Archivos anuales: 2024


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

MI NOMBRE ES MALIK

Víctor Manuel Balda Ruiz

Mi nombre es Malik, que en árabe significa «rey». Salí de Senegal hace ya varios meses con destino a Alemania. Me busco la vida recogiendo fruta o vendiendo zapatillas, gorras y camisetas. Ahora estoy en Pamplona, una ciudad donde todos visten de blanco y rojo. Esta mañana oí música y me acerqué; padres, madres y niños abarrotaban la calle mientras las enormes figuras bailaban unas danzas. Cuando la música cesó un hombre sudoroso salió del interior.
-Cuánto pesa? -le pregunté
-Sesenta kilos, pero no es cuestión de fuerza sino de habilidad.
Me dio la mano y nos presentamos. Se llamaba José Mari, le dije que estaba de paso y me invitó a sentarme con él en una larga mesa con comida. Comimos y hablamos. Luego nos despedimos, se metió dentro del gigante y continuaron el recorrido. Durante los siguientes días le busqué sin éxito. El último día de fiestas oí de nuevo la música. Me gusta el sonido y la melodía. En un descanso le vi salir del interior, me acerqué y nos dimos un abrazo. Luego le presenté a mi amiga Nahikari.
-Sabes? Al final me quedo en Pamplona, quiero aprender esas danzas para poder bailar algún día al rey africano. 

VOLVER

Violeta Tornero Rodríguez

Se despertó con el freno de aquel autobús que anunciaba la parada final. O quizás le sacaron de su sueño la mezcla de sensaciones que ya podía percibir desde su asiento. Volver a su amada Iruña en esas fechas siempre era exponer sus sentidos a miles de emociones a flor de piel. Pamplona olía a ese aire fresco que tanto echaba de menos los días de oficina en su nueva ciudad. Sabía a puchero de su abuela, txantxigorri y pacharán. Sentía gran emoción al leve tacto del pañuelico rojo sobre su piel. Escuchaba risas, gritos de alegría, coros de voces cantando “Uno de enero” y “Pobre de mí”. Esos días, veía la vida en blanco y rojo.

Se apresuró a salir para poderlo vivir. Corrió en dirección a la Plaza Consistorial y llegó justo a tiempo de recibir el abrazo de su familia al escuchar juntos el chupinazo, el sonido más esperado de cada año. Cuando tuvo que marcharse para encontrar trabajo, como miles de jóvenes de su ciudad, se prometió regresar cada siete de julio. San Fermín no sólo era volver a Pamplona. San Fermín era volver a soñar. 

DIAS DE LIDIA

Xabier Sancho Sanchez

Los peritos no daban crédito. El Passat familiar escoraba el centro de gravedad unos centímetros hacia un lado gracias a una navaja clavada en la rueda trasera izquierda.
«Recuerdo de Albacete»
-Joder Raúl. ¡Ni se acuerda, pero esta navaja se la regale yo cuando éramos novios!
-¿En serio? ¿Y la deja ahí clavada? Tu marido no está en sus cabales. Deberías hablar con él.
-¡No, si es su coartada! Dice que ha sido el vecino. Un manchego que se ha hecho de la peña la Única y que según él se ha radicalizado express viendo encierros en YouTube. Que entre eso, y lo del pañuelo de fiestas señalizando la sombrilla, se le ha saltado algún fusible.
-¡Madre mía! Si que es grave. Quizá este año deberíais quedaros.
-¡Ya! ¿ Y todos los informes que tengo pendientes? Pensaba teletrabajar desde la playa.
-No te preocupes, yo te los hago.
Sin saber como agradecérselo, Lidia se despidió de Raúl recordándole deberle una, y acto seguido sacó su teléfono.
Mensaje para AAjavi:
5 de Julio. Imposible conseguir repuesto. Tendremos que quedarnos.
Mensaje para Antoniovecino:
Esquiva a Javi estos días. Te lo explicaré. Solo coge el abono para sombra que hay en tu buzón y no hagas preguntas.  

CRECER

Yolanda Otazu

Estábamos viendo a los gigantes en la calle Mayor cuando me perdí. Había soltado la mano de mi abuela para acercarme más, embobado por el vuelo de las faldas al girar. Mi prima Amaia siempre contaba que, si lograbas tocar los vestidos de los gigantes en pleno baile, podías pedir un deseo y se cumplía.
Daban vueltas muy rápido y había demasiada gente. Era difícil avanzar, pero me hice un hueco. Esa tarde tocaba día de barracas con los primos y necesitaba un milagro. Había crecido mucho ese año, pero temía no fuera suficiente para poder montar en las atracciones de los mayores. Estiré el brazo y alargué los dedos hasta conseguir agarrar la tela brillante. «Quiero crecer»—pedí.
Luego, la música paró. Bajo las faldas del Rey Americano apareció un hombre sudoroso con barba. Me revolvió el pelo y me riñó por acercarme tanto mientras bailaba. Quise correr para refugiarme en los brazos de mi abuela, pero no la encontré. Pasó mucho rato hasta que apareció arrastrando a mi hermana y con cara de susto. Yo solo pensaba en la tarde de barracas. No entendía por qué lloraba mi abuela y me abrazaba tan fuerte. Me estaba haciendo daño.
 

MAÑANA DE GIGANTES

Yolanda Calavia Aguirre

¡Ya se ven!, están en la calle Zapatería. Braulia baila al son de los txistularis, da vueltas y más vueltas adornando la vieja Iruña con el colorido vuelo de su falda.
Entre la multitud destaca su pelo rubio y el pañuelo rojo con el nombre de Eduardo bordado.
De la mano vamos avanzando, esquivando ruedas de silletas y algún que otro pisotón…
Sudando por el calor de este 7 de Julio llegamos hasta Josemiguelerico acompañado de los gaiteros.
A mi lado veo la tensión en el rostro de unos niños, tensión parecida a la de unos mozos cuando ven a los toros enfilar la Estafeta.
– ¡Ya viene mamá, ya viene!
– ¿Quién viene?
Recibí el primer vergazo, ese que te hace recordar la resaca del día anterior, ese que alborota tu cabeza igual que la noria en la feria.
Edu entra en acción…
¡Kilikiki con el palo no, con la verga si!
Pim, pam, pum, un intercambio de golpes, un estallido de diversión…
Y cuando el kiliki cambia de objetivo le oigo decir:
¡Se ha rendido mamá!
¡Caravinagre se ha rendido!
Mañana, ¡a por Verruga!. 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL COHETE DE LOS SUEÑOS

Vanesa De La Puente Blanco

No sé lo que es, pero parece cosa de magia.
Cada 6 de julio a las doce horas, el cohete de los sueños despierta en nosotros una semana donde el tiempo vuela y se detiene a la vez.
Vuela porque pasa rápido; se detiene porque permanece en nuestro interior hasta el siguiente año, marcado a fuego en nuestras almas.
De repente, ya son las veinticuatro horas y, ¡pobre de mí!
El agotamiento me invade de felicidad.
¡Que me encierren si estoy loca!  

HORMIGUEO EN EL HORMIGUERO

Veronica Arnaiz Tome

Cual hormigas en plena actividad acaparadora, el 4 de julio fueron de compras al descubrir que los pantalones blancos les apretaban y las camisetas amarilleaban allí donde cayeron las gotas de kalimotxo el año pasado. También llenaron la despensa de las viandas necesarias para aguantar 9 días. Tampoco tantas, no pensaban pasar mucho tiempo en casa. El 5 de julio empezaron a sentir el hormigueo en las tripas y subieron por la Cuesta de Santo Domingo como hormigas en fila, llevando la ilusión a cuestas hasta el centro del hormiguero, en la plaza del Ayuntamiento. El 6 de julio estalló un volcán allí mismo, en la plaza y millones de hormigas se desparramaron por la ciudad. El 7 de julio, muy temprano, 6 hormigas con cuernos, negras como el carbón, un poco regordetas, pero muy ágiles, corrieron en el encierro, hacia lo que parecía una galleta gigante. Resultó ser arena y pintura, en una gran plaza de toros, ¿qué había pasado? Sus pensamientos se disolvieron en los cánticos y aplausos de miles de espectadores muy alegres por el inicio de las fiestas. ¡San Fermín! ¡San Fermín! ¡San Fermín! 

BAR MALDITO

Victor Anton Soler

Al cruzar el umbral enseguida supe que ese era un bar maldito, un bar de perdedores, un cementerio de relojes sin agujas, un purgatorio de almas en pena que buscan se redención en el fondo de un vaso agarrado a una botella. El camarero me preguntó que quería tomar, su aliento me hizo retroceder unos pasos, su boca vacía de dientes pot los coqueteos con las drogas y por la falta de higiene.
Los brazos con tatuajes carceleros hechos con premura, sin en instrumental adecuado, y por un tatuador aficionado que intuia que no era su mejor trabajo.
El pelo amarillo de la sobredosis de colonia diaria, que después arreglaba con un peine grasoso.
Le pedí un whisky y me puso una especie de caldo de patata, que era un mal simulacro de whisky.
Apuré el último trago y salí a l calle, empezó a llover y busqué refugio en el soportal del viejo ayuntamiento.
En cuanto dejó de llover salí corriendo hacia los callejones vacíos de gente donde se entremezclaban los olores de la lluvia recién caída y El olor a pan recién hecho de la panadería de Txema, una combinación que mer recordó tiempos mejores por esa ciudad que tanto amé.

 

¡ALLÁ VOY!

Víctor Salgado Ferreiro

No he podido pegar ojo en toda la noche.

— ¡Descansa antes del encierro, chaval! La carrera será corta pero intensa –me aconsejó el socio más jaranero de mi peña, protagonista, a su vez, del Chupinazo de este año.

Aturdido por las charangas y el gentío, te sientes arropado y disimulas el miedo hasta que llega la noche. Entonces, con la oscuridad y el silencio, afloran las dudas: ¿Estaré a la altura?

Me han preparado a conciencia. Repaso mentalmente el recorrido. Muy rápido el primer tramo por Santo Domingo. Avistaré la calle Mercaderes al límite de mis fuerzas. Sentiré arder mi pecho sobre la calle Estafeta que conduce al callejón del coso taurino. Si me mantengo firme y aguanto la presión hasta el final, cuando vislumbre la Plaza de Toros de Pamplona, estallaré de gozo en mil pedazos.

No hay marcha atrás. Tiemblo imaginando a los morlacos siguiendo mi estela. Tengo seca la garganta y el pañuelo más rojo que nunca, incandescente. ¡Allá voy!

Son mis primeros Sanfermines. También serán los últimos. Pese a ello, no cambio este momento por nada del mundo. Pocos cohetes hemos tenido el honor de ser elegidos para anunciar el comienzo del primer encierro de San Fermín. 

DE NUEVO

Víctor Manuel Sola Picaporte

Siempre he pensado que cuando las cosas terminan, esas de la vida, las etapas, las situaciones, los momentos , habría que concederlas una segunda oportunidad para volver a sentir aquello. Ahí estaban la misma barba blanca, la presencia, el carácter, las sensaciones que producía, su Fiesta y la nuestra, todo volvía a empezar de nuevo. Café Iruña, sí, en la mesita al lado de su estatua, vino tinto y , me llamó tanto la atención, un bloc de notas. Estaba en éxtasis, no me lo podía creer, el mismo parecido, los mismos aproximados veintitrés años, 1923 de hoy o de ayer, en principio daba igual por qué lo que sentí fue la imperiosa necesidad de leer lo que estaba escribiéndose desde el pasado. Tal sería la imagen que delataba mi emocionante semblante que, con esa soltura de los grandes instantes, el gesto de invitarme a leerlo convirtió mi ansiedad en la esperanza tantas veces baldía. No hizo falta decir más y como Ulises cuando vió su Ítaca esperada me encaminé a encontrarme con nuestro destino. A veces sucede y la vida te regala un viento cálido y fresco, a la vez, una oportunidad para que el Sol también salga de nuevo. 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

204 SENSACIONES

Tim Pinks

204 palabras… Julio. Seis. Mañana. Gente. Mucha. Plaza. Ayuntamiento. Balcon. Media dia. San Fermin! San Fermin! ¡Viva! Gora! Cohete. Explosion. Locura. Otro…mundo…

Alegria. Sonrisas. Felicidad. ¡Fiesta! La Pamplonesa. Riau-riau. Champan. Agua! Agua! Una. Fiesta. Sin. Igual.
Estafeta, Jarauta, Plaza del Castillo, calle Carmen, San Nicolas, San Gregorio, Navaverria…tsunami de sanfermineros.
Noche…locura nocturnal. Otra galexia. Pamplona. Otra planeta. Madrugada. Menos locura, mas calma.… El crece del sol. Tension. Toros. Las ocho. Explosion.

Bum! Dinosauros. Seis. Corriendo. En. Las. Calles. Manada humana. Mas locura. Dos. O. Tres. Minutos. Plaza de Toros. Cohete…
Encerrado. Humano. Seguro. Pero… ¡Vaquillas! Mas locura…

Deapues…desayuno. Coñac. Kaiku. ¡Que asko!

Luego: San Fermin. Querido Santo. Procession. Gigantes…dinosauros humanos. Cabuzedos. ¡Maldikos Zaldikos! Kilikis… Criaturas miticas…
Tarde. Corrida.¡Toros! Muerte en la plaza…

Dias y noches. Peñas. Charangas. Musica, ruido, alegria, baile. Peñas. Corazones de la ciudad. Una. Ciudad. Sin. Igual.
Seis de la tarde, dia 10. ¡Fiesta y media! Ya falta menos…
La fiesta sigue viviendo…

14 julio. Media noche. Pobre-de-nosotros. Fin de fiesta. Fin de cuerpo. Pero no fin de San Fermin. El sigue. Siempre.
Pamplona. Iruña. 204 horas de fiesta. Un. Santo. Sin. Igual.

Ya falta menos…
 

PASOS DE SAN FERMIN

Tomas Diaz Lopez

Pisadas frescas de la mañana cuando los ojos buscan otros ojos, que se saludan.
Pasos que a cada latido del corazón retumban en los adoquines, que momentos más tarde dentro de una ensordecedora algarabía, se tornarán sordos. Se tornarán pesados y toscos.
El corazón quiere salir del pecho, saltas, suspiras, saludas y los nervios esperan un estampido, y una avalancha. Y el estampido suena!
Tu corazón se para por un momento, hasta que tu cerebro te dice “corre”.
Tus pasos son martillos en tu cerebro, que es incapaz de mandar mas adrenalina a los músculos de tus piernas, y la masa negra se acerca rápido, asustada, igual que tu. Los dos tenéis miedo.
Sientes los pasos descomunalmente sonoros, fuertes y amenazadores, de esa masa negra que empaña tu cerebro.
Seguís asustados los dos, pero os miráis, os veis y por un momento tu eres el y la masa negra es bella, peligrosamente bella, y todo pasa rápido. Y tus pasos deciden retirarse, tus pulmones ya no tienen más aire que empuje tus piernas, y te quedas solo, mirando como se aleja, y la algarabía vuelve a tu cerebro, a tus ojos y oídos.
Respiras hondo.
Tus pasos de San Fermin 

FAKE NEWS

Tomás Sánchez Hidalgo

la bicolor, o la tricolor, o la que corresponda,
acaso sea necesaria,
como lo son la identificación,
las aristas, o el conflicto,
y como no lo es, por contra,
un suicidio en pos de un reconocimiento literario,
de una página impar, de una aureola
(suicidarse para sujetar a Rimbaud,
a la sombra de un Eurobasket),
el himno es necesario, la patria es necesaria,
la Befana es necesaria, el urólogo es necesario
……
……
……
al tiempo que, en otra sesión de brainstorming,
va tomando cuerpo, entre creativos,
un llamémoslo anuncio-publicitario-reconstrucción-histórica,
que podría haber desconcertado, sí,
al mismísimo Schopenhauer,
mantendremos en secreto al contratante
(¿Ikea?: no:
fake news),
aún se desconoce el eslogan:
— el té, el té, la gallina, el Theotocópuli
(Federico García Lorca, horas antes
de su ascensor hacia el cadalso)
— la hostia, la hostia, la gallina, los calomelanos
(de nuevo Lorca)
— el toro, el toro, la gallina, la madre que lo parió
(Franciso Galadí Melgar,
uno de los banderilleros con los que compartió destino)
— la puta, la puta, la gallina, la Guardia Civil
(Joaquín Arcollas Cabezas, el otro)
— la casa, la casa, la gallina, el corazón
(Dióscoro Galindo González;
este último, maestro de escuela)
 

ORIGEN DEL CHUPINAZO

Urbano Antonio Durán

ORIGEN FABULOSO DEL CHUPINAZO

La víspera del séptimo día del séptimo mes del año tres veces séptimo, con el sol en lo más alto, el cielo será avisado con una lanza de ruido.
Así rezaba la profecía conocida en toda Pamplona desde el siglo XIV.
Y hoy era 6 de julio de 1777.
“Debo llegar”, murmuró el hombre de camisa blanca y pañuelo rojo al cuello.
Tres días ha que jinete y caballo devoran leguas para cumplir con el designio.
La Plaza del Castillo aún estaba lejos. Pronto sería mediodía.
Exigió a su cabalgadura, que apuró un poco el extenuante paso…, y cayó, reventada.
Bajo el calor agobiante, el Designado siguió su marcha. La campiña amarilleaba como un mar de luz.
El paquete iba envuelto en una piel de cerdo, protegido contra intemperancias climáticas. “Puede que todavía sea tiempo”. Apuró el último trago de la bota.
Llegó a la Plaza Consistorial. Le ayudaron a subir al balcón del ayuntamiento.
“¿La hora?”
Mediodía, alcanzó a oír, y entonces desenvolvió el petardo volador que desde entonces y para siempre señalaría el inicio de las fiestas Sanfermines. Antes de encenderlo, agotó su último aliento:
—¡Pamploneses, Pamplonesas: Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!
Y se desplomó, sonriente.
 

SALVACIÓN

Valentín Bastón Lamas

Las sirenas retumbaban en mi cabeza. Ante mis ojos solo vislumbraba pies a toda velocidad y el inconfundible olor de los astados. Tumbado en el suelo, abrí los ojos, y allí estaba, mirándome compasivo, como si la posibilidad de acabar con todo allí mismo le pareciera demasiado sencilla y recurrente. En su mirada pude notar compasión. Los tres eternos segundos que nuestros ojos se cruzaron fueron mucho más que una simple mirada. Al instante, me elevé y en volandas me sacaron de allí.
En la corrida, tres días después, me encontraba en primera fila, reclamando el indulto que finalmente le fue concedido. Nuestras miradas volvieron a cruzarse y sentí una mezcla de justicia divina y agradecimiento infinitos. Por dentro, mi alma entera gritaba sin cesar… ¡Viva San Fermín! 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EGUZKILORE

Tamara García Copado

June y yo coincidimos en una excursión en El Valle de Ordesa. Íbamos caminando unas siete personas, haciendo una ruta entre sendas llenas de encanto, cuando vimos una edelweiss, o también conocida como flor de las nieves.
—Están protegidas— dijo ella— y me recuerda, no sé por qué, al eguzkilore.
—Suena vasco, ¿de dónde eres?
—De Pamplona.
—Y eso suena a San Fermín.
—Las mejores fiestas del universo.
—¿Te puedes creer que nunca he ido? Me he recorrido las Fallas de Valencia, la Feria de Abril en Sevilla, he estado en el Carnaval de Cádiz… Pero esta fiesta se me ha resistido.
—Pues ya no tienes excusa.
Me quedé pálido. Tan solo habían pasado unas cuatro horas desde que nos habíamos conocido, pero me dio la sensación de que nos conocíamos de siempre.
—Anda, no me mires así, y vente. Ven a Pamplona.
En realidad, después de eso no me insistió mucho más. Antes del chupinazo ya había ido cuatro veces a verla y me había contado lo mejor de San Fermín, que es inevitable no beber kalimotxo y que me convertiría en uno más de su pandilla de amigos. Ah, y pude ver un eguzkilore de cerca.
 

UNA CARRERA DE VERDAD

Teresa Agorreta Fernandez

El 6 de julio de 2023 , en el recinto ferial de la Runa se oye esta cantinela en la atracción de los camellos: «los de adelante van primeros , los de atrás se quedarán», «el número 3 va primero, le pasa el número 6». Y así sucesivamente a lo largo de la noche. De madrugada, cuando los camellos terminan sus últimas carreras , se oye a los camellos hablar: «¡ ya estamos hartos de tanta carrerita!», «lo que queremos es una carrera de verdad, como nuestros vecinos del corralillo del Gas». Queremos ver al santo en su hornacina de Santo Domingo y avanzar hacia la plaza del Ayuntamiento, y ¡Cuidado!, procurar no caerse en la curva de Mercaderes para enfilar con fuerza la calle Estafeta y evitar el montón del Callejón y entrar triunfantes en la Plaza de toros.
Esa noche urdieron un plan, se dieron a la fuga y fueron a los corralillos, y amparados por la oscuridad de la noche abrieron las puertas y liberaron a los 6 toros bravos y ocuparon su lugar.
El 7 de julio de 2023 , una imponente manada de camellos salió en el primer encierro. La noticia corrió se difundió por el mundo entero. 

FERMÍN DE POMPAELO

Tetyana Kysil

El obispo Fermín contempla su ciudad, cuando el sol ya empieza teñir de oro bruñido los tejados de Pompaelo y sus calles estrechas se llenan del bullicio festivo.
A Fermín le agradan las ferias. Cuando era un muchacho, se mezclaba con los vendedores, juglares errantes y gente, venida de Hispania y Aquitania. Su padre, el gobernador, no lo aprobaba. Y para frenar el ímpetu de su vástago, lo puso bajo la tutela del presbítero Honesto, que lo envió a Tolosa en Occitania para completar la formación. Cuando la fe cristiana lo llamó, Fermín solicitó que lo ordenasen sacerdote.
No sin dolor recuerda aquella época. Desde la muerte de Cristo los cristianos no eran extraños en este mundo, pero los credos paganos todavía oscurecían las almas de los no creyentes.
Hace unos cinco años regresó a su querida Pompaelo, ya como el obispo, para continuar con la obra de Dios. Hasta hoy.
Mañana, después de maitines, Fermín de nuevo emprenderá el camino a las Galias. De ciudad en ciudad, convertirá a miles de personas. La fe crecerá y con ella, el miedo. Por esto los prefectos romanos lo querrán muerto. Y bajo el manto de la noche, de su cuello brotará un pañuelo carmesí.
 

COMO EN CASA

Thibaut Bertrand

Te conocí hace un año, un 6 de Julio. No fue amor a primera vista, llevaba solo unos meses en Pamplona y todavía me faltaban muchas costumbres por entender. Saltando juntos al ritmo de una charanga, nos dimos cuenta de que algo pasaba entre tú y yo. Luego vinieron las idas y vueltas por estafeta, los pasos tambaleantes sobre los adoquines mojados de la calle comedias y las manchas de vino terminaron de quitarnos el esplendor que tanto nos hubiera gustado mantener.
Aquellos San Fermines tenían que marcar el principio de una aventura conjunta apasionante, pero llegó el 14 de Julio y, pobre de mí, te aparté de mi vida.
Hoy acudo a ti otra vez y tú, sin rencor alguno, has respondido. Quizás te haya sorprendido mi cara al volver a verte, tienes que entender que la memoria es juguetona. Te recordaba más alegre, menos arrugado, más suave tal vez. Empiezo a arrepentirme de estar contigo de nuevo, hasta que nos alcanza la vibración contagiosa de un helicón cercano. Mis piernas se mueven solas, mis brazos se alzan inexorablemente hacia el ayuntamiento y qué quieres que te diga, querido pañuelo rojo…Gracias a ti, vuelvo a sentirme como en casa.
 

FAMOSO

Thierry Gallega Lacasta

Dos minutos, tal vez tres, ese es el tiempo que me habéis dado para mostraros quién soy. No defraudaré. Más tarde hablaréis de mí, escribiréis sobre mí, los abuelos contarán mi historia a sus nietos junto al fuego. Lo Juro.
Mis zuecos resbalan en el pavimento. ¿Qué ha sido de mi querida y dulce hierba? Me rodean marionetas agitadas. Me gritan, me tocan, me enseñan el periódico. No se molesten, no leo el humano.
Giro a la izquierda, luego a la derecha, acelero. Resbalo, pero no me caigo. Bramo. Los impresiono, lo sé, puedo sentirlo, es mi naturaleza impresionar. Caen delante de mí. No soy como ellos, no quiero hacerles daño, los evito. ¿Ven en mis ojos la misma esperanza que veo en los suyos? Lo dudo, son humanos, sus esperanzas son otras y extrañas.
La plaza de toros. Entro el primero, me aclaman. Piso la fatal arena querida, todavía suave y limpia.
Dicen que de un encierro de San Fermín no se vuelve. Pero no tengo miedo, un toro no conoce el miedo, lo da.
Dos minutos, tal vez tres, estoy en vuestras memorias para siempre. Y si por si acaso os preguntan: Me llamo FAMOSO, el más bravo de los toros.
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

» EL MALETILLA»

Soledad Falero Santisteban

El estruendo del tren al detenerse lo hizo despertar.
“Raspa”, como lo llaman por su extrema delgadez, abandona el asiento, echa mano al hato y se asoma al andén, casi sin ver. Anda a otra cosa. Si ha recorrido tanto no ha sido para hacer amigos, ya los tiene. Harto de luchar, sueña con aplausos y sabe que hay algo más esperándolo,
Desciende con una oscuridad incierta. Andará con ojo. Busca el camino más corto entre las callejas del casco viejo, ataja e intuye una salmodia lejana.

—!Nadie triunfa sin encomendarse al santo!—se recuerda.

Un revuelo de voces blanquirrojas lo empuja impíamente mientras un vejete compasivo le alarga un pañuelo rojo. Reacciona despacio, el alba le supo a hiel. Y a gloria.
Rasgado el cielo, los pañuelos corren ansiosos. Lo arrastran. Descubre el laberinto cercado donde está. Ansiaba medirse. Respira lento. Lejos todo es polvareda zahína. Enfila el camino. Mirar atrás lo hará estatua de sal. Dos pitones relucen cual puñales. Piensa en el santo y en la gloria que acabaría con su miseria.
Aprieta el paso. Vislumbra la plaza. A rebosar. Madura el joven frente a la mirada atroz. El gentío estalla. Alguien le allana el lance. Hoy o nunca.  

MI HISTORIA

Sonia Lestado Matute

Y la historia se repite año tras año,cuándo salgo disparado de casa,sin rumbo fijo,sintiéndome observado en la distancia.Esa sensación de haber vivido lo
mismo antes una y otra vez ,no recuerdo la expresión.Pero aquí estoy,con los nervios a flor de piel y un calor inmenso atravesándome.Es imposible expresar con palabras un sentimiento tan profundo,por eso los discursos los dejo para otros. Cómo los coches de carreras paso de cero a cien en un segundo.Mi naturaleza impulsiva se ve alentada por los gritos de una multitud entregada.Y aquí estoy,mirando al cielo,preparado para lo que está a punto de suceder.No temo al tiempo,porque no hay lluvia ni viento que me puedan detener ,ni a mí ,ni a la marea blanca y roja que abarrota la plaza del ayuntamiento.Cuántas historias se esconden en ese momento mágico.Amor,amistad,juventud y veteranía,todos cantan al unísono.Es en ese momento ,cuándo una mano temblorosa me acaricia ,y con la emoción y los nervios de un momento glorioso,a punto de dar las doce ,me preparo para surcar el cielo de una ciudad entregada a la fiesta y a sus tradiciones.Txupinazo me llaman. 

VIDA DE UN TORO

Susana Martínez De Villarreal Chico

VIDA DE UN TORO

Sus patas se deslizaron hacia la luz y sintió el aire en su hocico. La primera bocanada fue intensa, mientras caía desde medio metro hacia la hierba de la dehesa. Seguía metido en las pares, y apenas podía moverse. La lengua de su madre lo fue liberando poco a poco. Su instinto lo empujaba a levantarse, a erguirse sobre sus largas extremidades. Como un mini coloso, se alzó sobre sus patas, vacilantes, y buscó a tientas las ubres de su madre, una vaca brava de pelo cárdeno.
Y pasaron los días, bajo el sol y las nubes, en los prados sembrados de encinas. Sus patas se hicieron fuertes, sus cuartos traseros anchos y robustos, y en la testuz brotaron los cuernos.
Las estaciones se sucedieron, y se convirtió en un imponente animal de pelo colorado. Un día lo metieron en un remolque junto a otros como él, y, cuando, por fin, abrieron la puerta, estaban en un cercado de madera. Era de noche. Curiosos se acercaban a verlos, vestidos de blanco y rojo. La calma de la mañana siguiente fue rota por el sonido de un cohete. Abrieron un portón y el instinto les empujó a correr, sin mirar atrás.
 

DE TODA LA VIDA

Susana Pagola Fernández

Sí, me gusta cómo eres, aunque me molesta en exceso tu forma de ser. Vivo en el quicio contigo. Si vas al gimnasio, yo disfruto del sofá. Tú llenas tus pulmones, con el aire libre del monte, en reflexión, y yo prefiero respirar con incertidumbre una noche de luces artificiales. ‘Na’ y te digo una cosa, mar sin sal te has hecho adulto. “Qué es Barricada”- fruncías el ceño cuando te conocí. Como una tormenta de verano, a pellizcos fríos, me cosías a preguntas. ‘Tú, tururú’, como te digo siempre, que soso eres, ni navarro te hacen con menos gracia “mijo”.
Ahora llegas tarde, yo, aquí, puntual a la cita, al inicio de la calle Mayor, pensando que a navarrico no te gana nadie. De blanco, estrenando camisa, guapo, que eres un rato, y con el libro “Fiesta” de Hemingway bajo el brazo, te conocí. Mi madre me dijo que un poco marciano eras para comer pero que parecías de aquí, de toda la vida. Y de aquí eres, porque lo sientes, porque querías que fuera en la iglesia de San Lorenzo, vestidos para la fiesta.” No tardes. Recé a San Fermín por ti. No es que lo necesites”, dice mi whatsapp.
 

EL SUEÑO DEL REY TROVADOR

Sylvain Sortelle

Teobaldo viajó a Pamplona desde su lejana Champaña brumosa para regir aquellas desconocidas tierras que había heredado de su madre Blanca. No tardó en aprender las lenguas que allí se hablaban. Pero siguió escribiendo sus madrigales en francés.

Después de un laborioso día con los preparativos de la cruzada y la elaboración del Cartulario, se acostó, no sin antes haber escrito algunos versos de amor con una copa de vino de la Ribera en la mano.

Tuvo un sueño vívido: astures, cántabros, vascones, lombardos, sajones y francos, unidos en una celebración digna de la gloriosa Roma. Regocijo por doquier, bebida y comida a raudales, farandolas, charangas, peleas de gallos, torneos, sogatira y levantamiento de piedra. Oía el bullicio, veía a los mozos zambulléndose en las fuentes, olía el aroma de las costilladas en las parrillas, los ajos tiernos, las morcillas, las sopas con sacramentos. Se paseaba por las calles la cabeza de San Fermín de Amiens en un rico relicario de oro, ante los vítores de su pueblo. Allí se mezclaban cohortes de ermitaños que habían bajado de sus montañas y peregrinos en su tránsito hacia Santiago.

Unos gigantes de madera y tela vigilaban su sueño y le soplaban delicadamente en la frente.