Algunos datos más del certamen y otros tres relatos finalistas 11


Por una parte y respondiendo a las peticiones de algunos lectores, esta es la lista de los diez relatos restantes que completaron la relación de los 20 textos finalistas, pero que no consiguieron (por bien poco, todo hay que decirlo) pasar el corte final.

Derroteros, de Eduardo Laporte
Lo más querido, de Ignacio Navarro Otano
Urko, de José Ignacio Señán Cano
Hasta la última gota, de Sergio Estébanez Sáez
Fermín San, de Victor Barandalla Aristu
Historia de una faja, de Carlos Campión Jimeno
Reencuentro, de Isabel Lizarraga Vizcarra
Desde el Olimpo pamplonés, de José Francisco Alenza García
Solidaridad entre patrones, de Maite García de Vicuña
Juego de niños, de Andrés Mendiri Ruiz de Alda

Por otra y a modo de recuerdo de la ceremonia, una foto de lectores, jurado y patrocinadores.

Finalmente, hoy completando el ciclo, os dejamos los tres relatos que cierran la relación de finalistas

7º clasificado:
Frenesí, de Iñaki Azcárate Díez

Avanzaba por medio de las atestadas calles bailando al compás de la melodía que retumbaba en las viejas paredes que tantas veces habían contemplado escenas como aquella. Unos lo miraban con sorpresa, otros con admiración y, los menos, con el reparo que producía en aquellas personas que nunca entendieron el espíritu de la fiesta. Horas antes, la música y el baile eran otros, y nadie reparaba en los que, como ahora él, cabrioleaban atropelladamente confundidos entre la multitud. De improviso comenzó a dar vueltas sobre sí mismo, en un frenesí que estremeció a los que lo rodeaban. Se detuvo con la misma velocidad que había comenzado a girar, con la vista aún perdida, sin saber muy bien hacia dónde había quedado orientado. El sudor le perlaba el rostro como el rocío de una mañana de primavera engalana y asea las hojas de las plantas, y el dolor en la espalda era lo suficientemente intenso como para tentarlo a abandonar, aunque oír el estruendo de los aplausos le hizo sentir una vez más la satisfacción del trabajo bien hecho, al tiempo que, apartando las faldas de su reina, se vio reflejado en la sonrisa de su pareja de gaiteros.

8º clasificado:
Bull run, de Javier Enériz Olaechea

Bull run, bull run. Negro enfila la cuesta. Muge. Delante corren bultos de blanco y sangre. Gritan. Se empujan entre sí: unos quieren alejarse, otros anhelan tocarlo. Pero él pasa, soberano, no le molesta una mano puesta en su costado.

Dobla la curva. La pequeña plaza apenas deja paso. Un bulto tropieza delante. No hay por qué atacarlo. ¿Para qué? ¡Tan pequeño! Mejor correr ignorante. La carrera le impide ver otra curva. Es muy cerrada. Demasiado. Choca violentamente contra la madera, con estrépito. Cae. Un varazo en el pernal le obliga a levantarse.

Toma aire, irritado. Agacha la cabeza y empuja con fuerza a lo que se mueve. El bulto, elegido por el azar, cae. Otro bulto llama su atención. Este tiene algo especial. Va a por él, que quiere huir torpe, lento… Él, en cambio, es rápido. Le empitona mortífero, certero.

El camino desciende. Se estrecha y oscurece, solo un segundo, luego se abre inmenso, el cielo se redondea. El suelo es blando y de oro. El griterío le aturde. Un capote le reclama. Otro varazo le empuja. Una puerta estrecha le llama. Huele a sus hermanos. Entra. Es hora de descansar. La tarde será dura y la noche sin mañana. Bull run.

9º clasificado:
Telegrama, de Gabriel Camero Martín

A las afueras de Granada el primer café. Repostaje llegando a Madrid. Pamplona 192 kilómetros. El sol se esconde. Llegada al hotel. Ducha. Pañuelo rojo anillado al cuello. Delante del espejo me guiño el ojo a mí mismo. Estoy guapo. Ceno con vino. Copas. Chica guapa. Número de teléfono. Mañana te llamo; me dice ella a mí. Rumbo al hotel. Me pierdo. Mucha gente. Me acuesto. Duermo tres horas. Me levantan unos pajarillos. Desayuno dos huevos fritos con ajo y un vaso de agua. Con anís. ¿Pasa algo? !Estoy de vacaciones!. Hoy correré desde Estafeta. No quiero jugármela. En prensa leo: «Dolores Aguirre para el encierro de hoy». Café. No escucho: «A San Fermín pedimos…». Voy tranquilo rumbo a la plaza. Llegan los toros al albero. Son muy grandes. Mañana veré si los corro. Almuerzo. Pacharán. Amigo nuevo de Cádiz. Pierdo el pañuelo rojo. Una señora mayor me da otro. Gracias señora. Bailo en la calle. Llamo a la chica de anoche, dice llamarse Joaquín. Creo que copié mal el número. Bocadillo de chorizo. Acabo hablando con un empresario de Bilbao. Me da trabajo. Copio su número y me esmero en hacerlo bién. Bailo con él. Ceno. No encuentro el hotel.


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