres y aquello fue el inicio de sus verdaderas fiestas. Porque las niñas no aceptaban solo ver y oír, querían participar, ir a las peñas, bailar en las calles, conocer a chicos de la tierra, observar y disfrutar.
Acordaron abuela y padres que les explicarían lugares a visitar como las calles Jarauta, Estafeta, Navarrería, San Nicolás, Mayor, Sarasate…y a las 21 horas en el estanco de la plaza de toros.
Casi puntuales llegaron, sonrientes, gozosas.