Txupinazo


Peripecias de un alcalde sanferminero. El Txupinazo ( I ).

Ocho y media de la mañana. Suena el despertador. Y yo que me alegro. El ensordecedor ruido habitual no me produce hoy desasosiego alguno; es más, me hace sentir pletórico y me hace levantar de la cama como un resorte para aprovechar cada momento del día que tengo por delante. Y es que hoy no es un día cualquiera. Al menos en mi ciudad, Pamplona. Hoy es 6 de Julio y comienzan las gloriosas Fiestas de San Fermín.

Y servidor, al igual que el día, tampoco soy un cualquiera. Al menos en mi ciudad, Pamplona. Me presento. Soy el Alcalde, el Alkatea. Os aclaro desde ya que el de la Ciudad, no el de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Y este año me toca a mí lanzar el Txupinazo. Casi nada al aparato. Así pues, amigos, amigas, hoy me siento The King of the World, como el DiCaprio en la proa del Titanic; o The Special One, como Mourinho en su profesión; o ya puestos, como catalogaban al diestro Marcial en la conocida canción taurina.

Aseo a conciencia, cafelito bien cargado y me visto tremendamente ilusionado de pamplonica, que desde que tengo uso de razón es una de las cosas que más cachondo me hace sentir anualmente. Repasemos. Camisa y pantalón sin arrugas. Cordones de las alpargatas perfectamente anudados. El pin del Ayunta bien visible. El pañuelico con el escudo municipal bordado en oro bien doblado en el bolsillo hasta las doce. Y la faja, bien ancha, tapando oportunamente el último botón desabrochado del pantalón. Echo un vistazo al espejo. Desde que soy político me cuesta cada vez más reconocerme a mí mismo, sobre todo ética y moralmente, pero no me disgusta del todo lo que veo. Mozo recio navarro. Entradito ya en años. Impoluto. Radiante. Quizás por ponerme algún pero, pelín ojeroso y demasiado fondón. Me faltan únicamente los detalles finales. Gomina sobre la escasa pelambrera de mi calva prominente, chorretón de colonia de la buena, cartera, llaves, móvil y a funcionar. Vamos allá.

Salgo del portal. Lo primero que recibo es el saludo reverente de los escoltas. Lo confieso, me mola un huevo. No me duele en prendas reconocer que la pleitesía gusta a cualquiera; uno se hace pronto a ella, como si fuese compañera de viaje de toda la vida. El servicio de escolta que tengo asignado por el Consistorio son tres fuertes chicarrones de la Policía Municipal. Garantes de mi seguridad, son chóferes de lujo para algunos y macarras con placa para otros. Para mí resultan imprescindibles, sobre todo en estos días festivos en los que la gente parece tener barra libre no solo para el alcohol sino para decir o hacer lo que le venga en gana. Para su sorpresa, decido no utilizar el coche oficial e ir andando hasta la Casa Consistorial recorriendo media Pamplona. Y es que quiero darme un gustazo, un pequeño capricho personal. Sibarita que es uno. Quiero experimentar uno de mis momentos preferidos de los Sanfermines. Puede que lo sea también el de alguno de vosotros. Os parecerá una chorrada, quizás algo baladí y fútil, pero siempre me ha encantado observar cómo la gente se va dirigiendo a lo largo de la mañana hacia el Casco Viejo desde todas las partes de la Ciudad para comenzar las Fiestas; conformando los afluentes, arroyos, riachuelos y ríos de ese inmenso mar humano que se formará en la Plaza Consistorial y sus aledaños a mediodía. El cien por cien del noventa y nueve por ciento de ellos ataviados con vestimenta rojiblanca. Todos con sus rostros llenos de ilusión y alegría. Todos dispuestos a pasar un gran día. Todos con un mismo sentimiento. Todos con ganas de olvidar por un rato sus preocupaciones y problemas cotidianos. Todos sabedores que el día va a depararles incontables sorpresas. Todos conscientes de que en las próximas horas van a vivir momentos imborrables. Todos deseando, como mi mujer muy a menudo o muy de vez en cuando, que llegue la hora en que el menda prenda la mecha para alcanzar pronto el máximo gozo.

El paseo ha respondido a mis expectativas. He podido comprobar de primera mano el estado de ánimo de la gente, muy similar al que imaginaba. Estoy de subidón. Me ha dado tiempo incluso a acercarme hasta la capilla del Santo para saludar a la cuadrilla y cumplir con otro clásico: la pequeña visita que le hacemos al Patrón todos los días 6 antes del almuerzo. Pero también, siendo sincero, tengo que decíroslo, el recorrido ha supuesto un auténtico infierno, un verdadero suplicio, un tremendo calvario. Para alguien como yo que tiene a la parienta en Salou de vacaciones esta primera quincena, que desarrolla muy pronto los instintos libidinosos y que considera que nada es más favorecedor para una fémina que ir vestida de pamplonica, imaginaros el tormento que he sufrido a lo largo de todo el trayecto. Normal que por momentos haya experimentado otro tipo de subidón. No me hagáis entrar en detalles.

Son las diez para cuando llego a la Plaza Consistorial. El ambiente es cojonudo. Buen rollito respirable. Botellón a pie de calle. Me detengo por unos momentos y elevo la vista para ver la fachada del Ayuntamiento. Hermosa. Preciosa. Divina. Engalanada de arriba a abajo como merece la ocasión. Banderas y alfombras recién traídas de la tintorería, flores varias recién traídas de la floristería, balcones desiertos todavía………….escudos abrillantados, pomos recién lavados…………….estatuas imponentes, cristales trasparentes y el reloj bien reluciente. Esto marcha a pedir de boca. Prosigo mi camino con paso firme y me adentro en nuestra casa, la casa de todos, por la puerta principal.

( Continuará )…………………………


11:59:59

Era la primera vez en su vida adulta que le iba a pillar fuera. “Fuera” era en otro país y currando. La sensación no podía ser más rara, con el disfraz de colores chillones, rodeada de peluches, muñecos, camisetas y llaveros con orejas negras; con la sonrisa obligatoria puesta y delante de la TPV que, en reposo, iba desgranando la hora. 11:55. Agarrada al mueble de la caja miró al suelo y más allá del pantalón fucsia del disfraz pudo visualizarlo. El suelo con adoquines. La confluencia de Zapatería con Pozoblanco. El olor a vapor de champán. 11:59:59. El mar rojo de pañuelos. El rugido. Y clavar los ojos en el visor digital para ver cómo aparecen las 12:00. Y llorar un poquico. Y disimular mirando para otro lado. A las 12:02 llegó el supervisor y la sacó de la caja.

Al entrar en el almacén sólo quería gritar “¡ya es San Fermín!” como quien anuncia el final de una guerra.

Pero para qué.
No iban a entender nada.


El momentico 2

Xabi, como todos los años, almorzaba el día seis en el piso que uno de la cuadrilla tenía en la calle de la Curia. Con el paso del tiempo a la cuadrilla se le habían ido añadiendo parejas e hijos que convirtieron el piso de la Calle Curia en un lugar más estrecho, bullicioso y feliz.

Xabi, como todos los años, abandonaba el almuerzo a eso de las once de la mañana y, puñelico en el puño, corría hasta la residencia de ancianos donde su madre, la señora Milagros, se extinguía muy lentamente y sin notarlo por obra de un Alzheimer puñetero que le había cercenado el habla y la memoria hacía ya bastante tiempo.

Xabi, como todos los años, saludó a las cuidadoras, besó en la frente a su madre y le empezó a hablar como si ella tuviera la capacidad de entenderlo. Le enseñó el pañuelo rojo que en breve le anudaría al cuello, le contó los detalles del almuerzo y la terrible borrachera que Koldo, aquel amigo soltero y gigantón, iba camino de pillar.

Xabi, como todos los años, empujó la silla de ruedas hasta colocarla frente al televisor. Era su momentico, el de los dos. Acaso era un acto absurdo, sin duda, pero no menos absurdo que levantarse a las cuatro de la mañana para ir a la fábrica.

Xabi, como todos los años, esperó a que el cohete estallara en el cielo vertical de la Plaza del Ayuntamiento y le ató a su madre el viejo pañuelo con el santo bordado. Luego la miró a los ojos, perdidos y cristalinos y, como todos los años, jugó a creer que algo de aquel ritual había quedado en el interior de su mirada.

Como todos los años, Xabi, a eso de la una, avisó a una cuidadora para que recogiese a su madre. Él ya se marchaba. Y como todos los años antes de despedirse la besó en la frente y le susurró al oído «viva san Fermín» (así, suave, sin vigor ni exclamaciones). Como todos los años no esperó nada a cambio de aquel beso y se giró para salir a la calle. Sin embargo, contra todo pronóstico, en aquella ocasión un sonido liviano, casi imperceptible, le agarró por la espalda: «Viva», contestó la madre.

Fue entonces cuando Xabi, afligido, comprendió que aquella palabra inesperada no era más que una hermosa despedida, que aquel sería el último año.

 


Nuevo alcalde

El sábado pasado se constituyó el nuevo Ayuntamiento de Pamplona proclamando como nuevo alcalde de la ciudad a Joseba Asirón de EH Bildu. Esta nuevo consistorio ha generado todo tipo de sentimientos entre la población. Expectación en algunos, preocupación entre otros e  ilusión entre otros tantos. Un cambio que muchos querían y deseaban. Yo deseo lo mejor para Pamplona y también para su alcalde.

Aunque hay asuntos mucho más importantes que los Sanfermines en nuestra ciudad, yo me quiero centrar en las Fiestas ya que son la base de este blog, y comentar algunas de las cosas que el alcalde quiere cambiar o promover.

El primer cambio se producirá con el lanzamiento del Txupinazo. Como todos sabemos es potestad del alcalde lanzarlo, y si no me equivoco todos los alcaldes que han salido elegidos lo han lanzado a la primera ocasión que han podido. El Sr. Asirón, aun reconociendo que le haría mucha ilusión abrir las Fiestas, ha anunciado que lo va a delegar en alguna asociación o institución. Para su primer año de mandato se barajan la Asociación Txupin Etxepare, la peña La Veleta o el Orfeón Pamplonés en su 150 aniversario.

En lo referente a otro acto controvertido en los últimos tiempos como es el Riau-Riau, Asirón afirma que su deseo es recuperarlo aunque no será este año. Si se recupera será analizando profundamente el tema y con la participación en ese análisis no solo de los partidos políticos sino de todos aquellos que participan en el acto. Buenas intenciones.

En cuanto a la Procesión, él no entra en exceso en el tema religioso y entiende que como máximo representante de la ciudad debe acudir al frente de la misma, sin entrar en otro tipo de debates.

Una de las cosas que más se le ha criticado a UPN durante sus años de mandato es la progresiva privatización de las fiestas reduciendo cada vez más la iniciativa popular. El nuevo mandamás intentará que vuelva la espontaneidad en las fiestas y su carácter popular, aunque de momento no se han conocido propuestas concretas.

Veremos qué pasa ya que al principio todo son buenas palabras e intenciones pero muchas veces los hechos son distintos. Su suerte será la nuestra, así que le deseo la mejor.

P.D: La misma suerte que deseo a todos los que han participado en el Certamen de Microrelatos que el viernes dará a conocer a su ganador.


El txupinazo de Vizcay 3

Dicen que Osasuna y los Sanfermines son de las pocas cosas, junto con el patxaran y el vino, que nos une a todos los habitantes de esta ciudad. En esos días mágicos de julio, la gente solo mira el periódico para ver fotos del encierro y comprobar si ha caído algún fichaje interesante para Osasuna. En tiempos también consultábamos cuántos minutos le había metido Indurain al segundo en alguna contrarreloj, pero esa es otra historia.

escudo-club-atletico-osasuna-rf_1565En los últimos años hemos asistido a una locura despilfarradora en el otro tiempo club de la plaza del Castillo y que ha desembocado en el escándalo destapado estas últimas semanas. Poco importa si el desfalco de las arcas rojillas se ha destinado a sobornos o al enriquecimiento de unos jetas. Bueno, sí que importa, pero ya se verá, porque váyase usted a saber si esta catarata de declaraciones ante el juez (que se llama Fermín, para mayor coña), la LFP y las radios es una simple cortina de humo empleada para tapar escándalos mayores.

Mientras tanto, confiemos en que el próximo julio podamos abrir el periódico para ver las fotos del encierro del día anterior y consultar contra quién empezamos la liga.

Paciencia y ojalá pronto recuperemos nuestro orgullo de ser de Osasuna.