Apocalipsis SF 1
Decía mi colega sanferman la semana pasada en este mismo blog que no quería ser apocalíptico.
Qué va, ni un poquico…
Como quiera que aún faltan unos días para dilucidar estas discrepancias donde hay que hacerlo, alrededor de mesa y mantel, aprovecho estas líneas para echar leña al fuego y seguir con el debate.
Afirmaba sanferman que cinco son los pilares de nuestra fiesta, a saber, la religión, el comercio, el toro, el folklore y la indumentaria. Sin negar la importancia de estos elementos, creo que mi querido colega olvida el auténtico pilar, el único, diría yo, que no es otro que el alcohol. Sin este, nada de lo demás tiene sentido.
Aún así, sanfer exponía con su habitual rotundidad que esos cinco pilares están en peligro.
Afirmaba sin rubor que hay ateos que creen en la existencia de San Fermín (sic) y yo le rebato que son más los católicos que no van a misa y más aún los que no entienden a aquellas personas que se empeñan en exigir a un alcalde que vaya a misa. Conviene recordar que nos encontramos ya en un siglo XXI bastante avanzadito.
Respecto a lo comercial, tal vez no se vendan ya demasiados caballos (de todos modos esta ha sido siempre una actividad celebrada en el extrarradio) pero no hay duda de la importancia que tiene la vertiente comercial; así, Pamplona ha desarrollado y potenciado una industria hostelera, sacrificando a un barrio y a su población en beneficio de un lobby poco preocupado por los efectos perniciosos que crean en el ser humano, no solo durante San Fermín, sino sobre todo el resto del año. Si en vez de ocupar y contaminar calles y oídos contaminaran ríos, ya habrían sido desterrados al extrarradio hace años, haciendo compañía a los caballos, curiosamente.
Que lo taurino atrae menos a la juventud es discutible. Hay que ver si la ha atraído en el pasado. Lo que sí salta a la vista es que resulta menos habitual el veinteañero que se saca el abono completo para la Feria del Toro. Con dos o tres días les basta. Y es esta actitud del con dos o tres días suficiente la que sí que está minando el espíritu pamplonés de la fiesta. El nativo está abdicando de los sanfermines. Disfruta de dos o tres días y luego huye, abandonando la ciudad a lo peorcito del hooliganismo peninsular y continental. Pero este es otro tema…
Tampoco creo que el folklore ande en peligro. San Fermín es una fiesta eminentemente floklórica y si ha alcanzado cierta fama internacional ha sido gracias a su pintoresquismo. Y la gente sigue viniendo y a los aborígenes nos siguen gustando jotas, txistus, dantzas, gigantes o encierros.
Y respecto a la indumentaria, es evidente que ese blanco tan bonito sigue triunfando. Hasta los adalides del mal gusto y los colorines horteras se visten de nuevo de blanco en cuanto el último periodista y la última cámara abandonan la Estafeta a las 8:45.
Así pues, pocos motivos veo yo para el alarmismo, y menos para ver oscuras conspiraciones que quieran acabar con nuestras esencias, si es que puede calificarse de esencia cocerse durante nueve días seguidos.
Sobre lo que no me cabe duda es sobre un hecho natural. Vamos envejeciendo, cada vez nos quedan menos sanfermines por disfrutar y nuestra perspectiva cambia. Tal vez no sea la fiesta la que esté cambiando, tal vez sean nuestros cuerpos y nuestras mentes las que varían con el tiempo.
Pero qué queréis que os diga.
Yo cada vez me lo paso mejor.
Sobre todo si tengo a sanferman cerca.
PD.- Ya que se menciona un libro blanco de los sanfermines, por favor, que sea blanco y rojo.