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XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

CARTA A LOS SANFERMINES: SANFERMINES A LA CARTA

David Torres Palacios

Esperados Sanfermines:

¡-
Seis!
Ilusión.
Blanco y ro-
jo. Almuerzo.
Amigos. Reen-
cuentros. Tu-
multo. Ale-
gría.
Pañueli-
cos. ¡¡Chupi-
nazo!! Desenfre-
no. Saltos. Vino. Pam-
plonesa. Ropa rosada. Pelos
envinados. Riau-riau. San Lorenzo.
Vísperas. Encierrillo. Plaza del Castillo.
Quisco. Gaitas y txistus. Torico fuego. Bo-
cadillos. ¡Fuegos artificiales! Calles pegajosas.
Siete. Calles relucientes. Madrugón ¿trasnochón?
Sueño o resaca. Dianas. Feria de ganado. ¡Primer
encierro! Bulls! Emoción. ¿Caídas? Buenas carreras.
Vaquillas. Churros. Mañueta. ¡Gigantes y cabezudos!
Procesión. Dantzaris. Misa San Fermín. Catedral. Momenti-
co. Mulillas. Primera corrida. ¡Sol! Sombra. ¡Juerga! Silencio.
Tendido plaza. Bebida. Comida. Toros. Toreros. ¡Salida peñas!
Ocho. ¿Corneado en Santo Domingo? Tómbola. Terrazas. Apar-
tado. Vermú. Maisonnave. ¡Pinchos! Juegos infantiles. ¿Dos ore-
jas? ¡Barracas! Noche, calles y bares llenos. ¿Kalimotxo o cerveza?
Amistad. Besos… Nueve. ¿Tres trasladados por contusiones?
Herri kirolak. Café Iruña. Hemigway. Labrit. ¡Partido pelota!
Conciertos. Diez. Ocho de la mañana. Cántico San
Fermín. Nervios. Periódicos. ¡Pum! Dos heridos por
asta. Nuevo Casino. Baile alpargata. Sorbete limón.
Gazteleku. Jotas Sarasate. Juegos infantiles. Once.
Caída de dos toros en Mercaderes. Día niños. Ofrenda
de flores. Espectáculos. Doce. Taconera. Puestecicos. Choznas.
Trece. Día mayores. Bonjour! Catorce. ¡¡Miuras!! Últimos
encierro, churros, vermú, corrida… Velas. ¡Pobre de mí!

P.S. Encierro de la villavesa.

 

DELICIAS EFÍMERAS

Dayhanne José Ureña Peralta

Perdido entre el laberinto de las calles de Pamplona, lo encontré. Recuerdo aquel instante perfectamente. Solo un instante, un fugaz instante que no cambiaría por todos los instantes que he vivido. Un giro inconsciente… y sus pupilas se estrellaron como un misil contra las mías. Así perdí la ceguera que se posaba sobre mis hombros. Y en la belleza de sus ojos encontré la chispa divina que tanto anhelaba. Y se detuvo el tiempo. El júbilo de la multitud, los encierros, los fuegos artificiales y el resplandor de su mirada iluminaron mi ser. Y recuperé la fe. Me arrodillé para agradecer a Dios por crear el mundo y por darme siete increíbles días de celebración. Juré mantener viva la llama recientemente encendida en mi interior. Sentí que Jesús, desde lo más alto del cielo, había instaurado bajo el cielo estrellado de Pamplona una muestra de aquel famoso reino que no era de este mundo. Entonces prometí ir a los Sanfermines el resto de mi vida. Y así, fugazmente, como acto de magia, siete días se fueron volando del mismo modo que los encontré: todo fugaz, todo rápido, todo se diluyó en la inmensidad dejándome con la miel en los labios hasta el próximo año. 

SAN FERMÍN

Delia Beatriz Chinellato

Escribiría un romance, esta tarde, a San Fermín. Pero prosa se me pide y prosa se hará hasta el fin. Es que da para un poema la gran fiesta de Pamplona que, con roja algarabía, el loco entusiasmo, acciona.
Cuando el cohetazo estridente da comienzo a la jornada, gigantes o cabezudos pueblan las calles y plazas. Los tíos más animados en aquella fuente saltan, pero ninguno se olvida que a San Fermín se le canta.
En el encierro, los toros, corren tras las multitudes. Y en la plaza, los toreros lucen magnas aptitudes A mí la euforia me invade, ya no puedo contenerme…Mi frenética emoción redacta como demente.
¿Es esto poema o prosa? Me planteo la pregunta. Pero, la respuesta, no hallo, en mi raciocinio, oculta. Tampoco es un buen romance porque no mantiene rima ni respeta en su extensión la correcta preceptiva. Mezcladas con asonancia van algunas consonantes y no leo en cada línea, un verso, como es la clave.

Entonces pido disculpas por prometer una prosa y, sin embargo, exhibir esta delirante cosa.
¡Ah… cómo quisiera ser ese Hemingway vehemente (*) que describió con detalle EL SAN FERMÍN y su gente.

(*)Referencia a “The Sun Also Rise» – Ernest Hemingway.
 

LAS SIETE PALOMAS

Delia Rosa Troccoli Y Quiroz

Las siete palomas
Ellas se encontraban en lo más alto del techo de chapas verdes, la tranquilidad y el silencio del lugar, aletargaba el latir de sus diminutos corazones, sus vidas aburradas se reflejaban en sus tristes miradas.
En un acto de sublime amor: cada ángel arrancó una de las suaves plumas de sus blancas alas para vestirlas de gala.
Poco a poco, pluma a pluma, se veían cada vez más hermosas, tal experiencia fue invadiendo sus moradas de inusitada alegría.
Todas unidas en algarabía preguntaron:
—¿A qué se debe tal prodigio para con nosotras? —desde lo alto, se oyó la voz del Espíritu Santo:
—ustedes nacieron hace dos años y les tocó vivir la primera y tercera parte de sus vidas, en triste silencio, ¡alégrense! porque mañana será un gran día: Pamplona se vestirán de fiesta, Verán a muchas personas con ropa blanca y pañuelos rojos, celebrando la maravillosa y espectacular fiesta de San Fermín. Ustedes lucirán más blancas y bellas que nunca, aunque la mayoría de los concurrentes, estarán alborotados, disfrutando de la fiesta y solo unos pocos eleven sus miradas al cielo, ellos las verán en majestuoso vuelo, llevando el mensaje de amor y paz, que el mundo tanto necesita.

 

SAN FERMÍN DAME TU BENDICIÓN

Dely Mile Domínguez Perez

Pobre de mí. Pobre de mí. Pobre de mí. Me digo a mi mismo una y otra vez mientras me hallo con el montón de toros y cabestros esperando ir al matadero, porque creo que es eso, los rumores no apuntan sino hacia la muerte. Escucho a lo lejos la algarabía de los animales de dos patas y resoplo largamente. Los demás toros no entienden, y los cabestros ni se digan, aquellos arrodillados del carajo creen que vamos a desgarrar a los desgraciados de dos patas con algunas cornadas, pero estoy seguro que no, o sí, una que otra cornada si tenemos suerte, pero ¿luego qué? Vuelvo a resoplar, algo me rasca en el lomo y en la grupa y choco con el toro vecino que me devuelve el empujón sin pensarlo, bueno ¿acaso piensa? Los minutos pasan y escucho un estallido que nos coloca histéricos, las puertas se abren, los cabestros nos dirigen, qué más da, tras ellos, otro estallido para ponernos los nervios más de punta y a lo lejos los animales de dos patas se encuentran eufóricos y exaltan a grito herido a un tal san Fermín, quizás deba hacer lo mismo: ¡San Fermín dame tu bendición! 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

ODA

David Martínez Jordán

En las calles de Pamplona, la algarabía se despierta con el alba. El patrón de la ciudad, engalana sus ropajes para recibir alegremente a los corazones ansiosos de emociones. En su honor, una fiesta desbordante de vida y pasión se despliega como un lienzo de colores vibrantes.

El sol se alza tímido sobre las montañas, y los primeros rayos acarician las piedras antiguas. Las campanas suenan, y los sueños se despiertan en cada rincón. Los danzantes recorren las calles, sus zapatos pisotean con fuerza la tierra, marcando el compás de una danza ancestral.

El vino fluye como el río de la vida, brindando un sabor dulce y embriagador a los labios sedientos. Los toros, majestuosos y salvajes, despiertan la valentía y la adrenalina en los corazones de los corredores. La sangre late con fuerza, mientras el peligro se cierne como un manto oscuro sobre las almas intrépidas.

Las calles, y el corazón de San Fermín laten en cada grito de júbilo. Los cuerpos se funden en una danza frenética, en la que el tiempo se detiene y los sueños se vuelven realidad.

En cada esquina, una historia se escribe. Amores fugaces se entrelazan entre las miradas cómplices, y el viento susurra secretos de felicidad.

 

LA ESPERA INTERMINABLE

David Martínez Abárzuza

Deben faltar pocos minutos. Respiro hondo y lleno mis pulmones de aire. No sirve de nada. Apenas he desayunado y los nervios tienen secuestrado mi estómago.
Ajusto mi faja y vuelvo a apretar mis zapatillas, no se si circula la sangre por mis pies pero quiero asegurarme de que no las voy a perder cuando empiece a correr.
Cada vez me sudan más las manos, doy pequeños saltos que me ayudan a liberar tensión. Estiro el cuello pero mi vista no alcanza, hay demasiada gente.
Echo un vistazo a mi alrededor buscando la mirada cómplice de mi primo Jorge. Tiene la cara desencajada, es su primera vez y se nota.
La adrenalina invade todo mi cuerpo, «¡Ya vienen!» espeta una voz. Agarro del brazo a mi primo y le grito: «¡Corre Jorge, corre!».
Mirada hacia el frente, intento hacerme un hueco entre la gente. Recorro unos metros y me echo a un lado mientras veo como me adelantan a una velocidad pasmosa.
Respiro aliviado pero veo que en la carrera he perdido mi globo de Bob Esponja.
Me reencuentro con Jorge, él no ha tenido tanta suerte. Dos Zaldikos le han rodeado y Caravinagre se ha ensañado con él. Mañana le irá mejor. 

¡TÚ, BAILAS FLAMENCO BONITO!

David Poley Vicente

¿Cómo un estallido puede ser el detonante de tantas cosas? ¡El Chupinazo! El culpable de que me vista de blanco a pesar de que todos sabemos que ese color engorda. Entre cánticos, brindis y pañuelos rojos que se anudan al cuello me doy cuenta de que va llegando la hora. Comienza a llover y los mozos miramos al cielo y agradecemos el agua que mitiga el calor. Ahora sí que estoy echo unos zorros… Iker se acerca bailando «Paquito el chocolatero» en un espectáculo bochorno que, sin embargo, me hace sonreír. Me abraza. —Tranquilo— me dice y me incita a unirme a esa ridícula danza mientras una americana grita — ¡Tú, bailas flamenco bonito! —¡Claro que sí, reina! ¡Yo bailo flamenco bonito!— Una carcajada generalizada se extiende entre mi cuadrilla y dos chavales, con cara de despistados, que intentan perrear sin éxito.
Es la hora. Camino hacia la estación bajo la lluvia, que vuelve a arreciar. Antes de llegar unas manos me tapan los ojos. Me giro y me abraza. —Hoy es nuestro quinto aniversario, amor —. Sonrío y noto que mi chico australiano ya casi no tiene acento. —Feliz aniversario, cariño. ¡Viva san Fermín! 

«EL ENIGMA DE LAS SOMBRAS: LA LEYENDA DE SAN FERMIN»

David Romeral Campayo

Durante las fiestas de San Fermín, un grupo de amigas decidió aventurarse por las estrechas calles de la ciudad, invadidas de emoción y entusiasmo. De repente, se toparon con una anciana cubierta por un lúgubre manto, que les advirtió sobre un toro maldito que recorría Pamplona por las noches.

Ninguna de ellas la tomaron en serio y continuaron su marcha para unirse con otros en la celebración. A medida que la noche avanzaba y la multitud comenzó a dispersarse, el grupo sintió un escalofrío, mezclado con un terror inexplicable, al oír cercano el bufido de un toro en la oscuridad.

Recordaron la advertencia de la anciana y corrieron aterrorizadas a buscar refugio.

En su huida, se toparon con la capilla de San Fermín. Sin pensarlo, entraron y se arrodillaron para rogar por su divina protección.

Afuera, el toro maldito bufaba y golpeaba furiosamente la puerta de la capilla. De repente, cuando el astado se disponía a entrar, una silueta brillante del Santo apareció frente al grupo.

El toro fue ahuyentado mientras todas observaron asombradas y agradecidas. Desde aquel día, cada 7 de Julio, las amigas comparten su historia de terror y milagro que las salvó, recordando a la anciana que nunca volvieron a ver.
 

UNA HISTORIA PARA RANAS.

David Martin Roca

Abandonó ese lugar del mismo modo que había llegado, sobre un cubo tirado por cuatro gaviotas. En su maleta llevaba un perrito de peluche. En una vieja caja de sombreros, la fuente del sapo. El piano nevado cabía entre dos carpetas, y los sofás se los metió en el bolsillo, junto a un robot que decía «abrazos gratis». Nadie fue a despedirla, aunque durante tres días se había quedado esperando en la puerta. Obedientes, las gaviotas amaestradas levantaron el vuelo, y cuando miró atrás pudo ver por última vez, la casa nevada, desvaneciéndose en la niebla.
Ya no estaba. La casa, el prado, la nieve, las palabras. El viento tambaleaba el cubo o era ella que temblaba. Descendió hasta el mar, desató a las gaviotas y se quedó allí, flotando. No era un mal final para la historia, pensó. Quedar a la deriva, perderse, hundirse. Acaso dormir bajo las olas. Pero había un problema. Si se hundía ahí, todas sus cosas desaparecerían con ella. El piano nevado, la fuente del sapo, el perrito de peluche, una foto de ella disfrazada en un cumpleaños. Si todo iba a desaparecer… ¿para que se había molestado en hacer las maletas?
Decidió que viviría. Y vislumbró una isla.  


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

135 SEGUNDOS

Daniel Azon

Pamplona.
Corral de Santo Domingo.
7 de julio, ocho de la mañana.
Disparan el primer cohete.
Tiran del cerrojo.
Se abre la puerta.
Salgo en estampida.
Me siguen mis cinco hermanos.
También, seis cabestros.
Encabezo la manada.
Enfilo la cuesta de santo Domingo.
Oigo un segundo cohete.
Me encuentro con los mozos.
Momentos de tensión.
Primeras caídas.
Atravieso la plaza consistorial.
Entro en la calle Mercaderes.
Ruido ensordecedor.
Nervios a flor de piel.
Mozos de blanco y rojo.
Corren a mi alrededor.
Mucha gente mirando.
Curva de Estafeta.
Me resbalo y caigo.
Impacto contra las tablas.
Me adelantan mis hermanos.
Me quedo atrás.
Agarran mis cuernos.
Me vuelvo hacia los corredores.
Los embisto.
Volteo a un mozo.
Lo empujo hacia el vallado.
Tiran de mi cola.
Gritos y gritos.
Golpean mi testuz.
Me reincorporo.
Me adelantan los cabestros.
Alcanzo la curva de Telefónica.
Entro en el callejón.
Sorteo a algunos mozos.
Irrumpo en la plaza.
Gran ovación.
Suena un tercer cohete.
Cruzo el ruedo.
Sigo a los cabestros.
Capotes y dobladores me guían.
Llego a los chiqueros.
Se cierra la puerta.
Lanzan el cohete final.
8 horas, 2 minutos, 15 segundos.
135 segundos.
135 segundos de emoción.
 

«A GRITO DE ¡VIVA SAN FERMÍN!»

Daniel Montesinos Cuenca

En lo profundo de Pamplona, ciudad vibrante de Navarra, la celebración en honor a San Fermín desata una explosión de alegría y tradición. La Plaza del Ayuntamiento se convierte en el epicentro de las festividades, donde las peñas danzan al al son de txistus y gaitas, preservando el valor cultural de la región. El estallido del Chupinazo marca el comienzo de nueve días de júbilo desenfrenado, con calles engalanadas en rojo y blanco, símbolos de pasión y pureza festiva.

Los encierros, momento cumbre de valentía y tradición, llenan las calles adoquinadas de emoción. Toros poderosos y corredores valientes desafían al tiempo y la adrenalina en una carrera arriesgada. Es un rito ancestral muestra de valor y temple.

La festividad también abarca la fe, con una solemne procesión que recorre las calles. La suma devoción se mezcla con la alegría, honrando el legado del patrón y su influencia en la comunidad.

San Fermín, patrón de Navarra, une a las personas en un abrazo fraterno, tejiendo lazos de unidad y orgullo alrededor de su celebración. Las tradiciones arraigadas, el valor cultural y el espíritu festivo se entrelazan en una experiencia única. La fiesta deja recuerdos imborrables de días llenos de pasión y arraigo en cada corazón. 

RÉGIMEN DE VISITAS

Daniel García Rodríguez

Le costaba un esfuerzo sobrehumano, pero tenía que levantarse para llevarla al parque de la Runa. Una semana al año fue todo lo que pudo conseguir su abogado. Si además la semana coincidía con los Sanfermines, apenas la vería unos minutos al mediodía, arisca y resacosa. Quizá la juez habría sido más generosa de haber conocido el diagnóstico del oncólogo, aunque tampoco supondría mucha diferencia frente al móvil y las botellonas. Era mejor para todos guardar silencio y abandonar la lucha por retrasar lo inevitable. Aun así, en aquella ocasión las sensaciones fueron especialmente intensas: el orgullo por volver a verla tan hermosa y llena de vida, el nudo en la garganta al dejarla en las txoznas, la vergüenza al imponerle una hora de recogida por orden de su ex mujer y no poder darle más que veinte euros, la punzada en el corazón al despedirse con un beso no correspondido, el deseo de morir al quedarse solo entre la alegre multitud, la felicidad infinita al verla regresar con dos algodones gigantes y la primera sonrisa que le dedicaba como adolescente, la firme decisión de seguir luchando para vivir esas y otras muchas fiestas junto a la persona que más amaba en el mundo. 

GARRIKO Y TXAPELA

Daniela Bartolomé Moro

La pareja yacía revuelta, muy junta, a esas seis de la madrugada. Por el pasillo se oían, siseos, rumor de agitación, pasos, algo en el ambiente era electrizante. Ela, enrojeció como una amapola al recordar, entreabriendo los ojos, la fiesta anterior. Garry, a su lado, remoloneaba sin abrir aún los ojos.
Tocan, toc-toc, ambos Garry y Ela, los ojos como platos escuchan decir: – ¡vamos rápido, hay que coger el periódico! –
Ahora sí, seguros se abrazan. Ela le rodea la cabeza y besa su boca, Garry se ciñe a su cintura en abrazo envolvente e infinito, y en un alarde feliz le dice al oído: ¡Gora San Fermín!  

CORRER POR LA VIDA

Darío Piñero Díaz

Correr, sólo correr. Cómo un flechazo de alerta dice el instinto a la mente, los músculos se tensan sacando ese extra pese a estar al límite. Correr como si una carta de libertad te esperara al final del tramo, la adrenalina brota de cada poro, combustible extra a tu esfuerzo.
El tropel de cascos y cuernos a punto de embestir son más que una razón para que tus talones vuelen devorando la carrera por la vida.
Ya casi llegas, entonces te sorprende el golpe, sientes el dolor mientras tus ojos se abren, el pecho sube y baja como un fuelle y el sudor baña tu rostro que desde el suelo ve el borde de la cama en lo alto dando casi con burla la bienvenida al nuevo día.
Fiesta, tradición, hoy comienza el encierro, voy a correr aunque esta vez no será en los brazos de Morfeo, bendito sanfermines. 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

HASTA EL AÑO QUE VIENE.

Cristina Acevedo Sanz

Marea blanca y roja, unida bajo esos colores, marea de felicidad contagiosa que sirve para olvidar las penas, brindis con botas de vino de piel de cabra, música en cada calle por la que pasas, gente riendo, abrazándose, alegría allá por donde vayas, y es que Pamplona significa magia en sus fiestas.
Una vez en la vida hay que pasear por sus rincones, sentarse en su plaza, palpar la tensión previa a la gran entrada del encierro, contener la emoción cuando aparecen esos valientes corredores seguidos de los magníficos miuras, cortarse la respiración cuando se esquivan a tan solo unos centímetros, ver esa danza en la que parecen fusionarse tanto el hombre como la bestia.
Es toda una aventura, intensa, agotadora, pero inolvidable. Y cuando llega a su fin, el momento de subirse al autobús para volver a casa, en mi caso, no pude evitar girarme a echarle un último vistazo a esa maravillosa ciudad que tantos buenos recuerdos me iba a dejar, y con lágrimas en los ojos, por la pena de que ese viaje se acabara pero con una amplia sonrisa dibujada en mi rostro, me susurré a mí misma, no es un hasta nunca es un hasta el año que viene.

7 AÑOS

Cristina Arroyo Marin

Todos los años por estas horas me llama mi madre. Todos los años la misma conversación.
– Vas a salir mañana a correr ¿verdad? Sabes que no pegaré ojo en toda la noche, una semana nerviosa y sin dormir…
– Si voy a salir, ya lo sabes, llevo saliendo desde que tengo 18 y seguiré saliendo mientras tenga piernas para correr.
– Venga va, te plancharé la ropa ahora para mañana. No salgas mucho hoy, tienes que estar fresco mañana a la mañana.
Siempre sucumbía y resignada me dejaba la ropa limpia y planchada perfectamente colocada en el sillón pequeño del salón y me preparaba un buen desayuno “no se puede correr con el estómago vacío”. Mi padre me subía el periódico. La entrega era como quien entrega un premio, y ahora últimamente, que va tirando para viejo la entrega llevaba lágrimas de emoción incluidas.
Muchas veces coincidía con mis hermanas en el desayuno, que subían a casa para estar todos juntos un rato, antes de partir al encierro. Unos a correr y otros a ver.
No entraba en mis planes tener que dejar de correr bajo ningún concepto durante 7 años. Los 7 años que me han caído por tráfico de estupefacientes.

DÉJAME QUE TE CUENTE…

Cristina Oyaga Landa

Abuelo, ¡Hoy quiero que me cuentes un cuento!
Déjame que te cuente, la bonita historia de un niño muy especial, como tú:
Érase una vez, un niño nacido en una bonita ciudad. Desde chiquitito, paseaba con sus padres por las calles de su ciudad, a la que amaban profundamente. Mundialmente conocida como una ciudad única. Todo el mundo sabía que tenía algo especial. La gente sentía devoción por su Santo, amaban su ciudad, vivían las fiestas intensamente, lloraban, reían, abrazaban… eran felices. La ciudad se vestía de blanco y rojo, vivían esos días como unas fechas de encuentro y celebración. Aquel niño, cada 6 de julio, sentía algo que era incapaz de explicar. Una sensación especial de felicidad llenaba su cuerpo de una manera única. Personas de todo el mundo visitaban su ciudad.
El niño se hizo grande, pero no conseguía transmitirlo con palabras.
Abuelo, ¿Cómo termina la historia?
Hay cosas que jamás se podrán explicar si uno no las vive… Con los años aprenderás que lo que a un Navarro conmueve, al Mundo mueve. Eres tú el único protagonista de esta historia, y debes ser ahora tú quien cuente el final de lo que yo empecé… Vamos a vivirlos, ¡Viva San Fermín!

NOSTALGIA

Daniel González Irala

Cuando en la curva el astado resbaló, Ernesto pudo meterse en los corrales y así evitar el hecho de tener que enfrentarse a la nueva tendencia, la de los recortadores que saltaban esquivando a los toros de múltiples formas evitando la necesidad de capote. Lo que Ernesto no sabía es que desde un balcón, el famoso director de cine, autor de Ciudadano Kane, le iba a echar la ceniza de su largo puro, algo que jamás le pudo perdonar el escritor, autor de «Fiesta».
Por lo demás Pamplona era una fiesta y no había machirulos que violaran a las mujeres que después verían huir a Curro Romero hacia los chiqueros, y todo porque aquel toro que resbaló se había creído quizá demasiado importante ante banderilleros y picadores.


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

PELOS DE PUNTA

Conchi Urdaniz Ruiz

Parece increíble que en un momento tu vello se erice con el sonido de un cohete lanzado desde un balcón, la primera vez me sorprendió ahora con la experiencia vivida espero el momento para ver si vuelve a pasar. Algo innato ya en mi, que parece que no va a ocurrir porque estás a otras cosas, a ver a gente, a oler a alcohol, a oir la música, a saborear el almuerzo, a sentir el roce de la piel de tu amiga junto a ti.
Me gusta esa previa pañuelo en mano para ver si mi cuerpo vuelve a sentir, a sacudirse con ese sonido, a erizarse como aquella primera vez.
Y año tras año vuelve esa sensación, salvaje, incontrolable a tu razón, vuelve a ti de nuevo y de nuevo otro año más te vuelves a sentir viva.
Vuelvo a sentirme viva en Pamplona
Viva San Fermin! De nuevo
Viva  

POR UNOS DÍAS

Consuelo Liberal Gorriz

Una vez en la vida hay que ir a los sanfermines. Si, lo pienso, lo digo y añado que, por unas horas una pequeña ciudad cambia de color, de olor, de sonido, de mirada. El rojo y blanco abre la puerta y la magia aparece: una alegría, una ilusión, unas ganas de hablar con todo el mundo. Es difícil contener la sonrisa.
Por otra parte, tienes que elegir, dudas, miras y remiras: horario, encierro, charanga, comida, bebida, toro, baile, peña, corrida, jardín, plaza, san Lorenzo, san Cernin, jota, pop…
Es abrumadora la experiencia a la vez que inenarrable; sin embargo, hay que contar, porque los cuentos, como las fábulas, nos hacen reconocernos, nos ayudan a reflexionar, nos alertan de los peligros, nos ofrecen en definitiva, un sentido a nuestra vida, mayormente tediosa pero que esconde ciertos momentos de felicidad y ahí, el capote de San Fermín hace su trabajo como nadie.
Al final, solo son unos días.  

LA MEJOR FIESTA POSIBLE.

Corina Varela

Miro el reloj.
Falta ya muy poco tiempo…la Cuesta de Santo Domingo es un hervidero de mozos -y alguna moza- con su indumentaria blanca y sus pañuelos rojos. Muchos enarbolan el periódico enrollado que los acompañará en su recorrido delante de los astados que, apenas unos metros, tras el portalón, están por salir. Cantan y piden, por tres veces, la protección al Santo…
«A San Fermín pedimos …»
Estalla el cohete. Se dispara la tensión. La multitud corre cuesta arriba y tras ellos,la torada, temible y brava.
Mercaderes, Estafeta…un gentío impresionante observa expectante el paso del encierro… Apretones, empujones, caídas, pisadas, gritos…
El peligrosísimo embudo de la entrada a la plaza…En fin, la emoción indescriptible del encierro.
Luego, por la tarde, la lidia, con la tradicional merienda de las peñas, desenfada y compartida, mientras se comentan los lances del toreo.
Ya entrada la noche, picoteo en Baluarte, mientras se ven los fuegos artificiales…
Apenas 360 días y volveré a revivirlo todo. 

PREMONICIÓN

Cris Leon Perera

Corría, mis pies apenas tocaban el suelo, mi respiración era agitada y el sudor perlaba mi cuerpo, no sabría expresar bien lo que sentía, terror, miedo,pero todo ello mezclado con placer,
mi cerebro funcionaba a tope mandando órdenes a mi cuerpo, corre, corre no mires atrás, pero mí curiosidad era más poderosa, perdí la concentración y en un momento sentí sobre mi cuello la respiración caliente y cercana de aquel majestuoso animal me giré, el tiempo se paro, sus ojos negros me miraban,sentí su nobleza y poderío me mostró sus sentimientos el orgullo con el que esperaba la señal para salir del recinto y hacer suyas las calles, aunque fuera por minutos se sentía libre poder correr y que la multitud se apartara ,en su fuero interno esperaba no dañar a nadie, que su carrera fuera limpia y disfrutarla al máximo hasta el próximo encierro pero yo me interpuse en su camino no había marcha atrás y grité como nunca había gritado pero el terror era tal que mi boca no emitía sonido alguno y entonces me desperté ,vi la maleta a los pies de la cama, con el pañuelo rojo asomando, mañana empezaban mis vacaciones, este año Pamplona, mi primer San Fermin 

LOS COLORES DE HANA

Cristian Gistain Montolio

Hana era una joven japonesa criada en un orfanato. Padecía sinestesia cromática, una forma única de percibir el mundo en la que cada emoción estaba asociada a un color en su mente. Con 25 años, decidió encontrar un sentido a su existencia, emprendiendo un viaje por diferentes países. En julio de 2023, el destino la llevó a Pamplona. La ciudad vibraba.

Hana se lanzó a correr un encierro. Al ver los toros negros galopando a toda velocidad, sintió una mezcla de temor y emoción, pero la ropa blanca de los mozos, iluminó su recorrido con un aura de esperanza y valentía. El pañuelo rojo que vibraba en sus cuellos, la embriagó con una oleada de pasión y determinación. Llegó a la plaza de toros. Sus pies pisaron la arena y entre aplausos y gritos de alegría, todos los colores que le rodeaban se fusionaron en una sinfonía emocional en su mente, mostrándole la energía más poderosa del universo, el amor presente entre personas disfrutando una pasión, una tradición.

Ahora, Hana sigue viajando por el mundo, compartiendo el amor a través de los colores de cada fiesta patronal de los lugares que visita, en forma de pequeños relatos como este.