Siempre me acordaré especialmente de tres sanfermines chiquitos, cada uno de ellos por motivos diferentes.
El primero que voy a compartir fueron los sanfermines chiquitos del 78. No tengo un gran recuerdo de la fiesta de aquel año pero sí me acuerdo de las mesas que pusieron en las escaleras que enlazan la Plaza del Castillo con San Nicolás. En ellas había unos jóvenes que regalaban pegatinas. Claro que eran pegatas políticas pero era en la época en la que hacía colección de pegatas…. Supongo que son unos sanfermines de los que todos tenemos algún recuerdo en función de nuestra edad ya que en el 78 ocurrió lo que ocurrió. En mi caso el mundo y la vida todavía eran bastante sencillos. Creo que aquellos sanfermines chiquitos fueron una prueba, un ejemplo de madurez de la fiesta y un primer paso para lo que son nuestras actuales y magníficas fiestas mayores. Ahí es nada el papel que jugaron esos sanfermines chiquitos del 78.
Pasados unos años de aquel 78 debo comentar noche totalmente kafkiana de unos sanfermines chiquitos, quizás del 91. Recuerdo que las peñas abrieron en Jarauta durante toda la noche, esto fue buena noticia. El ambiente era buenísimo, vaya como Jarauta en los Sanfermines de Julio, pero con los de casa y las de casa. Quiero decir que era de las noches que te lo pasabas bien con los amigos o… ya sabes a hacer dobles mortales con tirabuzón…
Pero había una situación muy extraña, en cuanto recorrias la calle Jarauta y llegabas, más o menos, a la Jarana veías a la altura del Pocico una humareda impresionante, pelotazos y sirenas de la policía. ¿Que hacer?… de tensión nada, media vuelta con el cachi en la mano y a recorrer Jarauta en sentido contrario.
Claro que al llegar a la altura de San Lorenzo, más humo, más pelotazos y más policía. En resumen estábamos con los extremos de Jarauta cortados. Pues vuelta y vuelta por Jarauta durante toda la noche.
La situación era kafkiana ya que en cuanto entrabas en Jarauta el ambiente era relajado y distendido como en las mejores noches sanfermineras.
En resumen venga beber y venga beber en Jarauta. Hasta que a eso de las 7 de la mañana se fueron y salimos tranquilamente.
El tercer recuerdo fueron los sanfermines chiquitos en los que hubo 2 corridas de toros si no me equivoco. Desde luego eso de tener toros en septiembre fue un hecho excepcional y eso de ver a tus vecinos de tendido de julio en septiembre hizo que se redoblaran ese sentimiento de exaltación de la amistad… y exaltación de la sangría con sus contraprestaciones en los vomitorios de la Plaza de Toros.
Ha habido muchos otros, pero ya entran dentro del disfrute general de los sanfermines chiquitos…
A disfrutar compañeros,
Estimado abuelo cebolleta:
Recuerdo la salida de una de esas corridas, una caída a la altura del Casa Sixto, mi cabeza rebotando contra el adoquinado. ¿Me habría empujado algún divino? ¿Garcinuño?
Recuerdo el del 93 (creo).El de los encierros ,las corridas y cuatro de blanco,entre ellos yo.Y recuerdo unos años antes,despues de un torrido verano (torrido en aquella epoca era magrear y a casa)que fue el primer gran ciego de mi cuadrilla.
Pues que sepas, Rajauta, que lo mismo que aquel año era imposible salir de la jarautera por alguno de los lados, igual de difícil estuvo entrar. De hecho, yo me dirigía hacia allí con dos personas más (uno de ellos ilustre blogsanferminero) y terminé debajo de una furgoneta de reparto que estaba aparcada en la plaza de la O esperando a que escampase. Nos vimos en la calle San Lorenzo en medio de los dos frentes, los manifestantes venían hacia nosotros y la madera nos seguía. El subconsciente nos hizo correr huyendo de la madera, y torcimos por Santi Andía, dispersándonos. El reencuentro fue en la peña. De todas formas, recuerdo que varias veces hubo que cerrar el portón haciendo caso omiso a los golpes que daban desde fuera para abrir.
Así que en varios momentos la tranquilidad de la Jarauta se vio perturbada.
De todas formas, con el ciego que llevábamos, incosciencias del momento, recuerdo que una de nuestras vecinas de arriba del tendido y un servidor salimos a parlamentar con los chopos apostados al principio de la calle, para ver a qué hora iban a dar por terminada su intervención en los disturbios, ya que queríamos abrir la peña para sacar cuatro perras. La verdad es que creo que se dieron cuenta de que nuestro estado no era ni siquiera merecedor de la más mínima hostia, nos hicieron darnos la vuelta y a otra cosa.
¡¡¡Qué gran fiesta privada!!! Y qué acojone, llamaban a la puerta y a ver quién era el guapo que la abría… Asoma la patita, asoma…
Yo creo que los katxis le inmunizaban a uno de broncas y pelotazos. Como dice rajauta, si había palos, media vuelta y al siguiente garito.
Pues todo aquello fue en el año 93, cuando todavía el muthiko estaba en un tercer piso, aislado de los pelotazos, y alguno estuvo mas tiempo dentro de la barra que fuera.
Además hizo bastante frío aquel año. Fue cuando a Paquiro le echaron el toro al corral y Segio Sánchez, al día siguiente, salió por primera y única vez por la puerta grande de Pamplona.
Los del noventa y dos por contra fueron calurosos, y mas de cuatro si se vistieron de blanco.
Oro aquel año hizo aquella tira tan irónica en que los corredores del encierro cantaban: «los de Salou venímos»…