Cuando estás en la cama y te despiertas con el ruido del teléfono, siempre te pones en lo peor. Salí corriendo y lo cogí, todavía sobresaltado. Un alto mando de la Federación de Peñas de Pamplona estaba al otro lado.
—¿Has leído lo que pone en la prensa? —Me preguntó casi sin darme tiempo a responder al celular.
—¡Qué ostias voy a leer nada! Si no son ni las ocho de la mañana.
—Pues enciende el ordenador y llámame en quince minutos. Esta vez se han pasado. Tenemos que hacer algo.
Me colgó sin despedirse, así que tras encender el ordenador fui a la cocina y metí leche en el microondas con intenciones de prepararme un cola-cao. Mientras esperaba y pensaba en la llamada, me preguntaba:
¿Qué habrán hecho esta vez?
Con mi desayuno listo, volví al ordenador ya preparado para devorar información. Elegí la web virtual de un diario de información local y entre varios casos de corrupción locales, estatales y europeos una noticia se hacía un hueco:
La empresa Mediterránea de Catering, tras su exitoso paso por las cocinas de los hospitales navarros, se hará cargo de todas las meriendas sanfermineras de los toros.
Según explicaba un largo artículo, la Meca en colaboración con el gobierno de Navarra, había llegado a un acuerdo de privatización de las meriendas de la monumental pamplonesa que a partir de ahora estarían incluidas en el abono. De esta manera, con cada entrada había derecho a un taper y los que habían cogido abono, uno por corrida y un postre especial para los días siete, diez y catorce. Incluía vino de mesa y botellín de agua. Decían que era por el bien de todos los espectadores, ya que era barato y bajo en calorías, aparte de biodegradable y sostenible, y que además tenía la ventaja de ser un fuerte ahorro en limpieza, al ser los tapers para reciclar. El ver que todo eran ventajas, les había llevado a tomar esta decisión.
Empecé a pensar para mis adentros, las famosas alubias de Eneko, el sabroso marmitako de Gaupaseitor, o el toro de Javi; las típicas migas que hacen una cuadrilla de ancianos que se ponen más abajo de nuestro sitio en la plaza, el sorbete y los cócteles, todo estaba en peligro o en visos de desparición.
En efecto, esta vez se habían pasado.
Profundamente alterado, me desperté de repente. Nadie me había llamado y no estaba en mi casa, sino en el hospital. Era tan solo una pesadilla. ¿O quizás ésta no había hecho sino comenzar? Lo que me había despertado era el ruido de la enfermera que me traía la cena.
Pues a ver si socializas esas meriendas, hombre.
Y que me dices de los platos internacionales que se están haciendo un hueco en la solanera ?? Ese tendido de sol, casi único reducto donde sobrevive la gastronomía tradicional y de puchero, sin minimalismos.
No te fíes, ya sabes que nuestros amados gobernantes siempre miran por nuestro bien, prohibiendo por ejemplo las hamburguesas XXL…
Quizás llegue el día en el que haya que abrir los perolos a la entrada para que gabinetes psico-médicos evalúen la conveniencia de la manduca en función de una serie de variables físicas de los comensales.
Ostia!!!, lo de las migas me suena……, jajajaja