Archivo por días: 6 de enero de 2023


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

SACRIFICIO

Miguel Salvador Muñoz

Desde la ventana observa con admiración el gentío en medio de los astados. Aun en la distancia acoge como propias sus emociones. Pero este es su año. Por fin ha acumulado el valor necesario, por fin ha arrinconado sus miedos bajo un tupido velo de coraje. Se enfunda el uniforme de la fiesta: camiseta y pantalón blanco, fajín rojo anudado a la parte izquierda y el pañuelo del mismo color enroscado en su cuello.

Escucha el cohete, los animales salen en estampida, empieza a correr. A pocos metros de las reses el peligro es difuminado por el orgullo. Es una sensación de libertad nueva para él. Pero a poca distancia un mozo tropieza y cae, un cornúpeta frena su carrera, ha olfateado carnaza y sangre. En un segundo toma la decisión, está grabado en su memoria, “proteger al humano”. Interpone su cuerpo entre el joven y el animal, este le hace caer y ya en suelo arremete contra él sin piedad. Sus sensores y servosistemas son demolidos, su armazón queda destrozado. Rápidamente los sanitarios van a socorrerle. Les agradece la presteza, pero antes de perder la conciencia pide que venga pronto un ingeniero de control, o en todo caso su cibernético de cabecera.
 

TODO UN AS

Miguel Angel Magallón Ansón

Antes de empezar la corrida, en el día grande de San Fermín, la cuadrilla me pidió que contase, una vez más, la historia de mi vida. Yo les dije que mejor en torno a una mesa con unos vinos y unas cartas, así que nos sentamos en el Kiosko bar, en plena plaza del Castillo, y ya con la lengua dulce, comencé así: «Aunque siempre fui el rey de la casa, en mi familia no sobraba el oro, más bien faltaba, por eso me hice “sirlero y espadista”, había que salir pa´lante!. Pero el negocio no fue bien y pronto me trincó la policía. Ese mismo día me cantaron las “cuarenta” por llevar veinte copas y una papelina de “caballo”! El agente me dijo que yo era un verdadero “as” pero que me quedaban «las diez de últimas» para estar ante el juez. Cuando lo estuve, yo alegué mi mala suerte, mi arrepentimiento y la condena fue suave, porque además a la jueza le lancé un pícaro guiño de… !guiñote!

 

DOBLE CARRERA

Miguel ángel Cordente Triguero

Es sabido que el amor tiene extremos y quien perdura en ellos muere solo.
Yo los habité durante los años que fui guía de escalada en el Pirineo navarro. Mi humor era irascible, mi mirada rota, mi voz semejaba una sentencia.
Un fin de semana acompañé a un grupo de pamplonicas hasta el monte Anie. Al iniciar la pequeña escalada una mujer de mediana edad y ojos grises soltó el clavo de agarre, se sujetó a la piedra indebida y provocó un alud. Grité, corrimos perseguidos por la avalancha de rocas, tropezando, cayendo, hiriéndonos. Cuando recuperé la respiración bronqueé a la mujer con todas mis blasfemias. Ni sus lágrimas me acallaron.
Cuatro años después acudí junto con unos amigos a las fiestas de San Fermín. Cantamos, bebimos, bailamos y reímos esperando el primer encierro.
Al llegar a la calle Mercaderes un Mihura pareció atravesarme por la mitad. Ignoro el tiempo que estuve en la calle. Solo sé que, en la ambulancia, una mujer de mediana edad y ojos grises, me vendó con cuidado, dio entrada en mi cuerpo a sangre nueva. En su voz no hubo bronca, solo cariño y ánimo.
¿A quién le extraña que me enamorara?