Doce menos cuarto. Pensativo. Reflexivo. Dubitativo. Meditabundo. Amigos, amigas, se me cae el mundo. Han pasado ya quince minutos desde la indecente proposición que me ha realizado la concejal de la oposición. La confusión se apodera de mí. Mi conciencia se tambalea. En el catatónico trance en el que me encuentro desde que escuché sus palabras, sólo atisbo a visionar entre nebulosas a dos personajillos sanfermineros que se encuentran figuradamente sobre mis hombros. Sobre el derecho, un casta. Maqueado en blanquirrojo de arriba a abajo, vaso de pacharán navarro en mano y con las entradas del baile de la alpargarta y del apartado sobresaliendo de uno de sus bolsillos, me grita a pulmón abierto » Hey, capullín, cuidadín ,no te pases de listín, debes de ser un santín, júralo por San Fermín». Sobre el izquierdo, un mozopeña. Delantal completamente embadurnado de sangría calentorra, cazuela con ajoarriero en ristre y gorro blanco playero, me canturrea sibilinamente sin cesar. » No seas tontín, guarrín, vete afilando el canutín, que vas a triunfar en San Fermín».
Para cortar de raíz con mis alucinaciones, decido echar un vistazo a la Plaza Consistorial asomándome a uno de los balcones. Me encuentro entonces con la versión española del autobús alemán. El suben, estrujen, bajen transformado en entren, empujen, apretujen, boten, abracen, marchen. La Plaza se encuentra abarrotada. Aquí querría ver yo a los del Dúo Sacapuntas haciendo su famoso chistecillo. Imágenes clásicas a raudales. Balones hinchados volando de lado a lado. Gente llevada en volandas. Pancartitas y banderitas varias. No faltan tampoco los habituales con los cartelitos reclamando la atención de su madre o poniendo alguna parida para los colegas. Ni los que cargan mochilas humanas sobre los hombros mimando sus cervicales. Pero centro mi atención en los rostros de la gente. Me encanta lo que veo. Casi todos jubilosos, otros pocos sonrojosos. Casi todos sudorosos, otros pocos harinosos. Casi todos distendidos, otros pocos confundidos. Casi todos animados, otros pocos abrumados. Casi todos jovenzuelos, otros pocos carrozuelos. Casi todos sonrientes, otros pocos bien dolientes. Casi todos agitados, otros pocos sosegados…….
Miro al reloj. Menos diez. Cinco minutos para menos cinco. Os anuncio que ya tengo tomada la decisión, que es lo que lo que nos pedís que hagamos constantemente a los políticos. Y como buen político, como casi todas las que tomo, ya sé que va a ser impopular. Pero qué mas me da……. ¿ Esperabais otra cosa ?…….Yo estoy en política para pensar en mí mismo; lo demás, vosotros incluidos, me la suda. De repente, siento un temblor en la entrepierna. Tranquilos, no seáis mal pensados. Es el móvil, que está zumbando. Como yo dentro de poco. Es el güasap, que no para. Como yo dentro de poco. Me llegan multitud de mensajes, pero sólo abro tres: el de mi madre, el de la parienta y el del grupo de la cuadrilla. El de mi madre, que demuestra conocerme mejor que nadie, reproduce fielmente mi pensamiento. » Hijo, ocasiones como ésta se presentan una vez en la vida. Echa el resto. Va a ser brutal.». El de mi mujer, como el Red Bull, sirve para darme alas. » Cariño, pásalo bien. No pienses en mí. Es tu gran día. Que nada ni nadie te impida disfrutar de la experiencia. Llévate un gran recuerdo para toda la vida». Clarividencia femenina la llaman. Por último, el de la cuadrilla es una foto de todos en las sociedad alrededor de la mesa con los platos rebañados y la cazuela vacía. Viene acompañada de un pequeño mensaje de texto.» Mucha suerte campeón. Nos hemos puesto morados de chilindrón». De pequeños eran cabritos. Ahora ya han crecido. Yo también los quiero. Les respondo adjuntando el texto con el emoticono que está guiñando un ojo y tiene la lengua fuera.» Gracias chavales. Estoy negro, pero os aseguro que muy pronto voy a ponerme más morado que todos vosotros juntos».
Hecho esto, llega la hora hache. Menos cinco. Me encamino hacia el baño de señoras. El lugar de la faena. Mi Monumental particular. Tan monumental como la corrida que se avecina. Como hacen los toreros, me santiguo mientras hago el paseíllo. No dispongo de mucho tiempo. Tres o cuatro minutos a lo sumo. Lo tengo claro, entraré directamente a matar, como el maestro Curro Romero los últimos años. Llego a la puerta, miro en derredor y entro con rapidez evitando miradas indiscretas. Alucino con lo que veo. La apodada en los corrillos políticos como la Lewinsky local, no por su condición de becaria sino por sus reconocidas capacidades orales en todo tipo de ámbitos, se encuentra esperándome a puerta gayola en mitad del baño sin vestido y en ropa interior……………….Y es entonces cuando se me aparece en escena La Meca, que para algo gestiona desde hace muchos años el templo taurino de nuestra ciudad. Meca güen su padre………. Meca güen su madre…………. Meca güen todo, me digo a mí mismo. Menudo panorama. – Hola de nuevo Alcalde.- me dice con voz melosa. – Sabía que no me ibas a decepcionar. Avanzo dos pasos hacia ella tratando a duras penas de mantener la hombría y la compostura. ¡ Alto ¡, ¡ No te muevas ¡, – me ordena. ¡ Quédate ahí más quieto y vertical que José Tomás haciendo manoletinas ¡. Me jode vivo. Os aseguro que no sé cómo las hará José Tomás, pero os aseguro que si en algo soy experto es en hacerme manoletinas a todas horas frente al espejo y vertical sí que me veo capaz de hacerlas, pero lo que es quieto quieto ya os digo que lo veo totalmente imposible……….No obstante, no digo nada y me quedo callado, clavado, petrificado, escuchando con ensimismada atención sus siguientes palabras. – Confía en mí Alcalde. Primero te voy a desvestir y luego te voy a embestir……………..
( Continuará)……
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