Niños


Castas 3

Esta tarde mi hija me ha preguntado qué quería decir, exactamente, casta.

―Se llama castas a las personas que viven mucho los sanfermines ―le he explicado, contenta de que me hiciera esa pregunta ―. Por ejemplo el abuelo era un casta. De esas personas a las que le volvía loco todo lo de Pamplona, desde celebrar la escalera sanferminera, hasta tener todas las esculturas de las fuentes de Pamplona. O leerse cada uno de los libros sobre Pamplona que se publiquen en el mundo mundial.

Pensaba en la librería de la entrada de casa de mis padres. Una auténtica joya del castismo pamplonés.

―Los castas, como los bilbaínos ―continué ―pueden nacer en cualquier parte. Pero prácticamente todos los que he conocido en mi vida han nacido siempre en el casco viejo. Lo mismo que tú. Yo no, porque el abuelo se fue a vivir a otro barrio y yo nací en la Milagrosa, así que nunca podré ser una casta de libro. Pero tú podrás recoger la herencia del abuelo. Y, además, como en este asunto hay pocas chicas, podrás ser una precursora del castismo feminista de Pamplona.

Yo me reí, pero ella me miraba con gesto de no estarme entendiendo. Aún así no iba a dejarlo: me gusta responder todas las dudas de mis hijos y tratar de abrirles el mundo. Y también me gusta hablar de temas pamploneses, así que estaba disfrutando mucho con la conversación.

Recordaba también un chiste tonto que dice que el que es el más casta en San Fermín, también suele ser el más casto durante los otros 356 días del año. Pero eso no quería ponerme a explicárselo a mi hija.

―Entonces, ¿lo has entendido?

No me quedaba claro. Mi hija es lista. Muy lista. Pero parecía estar un poco desubicada con mis explicaciones.

―No lo sé… ―dijo, al fin ―. Me esto leyendo un libro que se titula La selección, y América Singer, la protagonista, es de la casta 5. Por eso te preguntaba. Pensaba que hablaban de diferentes grupos que se reparten por clases sociales. Y quería saber si era verdad que esa palabra existe en la vida normal.

Pensé: espero que te haya quedado claro que sí, los castas existen en la vida normal. O, al menos, en San Fermín; que muy normal puede que no sea, pero es el momento que todos andamos siempre esperando.

 

 

 


Una frase primaveral pamplonesa 2

Estamos cerca, peligrosamente cerca de San Fermín. Es una constatación objetiva y tenemos dos pruebas irrefutables:

  • Ya solo nos queda un peldaño para celebrar de la escalera de este año.
  • Mis hijos, cada vez que pasamos por la calle Estafeta, cosa que ocurre muy a menudo (a razón de 3 o 4 veces por semana) corren hasta el final en vez de venir a mi lado porque quieren mirar cuántos días, horas, minutos queda para el cohete.

Además, a nuestra edad, en esta época del año puedes descubrir perfectamente quien es más de Pamplona que seguir soñando con las escaleras mecánicas de Unzu, solo porque en algún momento le has oído comentar:

—Yo, este año, solo voy a salir el 6 de julio, que es el mejor día.

Es una de nuestras frases míticas. Y lo mejor de todo es que, cuando la decimos, sabemos perfectamente que ni siquiera es verdad. Saldremos. Saldremos, seguramente todos los días. Simplemente es un síntoma de que ese día estamos decididos a venirnos arriba y darlo absolutamente todo. Ir a muerte, como si no hubiera un mañana. Como si los hijos no estuvieran durmiendo en casa de los abuelos y no nos esperase detrás de la frontera un mundo de lavadoras blancas que poner.

Yo, el año pasado, en mi euforia de la mañana del 7, después de un 6 de julio en el que había disfrutado de cada minuto, cometí el grave error de decirle a mi hija mediana que “el año que viene” se vendría conmigo. Estamos a mayo, así que llevo 10 meses absolutamente arrepentida. Y, ella, los mismos 10 recordandome cada día que este año va a salir conmigo el día 6 de julio y que solo su hermano pequeño se quedará con la abuela. Por mucho que piense que me tenía que haber mordido la lengua ese día, sé que no hay marcha atrás. Cuando se trata de compromisos sanfermineros, hay que cumplirlos. Tendremos que ajustarnos todo el día. Ella tratando de parecer más mayor de lo que es y sin que se le caigan los ojos a una determinada hora. Yo, limitando el consumo de sorbete en el Gazteluleku. Y quien dice de sorbete dice de todas las demás bebidas espirituosas con las que me tendré que tropezar ese día.

Ya falta menos, es cierto. 56 días. Y en cada uno de ellos hacer la cuenta atrás para que el mundo, de nuevo cambie de eje y nosotros brindemos por ello.


Garito polita 1

Estamos en la semana del pintxo. Una de esas tradiciones pamplonesas. Un acontecimiento culinario, por eso de que son muchos los bares de Pamplona que se esfuerzan por crear obras de arte gastronómicas en miniatura. También es un acontecimiento social, porque todos salimos en busca del pintxo perfecto. Nos saludamos, comentamos, saboreamos, brindamos y, en definitiva, compartimos la experiencia en cada uno de los bares que participan en esta aventura.

Lo que no falla nunca es la famosa conversación sobre lo caros que son los pintxos que participan en el concurso. Lo son. No si valoramos el esfuerzo que tienen detrás, pero posiblemente sí cuando lo comparamos con el coste que tiene en Pamplona salir de pintxos durante la vida normal o, todavía peor, durante cualquier juevintxo.

Lo que ocurre es que no deberíamos cuantificar el dinero por la vida normal.

¿Qué hay más caro en el mundo que salir a tomar el aperitivo durante los sanfermines?

Estoy segura que todos los que somos padres de familia hemos vivido esta situación: hemos dejado a los niños con los abuelos para poder salir una noche de San Fermín. Esa noche, como no podría ser de otra manera, lo hemos dado todo. Te has venido arriba antes, incluso de tomarte el sorbete del Gazteluleku. Has llegado a casa después del encierro, con el chocolate en el estómago y diez kilos de collares comprados durante la noche. También unas gafas XXL estilo hippie años 70, por supuesto. Y una mezcla de alcoholes difíciles de digerir enredadas en tu cuerpo.

A la mañana siguiente, nos hemos levantado destrozados. Absolutamente destrozados.  Pero hemos quedado que el intercambio de los niños es en la plaza del castillo en el aperitivo. El aperitivo más caro del mundo, por supuesto. No solo porque es san Fermín y sentarte en una mesa de la plaza del castillo está al nivel de conseguir pagar la deuda de un país mediano. Pero, es que, encima, tus padres/suegros/cuñados se han quedado a los niños y, por eso, tú estás obligada a pagar sus consumiciones. Esa es una ley indudable. Pagarás los martinis, las rabas, el sol de la terraza de la plaza del castillo e, incluso el acordeón que pasa a tocar esa cancioncilla que te destroza el cerebro. Pero disimularás para que nadie diga que eres una floja y que no sabes salir. Para que nadie piense que hace solo seis horas estabas subida a la barra de una peña bailando “A la calle, a la puta calle…”,

El aperitivo más caro del mundo te deja, por eso, una sonrisa en los labios y te equilibra el alcohol en vena.

No hay nada más que se pueda pedir. Y ni siquiera la semana del pintxo puede cambiar ese hecho: hay tradiciones caras. Todo es cuestionable. Excepto san Fermín


¿El retorno del Ligre?

Reconozco que hace años que no piso el circo en San Fermín. No es ningún boicot meditado, simplemente me deprime. Sé que si llevara a los críos, lo pasarían bien. Sus ojos se abrirían como platos al aparecer un león por el túnel de las fieras y seguro se reirían con las caídas de unos payasos algo descoloridos. Hasta tengo una foto a lomos de un elefante. Mi madre, tras abonar una cuantía astronómica de pesetas, me permitió encaramarme a esa piel rugosa y polvorienta y tengo una imagen de aquellas polaroid que había que agitar para que la imagen fuera apareciendo lentamente como un espectro.

Sin embargo, ahora los circos me provocan una mezcla de ternura, compasión y tristeza. Siento respeto por las personas que se ganan la vida con ese más difícil todavía que es llegar a final de mes haciendo volteretas o intentando hacer reír en tres funciones diarias. Pero la sensación de que la alegría bajo la carpa es de cartón piedra no me la quito de encima. No soy ningún talibán del movimiento PETA, pero creo que el trato que se da a los animales no es el mejor ejemplo. Ello a pesar de que seguramente la domesticación ha provocado en ellos una imposibilidad de vida en libertad, como ha pasado históricamente con nuestros actuales perros o caballos.

Pero hay meditaciones que te hacen pensar…

elefante

En estas cavilaciones estaba cuando me encuentro con ocurrencias, casi siempre de un arácnido concejal, de cambiar el nombre a las fiestas, de repensar los ciervos en la Taconera -quizá el ínclito concejal ha decidido emular las monadas del mítico Charly- y de cuestionar cualquier nomenclatura que aluda al santoral. Fue entonces cuando me acordé del Ligre. Un engendro, mitad león mitad tigre, que se anunciaba como gran atracción hace varios años en el Circo que visitaba las fiestas.

ligre

Que si Semana Grande, que si desfile del día grande y no procesión y otras boludeces. Al final celebraremos las Fiestas en honor a Baco y sacaremos en paso procesional una alegoría energética del solsticio de verano. En fin, ya lo dijo Chesterton «El problema del hombre que no cree en Dios, no es que no crea en nada, es que es capaz de creerse cualquier cosa»

Lo dicho, quizá vuelva el Ligre.

 


La Pamplonesa dando un recital de… cariño

De nuevo el Colegio de Educación Especial Andrés Muñoz ha elaborado un calendario para este año recién estrenado 2016. Y al parecer la Pamplonesa accedió de buen grado y en traje blanco cargó con sus instrumentos para posar para la posteridad.

calendario

Desconozco si sonaron los acordes del Vals de Astráin o alguna Diana, pero a juzgar por las imágenes, los alumnos estuvieron bien despiertos y encantados que semejante icono sanferminero compartiera unas horas con ellos. Al igual que la comparsa de Pamplona lo hiciera el año pasado, los componentes de la Pamplonesa desplegaron empatía y buen humor, y una buena dosis de cariño y muy buen rollo.

Por cierto, si alguno está interesado en adquirirlo:

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Ahora lo deseable es que los chicos y chicas puedan también disfrutar de un san Fermín inclusivo, donde haya fiestas para todos y donde también puedan disfrutar de La Pamplonesa en una ciudad adaptada para ellos y que proporciona los apoyos necesarios para que así sea.

Les dejo el vídeo que da fe de ese bonito encuentro: