XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín
MIRARIA
Oscar David Medina Aguilar
La señora Consuelo, su vecina, vio a Pedro Romero salir de su apartamento el viernes por la mañana. Era el séptimo día del séptimo mes. Hay quienes describen su desaparición entre fulgores divinos y melismas angélicos. Otros, los más escépticos dicen no haber visto nada, no haber oído sino la algarabía de hombres y bestias horadando las calles. El caso sería más sencillo si el encierro hubiese transcurrido sin contratiempos. Toda empresa policial resultó infructuosa: nadie conocía su paradero y nadie pudo explicar el origen del séptimo toro. Se sabe que Pedro presenció el chupinazo la tarde anterior. Algunos de sus conocidos dicen que asistió fervorosamente a todos los eventos posteriores, acompañando al santo hasta las últimas consecuencias. Otros allegados han confirmado que no era un tipo particularmente religioso y que esa tarde lo vieron bebiendo en los bares del centro. Cuando se abrieron las puertas a la mañana siguiente, Pedro se encontraba entre la multitud, junto a los seis toros y los seis cabestros. Una vez en la plaza, los espectadores parecían consternados. Sin embargo, los toreros, aupados por el fuero y fuego del arte, lidiaron en la tarde los siete animales. Una lluvia torrencial azotó Navarra hasta entonado el «Pobre de mí».
SUEÑO DEL 6 DE JULIO
Oskar Gutierrez Lanz
La mirada de Mikel aquella noche del 5 de julio en las murallas de Iruña, se perdía en las voces y recuerdos de dos años atrás. Recordaba cuando casualmente conoció a Oihane, una chica de Bilbao con la que pasó una inolvidable tarde y noche de aquél 6 de julio. Ellos, se perdieron de sus respectivas cuadrillas en las txoznas. Bastó una mirada para que sus ojos se entrelazaran en brillos llenos de deseo. Oihane: ¿Vamos a ver la fiesta? -preguntó Mikel
La magia de Jarauta y sus peñas, la música llena de colores y olores, las multitudes con sonrisas pegajosas, los fuegos artificiales bailando con las estrellas, idiomas y versos alocados, txistularis y gaiteros recordando tiempos ancestrales, descansos entre miradas y besos de juventudes ansiosas, fueron muchas de las intensas horas vividas por la pareja.
Mikel: quieres que el año que viene quedemos el dia seis a las seis de la tarde en el mismo sitio que nos conocimos?- preguntó Oihane antes de montarse en el bus de regreso.
¡SIII!!! -contestó Mikel antes de juntar sus labios para sentirla por última vez.
Mikel, seguía con la mirada perdida en la preciosa luna llena de aquella noche, buscando la esperada señal de San Fermín.
ANCLADOS.
Osvaldo Andrés Suárez Slúsar
Hígados fuertes, corazones contentos. Extremas borracheras. Gritos, cánticos, aplausos de gente (de la buena). Las almas se consagran. De San Fermín… al Mundo. ¡Marea embravecida!
– ¿Mar rojo?
– ¡Chupinazo!