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XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LEVANTA LOS BRAZOS

Josu álvarez De Eulate Navarlaz

Hemos estado mucho tiempo juntos. Me has visto crecer, estudiar, correr y dormir. Te pedí ayuda en miles de exámenes y cada vez que llegaba tarde a casa en mis primeras noches de San Fermín. ¿Te acuerdas?

En la época en la que nos conocimos yo te miraba con nervios, intentando que no me pillaras. Me costaba acercarme a ti, siempre custodiado por tus amigos, que parecían querer golpearme con una maza cada vez que me veían. No fue fácil, pero al final era verdad que la puerta de tu corazón estaba abierta. Disfruté de la belleza de tu rostro redondeado a la luz del amanecer, reflejado en los adoquines del encierro o sonrojado por el toro de fuego.

Han pasado muchos años desde entonces, pero me sigues sorprendiendo a veces cuando te observo. Siempre tan impredecible, capaz de tranquilizarme y de alterarme hasta límites insospechados. Todavía mantienes tu magia y esa capacidad de dominarlo todo, marcando el ritmo de la fiesta. Siempre puntual, preciso, elegante.

Ahora todo el mundo te mira. Ya es el momento. Levanta tus brazos como si sujetaras un pañuelo. Como yo, como todo el mundo. Son las 12. Te quiero, reloj de la Plaza del Ayuntamiento. 

LA ESPERA

Juam Carlos Corniero Lera

– ¿No tienes tú, lo que hay que tener para correr en un encierro? -le había espetado su pareja la noche anterior cenando. Y allí estaba, delante del Santo, con el periódico del día enrollado en la mano, su camisa blanca, anudándose el pañuelo y asegurándose que los cordones los tenía bien atados.

Se encontraba únicamente él en la cuesta de Santo Domingo inundada del olor matutino del pan recién horneado, que, abriéndole el apetito, le recordó que no había desayunado.

-Con lo fenomenal que estaría yo, con una chistorra y un par de huevos fritos en mi balcón, y no aquí, tiritando de frío, dispuesto a correr el encierro, para demostrar a mi pareja, lo bien puestos que los tengo –se decía a sí mismo, mientras iban llegando nuevos corredores precalentando.

¿A dónde vas? – le pareció oír decir al Santo-. ¿Por una machada te vas a jugar la vida? A mí me parece, que a tu pareja no le importas demasiado.

Lo que hace el miedo -pensó-, y al escuchar “A San Fermín venimos”, se encaramó a la barrera y se dirigió al balcón donde su pareja estaba con otro desayunando.  

EL DÍA PROPICIO

Juan Molina Guerra

Esa mañana, Pamplona se había desperezado con un cielo calmo y azul. Hoy es tu día, Valeria, me dije. La manada se presentía cerca: lo pregonaba el murmullo del gentío y el movimiento de los corredores en un solo sentido. Y yo los observaba y sentía un temblor. Intuía la adrenalina anegando todos los rincones de sus cuerpos musculados, y los imaginaba sudorosos, después de la carrera, haciendo corro a mi alrededor, tomando cañas y diciéndome con un punto de lujuria en la voz: qué guapa estás esta mañana, Valeria. Sí, era un día precioso. Y yo lo estaba disfrutando con una emoción desmesurada detrás de la seguridad del vallado de madera, y más aún desde la seguridad de mi epifanía. Porque algo en mi interior me decía que había llegado mi hora, que hoy era el día propicio. Los mozos corrían ya como alma que lleva el diablo, la carrera era ahora un mar desatado, un mar de camisetas blancas y pañuelos rojos. Y fue en ese momento de delirio, en esa orgía mística de los sentidos, que sentí una mano en mi hombro y una voz varonil que me decía: ¿Dónde te habías metido, Iñaki? 

UN BUEN REVOLCÓN

Juan Pizarro Nogués

Fue particularmente intenso, y cuando extenuado por el esfuerzo clavó sus ojos en los míos, pude adivinar en ellos una satisfacción y un orgullo que ratificaba que ese revolcón había sido realmente deseado y no fruto del alcohol derramado sin mesura sobre nuestros cuerpos. Había algo a un tiempo dulce y animal en su mirada, y durante un par de segundos, antes de levantarme y subirme los pantalones, aún pude sentir su aliento sobre mi cuello.
Sus músculos de acero y su impresionante cuerpo habían puesto a mi corazón a bailar merengue desde que lo vi acercarse a mi al son de la música y de los aplausos de la gente que asistió a la fiesta, pues todos intuían que aquel maravilloso ejemplar que se aproximaba a mi encuentro con una determinación envidiable, daría mucho de que hablar entre quienes como yo, habían conducido muchos kilómetros para poder pasar un buen rato junto a él y sus hermanos.
Nunca podré olvidar estos San Fermines, su penetrante mirada y el momento en el que consiguió tumbarme a sus pies.
A veces el destino, caprichos y juguetón, te regala momentos inolvidables. 

MÁS O MENOS

Juan Durán Velasco

MÁS O MENOS
Yo me pregunto como opción que busca respuesta, ¿para que voy a participar en halagar todo cuanto concurre en una fiesta que al final queda subsumida dentro de los que son sus protagonistas esenciales?
La respuesta es bastante global como corresponde a nuestro mundo globalizado.
La juventud buscando contrastes en una situación que entiende como nueva, aunque lo cierto es que en lo básico es repetitiva.
Los mayores se ven dentro de los recuerdos de lo que fueron aquellas fiestas ya históricas llamadas por ellos incopiables, aunque no está terminado el proceso si cercano a su máximo esplendor.
Las mujeres que por fin han llegado a formar parte de lo que es la organización de la que en tiempos estuvieron marginadas.
Pero si hay una parte que se encuentra confusa esa son los toros, “lo muestran en sus conversaciones”, no recuerdan nada como el cambio climático y la guerra de Ucrania, con las consecuencias que tienen no solamente en ellos, sino en todos los animales empobrecidos sean salvajes o no lo sean, lo mismo que cantidades sobresalientes de personas a nivel mundial y otra cosa que no entienden es que exista en este instante el mangoneo sobre ¡eta y sus víctimas!
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

LA CUADRILLA

José Oscar Rodríguez Zarraluqui

Aunque sepamos que al pisar el empedrado de lo viejo, nuestros equilibrados cuerpos tienden a descarriarse, quedando muchas veces desorientados, a un miembro de la cuadrilla jamás se la abandona.
– Partiría con ellas hacia el infinito. Recuerdo como desayunábamos churros de La Mañueta subidas en lo alto de un abarrotado balcón y como disfrutábamos de un angustioso encierro. A su fin, el bueno de Josemiguelerico nos gobernaba por las angostas calles de la ciudad. Algo más tarde y ataviadas con instrumentos, nos veían invadir el interior de la, hasta nuestra entrada, silenciosa plaza de toros. En aquel lugar, al cruzarme contigo, las perdí. A veces me las imagino recorriendo nerviosas Pamplona en busca de mis descontroladas emociones. Porque un único mandamiento venerábamos durante las fiestas; guiar siempre a la despistada amiga hacia el punto de encuentro situado junto a las murallas.-
Todo esto susurro al oído de un apuesto hombretón, que reposa estático a las puertas de un llamativo bar.
Los profundos ojos del hombre me miran condescendientes. Acaricia una de mis mejillas mientras, con la otra mano, señala hacia una grandiosa muralla y pronuncia. – Lejos has llegado obstinada pamplonica. Es octubre, fiestas en Ávila y por allá descienden tus fieles amigas.

 

EL ENCIERRO ES TODO ESO

José Ramón Ramos Martínez

El encierro es despertarse antes del alba con las sensaciones a flor de piel. La humedad de los adoquines y el silencio que precede a los cánticos frente a la hornacina de San Fermín. Periódicos enrollados y palmadas en los muslos. Nervios, espera y suspiros profundos. Con el lanzamiento del chupinazo las emociones se disparan. Comienza una carrera sin una meta física definida. La única meta es conservar la vida. Mirar hacia atrás para ver un mar de cuernos que sube y baja al ritmo del paso de los astados, ondeando como las olas de un amenazante mar. Percibir los colores con nitidez, el blanco de la indumentaria de los mozos, el rojo de fajas y pañuelicos, el negro de los toros, el blanco berrendo de los cabestros y el verde de los pastores. De vez en cuando, también el rojo de un reguero se sangre que ha dejado la manada a su paso. Respirar con alivio tras el paso del último morlaco, sabiendo que el peligro ha pasado. Es salir del recorrido entre las tablas para subir por Navarrería y asomarse al Baluarte del Redín a disfrutar de los rayos del sol. Mañana, el destino dirá. El encierro es todo eso. 

ZORTZIEHUN ETA BERROGEITA ZORTZI METRO

Jose Ramón López Rozas

Ez dakit ze ari naizen hemen, plaza txiki honetan sartuta. Duela aste bete inguru, jaoitzetik bizi izan naizen artadi ederrera abeltzaina etorri, kamioi batean sartu eta hona ekarri ninduen. Hemen ez da inon basorik ikusten, ezta arterik ere. Hemen gauden sei zezenen artean sumatzen den bakarra urduritasuna da.

Hara, goizeroko zuziria aditu dut, gaur hubilago! Gure pareko ataka ireki eta gibelean ditugun unaiek karrika gora joateko bultzatzen gaituzte. Hau jendetza! Eraikuntza handi baten ondora ailegatzean ezker hartu dugu, ondoren eskuin. Bi zezenkide erori dira, brausta, hesien kontra.

Ez dut ulertzen joko honen zentzua! Nire lagun batek mina hartu du baina baita bidea trabatzen diguten hainbat pertsonek ere. Zertarako jartzen dira gure aitzinean? Nire eskuinean datorren tipo honekin asper-asper egina nago, gainetik kentzen ez bazait adarkada emanen diot.

Han aitzinean pasabide estu bat dago. Ez dakit dagoen jendetza eta gu sartzeko aski tokirik ote dagoen.

Hondarra!! Eskerrak harri-bidea bukatu den! Plaza honetan dagoen jendearen oihuek beldurra ematen didate. Han parean dagoen atetik sartu behar dugula dirudi.

Azkenik! Bukatu da! Ea lasai uzten gaituzten eta etxerako buelta hartzen dugun.

 

LA SILLA DE RUEDAS

José Ramón Alonso Peña

Ese día me cambió la vida. Fue salir del túnel y, de repente, una granizada. Te juro que en el otro lado lucía el sol. No iba rápido, pero no debí apretar los frenos. Me vi en cámara lenta, el ruido del hielo contra el casco, la moto que rayaba el asfalto, mi cuerpo dando tumbos hasta el quitamiedos.
Han pasado siete meses y son ya sanfermines. Siete meses de esfuerzo, de dolor, de operaciones, de rehabilitación.
Me han venido a buscar Manu y el Rata. Me han puesto el pañuelo y se han descojonado de mí, que sí con ruedas voy a correr más que nunca, que si los toros se entretendrán un poco conmigo y así ellos irán de paseo. Han hablado con Mari y me llevan a su balcón. Los veré pasar, deslizándose entre las astas y levantarán la vista hacia acá. Sudaré con ellos, sufriré con ellos, reiré con ellos y luego vendrán a rescatarme, para que la Mari no se aproveche de mí, le dicen estos cabrones. Pero oye, he sabido algo importante, que estos sanfermines son también míos y que estoy, aquí, con la cuadri, con mi gente, vivo. Viva San Fermín y viva también usted y yo.
 

PARADA SOLICITADA

Joseba Esparza Gorraiz

Dentro de trescientos metros, tome la salida.
– Las zapatillas, la ropa blanca, el pañuelo, lo tengo todo. En cuanto termine le llamo, para que se quede tranquila. Después espero tener tiempo de tomarme el café con los de siempre y darnos un abrazo antes de volver a la carretera.
Tome la Salida 151, Medinaceli/Soria.

Dentro de doscientos metros, tome la salida.
– Por fin nos escapamos ¡ya era hora de que te sacaras el carné!
– Anda la otra, habértelo sacado tú ¡y calla que me desconcentras!
– Como os quiero chicas, hasta cuando discutís ¡Esta noche va a ser genial!
Tome la Salida 5, Vitoria-Gasteiz/Pamplona.

Iniciamos descenso.
– No me sueltes la mano, ya sabes que lo llevo fatal.
– Sí, claro. Pero luego a otras cosas no les tienes tanto miedo, ahí sí que te vas a jugar la vida. Y yo como siempre rezando y sin poder mirar ni la televisión.
– Bueno, pero es solo un ratito. Tu piensa en el reencuentro con los amigos, en esos almuerzos… Hace ya cuatro años que no vamos.
– Sí, lo sé ¡Me muero de ganas de llegar!

Próxima parada Taconera. Hurrengo geltokia Takonera.
– ¡Viva San Fermín!
– ¡Gora San Fermin!

 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

SENSACIÓN DE SAN FERMÍN

José Luis Cardozo Marichal

Húmedas pupilas de emoción,alegraron la mañana del 7 de julio,recuerdo las miradas felices y los ojos desencajados.
Único testigo de esta algarabía,mientras los toros lamían las piernas de los Mozos,en los montones.
Vociferar por esas mujeres,hombres y niños:Viva San Fermín!….
Y así,se ató el aire con cintas de sangre,pero se mantuvo la belleza de los cánticos.
«Pamplona tiene un calor especial».
Tú no sabes viajero,cuánto vale este huracán de fuego y esa columna de fervores.
Esa calle donde corro y me agito.
Todo pasa,no importa….
Las nubes se sacuden y las gargantas gritan.
Criaturas sin miedo nos volvemos.
Es que la tierra está pisoteada,por una manada salvaje que compite.
Cuánto pesa el toro de esta sublime idea!….
Vivo el sabor Sanferminero y veo a la muchedumbre interminable que corre a abrazarme.
La última presencia de un plenilunio humano.
El viento,otra vez….que llega con las miuras,sin vallado y el vaso de katxi se derrama en un salinero.
Y son humanos.
Y son Héroes.
Porque vencieron la soledad y el miedo.
Después de la Odisea,mientras alguien ejecutaba la selfie al grupo heterogéneo,comento:»Los Mozos estamos de Vuelta».
No podemos medir la dimensión de aquello.
Concierto,Hermandad y Milagro.
Y todo eso ahora,tiene sabor a inmortalidad!…
Pobre de mí!…. 

«POBRE DE TÍ»

José Luis González Martínez

Lo siento Alazne, debías haber venido ayer. Tú dirás que no es para ti, que tendría que llevarte en silla de ruedas y eso hipotecaria mis sanfermines. Pues no. Ayer salí y viví la fiesta como si hubieras estado, y te aseguro que hice lo mismito que hubiera hecho contigo. Adorné todo en blanco y rojo como si estuvieras. No creas que no te oí: “¡Qué gili eres, Maider, llevarme corriendo como una loca, no me hace ninguna gracia!”, te oí y te respondí: “¡pues, haber venido!, para eso nos casó San Fermín”. En ese momento, igual no me oíste, pero oirías el follón que se montó en la Plaza del Castillo, (Mara, Patxi, Ainara, Manolo, Iker…), todos apelotonados como en un 600, eso tuviste que oírnos. No puedo creerme que no escucharas el “1 de enero” y “el pobre de ti” con la Peña y los cabezudos en los arkupes, ya sabes el eco que hace ahí el bombo y los platillos. Pues mira, Alazne, te voy a decir una cosita: los próximos sanfermines sacaré también la silla, pero sentaré una muñeca hinchable “pamplonica” con tu rostro, ya sabes que lo de pintar caras es lo mío y la tuya me sale guapísima. 

LA ESCALERICA CULINARIA DEL BUEN COMILÓN

José Manuel Maguilla Luna

Voy subiendo mi escalerica:
El 1 de enero, bacalao al ajoarriero.
El 2 de febrero, pochas prefiero.
El 3 de marzo, con los huevos fritos con chistorra me engarzo.
El 4 de abril, con el estofado de toro me quito el mandil.
El 5 de mayo, con las magras con tomate casi me desmayo.
El 6 de junio, los pimientos del piquillo rellenos, los espárragos blancos, los cogollicos de Tudela, el cordero al chilindrón, la trucha con jamón y un buen chuletón…, disfruto del “almuercico”.
¡Y ya está aquí el 7 de julio!
¡Qué ganas tenía de comerme un buen estofado de rabo de toro!
Platos típicos de Pamplona, pero a un buen comilón como yo no podía faltarle su bocata para la merienda en los toros. Nada mejor para llevar que una buena barra navarra. La abro de parte a parte y le pongo con esmero y abundancia, el jamón, los huevos fritos, las chistorras y un buen chorreón de mayonesa de alcaparras.
Ya después del tercer toro, allí, en los tendidos de sol, rodeado de magras con tomate, ajoarrieros, garbanzos…, ¡y hasta cigalas!, intercambio vino y trozos de bocata con los que me rodean.
Total, que mi fiesta es más bien, culinaria…
 

FIESTA

José Manuel Martín Trilla

Bullía el jolgorio en los estertores nocturnos y la alborada matutina. Corrieron las horas, como efímeras notas musicales encerradas ya en las perlas de la nostalgia. Quienes vivieron la noche evidenciaban las cicatrices de la fatiga, plasmadas en rojizos globos oculares y voces aguardentosas. Pero la mañana también eclosionó con trajes blancos como la patena, pañuelos y fajines bermellones. En la estela de la calle encajonada, la espera se tornaba eterna, y en esa eternidad, afloraban las emociones, la ilusión que llena cualquier vacío y adormece las tribulaciones que se adhieren a la vida.
San Fermín.
Ernesto encontró hace años aquel rincón, que lo atrae como un imán. Una pasión desenfrenada que lo aúpa a la sensación más sublime. Quizás se llame felicidad.
Mientras fraterniza con sus congéneres, se presenta ante ellos, sin obviar que la fiesta lo enamora.
-Me llamo Ernest, soy periodista americano.

Apenas unos días después, en aquel verano de 1936, los oídos de Ernest ya solo escucharon el doblar de las campanas, que repicaron durante el infame periodo de tiempo que sembró los campos de odio…, y de trescientos mil muertos.
Lo que Ernest Hemingway mantuvo vivo fue el hechizo de amor que inhalaba en aquellas seductoras fiestas.
 

¿QUÉ TOROS?

Jose Maria Gonzalez Lopez

Mi familia se quedó preocupada en Brístol pero yo tenía decidido que me bajaba a Pamplona. Tras ver por la tele a tanta gente celebrando algo que parecía hacerles muy felices, mi intuición me decía que en aquella tormenta de alegría podría encontrar algún consuelo para mi deprimida vida.
La primera mañana, mientras me acomodaba en una barrera, noté un codazo accidental y miré a mi derecha. Susana, una andaluza estudiante de Enfermería, se disculpó, pero ya era tarde porque su sonrisa me había hipnotizado para siempre. Al segundo día nos encontramos en el mismo punto, como si nos hubiéramos citado allí mentalmente (su inglés de dos frases era poco mejor que mi castellano de tres palabrotas). Y compartimos su bota de vino y compartimos el resto de la tarde. Al tercer día nos besamos, rodeados de gente. Y se paró el tiempo. No recuerdo qué pasó en los demás días. Sólo la recuerdo a ella.
Veinte años y tres hijas en común después, miramos fotos antiguas en el sofá de nuestra casa en Inglaterra:
– ¿Qué tal los toros en los sanfermines, papá? – me pregunta la mayor.
– ¿Toros? ¿Qué toros? ¿Hay toros en los sanfermines? – le pregunto confundido a Susana.
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL AGENTE 006

José Gregorio Martín Plata

El agente 006, así llamaba a Roberto cuando le conocí en la facultad. Siempre coincidía con él a las seis en la biblioteca y pronto me quedé prendado de sus ojos verdes. Alguien me dijo que era navarro y era algo mayor que yo. Nunca entendí la razón por la que no nos acercamos, porque nos mirábamos todo el tiempo. Yo, descaradamente, y él, por entre sus amigos, también me retenía con alguna que otra sonrisa. Aquello parecía un cortejo de otra época. Le convertí en mi héroe alternativo.
No sé qué sucedió, pero cuando lo busqué por toda la facultad en el octubre siguiente, no lo encontré. Me resigné a su ausencia y me recriminé por no haberme acercado durante el curso anterior.
Antes de terminar las clases decidimos que iríamos a los sanfermines. Sería mi primera vez. Pensaba que él no estaría porque intuía que era animalista. El mismo día del primer encierro en la fiesta multitudinaria de la calle lo encontré en medio de un grupo, con la ropa descolocada. Sorprendido, me sonrió al verme y yo, con la valentía de unas copas, me acerqué y le di el beso más profundo de mi vida. Allí todo era posible. 

15 SEGUNDOS

Jose Ignacio Diaz Lucas

Respiras profundamente, sientes el aire atravesar tus fosas nasales, introducirse por tu faringe inundando la cavidad pulmonar. Despacio, de forma consciente. La música a tu alrededor ensordece las conversaciones. El bombo, la trompeta y los platillos tañen por medio de la callejuela estrecha del casco viejo de Pamplona, impulsando a bailar a la abigarrada muchedumbre vestida de blanco y rojo, alzando los brazos, saltando en un pretendido baile rítmico, abrazándose entre sí, en parejas y grupos.
Mantienes el oxígeno dentro de ti. En medio del gentío que te empuja atropelladamente, miras a tu alrededor degustando el ambiente bullanguero del mediodía, donde un sol de justicia golpea en las caras de los pamplonicas, que mitigan su efecto con sangría y cerveza. La mitad la beben, la otra se la tiran encima por el empuje de la marabunta humana, arremolinada entre gritos y risas de felicidad. Miras al cielo, cierras los ojos y sonríes. Te sientes vivo.
Exhalas el aire lentamente. La charanga se retira con su son mágico, seguida de una legión de danzantes que entrechoca con gestos torpes sus cuerpos inundados por el alcohol.
Vuelves en ti. Abres los ojos, sientes la fiesta en tu interior y sigues sonriendo.
 

SANFERMINES POR SIEMPRE JAMÁS

José Ignacio Urrizola Oroz

Y ya jamás me olvidaré de los Sanfermines. Por increíble que parezca, en un instante pasé de la oscuridad y monotonía diaria a una explosión de luz blanca y roja que me rodeaba por doquier.
Un cierto nerviosismo recorría mi cuerpo mientras me adentraba en las abarrotadas calles de Pamplona. Era mi primer San Fermín y no sabía muy bien qué esperar.
Una marea humana me arrastró al corazón de la Plaza Consistorial donde palpitaba la alegría y el jolgorio, entre un fuerte olor a vino y donde la música, los cohetes y los gritos se mezclaban en un torbellino de emociones.
Era uno más, no sólo me había mimetizado perfectamente sino que la amalgama de sentimientos que respiraba a través de mi piel me hacían sentirme vivo. Mientras engullía lo que para mí era un delicioso néctar de vida, al abrir los ojos, una sonrisa iluminó mi cara. Yo, un soltero empedernido que había enterrado el amor, temblaba ante aquellos ojos verdes que escudriñaban mi interior. ¿Tu primera vez? Dijo. Y antes que pudiera articular ningún sonido, tomó mi mano guiándome entre el gentío. El tiempo se detuvo y descubrí cómo el capote de San Fermín nos cubría con el manto del amor.
 

ZEZEN NABARRA

Jose Javier Elizalde Urtasun

Uztailak zazpi zituen. Iruñean. Berrogei bat urteko gizona ospitaleko urgentziazko zerbitzuetako gelan ohetxoan zetzan. Kanpoan, aldiz, giro itzela, San Ferminetan ohi den bezalakoa, alegia. Aitzitik, han, ospitalean, osasun zerbitzuendako ez zen inondik-inora ez atsedenik ez lasaitasunik. Arrapaladan, lanpeturik oso zebiltzan. Bai. Noiz behinka, berriz ere sirena baten ahotsa entzuteak zirrara moduko bat sortzen zien hango langileei.

-Zer gertatu zaizu?- Sendagileak zauria zuen gizonari.

-Bada, suziriak eztanda egin eta berehalaxe, zezenak azkar zetozela ikusi nuen. Arraioa! Zuzen-zuzen zetozen ezertan erreparatu gabe. Haietako nabar koloreko bati keinu egin nion niregana etor zedin. Baita etorri ere! Irrist egin eta hura pasatzean, adarretatik heldu nion, gainean jarri eta denbora batez gainean joan nintzen zaldia bailitzan. Argazki batzuk ere atera nituen. Dibertigarria izan zen eta… ez dut gehiago gogoratzen.

-Alajaina! Egin zenuen guzti-guztia egin behar ez dena da! Ez dut deus ere ulertzen. Zure jarrera horrek ez du hanka ez bururik! Min ematen dizu? Zauri zorrotza duzu sabelean. Ziurtasun handiz esanen nuke adarrak eragindakoa ez dela. Lasai egon, laister geldituko dugu odol isuria. Jadanik kasik lortu dugu. Beste gauza bat… Goizaldeko laurak dira. Hortaz, oraindik ez da entzierrorik izan. Kasualitatez… hartu al zenuen psikotropikoren bat?

-Zer?

 

ALDAPA GORA

José Javier Elvira Elvira

Eran las cinco de la mañana,el reiente comenzaba a notarse,una gota de frío rocío recorría su frente.Solo en la inmensidad de la noche,solo en la inmensidad de su vida.A su mente,nublada por el alcohol y sustancias psicotropicas,acudieron en tropel amores pasados,sueños frustrados,eran kas cinco,tres horas para el encierro,por el suelo mojado se adivinavan,bajando en cascada,ríos de alcohol y vómito,se sentía raro,una mezcla de optimismo y debacle, como si nada le llenase plenamente,una cadena de sucesos desgraciados,todos provocados por esa maldita mujer de ojos acaramelados y cuerpo de infarto,que le había hecho creer en sus posibilidades de acabar ese día entre kas sábanas del hotel donde se alojaba,y que después lo dejó tirado de la forma más penosa,borracho perdido,sin saber muy bien donde estaba,ni quien era…horror!!solo quedaba hora y media para el encierro y allí estaba,tumbado entre la mierda,con un hedor insoportable en parte procedente de si mismo y su vómito,0por su mente paso una imagen de cuando decidió venir a Iruña,hace ya dos años,en los cuales había terminado sus estudios satisfactoriamente mientras trabajaba de camarero para juntar el dinero necesario…ahora su cabeza explotaba su cuerpo no le seguía y solo quería morirse.Una fuerte explosión lo traslado a una guerra imaginaria;Era el primer encierro mañanero.
 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL ORGULLO

José Daniel Cortés Hernández

Don Javier recorre los pasillos de su casa de un lado a otro, se sienta, se levanta, mira su reloj, se vuelve a sentar. «¿Te puedes calmar de una vez?», dice su mujer. «Ya deberían haber llegado», responde. Les voy a llamar, piensa. Un auto se estaciona en la entrada y don Javier se levanta con la habilidad de un veinteañero. Corre a la puerta. Su hija, su yerno y su nieto los saludan.
Mateito ya no es un niño, está listo, piensa. Alcanza su altura y tiene ese cuerpo robusto que impone, como el de un toro. «Ese torso lo sacó de mí, no del padre». Le susurra a su mujer, con una disimulada sonrisa.
–¡Ven acá, Mateo!
–¡Aupa, abuelo!
Mateo abre su maleta y saca un pañuelo rojo, luce deslavado por los años y tiene olor a guardado. Don Javier lo agarra y le aprieta los recuerdos: la plaza abarrotada, el vitoreo de la gente, la música, el baile, la comida, el encierro, los toros, el temblor de sus piernas, el corazón a toda prisa, la euforia… la conquista.
–No lo olvides nunca, Mateo –le dice.
–No, abuelo; lo guardé desde los 5 años para esto.
–No el pañuelo, hijo, el orgullo.  

FANTASÍA DESENCADENADA NÚMERO 23

Jose Emilio Cubiella Fernández

En la sombra de una oquedad dormía una gaviota con un pañuelo rojo. Dejaba los azabaches de sus ojos en el mar y un leve pensamiento en el escudo bordado de aquella fina tela entre sus patitas. Alzó el vuelo cuando la vara naranja del horizonte flambeaba los bultos nocturnos y tomaban nitidez. Su corazón latía rumbo al sur, trémulamente. Fatigada, porque empezaban los San Fermines, amenizó en el río Arga. De un riachuelo bebió un mar, suficiente. Puso el pico en el cielo nublado y saltó hacia él. Había rozado nubes altas, atravesado a las más bajas y picoteado a las medias; todo por devolverlo a su hogar en Navarra.
Chupinazo. Desde la casa consistorial, la multitud y las autoridades contemplaban bajar algo rojo desde el cielo encapotado, justo después del PUM. Plumas. Un repentino viento del norte las introdujo en los balcones engalanados oficialmente para la ocasión. El alcalde torció el rostro y sus concejales, acto seguido, consintieron igualarlo.
Unos años después, un toro bravo, de nombre Gaviotero, les retorcía los pitones en las asentaderas, incrustado un pañuelo en su asta. Se había colado un morlaco en el ayuntamiento para agilizar a la administración, riau, riau.
 

LA CARRERA

Jose Enrique Perdomo García

La adrenalina me impulsaba a arriesgar mas en la carrera,
las calles empedradas de la ciudad se adornaban del color de nuestros uniformes, el blanco de los pantalones y camisetas se había salpicado de gris; la faja roja con sus borlas y el pañuelo al cuello acababan por perfilar mi figura y darme un último empujón para competir con mis compañeros de carrera; me miraban como si fuera un bicho raro- ¿ qué podría impulsar a participar a una mujer en esta competición?
Yo reflexionaba y me preguntaba si la manada eran los cuadrúpedos que nos perseguían con sus cornamentas o aquellos grupos de jóvenes que corrían a mi lado. Cogí impulso y comencé a correr delante de un toro bravo ; doblamos una esquina y un desafortunado resbalón me arrastró al suelo , mi corazón latía a toda velocidad y el miedo se apoderó de mí; pero al mirar a la derecha y ver como un afilado cuerno como un sable se disponía a dar una estocada a un jovencísimo chico que corría a mi lado, salí de mi letargo y tirándole de un brazo y sacándole del peligro le respondí: -¿ Ya sabes a que vine a la carrera?

 

CARAVINAGRE

José Fernando Cuenca Gómez

En la espesa oscuridad del almacén se oyen susurros y risas apagadas. Solo dos de los veinticinco ocupantes permanecen en un ofuscado silencio. No merece la pena discutir una vez más con Coletas y sus tres amigotes. Tan colocaditos, con sus barbitas o bigotitos recortaditos.
Y mientras tanto los reyes, inalterables, mirando hacia otro lado desde su altura inalcanzable.
Hasta los relinchos de zaldikos suenan a risotadas.
Recuerda cuando acudió con sus quejas al señor alcalde. Después de buenas palabras, delegó en el concejal que a su vez los remitió a los cejidepilados japoneses.
Solo Verrugas lo comprende medianamente. Frecuentemente lo acompaña en ser objetivo de las chanzas de sus cuatro compañeros. Aunque Patata intentó inicialmente defenderlos, pronto decidió que se vive mejor formando parte de la mayoría. En el grupo de los guapitos.
Pero en breve, cuando disfruten la luz del sol mientras corren por las calles de Pamplona, lo envidiarán sus miserables compañeros, rabiando al ver como los niños gritan su nombre con cariño.
Hasta entonces se conforma con esperar a que todos duerman, acercarse sigilosamente y descargar con todas sus fuerzas un vergazo en el estirado careto de Coletas.
Un recuerdo de Caravinagre, susurra socarrón mientras vuelve ufano a su sitio.
 

SUEÑO DE JULIO

José Gabriel Millares Pérez

Desde la ventana del hostal, podía observar un gran número de metros de calle petada de gente…
Pero, mi cobardía excesiva me hubiera impedido correr delante de quinientos kilos de astados bravos…
Menuda camada de hermanos corrían con los mansurrones y algunos pastores…
Hubiera pensado que estos Cuadris eran más mansos en “comeuñas”, cuando los veía pastar, y es que el bravo al pasto, pierde arrogancia…
Entre “palabravas”, mis paisanos animales, los bravos con arrogancia, corrían o volaban su bravura por aquella culebrilla de encierro que serpentea y desembocaba en la plaza de toros Monumental de Pamplona…
En mi sueño de julio, me hice cohete, chupinazo, pañuelo rojo, ensamblado de madera en estafeta, rezagado bien plantado que retrasa el encierro algunos segundos…
Desde cuesta Santo Domingo, etéreo sueño germinaba, carrera limpia y sin heridos…
Dron me hice, usurpando espacio aéreo de aquella vivencia sin igual, y acompañé a un zaino en su trayecto…
Por soñar, soñé que en la tarde, mi paisano David de Miranda, abría la puerta grande del coso…
Toros de Cuadri, torero de Trigueros y servidor narrando un sueño…
Este procaz deseo onírico me usurpa, los San Fermines tienen la culpa…
Vivir es siempre soñar…
SUEÑO DE JULIO.