Archivo por días: 8 de abril de 2024


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

UN QUILLERO EN SANFERMINES

Robert Gustavo Herrera Rocha

Es casi la media noche del 5 de julio. Hace frio a esta hora en el aeropuerto de Noáin, de Pamplona. El vuelo HK-1706 que trae a mi amigo Victino Monteazul desde Madrid es anunciado por los altavoces. No tardó mucho en aparecer la figura del barranquillero con nombre italiano. Los mismos ojos marrones, sobre la misma sonrisa franca, ahora acompañados de mucho pelo blanco en su aún conservada cabellera.
―Nos estamos volviendo viejos mi amigo ―Fue mi frase de saludo.
―¡Ni que lo digas! ¿Cuándo te mudaste a Pamplona?
―Hace algunos años. No te lo había comentado. Es que tenemos mucho tiempo desconectados, y eso es irónico en la era de las comunicaciones.
Abordamos mi auto y entrando en Pamplona, no fui hacia mi casa, sino hacia la plaza Consistorial. Victino preguntó por el sonido hacho por un cohete pirotécnico y por las casas adornadas con flores blancas y rojas. Reía contagiado de la felicidad de los cabezudos y otros disfraces a esta hora de la madrugada, del ya día 6.
―¡Es el Chupinazo! ―respondí ―El inicio de una gran fiesta internacional. Un consumado carnavalero como tú, va a disfrutar muchísimo estos días en Pamplona.
―¡Vaya! ¿Son unos carnavales?
―¡Mejor! ¡Son los Sanfermines!
 

PAÑUELICO

Roberto Ovalle Veloza

Llega el mes de julio, a San Fermín de Miens primer obispo de Pamplona se le ilumina una sonrisa, son las vísperas de los Sanfermines, la ciudad prepara nueve dias de festejos en su honor. Comenzarán con el chupinazo el primer día en la plaza del ayuntamiento dando su inicio, después vendrán los encierros donde los mozos que quieran, correrán desde la salida por delante de los astados, guiándolos hasta el coso taurino, no sin antes entonar el cántico «a San Fermin pedimos» solicitando su protección durante la carrera.
Su imagen se portará en gran procesión por todo el casco antiguo, desde su capilla en la parroquia de San Lorenzo, a su paso contempla los timbaleros, gaiteros, y clarineteros, las comparsas de gigantes y cabezudos y la Pamplonesa banda municipal. También observa como la gente alista el tradicional Pamplonico, impecablemente blanco con su fajin y pañuelo rojos en honor a su sangre de martir, igualmente, la carne, la tripa y los ingredientes para la pamplonada.
A la media noche del último día con velas encendidas desde la Plaza Consistorial, Pamplona finalizará cantando los sanfermines, y el santo de Miens piensa, ¡pobre de mí, pobre de mí se habrán acabado las fiestas para mí!.
 

UNA APUESTA

Roberto San Martín San Julián

Finalmente he decidido salir de blanco. Pero solo para pasar desapercibido. Si no, cualquiera de la peña no iba a tardar en reparar en mí y venir a preguntarme si me pasaba algo. Y seguidamente me invitarían a echar algo diciéndome que me dejara de chorradas. Solo quiero comprar cuatro cosas para comer y volver a mi encierro. Nada más abrir el portal la música de la charanga lo ha inundado todo; pero he logrado cruzar sin hacer medio gesto. Ni siquiera un pequeño brinco. ¡Venga! ¡Sí! ¡Que soy capaz! Me animo a mí mismo. No puede ser tan difícil, dije aquella tarde en la sociedad. Con lo del COVID no hubo dos años y no nos hemos muerto. ¿Qué no hay huevos? ¿Estar en Pamplona todos los Sanfermines pero hacer como si nada? ¡Eso está chupado! Igual con veinte no; pero ahora a mis cincuenta. Diez no. Veinte mil euros me juego. Ahora mismo. ¿Dónde firmo? Habíamos quedado para la partida y la cosa se fue calentando. ¡Maldito patxaran! La calle está tan llena que no puedo avanzar. Logro escabullirme y giro rápidamente a la derecha. Aprieto el paso. Al fondo, la pancarta del Bullicio se acerca en oleadas. 

ÚLTIMOS MINUTOS EN LA VIDA DE BOB

Roberto Cormenzana López

El cordel se escurrió de entre los dedos de su dueña, que al ver que se alejaba se puso a llorar como una magdalena. Pero él no podía volver, ¿entiendes? Empezó a subir y subir, y ahíto de tanto helio tragado, surcaba el cielo y contemplaba desde arriba la escena, obnubilado. Miles de personas hacinadas en la plaza del ayuntamiento, la mayoría vestidas de blanco, con un pañuelo rojo sujeto entre sus manos alzadas, no paraban de gritar y silbar y corear el nombre del santo. Víctimas de un delirio colectivo todavía contenido, sudaban y daban bandazos aquí y allá. Sí. Aquella masa efervescente anhelaba la inminente llegada del mediodía.
Y entonces sonaron los timbales y los clarines. Soplaba un viento del sur, que lo llevó a la altura de la casa consistorial, justo cuando prendieron la mecha. El cohete enfiló hacia su inopinado objetivo, pasó rozando y agujereó sus pantalones cuadrados. Bob Esponja empezó a deshincharse y bajar violentamente describiendo una trayectoria helicoidal, hasta ir a parar, ya siendo un colgajo de poliamida, al borde de la campana de la trompeta de la alegoría de la fama. Mas no hubo lágrimas y sí vítores y celebraciones, porque el chupinazo así lo imploró. 

TENGO UNA CITA CON UNA NAVARRICA

Roberto Simón Romano

Tengo una cita. Estamos en Sanfermines. Ella me gusta, me alegra, la llevo en el eje del alma. He quedado con mi amor a las nueve de la tarde en el Monumento al Encierro. Voy hacía allí. La tarde apuntala mis estímulos. La ciudad protege mi entusiasmo. Mi emoción cosquillea mis adentros. Ella es hermosa como los jardines de la Taconera. Está repleta de sentimiento; igual que unos versos de Leoz o Velaza. Es valiente, brava como el Arga en el Tramo de la Magdalena. Llevo puesto el atuendo sanferminero. Cómo me gusta el blanco y el rojo. Sobre todo me encanta lucir el pañuelico con el escudo de Osasuna. Sé que ella también se viste de blanco y rojo. Atravieso la Plaza del Castillo donde, en estos días, la Fiesta es una inquilina permanente. Mi corazón, como el corazón de Pamplona, late a ritmo de euforia. Tengo una cita. Ella me espera. Voy. Son las nueve. Ella me enamora, me aguarda. Ella es navarrica hasta lo imperecedero. La siento alborada en mi entraña. Ella es un canto profundo de mi tierra. Las rondallas son sus fieles acompañantes. Ella es sentimiento y corazón y voz en octosílabos. ¡Ah! ya veo a joteras y joteros.