Txupinazo


Peripecias de un alcalde sanferminero.El Txupinazo (IV) 1

Mientras la concejal se aproxima hacia mí, pido al Santo que me proteja. Con su capotico o con lo que tenga más a mano, pues me temo que toda ayuda que voy a necesitar va a ser poca. Que me proteja de la embestida que quiere proporcionarme semejante loba. O tigresa. O leona. O lagarta. O lo que sea. Sí, lo sé, la comparo con animales desprovistos de cornamenta pero no os preocupéis que la corrida no se va a suspender. Ni de coña. Os recuerdo que los cuernos los voy a poner yo en unos momentos y pronto dispondremos de unos que hagan apta la lidia. Le pido también que me proteja para no resultar lesionado pese a la tremenda cogida que estoy seguro que me va a meter. Esto……… ¿ meter ?……..¿ a mí ?….. A ver, a ver, que me lío, aclaremos este punto cuanto antes, es muy importante,……….. ¿ me va a meter algo ?………….¿ pero no era yo el que debo ocuparme de eso ?……….Y sobre todo, le pido que me proteja de no dejarla embarazada, pues no llevo encima ningún preservativo. Pero eso todavía es solucionable. Puede que ella sí lleve alguno consigo o utilice algún método anticonceptivo. Trato de salir de dudas. – Esto, ……perdona……., ¿ vamos a usar algún tipo de protección ?. Es que yo no llevo ningún Willy encima. Ninguno. Ni al Toledo, ni al Fog ni siquiera al Wonka. Su espontánea carcajada todavía retumba en mis oídos. – Alcalde, eres un cachondo. Al inicio de la legislatura te pedimos llevar escoltas y nos los negaste, alegando que no era necesario que la oposición llevásemos protección alguna. Y ahora me vienes con estas…… Pero estate tranquilo. Llegado el momento emplea la marcha atrás, que es lo que mejor se te da hacer con todas los proyectos e ideas que la oposición te presentamos en los Plenos, con las ilusiones de los ciudadanos o con las comisiones de investigación que quieren crearse para poner luz y taquígrafos a tu gestión.

No hago caso a sus palabras. No me tengo por rencoroso. Llega a mi altura. Vaya momento. Subidón del bueno. Me siento como un divino del encierro……aquí huele a toro……hoy pillo toro….. hoy toco pelo.  O como un pastor con un toro rezagado en la Estafeta………..con la única defensa de su vara. O como un picador en su tercio……… deseando clavar un buen puyazo. O como un torero con duende…………..la faena va a ser de rabo, de orejas no sé, pero de rabo seguro. No me da tiempo a sentirme más cosas. Me desviste en un santiamén, ropa interior incluida. Me quedo únicamente armado con mi estoque, de capa caída y para el arrastre durante mucho tiempo pero hoy encelado perdido. Lo tengo con la ilusión de la alternativa. Suerte maestro. Es la hora de la verdad. La hora de la suerte suprema. Debo rematar la faena. Meterla hasta la(s) bola(s). Quiero salir por la puerta grande. Armar el taco. No escurras el bulto, decídete, que ya la tienes bien cuadrada.  No tienes que esperar a que el apoderado de turno o cualquier subalterno te diga: valor y al toro, que es una mona. Hazlo en corto y en derecho. No me da tiempo a decirme más cosas del argot taurino. Me mete un revolcón de aúpa. Espeluznante. Sobrecogedor. Estremecedor. Aterrador. Reíros,….reíros….. ! qué fácil es ver los toros desde la barrera !. Menudo trapío ha demostrado la señora en la acometida. La Doña, ha resultado ser un híbrido entre un Miura y un Cebada Gago con la clase de un Vitorino. Debo sobreponerme. Embraguetarme. Decido entrar al trapo. Ponerme el mundo por montera. Demostrar lo que soy. Un figura. Un primer espada. En la vida, en la política y en el amor. Me mentalizo. Tengo que sacar más valor que El Guerra para salir airoso de esta batalla. La miro. Le hago un desplante. Le hago un pase de desprecio.Pero ella se lo toma a mal, se crece ante el castigo y me hace un nuevo relance, del que nuevamente no consigo salir bien parado. Voy de mal en peor. Estoy contra las tablas. Ahogado. Sin respiración. Soy consciente que nadie va a salir al quite en mi ayuda. Debo estoquearla cuanto antes. Sin pinchar en hueso. Horror. Están a punto de dar las doce. No quiero que me coja el toro. En esas estamos, cuando se separa un poco y me dice: – Alcalde, cariño, creía que te manejabas mejor en el arte de la espada. Estoy esperando que entres a matar y recibir de una vez por todas una buena sacudida con semejante estoque. Ya sabes que tengo querencia por estas cosas-. A tomar por saco, me digo. Ni la puntilla voy a necesitar. Se va a enterar. Me lanzo a por ella, pero es entonces cuando me hace un quiebro propio del famoso Martincho y caigo de bruces contra las baldosas del baño, de sorprendente color arena cuan coso taurino cualquiera . Menudo trompazo me he dado. Recalco, trompazo. Adivinar con qué parte me he golpeado primero. Juramentos varios. Brutos exabruptos. Estrellitas girando. Pajarillos aleteando.

Aprovechando mi aturdimiento, en un rápido y certero movimiento, la colega recoge mis ropas y las lanza por la ventana, se pone su vestido en un plis-plás y abandona precipitadamente el baño cerrando con llave la puerta de chiqueros al tiempo que la escucho decir en alto: – Lo siento alcalde, antes es la obligación que la devoción y no sé a ti, pero a mí me están esperando en un balcón -.

Me quedo jodido. Bien jodido. Pero sin haber jodido. Ya me entendéis. La situación se las trae. Espeluznante. Sobrecogedora. Estremecedora. Aterradora. Repasemos. Soy el Alcalde, el Alkatea. Se supone que tengo que lanzar el Txupinazo en breves momentos. Sin embargo, me encuentro encerrado en el baño de señoras de la casa Consistorial. A treinta metros del balcón donde preparado está el cohete anunciador de las fiestas. Sin ropa. En pelotas. Más solo que la una, pero esto último no me chirria tanto, ya que es lo habitual en política, en los curros y en muchas ocasiones de la vida cuando a uno le vienen mal dadas. Procedente de la ventana, escucho el griterío de la gente acumulada en torno al Ayuntamiento. Los decibelios aumentan por momentos. Silbidos. Chillos. Gritos. Jolgorio. Redobles de tambores. Clarines. Enorme contraste con la sensación de vacío que existe en el baño. De repente, comienzan a sonar las campanadas que dan las doce. Me invade entonces tal acojono que ni a la Cenicienta cuando las escuchó estando en Palacio. Y me pregunto a mí mismo……….¿ de dónde cojones saco yo ahora unos ratones, un perro, un gato, una calabaza, un traje y unos zapatos raídos y un hada madrina que me ayuden a salir de este desaguisado ?.

( Continuará )………

 

 

 


Peripecias de un alcalde sanferminero.El Txupinazo(III)

Doce menos cuarto. Pensativo. Reflexivo. Dubitativo. Meditabundo. Amigos, amigas, se me cae el mundo. Han pasado ya quince minutos desde la indecente proposición que me ha realizado la concejal de la oposición. La confusión se apodera de mí. Mi conciencia se tambalea. En el catatónico trance en el que me encuentro desde que escuché sus palabras, sólo atisbo a visionar entre nebulosas a dos personajillos sanfermineros que se encuentran figuradamente sobre mis hombros. Sobre el derecho, un casta. Maqueado en blanquirrojo de arriba a abajo, vaso de pacharán navarro en mano y con las entradas del baile de la alpargarta y del apartado sobresaliendo de uno de sus bolsillos, me grita a pulmón abierto » Hey, capullín, cuidadín ,no te pases de listín, debes de ser un santín, júralo por San Fermín». Sobre el izquierdo, un mozopeña. Delantal completamente embadurnado de sangría calentorra, cazuela con ajoarriero en ristre y gorro blanco playero, me canturrea sibilinamente sin cesar. » No seas tontín, guarrín, vete afilando el canutín, que vas a triunfar en San Fermín».

Para cortar de raíz con mis alucinaciones, decido echar un vistazo a la Plaza Consistorial asomándome a uno de los balcones. Me encuentro entonces con la versión española del autobús alemán. El suben, estrujen, bajen transformado en entren, empujen, apretujen, boten, abracen, marchen. La Plaza se encuentra abarrotada. Aquí querría ver yo a los del Dúo Sacapuntas haciendo su famoso chistecillo. Imágenes clásicas a raudales. Balones hinchados volando de lado a lado. Gente llevada en volandas. Pancartitas y banderitas varias. No faltan tampoco los habituales con los cartelitos reclamando la atención de su madre o poniendo alguna parida para los colegas. Ni los que cargan mochilas humanas sobre los hombros mimando sus cervicales. Pero centro mi atención en los rostros de la gente. Me encanta lo que veo. Casi todos jubilosos, otros pocos sonrojosos. Casi todos sudorosos, otros pocos harinosos. Casi todos distendidos, otros pocos confundidos. Casi todos animados, otros pocos abrumados. Casi todos jovenzuelos, otros pocos carrozuelos. Casi todos sonrientes, otros pocos bien dolientes. Casi todos agitados, otros pocos sosegados…….

Miro al reloj. Menos diez. Cinco minutos para menos cinco. Os anuncio que ya tengo tomada la decisión, que es lo que lo que nos pedís que hagamos constantemente a los políticos. Y como buen político, como casi todas las que tomo, ya sé que va a ser impopular. Pero qué mas me da……. ¿ Esperabais otra cosa ?…….Yo estoy en política para pensar en mí mismo; lo demás, vosotros incluidos, me la suda. De repente, siento un temblor en la entrepierna. Tranquilos, no seáis mal pensados. Es el móvil, que está zumbando. Como yo dentro de poco. Es el güasap, que no para. Como yo dentro de poco. Me llegan multitud de mensajes, pero sólo abro tres: el de mi madre, el de la parienta y el del grupo de la cuadrilla. El de mi madre, que demuestra conocerme mejor que nadie, reproduce fielmente mi pensamiento. » Hijo, ocasiones como ésta se presentan una vez en la vida. Echa el resto. Va a ser brutal.». El de mi mujer, como el Red Bull, sirve para darme alas. » Cariño, pásalo bien. No pienses en mí. Es tu gran día. Que nada ni nadie te impida disfrutar de la experiencia. Llévate un gran recuerdo para toda la vida». Clarividencia femenina la llaman. Por último, el de la cuadrilla es una foto de todos en las sociedad alrededor de la mesa con los platos rebañados y la cazuela vacía. Viene acompañada de un pequeño mensaje de texto.» Mucha suerte campeón. Nos hemos puesto morados de chilindrón». De pequeños eran cabritos. Ahora ya han crecido. Yo también los quiero. Les respondo adjuntando el texto con el emoticono que está guiñando un ojo y tiene la lengua fuera.» Gracias chavales. Estoy negro, pero os aseguro que muy pronto voy a ponerme más morado que todos vosotros juntos».

Hecho esto, llega la hora hache. Menos cinco. Me encamino hacia el baño de señoras. El lugar de la faena. Mi Monumental particular. Tan monumental como la corrida que se avecina. Como hacen los toreros, me santiguo mientras hago el paseíllo. No dispongo de mucho tiempo. Tres o cuatro minutos a lo sumo. Lo tengo claro, entraré directamente a matar, como el maestro Curro Romero los últimos años. Llego a la puerta, miro en derredor y entro con rapidez evitando miradas indiscretas. Alucino con lo que veo. La apodada en los corrillos políticos como la Lewinsky local, no por su condición de becaria sino por sus reconocidas capacidades orales en todo tipo de ámbitos, se encuentra esperándome a puerta gayola en mitad del baño sin vestido y en ropa interior……………….Y es entonces cuando se me aparece en escena La Meca, que para algo gestiona desde hace muchos años el templo taurino de nuestra ciudad. Meca güen su padre………. Meca güen su madre…………. Meca güen todo, me digo a mí mismo. Menudo panorama. – Hola de nuevo Alcalde.- me dice con voz melosa. – Sabía que no me ibas a decepcionar. Avanzo dos pasos hacia ella tratando a duras penas de mantener la hombría y la compostura. ¡ Alto ¡, ¡ No te muevas ¡, – me ordena. ¡ Quédate ahí más quieto y vertical que José Tomás haciendo manoletinas ¡. Me jode vivo. Os aseguro que no sé cómo las hará José Tomás, pero os aseguro que si en algo soy experto es en hacerme manoletinas a todas horas frente al espejo y vertical sí que me veo capaz de hacerlas, pero lo que es quieto quieto ya os digo que lo veo totalmente imposible……….No obstante, no digo nada y me quedo callado, clavado, petrificado, escuchando con ensimismada atención sus siguientes palabras. – Confía en mí Alcalde. Primero te voy a desvestir y luego te voy a embestir……………..

( Continuará)……


Peripecias de un alcalde sanferminero.El Txupinazo (II)

Al entrar en el recibidor de la Casa Consistorial, como cada vez que lo hago, mis ojos se dirigen hacia la inscripción en latín que hay tallada en el friso frontal de la parte superior. Traduciéndoosla al cristiano para los que no la conozcáis, reza: » La puerta está abierta para todos, pero sobretodo el corazón». No puedo evitar descojonarme. Aquí, lo único que se abren son unas guerras dialécticas de cuidado en los Plenos, los bolsillos de los ciudadanos a base de impuestos, tasas y multas o los colegios municipales los domingos cuando se celebran elecciones; y si me apuráis, sí, lo reconozco, más de una puerta giratoria para cuando a uno se le termina el chollo de ser edil.

Subo con brío la pequeña escalinata y me adentro en la planta baja. Caótico escenario. Incesante trasiego. Bedeles, policías y otros empleados municipales discurren presurosos de lado a lado y se cruzan en mi camino saludándome con una sonrisa de oreja a oreja. Mosqueante. De normal, aunque debieran y tienen la obligación, no son tan deferentes ni efusivos con mi persona. Es más, muchas veces se hacen los longuis o tratan de esquivarme. Me asaltan las dudas. O bien los ha puesto de tan buen humor el reciente cobro de la extra, o bien se han imbuido ya del famoso chip sanferminero que hace subir varios puntos de alegría el carácter de cada pamplonés cuando llegan nuestras famosas Fiestas, o bien, lo que más me preocupa y sería más jodido, que estén al tanto de algún rumor o chascarrillo político que se haya propagado sobre mi persona y que me deje de mierda hasta el cuello.

Mi repentina zozobra se disipa cuando veo al fondo a mi Jefe de Gabinete. Sonríe al verme. Buena señal. Todo va bien. Sin contratiempos. Elegido por mi dedito, el chaval en cuestión es un JASP. Conviene puntualizar un poco. Lo que realmente le hace sobradamente preparado es ser el hijo de un mandamás del partido. Por encima de cualquier currículum. Al llegar a su lado y tras babosearme un poco, me repasa la agenda que tengo por delante hasta la hora del cohete: diversas entrevistas con medios de comunicación nacionales y extranjeros y numerosos compromisos protocolarios con gente de todos los lados. Para que os hagáis una idea, éste año ha venido gente invitada por el Ayuntamiento hasta del mismísimo continente asiático. Así pues, como podéis imaginaros, el fenómeno global que suponen los Sanfermines hará que tenga que emplear y sacar a relucir mi inglés anabotellesco en bastantes ocasiones. Pero estar tranquilos, que saldré airoso, que como político que se precie, tengo jeta para eso y para más. Go, go.

Subimos hasta la la segunda planta. Cumplo con las  obligaciones marcadas. Miró el reloj de nuevo. Aún falta media hora para las doce. Entro entonces a la sala cuyos balcones dan a la Plaza Consistorial y, cómo no, con mi sola presencia la estancia se viste de gala. Pedigrí que lleva uno consigo. Tres cuartos ya de entrada. Ambiente de lujo. Similar al del Sadar cuando viene el Madrid. O al del Anaita cuando toca Barricada. Haceros a la idea. Runrún. Murmullos varios. Risas a tutiplén. Gente variopinta. Periodistas alcachofa en mano. Cámaras grabando. Selfies revoloteando. Marianitos triunfando. Y de fondo, poniéndonos ya a tono para la ocasión, el hilo musical de la radio municipal txaragueando música turrilleresca. ! Qué más se puede pedir !. De pronto, veo que desde uno de los balcones del fondo me hacen gestos ostensibles mi Concejal de Urbanismo y un conocido constructor local. Me conminan a que me acerque a ellos. Y mis cojones treinta y tres. Está la cosa a nivel estatal como para dejarse hacer fotos comprometidas. Me hago el sueco y me doy la vuelta rápidamente, topándome de bruces con la concejal líder de la oposición. Mis cojones se me caen. Me quedo en treinta y uno. Necesito subir nueve para su edad. Cuarentona. Divorciada. Vestido blanco corto bien prieto. Innumerables curvas. Piernas de escándalo. Tacones desorbitantes. Labios carnosos pintados de rojo chillón. Y al cuello, el colgante de un San Fermín que está sufriendo más que en Amiens entre el canalillo siliconado; siliconado no de Silicón Valley, sino de Silicón Obregón. Si no fuese por la dichosa murga que dan y han dado históricamente en esta ciudad, os la podría catalogar como una mujer de bandera. ¡¡ Qué mujer ¡¡. ¡¡ Uffffff ¡¡ La de buenos ratos que he pasado a solas con ella. No con la concejal. Con ella. A costa de la concejal. No sigo, ya me entendéis.

– ¡Hola Alcalde, feliz día, olvidemos las rencillas del día a día y pasémoslo bien ¡, me dice al tiempo que se abalanza sobre mí para darme dos besos. Acaloramiento brutal. No mío. Ni de la concejal. De ella. A costa de la concejal. No sigo, ya me entendéis. Mientras me da el último de los besos, me susurra al oído. » Ya sé que tu mujer está fuera de vacaciones. Si hoy en vez de uno, quieres lanzar dos txupinazos, te espero a menos cinco en el baño de señoras «. Me quedo blanco. Más que mi ropa. Más que su vestido, al que veo alejarse poco a poco de mi vista y va perdiéndose entre los asistentes. En mi cerebro, un sobrevenido cortocircuito mental y un único pensamiento: Hijade.

( Continuará)………………….


San Fermín bisiesto 1

Hoy es un día de esos raros, únicos e irrepetibles. También son raros, únicos e irrepetibles, los que transcurren del 6 al 14 de julio. Aunque por culpa de este lunes ventoso, lluvioso y resacoso, en este 2016 tengamos que esperar 24 horas más para escuchar el txupinazo.

Aprovechando que el nuevo Ayuntamiento de Pamplona aboga por una organización de la fiesta de carácter popular y participativo, solicito humildemente que, dado que este año tiene un día más, dado que ese día de más nos hace más larga la espera del 6 de julio, este día de más lo recuperemos prolongando los Sanfermines 2016 hasta el 15 de julio.

Sería una bonita tradición, la de honrar de este modo a los Sanfermines bisiestos.

Y no currando en este lunes ventoso, lluvioso y resacoso.

29


Peripecias de un alcalde sanferminero. El Txupinazo ( I ).

Ocho y media de la mañana. Suena el despertador. Y yo que me alegro. El ensordecedor ruido habitual no me produce hoy desasosiego alguno; es más, me hace sentir pletórico y me hace levantar de la cama como un resorte para aprovechar cada momento del día que tengo por delante. Y es que hoy no es un día cualquiera. Al menos en mi ciudad, Pamplona. Hoy es 6 de Julio y comienzan las gloriosas Fiestas de San Fermín.

Y servidor, al igual que el día, tampoco soy un cualquiera. Al menos en mi ciudad, Pamplona. Me presento. Soy el Alcalde, el Alkatea. Os aclaro desde ya que el de la Ciudad, no el de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Y este año me toca a mí lanzar el Txupinazo. Casi nada al aparato. Así pues, amigos, amigas, hoy me siento The King of the World, como el DiCaprio en la proa del Titanic; o The Special One, como Mourinho en su profesión; o ya puestos, como catalogaban al diestro Marcial en la conocida canción taurina.

Aseo a conciencia, cafelito bien cargado y me visto tremendamente ilusionado de pamplonica, que desde que tengo uso de razón es una de las cosas que más cachondo me hace sentir anualmente. Repasemos. Camisa y pantalón sin arrugas. Cordones de las alpargatas perfectamente anudados. El pin del Ayunta bien visible. El pañuelico con el escudo municipal bordado en oro bien doblado en el bolsillo hasta las doce. Y la faja, bien ancha, tapando oportunamente el último botón desabrochado del pantalón. Echo un vistazo al espejo. Desde que soy político me cuesta cada vez más reconocerme a mí mismo, sobre todo ética y moralmente, pero no me disgusta del todo lo que veo. Mozo recio navarro. Entradito ya en años. Impoluto. Radiante. Quizás por ponerme algún pero, pelín ojeroso y demasiado fondón. Me faltan únicamente los detalles finales. Gomina sobre la escasa pelambrera de mi calva prominente, chorretón de colonia de la buena, cartera, llaves, móvil y a funcionar. Vamos allá.

Salgo del portal. Lo primero que recibo es el saludo reverente de los escoltas. Lo confieso, me mola un huevo. No me duele en prendas reconocer que la pleitesía gusta a cualquiera; uno se hace pronto a ella, como si fuese compañera de viaje de toda la vida. El servicio de escolta que tengo asignado por el Consistorio son tres fuertes chicarrones de la Policía Municipal. Garantes de mi seguridad, son chóferes de lujo para algunos y macarras con placa para otros. Para mí resultan imprescindibles, sobre todo en estos días festivos en los que la gente parece tener barra libre no solo para el alcohol sino para decir o hacer lo que le venga en gana. Para su sorpresa, decido no utilizar el coche oficial e ir andando hasta la Casa Consistorial recorriendo media Pamplona. Y es que quiero darme un gustazo, un pequeño capricho personal. Sibarita que es uno. Quiero experimentar uno de mis momentos preferidos de los Sanfermines. Puede que lo sea también el de alguno de vosotros. Os parecerá una chorrada, quizás algo baladí y fútil, pero siempre me ha encantado observar cómo la gente se va dirigiendo a lo largo de la mañana hacia el Casco Viejo desde todas las partes de la Ciudad para comenzar las Fiestas; conformando los afluentes, arroyos, riachuelos y ríos de ese inmenso mar humano que se formará en la Plaza Consistorial y sus aledaños a mediodía. El cien por cien del noventa y nueve por ciento de ellos ataviados con vestimenta rojiblanca. Todos con sus rostros llenos de ilusión y alegría. Todos dispuestos a pasar un gran día. Todos con un mismo sentimiento. Todos con ganas de olvidar por un rato sus preocupaciones y problemas cotidianos. Todos sabedores que el día va a depararles incontables sorpresas. Todos conscientes de que en las próximas horas van a vivir momentos imborrables. Todos deseando, como mi mujer muy a menudo o muy de vez en cuando, que llegue la hora en que el menda prenda la mecha para alcanzar pronto el máximo gozo.

El paseo ha respondido a mis expectativas. He podido comprobar de primera mano el estado de ánimo de la gente, muy similar al que imaginaba. Estoy de subidón. Me ha dado tiempo incluso a acercarme hasta la capilla del Santo para saludar a la cuadrilla y cumplir con otro clásico: la pequeña visita que le hacemos al Patrón todos los días 6 antes del almuerzo. Pero también, siendo sincero, tengo que decíroslo, el recorrido ha supuesto un auténtico infierno, un verdadero suplicio, un tremendo calvario. Para alguien como yo que tiene a la parienta en Salou de vacaciones esta primera quincena, que desarrolla muy pronto los instintos libidinosos y que considera que nada es más favorecedor para una fémina que ir vestida de pamplonica, imaginaros el tormento que he sufrido a lo largo de todo el trayecto. Normal que por momentos haya experimentado otro tipo de subidón. No me hagáis entrar en detalles.

Son las diez para cuando llego a la Plaza Consistorial. El ambiente es cojonudo. Buen rollito respirable. Botellón a pie de calle. Me detengo por unos momentos y elevo la vista para ver la fachada del Ayuntamiento. Hermosa. Preciosa. Divina. Engalanada de arriba a abajo como merece la ocasión. Banderas y alfombras recién traídas de la tintorería, flores varias recién traídas de la floristería, balcones desiertos todavía………….escudos abrillantados, pomos recién lavados…………….estatuas imponentes, cristales trasparentes y el reloj bien reluciente. Esto marcha a pedir de boca. Prosigo mi camino con paso firme y me adentro en nuestra casa, la casa de todos, por la puerta principal.

( Continuará )…………………………