– Perdone, estoy buscando una mesa.
– ¿De qué tipo, oficial o popular?
– ¿Cómo? ¿Qué diferencia hay?
– La popular la tenemos más reciente. Es del pasado tres de abril. Se la enseño:
httpv://www.youtube.com/watch?v=AxcmcQjK0iE
– ¡Ajá! Interesante. ¿Y qué me dice de la oficial?
– Bueno, pues la puede ver en este catálogo virtual.
– Tiene muy buena pinta, ¿la puedo tocar?
– ¡Claro que si!
– ¡Pero oiga, está vacía!
– ¿De contenidos? Puede que sí, pero publicitariamente hablando, es suficiente. Píenselo bien antes de elegir, a los jefes les gusta más esta. Con un par de estas al año parece ser que es suficiente.
– ¿Un par al año? Me extraña, me habían comentado que en esta tierra eran muy aficionados a las reuniones alrededor de una mesa. Incluso las doblaban si era preciso.
– Ya, pero no en estas, es que en esta mesa no se cobran dietas. Además el jefe anda un poco liado con su abogado.
– Pues casi me voy a quedar con la otra. ¿Cuánto costaría?
– Es gratis, pero es peligrosa. Más que las infantas eligiendo novio.
– ¿Por qué?
– Porque es posible que su modelo no sea el elegido.
– Pues me la juego, de todas maneras. Elijo la popular. ¿Cómo dice que se llama?
– Se llama «Aurten Bai»
– Pues venga, póngame una de «Aurten Bai».
httpv://www.youtube.com/watch?v=oRyKgN-jzXs
Partiendo de que, en contra de lo que dice el tópico, todas las personas merecen respeto, pero no todas las ideas son igual de respetables, en el minuto 2:10 del primer video hay un discurso digno de «La Vida de Bryan».
No sé exáctamente qué quiere decir ése chico que tiene el escudo del muthiko en bronce detrás, pero eso de que «el pueblo debe elegir qué tipo de gigantes quiere» o «qué tipo de toros quiere» da para una sesión de psicodelia sanferminera.
Puestos… el pueblo deberá decidir qué santo quiere ¿no?
Yo quiero un tipo de gigante que pese un poco menos y unos porteadores bien almorzaos.
Yo quiero un tipo de toros sin afeitar.
Yo los prefiero con perilla.