Sanfermines


Fallo del jurado del XVI Certamen de Microrrelatos de San Fermín

Estimados amigos y lectores, esta misma tarde a las 19:00 en el Palacio del Condestable de Pamplona, se ha hecho público el fallo del jurado del XVI Certamen de Microrrelatos, con los siguientes resultados:

Primeros tres clasificados:

Ganador: Secretos de familia por José María Mayorga García.

2º clasificado: Recuerdos en Blanco y Rojo por Radostina Tachova Chergarska.
3º 
clasificado: El estofado de Welles por Ramón Herrera Torres.

Resto de finalistas:

 clasificado: Traición por Juan Ignacio (Iñaki) Arbilla Ruiz.
 clasificado: The Ghost Runners of La Peña Perdida por Tim Pinks.
 clasificado: alear (3. intr.) por Alberto Pascal Bea.
 clasificado: Campeón por Ernesto Pérez Esteve.
 clasificado: 8556 horas por Diego Paredes Salmerón.
 clasificado: El paso del tiempo por Óscar Cerdán Grande.
10º clasificado: Ausencia por Aitor Iragi Eraul.

Nuestra más calurosa enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este XVI Certamen que nos han hecho disfrutar con sus trabajos. Y sin más preámbulos, aquí tenéis el texto ganador al que seguirán la próxima semana el resto de textos en sucesivas entradas:

SECRETOS DE FAMILIA – José María Mayorga García

Se sientan los tres a la mesa.

Idoia, con la mano derecha sirviendo un plato de rabo a su marido y el corazón saliéndose del pecho, mira a Nagore y le hace un rápido gesto señalándole las zapatillas, tiznadas de albero. La muchacha traga saliva, sonríe a su padre, le pide que le acerque el pan y esconde los pies bajo la silla.

—Papá, ¿vais esta tarde a la corrida?

—No, hoy tenemos teatro con la cuadrilla. Por cierto, creo que el encierro de esta mañana ha sido de los más peligrosos.

Idoia contiene la respiración y aprieta los dientes.

—Me ha salido un poco soso. ¿Alguien más quiere sal? —dice levantándose y saliendo del salón.

Nagore evita mirar a su padre.

—Te he visto por la tele —dice él.

Un trozo de carne decide quedarse en la garganta de la muchacha.

—Eres muy joven aún. Los cabestros te sacaban una cabeza. Como se entere tu madre le da algo.

Nagore baja los ojos y se frota las zapatillas en los pantalones.

—Pero has corrido genial —concluye su padre.

Cuando vuelve, Idoia tiene la sensación de haber interrumpido algo.

—¿Todo bien?

—Todo bien —contestan a la vez.

Nadie se acuerda de la sal.


Retransmisión del fallo del jurado

Desde aquí podréis seguir en directo el Fallo del Jurado y la lectura de los diez microrrelatos finalistas de la XVI edición del Certamen de Microrrelatos de San Fermín. El fallo del jurado será a las 19:00 en el Palacio del Condestable, con entrada libre, y la retransmisión comenzará unos minutos antes.


Estadísticas del XVI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

Hoy, 14 de junio, a un mes de inicio de las fiestas de San Fermín 2024, tras el cierre de la inscripción el pasado día 31 de mayo y previo al fallo del jurado y lectura de los diez microrrelatos finalistas, que tendrá lugar el próximo 28 de junio, viernes, en el Palacio del Condestable con entrada libre y retransmitido en directo por Internet, os presentamos los datos de esta XV edición:

Participación324 autores con sus correspondientes obras.

Procedencia15 países desglosados de la siguiente manera:

PaísObras
España285
Argentina14
Colombia6
Perú3
Venezuela3
Chile2
México2
Cuba2
Portugal1
Ecuador1
Francia1
Brasil1
República Dominicana1
Reino Unido1
Santo Tomé y Príncipe1
ProvinciasObras
Navarra93
Madrid47
Barcelona12
Murcia12
Gipuzkoa8
Santa Cruz de Tenerife7
Zaragoza7
Alicante/Alacant7
Valladolid6
Granada6
Valencia/València5
Burgos4
Sevilla4
Segovia3
Jaén3
Asturias3
Araba/Álava3
Castellón/Castelló3
Cádiz3
Bizkaia3
Palmas, Las3
Cuenca2
Huesca2
Albacete2
Lleida2
Lugo2
Almería2
Cáceres2
Pontevedra2
Córdoba2
Ceuta1
Soria1
Girona1
Ávila1
León1
Ourense1
Salamanca1
Tarragona1
Badajoz1
Ciudad Real1
Guadalajara1
Rioja, La1
Coruña, A1
Huelva1
Palencia1
IdiomasObras
Español313
Inglés7
Euskara4

XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

MI NOMBRE ES MALIK

Víctor Manuel Balda Ruiz

Mi nombre es Malik, que en árabe significa «rey». Salí de Senegal hace ya varios meses con destino a Alemania. Me busco la vida recogiendo fruta o vendiendo zapatillas, gorras y camisetas. Ahora estoy en Pamplona, una ciudad donde todos visten de blanco y rojo. Esta mañana oí música y me acerqué; padres, madres y niños abarrotaban la calle mientras las enormes figuras bailaban unas danzas. Cuando la música cesó un hombre sudoroso salió del interior.
-Cuánto pesa? -le pregunté
-Sesenta kilos, pero no es cuestión de fuerza sino de habilidad.
Me dio la mano y nos presentamos. Se llamaba José Mari, le dije que estaba de paso y me invitó a sentarme con él en una larga mesa con comida. Comimos y hablamos. Luego nos despedimos, se metió dentro del gigante y continuaron el recorrido. Durante los siguientes días le busqué sin éxito. El último día de fiestas oí de nuevo la música. Me gusta el sonido y la melodía. En un descanso le vi salir del interior, me acerqué y nos dimos un abrazo. Luego le presenté a mi amiga Nahikari.
-Sabes? Al final me quedo en Pamplona, quiero aprender esas danzas para poder bailar algún día al rey africano. 

VOLVER

Violeta Tornero Rodríguez

Se despertó con el freno de aquel autobús que anunciaba la parada final. O quizás le sacaron de su sueño la mezcla de sensaciones que ya podía percibir desde su asiento. Volver a su amada Iruña en esas fechas siempre era exponer sus sentidos a miles de emociones a flor de piel. Pamplona olía a ese aire fresco que tanto echaba de menos los días de oficina en su nueva ciudad. Sabía a puchero de su abuela, txantxigorri y pacharán. Sentía gran emoción al leve tacto del pañuelico rojo sobre su piel. Escuchaba risas, gritos de alegría, coros de voces cantando “Uno de enero” y “Pobre de mí”. Esos días, veía la vida en blanco y rojo.

Se apresuró a salir para poderlo vivir. Corrió en dirección a la Plaza Consistorial y llegó justo a tiempo de recibir el abrazo de su familia al escuchar juntos el chupinazo, el sonido más esperado de cada año. Cuando tuvo que marcharse para encontrar trabajo, como miles de jóvenes de su ciudad, se prometió regresar cada siete de julio. San Fermín no sólo era volver a Pamplona. San Fermín era volver a soñar. 

DIAS DE LIDIA

Xabier Sancho Sanchez

Los peritos no daban crédito. El Passat familiar escoraba el centro de gravedad unos centímetros hacia un lado gracias a una navaja clavada en la rueda trasera izquierda.
«Recuerdo de Albacete»
-Joder Raúl. ¡Ni se acuerda, pero esta navaja se la regale yo cuando éramos novios!
-¿En serio? ¿Y la deja ahí clavada? Tu marido no está en sus cabales. Deberías hablar con él.
-¡No, si es su coartada! Dice que ha sido el vecino. Un manchego que se ha hecho de la peña la Única y que según él se ha radicalizado express viendo encierros en YouTube. Que entre eso, y lo del pañuelo de fiestas señalizando la sombrilla, se le ha saltado algún fusible.
-¡Madre mía! Si que es grave. Quizá este año deberíais quedaros.
-¡Ya! ¿ Y todos los informes que tengo pendientes? Pensaba teletrabajar desde la playa.
-No te preocupes, yo te los hago.
Sin saber como agradecérselo, Lidia se despidió de Raúl recordándole deberle una, y acto seguido sacó su teléfono.
Mensaje para AAjavi:
5 de Julio. Imposible conseguir repuesto. Tendremos que quedarnos.
Mensaje para Antoniovecino:
Esquiva a Javi estos días. Te lo explicaré. Solo coge el abono para sombra que hay en tu buzón y no hagas preguntas.  

CRECER

Yolanda Otazu

Estábamos viendo a los gigantes en la calle Mayor cuando me perdí. Había soltado la mano de mi abuela para acercarme más, embobado por el vuelo de las faldas al girar. Mi prima Amaia siempre contaba que, si lograbas tocar los vestidos de los gigantes en pleno baile, podías pedir un deseo y se cumplía.
Daban vueltas muy rápido y había demasiada gente. Era difícil avanzar, pero me hice un hueco. Esa tarde tocaba día de barracas con los primos y necesitaba un milagro. Había crecido mucho ese año, pero temía no fuera suficiente para poder montar en las atracciones de los mayores. Estiré el brazo y alargué los dedos hasta conseguir agarrar la tela brillante. «Quiero crecer»—pedí.
Luego, la música paró. Bajo las faldas del Rey Americano apareció un hombre sudoroso con barba. Me revolvió el pelo y me riñó por acercarme tanto mientras bailaba. Quise correr para refugiarme en los brazos de mi abuela, pero no la encontré. Pasó mucho rato hasta que apareció arrastrando a mi hermana y con cara de susto. Yo solo pensaba en la tarde de barracas. No entendía por qué lloraba mi abuela y me abrazaba tan fuerte. Me estaba haciendo daño.
 

MAÑANA DE GIGANTES

Yolanda Calavia Aguirre

¡Ya se ven!, están en la calle Zapatería. Braulia baila al son de los txistularis, da vueltas y más vueltas adornando la vieja Iruña con el colorido vuelo de su falda.
Entre la multitud destaca su pelo rubio y el pañuelo rojo con el nombre de Eduardo bordado.
De la mano vamos avanzando, esquivando ruedas de silletas y algún que otro pisotón…
Sudando por el calor de este 7 de Julio llegamos hasta Josemiguelerico acompañado de los gaiteros.
A mi lado veo la tensión en el rostro de unos niños, tensión parecida a la de unos mozos cuando ven a los toros enfilar la Estafeta.
– ¡Ya viene mamá, ya viene!
– ¿Quién viene?
Recibí el primer vergazo, ese que te hace recordar la resaca del día anterior, ese que alborota tu cabeza igual que la noria en la feria.
Edu entra en acción…
¡Kilikiki con el palo no, con la verga si!
Pim, pam, pum, un intercambio de golpes, un estallido de diversión…
Y cuando el kiliki cambia de objetivo le oigo decir:
¡Se ha rendido mamá!
¡Caravinagre se ha rendido!
Mañana, ¡a por Verruga!. 


XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

EL COHETE DE LOS SUEÑOS

Vanesa De La Puente Blanco

No sé lo que es, pero parece cosa de magia.
Cada 6 de julio a las doce horas, el cohete de los sueños despierta en nosotros una semana donde el tiempo vuela y se detiene a la vez.
Vuela porque pasa rápido; se detiene porque permanece en nuestro interior hasta el siguiente año, marcado a fuego en nuestras almas.
De repente, ya son las veinticuatro horas y, ¡pobre de mí!
El agotamiento me invade de felicidad.
¡Que me encierren si estoy loca!  

HORMIGUEO EN EL HORMIGUERO

Veronica Arnaiz Tome

Cual hormigas en plena actividad acaparadora, el 4 de julio fueron de compras al descubrir que los pantalones blancos les apretaban y las camisetas amarilleaban allí donde cayeron las gotas de kalimotxo el año pasado. También llenaron la despensa de las viandas necesarias para aguantar 9 días. Tampoco tantas, no pensaban pasar mucho tiempo en casa. El 5 de julio empezaron a sentir el hormigueo en las tripas y subieron por la Cuesta de Santo Domingo como hormigas en fila, llevando la ilusión a cuestas hasta el centro del hormiguero, en la plaza del Ayuntamiento. El 6 de julio estalló un volcán allí mismo, en la plaza y millones de hormigas se desparramaron por la ciudad. El 7 de julio, muy temprano, 6 hormigas con cuernos, negras como el carbón, un poco regordetas, pero muy ágiles, corrieron en el encierro, hacia lo que parecía una galleta gigante. Resultó ser arena y pintura, en una gran plaza de toros, ¿qué había pasado? Sus pensamientos se disolvieron en los cánticos y aplausos de miles de espectadores muy alegres por el inicio de las fiestas. ¡San Fermín! ¡San Fermín! ¡San Fermín! 

BAR MALDITO

Victor Anton Soler

Al cruzar el umbral enseguida supe que ese era un bar maldito, un bar de perdedores, un cementerio de relojes sin agujas, un purgatorio de almas en pena que buscan se redención en el fondo de un vaso agarrado a una botella. El camarero me preguntó que quería tomar, su aliento me hizo retroceder unos pasos, su boca vacía de dientes pot los coqueteos con las drogas y por la falta de higiene.
Los brazos con tatuajes carceleros hechos con premura, sin en instrumental adecuado, y por un tatuador aficionado que intuia que no era su mejor trabajo.
El pelo amarillo de la sobredosis de colonia diaria, que después arreglaba con un peine grasoso.
Le pedí un whisky y me puso una especie de caldo de patata, que era un mal simulacro de whisky.
Apuré el último trago y salí a l calle, empezó a llover y busqué refugio en el soportal del viejo ayuntamiento.
En cuanto dejó de llover salí corriendo hacia los callejones vacíos de gente donde se entremezclaban los olores de la lluvia recién caída y El olor a pan recién hecho de la panadería de Txema, una combinación que mer recordó tiempos mejores por esa ciudad que tanto amé.

 

¡ALLÁ VOY!

Víctor Salgado Ferreiro

No he podido pegar ojo en toda la noche.

— ¡Descansa antes del encierro, chaval! La carrera será corta pero intensa –me aconsejó el socio más jaranero de mi peña, protagonista, a su vez, del Chupinazo de este año.

Aturdido por las charangas y el gentío, te sientes arropado y disimulas el miedo hasta que llega la noche. Entonces, con la oscuridad y el silencio, afloran las dudas: ¿Estaré a la altura?

Me han preparado a conciencia. Repaso mentalmente el recorrido. Muy rápido el primer tramo por Santo Domingo. Avistaré la calle Mercaderes al límite de mis fuerzas. Sentiré arder mi pecho sobre la calle Estafeta que conduce al callejón del coso taurino. Si me mantengo firme y aguanto la presión hasta el final, cuando vislumbre la Plaza de Toros de Pamplona, estallaré de gozo en mil pedazos.

No hay marcha atrás. Tiemblo imaginando a los morlacos siguiendo mi estela. Tengo seca la garganta y el pañuelo más rojo que nunca, incandescente. ¡Allá voy!

Son mis primeros Sanfermines. También serán los últimos. Pese a ello, no cambio este momento por nada del mundo. Pocos cohetes hemos tenido el honor de ser elegidos para anunciar el comienzo del primer encierro de San Fermín. 

DE NUEVO

Víctor Manuel Sola Picaporte

Siempre he pensado que cuando las cosas terminan, esas de la vida, las etapas, las situaciones, los momentos , habría que concederlas una segunda oportunidad para volver a sentir aquello. Ahí estaban la misma barba blanca, la presencia, el carácter, las sensaciones que producía, su Fiesta y la nuestra, todo volvía a empezar de nuevo. Café Iruña, sí, en la mesita al lado de su estatua, vino tinto y , me llamó tanto la atención, un bloc de notas. Estaba en éxtasis, no me lo podía creer, el mismo parecido, los mismos aproximados veintitrés años, 1923 de hoy o de ayer, en principio daba igual por qué lo que sentí fue la imperiosa necesidad de leer lo que estaba escribiéndose desde el pasado. Tal sería la imagen que delataba mi emocionante semblante que, con esa soltura de los grandes instantes, el gesto de invitarme a leerlo convirtió mi ansiedad en la esperanza tantas veces baldía. No hizo falta decir más y como Ulises cuando vió su Ítaca esperada me encaminé a encontrarme con nuestro destino. A veces sucede y la vida te regala un viento cálido y fresco, a la vez, una oportunidad para que el Sol también salga de nuevo.