Sensaciones barraqueras sanfermineras. 2
La Feria. El Parque de Atracciones. El Recinto Ferial. En nuestra amada Pamplona, Las Barracas.
Las Barracas son parte esencial de los Sanfermines; constituyen durante los días de las fiestas un punto de encuentro, entretenimiento, ilusión y diversión para gente de todas las edades. Pero además, las barracas son mucho más. Son también un lugar donde experimentar y vivir grandes sensaciones sanfermineras. De esas impagables, inimaginables, inigualables, perdurables para toda la vida. Entre ellas:
-Tener la sensación de estar pasando un rato en el Lejano Oeste. Te montas en los caballitos o en los ponis como un auténtico cowboy, llevas un pañuelo anudado al cuello, disparas carabinas que recargas tú mismo con infalible munición y puedes acabar con los bolsillos totalmente desplumados.
-Tener la fantástica sensación de poder conducir un coche sin tener carnet, sin tener que estar practicando de extranjis con tu padre en el Polígono Landaben o en el Plan Sur y sin que puedan detenerte por embestir deliberadamente a otros vehículos.
-Tener la sensación de albergar en el estómago un gusanillo, una tenia o hasta una gran solitaria durante el mágico tiempo que existe entre el claxon de comienzo de la atracción y el inicial movimiento trompiconado de la misma.
-Tener la sensación de estar asistiendo a lecciones magistrales de marketing y eslóganes publicitarios. Dicen los entendidos en la materia que no hay nada como machacar repetidamente unas frase en voz alta para reclamar la atención del personal y lograr vender el producto. Y si lo haces con el deje y la tonalidad de la jerga barraquera empleada por los feriantes ya es la leche para que el mensaje consiga calar hondo. Y ahí para mi gusto dos atracciones se llevan la palma en estas lides con sus incansables y castizos oradores micrófono en ristre. Una es la caseta de los camellos. Quién no sabe y ha escuchado más de una vez las siguientes melodías : » Pilla que te pilla, corre que te corre, joroba que joroba, a ver quien ganará «……….» El 7 campeón de la competición»……….» Y arrí, arrí, arrí, arrímese por aquí»,…….» Avanti tutti jorobi»………..» Comienza la carrera……… a ver quién se la lleva»…… La otra caseta en cuestión es la tómbola de regalos, sea la Antojitos o cualquier otra, con sus conocidos cánticos: » Ya está la ruleta girando………….y nuestros corazones palpitando………. qué tocará, que tocará…. «……» y otro jamoncito que toca, a ver secre, trae un jamoncito por aquí»……….» que viene la chochona, quién quiere la chochona»…………» qué alegría, que alboroto, otro perrito piloto «………..u otra versión de ésta última igual de pegadiza » qué alegría, que alboroto, que traigo la minimoto».
– Tener la sensación de estar recibiendo implícitamente tus primeras enseñanzas sexuales. Insertar aquí mentalmente un emoticono de asombro y sorpresa. ¿ Cómo ?……. ¿ En las barracas ?……. . Sí, lo que leéis, no me he vuelto majara. Hay multitud de ejemplos para corroborar mi afirmación. Cuando de pequeño untas el canutillo en el vasito de vino dulce que sirven en la tradicional barraca de las figuras baturras, tus padres insisten que si quieres que te sepa realmente rico, debes introducirlo hasta el fondo e impregnarlo lo máximo posible. Con el paso del tiempo, te das cuenta de sus sabias palabras. En otras casetas, descubres la importancia de tener una buena puntería y la necesidad de clavar el dardo en el centro de la diana si quieres llevarte un buen premio; y en otras, un poco paradójico pero real como la vida misma, aprendes que únicamente sales ganando el premio si estiras la goma con esmero y ésta no se rompe. Por si fuese poco, montado en algunas atracciones empiezas a experimentar el gustirrinín que puede llegar a proporcionarte un buen balanceo.
– Tener la sensación de poder manejarte como un gran actor sin haber pasado por ninguna escuela de interpretación. A cada paso, casi en cada atracción, consigues fingir, disimular o controlar tus emociones y no reflejar tus verdaderos sentimientos. Si no,……. ¿ de qué aguantas con la mejor de las sonrisas el fris fris de agua o el escobazo que te da el tío del tren chu-chu cuando en realidad te estás cagando en él?, …………….¿ cómo eres capaz de poner esa expresión feliz y radiante en tu rostro cuando ves o vas al lado de tu hijo montado en una atracción cañera y en realidad estás de lo más acojonado ?, …………….¿ cómo logras mantener esa cara de alga sin cambiar el rictus cuando te dicen en las taquillas el coste de cada viaje ?…………
– Tener la sensación que nos estamos cargando el planeta poco a poco por la falta de respeto que mostramos hacia el medioambiente. Basta arrimarse o pasar al lado de esos puestos que son capaces de concentrar en cuatro escasos metros multitud de olores diferentes: a manzana caramelizada, a algodón de azúcar, a coco pelado, a chufas, a pepinillos y cebolletas avinagrados, a regaliz de palo…. ¡¡¡ Menuda polución ¡¡. Y ese olorcito a fritanga y aceite requemado que se pueda respirar por todos los lados; lo que es muy salubre no parece. Para qué hablar también del cívico reciclaje que damos a los papeletas sin premio de las tómbolas o los cartones incompletos de los bingos, que ya sabemos todos dónde acaban para goce de los barrenderos. Y qué decir del rechazo y desconsideración que mostramos hacia animales míticos e inherentes a la feria como esas mariposas apolilladas que aparecen de vez en cuando en los peluches premiados o esos camellos a los que gritamos con saña mientras los pobres únicamente hacen su trabajo. ¡¡¡¡ Pongámonos las pilas ¡¡¡¡, ¡¡¡ Conciencémonos ¡¡¡, ¡¡ Seamos verdes ¡¡. Como lo del Xota.
-Tener la sensación de haber sido muy afortunado si logras ver los fuegos artificiales parado en lo alto de la noria, si recibes un beso de tu pareja bajo la loneta del gusano loco o si
-Tener la sensación que muchos órganos corporales se desplazan a gran velocidad y a su libre albedrio por el interior de tu cuerpo tras sufrir un golpetazo en los autos de choque o si estás disfrutando de atracciones tan vertiginosas como la nube, la montaña rusa o el barco vikingo.
-Tener la sensación de ser un consumidor permanentemente ninguneado, estafado o engañado. Que levante la mano aquel que no haya tenido los siguientes pensamientos o similares estando en el ferial: ¿ No se ha roto un palillo distinto al que yo apuntaba cuando he apretado el gatillo en el tiro pichón?, …….¿ no está torcido el punto de mirilla de la carabina ?, ……………. ¿ no tienen diferente fuerza en cada tirada las pequeña grúas que pueden levantar los objetos o monigotes esparcidos tras las vitrinas ?, ………….¿ no gira el portero de fútbol a más velocidad en el segundo chut si has conseguido meter el primer balón en su meta ?, …….¿ no duran menos tiempo los viajes los días y/u horas que hay más gente ?, ……………..¿ no están tensados a más no poder los aros de baloncesto ?………
Etcétera, etcétera, etcétera….
Estoy seguro que en Sanfermines y en las barracas cada uno de vosotros también habéis experimentado vuestras propias sensaciones. ¿ Cuáles son ?.