Archivo por días: 29 de marzo de 2024


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

HEMINGWAY

Pedro Sanz Lallana

Andaba yo calzándome las zapatillas de correr, a las siete de la mañana un ocho de julio tras una madrugada torera, cuando me asaltó una duda: «¿De verdad ese Hemingway correría delante de los morlacos?»
Y me respondió la zapatilla derecha:
̶ Pues claro, para eso venía a Pamplona.
̶ Ya. Y otra pregunta más importante: ¿A esa hora estaría despierto?
̶ ¡Era un fan del encierro, chaval, y muy valiente!
̶ Entiendo, perdona.
Me até la zapatilla y me tranquilizó saber que Hemingway también corría delante de los toros, así que aquella mañana me lancé a la calle, sereno, a correr sin miedo, sabiendo que otros muchos antes que yo ya lo habían hecho.
 

PAMPLONA BAILA

Pedro Del Guayo Litro

Todos los seis de julio Pamplona despierta y se pone a bailar. Lo viene haciendo cada año desde hace ya mucho tiempo. Doscientas cuatro horas en las que su danza se contagia entre los que en ella habitan y entre todos los que la visitan. Ocho días vestida con sus mejores galas: blanca hermandad, roja ilusión, multicolor alegría… Fiesta. Sea de noche o de día, haga sol o llueva, nada puede detener la intensa vitalidad de la bella Pamplona que nunca baila sola.
Baila con sus centenarias piedras, con sus árboles y pajaricos. Baila con su viejo amigo Arga, con el verde de los montes que la abrazan y con su azulado, grisáceo y nocturno cielo. Baila con el bebé en la silleta, con los críos que corren delante de los kilikis y con los jóvenes repletos de vida. Baila con la pareja enamorada que contempla los fuegos, con la familia que va de paseo por las barracas y con los abuelos que compran churros a sus queridos nietos. Baila con aquellos que ya no están, pero que siguen vivos en su recuerdo.
Todos los seis de julio Pamplona despierta y se pone a bailar por San Fermín.
 

LA INOCENCIA

Pedro Luis Hernández Socarras

Tuve suerte. Escapé de los toros. Pasé entre la gente confiado. Feliz de mi logro. Me aplaudieron. Luego llegué a casa. Conté todo a mamá. Me abrazó con sus alas:
— Mi pequeño mosquito, no hagas eso nunca más. 

LOS SANFERMINES… “SENTIDOS”

Pepe Arenas Guix

El año pasado participe en este Certamen, por varias razones; primera porque es una fiesta mundialmente conocida y, seguro de que el que no la conozca, es una “rara avis” española y, segundo, porque con nuestra participación ponemos un pequeño grano de arena a que siga creciendo.
Cuando vi el anuncio para 2023, me ilusionó volver a participar, porque me seleccionasteis para publicar mi relato de 2022, aunque no he sabido encontrar dónde se produjo esa publicación.
Sin embargo, este año, la Convocatoria dice muy claramente: Sanfermines “Vividos” y, yo no los he vuelto a vivir, por eso creí que cualquier relato, sin una referencia concreta a una “vivencia personal”, sería descartado. Sorprendentemente, ante la cercanía de la fecha de cierre de admisiones, recibo un simpático correo en el que me dicen:
“Un espacio para que la gente cómo tú, pueda expresarse, […], literatura, emociones para unir tu nombre a un legado “sanferminero” – ¡escribe!”
Bueno…, no sé si lo que escribo tendrá algún interés para optar a un premio que ilusiona, pero eso de unir mi nombre a San Fermín, ¡¡mola!! No dejaré de intentarlo, no con “experiencias vividas”, claro, pero sí con “experiencias sentidas”, por un evento genial.
«Gora San Fermín»

 

RECUERDOS

Pilar Calvo Lou

En mi más que trasnochada treintena son muchos los hábitos que he ido adquiriendo y olvidando, muchas las manías que me hacen exclusiva y suponen un reto para el valiente que quiera convivir conmigo. Sin embargo, hay una costumbre que todavía mantengo: escuchar la radio por la mañana. Cuando era pequeña por obligación; mientras mi madre preparaba ese desayuno que nunca lograba terminar, el viejo transistor vomitaba noticias. Hoy, por voluntad propia, para conocer la previsión meteorológica y evitar una crisis de armario.
Durante tantos años, han sido muchas las voces de esas “últimas horas” y diferentes sintonías que cambiaban cada septiembre con la vuelta al cole. Todo invariable de lunes a viernes excepto los primeros días de julio. Todo giraba en torno a la retransmisión en directo de los encierros. Estábamos de vacaciones y mientras tomábamos nuestro “ColaCao”, mi hermana y yo los veíamos por la televisión canturreando solemnemente. Ahora sola, también los sigo. No sé si es la tensión o los recuerdos que vienen a mi cabeza. Pero estoy como ausente. Y solo me doy cuenta de que he perdido la noción del tiempo cuando oigo el café saliéndose de la cafetera. Y pienso en aquel ColaCao.