Juan «el banderillero»
Todos sabemos de la buena relación que muchos toreros han acabado teniendo con Pamplona y con sus gentes después de venir y triunfar durante muchos años en la Feria del Toro. Conocida es la relación de Ordoñez con la gente oberenista. El gran afecto mutuo que había entre la solanera y El Formidable. Y más reciente la devoción que por estas tierras se tiene por Padilla, la cual es mutua. Es por esto, que no sorprendió a unos amigos míos, coincidir en la Estafeta hace dos semanas con un miembro de la cuadrilla del pirata.
Poteaban dos amigos míos un domingo en un bar de la susodicha calle, cuando el camarero, también de la cuadrilla se les acercó con un cliente: “Os presento a Juan. Es banderillero de Padilla”. El bueno de Juan había entrado al bar a tomar unos pintxos y entabló conversación con el camarero. Este, al ver que era andaluz y estaba solo, le preguntó qué hacía por Pamplona. Juan le dijo que el maestro le había mandado para arriba para entregar un capote y una ofrenda a San Fermín y que pasaría varios días por aquí. Así las cosas, mis dos amigos se lo llevaron de potes. Más gente se fue incorporando al vermú. Todos encantados con Juan, este contaba historias vividas con el maestro y los planes que tenían para la temporada americana. Se lo llevaron a comer a una sociedad cercana y le regalaron varios pañuelos para Padilla y el resto de la cuadrilla. Él les firmó una dedicatoria llena de agradecimiento por todo lo que Pamplona le había dado a su jefe. De ahí a un tablao flamenco. Gran fiesta, gran ciego y emotiva despedida. Al día siguiente volvió a aparecer por lo viejo. Esta vez fue invitado a una cena en otra sociedad. Más regalos y muestras de cariño acompañados de vino de la tierra. Ya se estaban organizando homenajes, comidas y cenas para cuando viniera el maestro durante los Sanfermines. Como Juan tenía varios compromisos por la zona, se le convocó a una cena el jueves para despedirle.
Es en estas que un amigo se pone en contacto con unos amigos andaluces, amigos a su vez del Ciclón de Jerez. Les cuenta que están con Juan, el banderillero de Padilla. Los andaluces, sorprendidos, le dicen que eso no es posible. Que con ese nombre el maestro no tiene a nadie en la cuadrilla, que se la estaban metiendo doblada. Recurriendo al socorrido Google se dan cuenta los pamploneses que, efectivamente, el bueno de Juan no era banderillero de Padilla. Lo cierto es que nunca más se supo de él. Habría empaquetado los pañuelos, el vino, el patxarán y las mandarras que recibió de obsequio dispuesto a realizar otra gran faena en otro sitio.