Archivo por meses: febrero 2023


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

108 SEGUNDOS

Sonia Lestado Matute

El primer encierro del 2022 fue el más rápido en la historia ,me contaba mi abuelo emocionado.Me gustaba escucharle cuando
me hablaba de la gran pandemia de su juventud y de los dos años que no se pudieron celebrar los San Fermines.Con esa sonrisa pícara que nunca perdía ,me hablaba de aquellas fiestas como
las mejores de su vida.
Aún guardaba las zapatillas con las que corrió delante de los toros,bastante horteras pero muy a la moda de aquella época supongo ,me enseñaba fotos de su cuadrilla bailando en la Estafeta ,y todavía se acordaba del perfume que llevaba mi abuela cuando la conoció bailando en uno de los bares de San Nicolás.Ese año se batieron todos lo récords en Pamplona ,hoteles al completo,más visitas que nunca ,y la mayor marea blanca y roja que se ha visto en ningún chupinazo.Y es que ,como decía mi abuelo,aquel año
había mucho que celebrar y poco tiempo que perder. 

DÉJÀ VU

Sonia Vidal Rico

Nadie sabe a qué huele el miedo, cómo suena su voz. No hay nada más frío, más gélido que su mirada intensa y demoledora clavándose en el surco de tu espalda.
Cierro los ojos, intento escuchar el silencio acompañado del cálido abrazo de la brisa fresca y dulce de Julio que me arropa suavemente ésta y alguna noche más.
Sin prisa estudio de nuevo el ritmo de su nocturno deambular. Memorizo sus movimientos. Dibujo en mi pensamiento su lomo salvaje y bravo, su cuerpo fibrado. Imagino sus astas tomando cada curva del recorrido, intuyo su carrera, sólo con el rumor de sus pisadas.
Pienso en mañana, castas y divinos nos saludaremos, con respeto, con el mismo movimiento de cabeza de cada mañana, con mirada nerviosa de camino a esta misma cuesta. Cantaremos juntos dos veces y volveremos al mismo sitio de siempre para lanzar en silencio el último rezo al Santo rogando serenidad, pidiendo suerte y unos metros para coger toro en nuestra cita matutina.
¡Nada sabe como esta descarga de adrenalina que te seca la boca, que te funde y atraviesa, que te bloquea y estimula a la vez, justo en el instante que te engulle la manada en tu tramo del recorrido!.
 

SÍ, ME HE ACOSTADO CON EL SANTO

Susana Teruelo Pérez

Mato a mi marido cada cuatro de julio. Es la penitencia que paga por haberme obligado a casarme ese día.

Suena el despertador y una fuerza me imanta al sueño en el que estaba. Me concentro para revivirlo y me veo contra una pared blanca con un calor extremo en mi piel. Unos rizos acarician mi cuello, una voz dulce y grave me canta los sentidos. Me miran dos esmeraldas juguetonas y no entiendo nada, a mí ni me ponen los santos, ni los báculos, ni la capa roja. Pero es tan tierno y estoy tan hinchada y me dice unas cosas y…

Amanezco plena, renovada. Sonrío plácidamente mientras me restriego desperezándome felina contra la cama.
Me giro, abro los ojos y allí está mi marido. La culpa ataca de nuevo y me defiendo.

– Lo siento cariño. Sí, me he acostado con Fermín.
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

TRES GENERACIONES

Silvia Asensio García

Se acerca San Fermín. Apenas quedan unas horas para que comience el Txupinazo. Este año es especial porque por primera vez su nieto participará en los encierros y no precisamente desde la barrera. Tres generaciones unidas bajo un mismo deseo. Se siente orgulloso.
Ha intentado mantenerse en la mejor forma posible, pero sabe que este será el último en que recorra esos metros. Se acuerda en ese momento del pañuelo rojo que le bordó su mujer (ella ya no está) y que ha llevado en tantas ocasiones. Está lleno de risas, de recuerdos, de vida.
Lo devolverá a esa caja en la que ha permanecido casi cuatro décadas, esperando el siguiente y que solo verá la luz para enseñárselo a sus biznietos. Entonces, se le ponen los ojos tristes pensando en el “Pobre de mí”.
 

PRÓXIMO PIQUETE

Silvia Oller Jurado

Tres minutos antes de las doce digo: “Gora San Fermín”, y tengo todo preparado para que a en punto estalle el chupinazo de mi olla a presión. La multitud de alubias ahí congregadas están exultantes porque han cogido el toque rojizo del pimentón y esperan la alegría que alcanzará a todos los comensales. Somos seis y pronto llegarán.
Esperando a todos siento la añoranza de no estar en la plaza Consistorial donde todo el mundo se siente feliz y lo comparte, y desde la distancia mi corazón trepida con ellos, pero me contento con compartir este día mágico con los míos.
-¡Pero, Mira por Dios, hoy me van a dar la comida, pues todos se retrasan! ¡Qué poca puntualidad!
– El año que viene les darán por saco a todos. Decidido, me tomaré el día de huelga por San Fermín.
 

VOLVERÉ

Sonia Segur Velaz

Detrás de aquellos ojos asomaban unos dientes blancos y una nariz risueña, que tras casi dos años con la mascarilla no había vuelto a ver. Fermín había crecido mucho. Ya tenía siete años! Corría como desbocado detrás de los cabezudos y los kilikis después de tanto tiempo sin verlos. Era un sueño hecho realidad. La gente reía y disfrutaba. Cuando de repente Fermín se paró y en el cielo un estruendo nos recordó que ya había empezado hoy era 6 de Julio. San Fermín!!! Los pelos de todo mi cuerpo se erizaron. 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ESTAFETA

Sandra Claros

– Esto- pidió el extranjero.
– ¿ estofado de toro ¿ – se acercó la vendedora al celular del mochilero rubio, de ojos azules y una morilla en la cabeza.
– Si. Uno – elevando el dedo índice.
– Muy bien, ese platillo es típico de esta fiesta.
– Yo gustar fiesta – moviendo los brazos y las piernas, bailando solo.
La vendedora le entrega la comida.
Pero el no la recibe.
Más bien, le ofrece la mano a la vendedora.
– Bailar.
Sorpresa, la vendedora lo mira.
El, sonríe.
Ella, guarda la feria del día en su bolso.
Y pone el plato de comida sobre el carrito cubierto con una lona.
Aceptando la mano del extranjero, salen a bailar las melodías de la Biribiketa de Gainza, junto a alguacillos saltarines y mulillas enmascarados.
Cruzaron la calle Estafeta, sonriendo y de manos dadas, siempre bailando y festejando ese encuentro fortuito y predestinado por el plato de comida
más feliz de toda la fiesta de San Fermin.

 

SAN FERMÍN CON LOS CINCO SENTIDOS

Sebastián Barranco Ledo

El mozo conoce de memoria su tramo favorito de encierro. Lo recorre a diario, hasta el portón del callejón, aunque incluso los adoquines se sienten distintos por sanfermines.
Mientras estira los miembros, su fino oído percibe a lo lejos la detonación del cohete. Un instante después, siente la onda expansiva, amortiguada por la aglomeración de los cuerpos.
Termina el calentamiento concentrado, como dejándose mecer por la caricia de los primeros pañuelicos y fajas a la carrera, aunque el rebaño está lejos todavía.
Atravesando la penumbra del callejón, el mozo huele el miedo de los corredores, que respiran aliviados, al ver de nuevo el azul del cielo.
Un grito, ahogado al unísono en las gargantas del público, le avisa: un toro rezagado sale del callejón y enfila directo hacia el mozo.
La reverberación del suelo, al batir el albero en su primera embestida, indica al mozo cuándo hacer el quiebro. Después, se tira al suelo, y saborea la oleada acre que le pasa por encima. Los pastores, al quite, evitan que el lance vaya a mayores.
En Protección Civil, alguien presenta su dimisión. Por mucho arte que haya tenido en el recorte, es imperdonable que se haya colado al encierro un corredor ciego.  

PATRIMONIO EMOCIONAL

Sergio Asensio Martínez De San Vicente

“Es la jooota de tu Navarraaaa, Fermín benditooooo…”

Ha pasado demasiado tiempo. El público, silencioso y expectante. Demasiados días y meses sin experimentar “eso» tan especial. Las lágrimas, por fin, afloran, y una sensación de comunión, de plenitud, hace acto de presencia. Se trata del momento álgido, sublime, de la procesión del día 7.

Emociones. Todo se basa en una cuestión emocional. Porque para eso estamos aquí. Para sentir.

Unas horas antes, el 6 a las doce, los sanfermines comienzan con una explosión, un estallido que da comienzo a 204 horas de fiesta ininterrumpida, sensaciones desbordadas y éxtasis puro. Pamplona se convierte en el centro del Universo. 204 horas a lo largo de las cuales, sus habitantes se transforman, sacan lo mejor que llevan dentro, acogen a quienes llegan del extranjero, e incluso, ¡hasta saludan al vecino! Increíble. Por algo Ernest eligió esta Fiesta para su primer gran éxito editorial.

Del primer instante al último. Del txupinazo al “pobre de mí”. 204 horas en las que el santo morenico nos guía, cual conejo blanco, a su particular país de las maravillas; ese lugar que una vez visitado, te cambia para siempre. Es un sueño del que ya no quieres despertar.

Es tu patrimonio emocional.

 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

¡¡SE ACABÓ LA FIESTA!!.

Sagrario Zueco Eneriz

Logramos vencerlos a todos, ponerlos al límite, desplegamos nuestro poder y fuimos conquistando la ciudad. Les inculcamos un terror atávico que vació las calles y cambió su forma de vida. Los aislamos, los condenamos a condiciones extremas, los matamos sin compasión.
Secuestramos durante años la magia y la pasión de este escenario universal y a cambio llenamos de silencio y de dolor sus calles antaño bulliciosas.
Todo terminó de golpe: el seis de julio, ningún cohete estalló en el cielo, ningún toro venido de lejos corrió por el asfalto, ninguna campana repicó en el cielo, San Fermín fue condenado a la soledad de su capilla. La ciudad desierta sustituyó la música y el espectáculo, por el horror al prójimo. Desaparecieron de un plumazo almuerzos, meriendas en la plaza, fuegos artificiales, conciertos, ferias, alegría y calor…
Pero la situación cambió. El enemigo fue recuperando posiciones y nos doblegó a marchas forzadas a base de ciencia, mientras nuestros efectivos eran mermados sin remedio en una lucha encarnizada.
Abandonamos territorio enemigo, pero esto no ha terminado. Volveremos camuflados en otra temida variante que recordarán.
Mientras tanto, disfruten del momento, retornen a la vida, a la fiesta, al blanco y rojo de esta Pamplona universal que fue nuestra.
 

¡INEFABLE!

Sagrario Loinaz Huarte

En la residencia de mayores Casa de La Misericordia de Pamplona, Patxi ojeaba el periódico y leyó “ XIV Certamen Internacional De Microrrelatos de San Fermín”.
Cerró los ojos y navegó por sus Sanfermines de antaño…

Chupinazo… pañuelo rojo… emoción… encierro… peñas…toros… almuerzos… Riau-Riau… plaza de toros… kilikis…ambiente…fuegos artificiales… alborozo… astados… sensaciones… La Pamplonesa… Comparsa de gigantes y cabezudos… Taconera… zaldikos… Ciudadela… cabestros… pastores… pasodobles… teatro Gayarre… encierrillos… pinchos en el casco viejo… gaiteros… txistularis.. .procesión de San Fermín… Plaza del Castillo… ambiente festivo… jolgorio… alegría… rojo y blanco… magras con tomate… Plaza Consistorial… Plaza de Los Fueros… comidas con los amigos… Vals de Astrain… conciertos callejeros… Paseo Sarasate… Dianas por las calles… Cuesta de Santo Domingo… Mercaderes… Estafeta… mozos… mozas…
pastores… churros con chocolate… chistorra… caldico… amistades… corralillos… tómbola… barracas… Muralla de Pamplona… Teatro Gayarre… Café Iruña… Baile de La Alpargata… jotas navarras… bailes de La Plaza del Castillo… cubos de hielo y merienda… Media Luna… partido de pelota en el frontón… cántico a San Fermín… Pobre de mí…

-¡Patxi! ¡Patxi! ¡Es la hora de la partida al dominó!
-INEFABLE-dijo Patxi murmurando.
-¿Qué dices?
-Estaba pensando -comentó Patxi con una enorme sonrisa- lo difícil que es resumir Los Sanfermines en 204 palabras.

 

MECHA

Samuel Casado Vidigal

Sonó el primer txupinazo por aquellos lares navarros. Creó que corría el año 1931 y mi abuelo Julián que era amigo de Juanito Etxepare, me llevó a ver aquel cohete que, según él, haría historia.
Aún recuerdo aquel estruendo, como si me fuesen a explotar los oídos. Aún recuerdo como mi abuelo sonreía con lágrimas en los ojos cuando se lanzó.
Mi abuelo y yo seguimos yendo los siguientes años a ver a Juanito. Después de la República, la cosa se torció, el abuelo murió, no volví a ver a Etxepare y mi mecha se consumió.
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

CHUPINAZO

Rubén álvaro Lorenzo

Aquellos algoritmos serían su salvación. Se sabía ya, por todo ese humilde barrio, que los Servicios Sociales los usaban para determinar las ayudas tan necesarias, y tan lejanas a su vez. Pero también, serían su perdición. Con su autoestima a nivel del suburbano, su última estación siempre era la taberna de la plaza. Al salir de la misma, en la noche cerrada, avanzaba serpenteando calle abajo hacia su portal. Pasos que eran, obviamente, inestables. Serían esos imprecisos cálculos los que le hacían llegar a su nido. A veces, incluso pasaban horas…
De repente, se despertó con el sonido del chupinazo de San Fermín. Se levantó de la cama, tal y como cayó en la madrugada anterior de luna llena. Y al llegar al espejo, se vió que seguía con la ropa del día anterior. Fue el chupinazo de su nueva y mejor vida. 

EL ÚLTIMO ENCIERRO

Rubén Navajas Bonafaux

El temblor comienza en cuanto me miro al espejo. Me acabo de duchar y ya me he vestido como debo: pantalón y camisa blancas, pañuelo y faja rojas. Es el ritual. Y una vez más, el miedo se apodera de mí. Como cada año, como cada 7 de julio, estoy seguro de que éste será mi último encierro. Aprieto el puño sobre el periódico enroscado, y de alguna manera se mitiga el espasmo.

Salgo a la calle. Es una mañana fresca, pero ya luce el sol. Me dirijo a la cuesta de Santo Domingo, al igual que otros mozos que veo a derecha e izquierda. Van sonrientes, confiados, seguros de sí mismos. Yo no, cada metro que avanzo es un paso hacia lo inevitable. Si me dejara llevar por la razón, daría media vuelta y acabaría con el problema, con mi problema. Pero una fuerza indefinible me lleva hacia mi destino. Se acerca el momento. Los mozos se concentran bajo la hornacina de San Fermín. Y yo soy uno más.

Nunca he sido creyente. Pero cada 7 de julio, cuando sé que voy a encarar mi último encierro, me dirijo al santo patrón para implorar su ayuda. Por si acaso, por si acaso… 

POBRE DE MÍ

Sacha Emanuel Mársico César Leston

Para julio, Cohn siempre se venía con la depresión. “No puedo soportar la idea de que mi vida se va con tanta rapidez y yo no la vivo realmente”, decía, y la respuesta es sabida: solo los toreros son quienes viven realmente. Así que hacía lo más cercano, yendo al encierro de los Sanfermines.
Por ocho días era una delicia verlo doblar por la calle Estafeta: corriendo se despertaba, cogiendo toro se sentía mejor, siendo revoleado por los aires era una persona nuevamente. Las heridas de su costado eran heridas que lo sanaban y yo sabía que él, por un tiempo, estaría bien.
Cohn era mi amigo, podía sentir lo que él sentía. Éramos la Generación Perdida, no nos entendíamos a nosotros mismos, ahora lo sé. Por ello, cuando todo terminaba, inexorablemente las lágrimas le acudían y yo lo acompañaba, con todos los demás, a repetir: “¡Pobre de mí, pobre de mí, que se han acabado las fiestas de San Fermín!”