joseba


Más relatos finalistas (clasificados 4º al 6º)

Hoy tenemos el placer de publicar otros tres relatos más, en concreto los que se clasificaron en los puestos cuarto, quinto y sexto.
Esperamos, de verdad, que os gusten tanto como a nosotros.

CUARTO CLASIFICADO
‘‘El almuerzo setenta y cuatro’’, por Diego Maya

La faja para la hernia. La pastilla para el colesterol. El sí, hija, tendré cuidado. Así hasta cumplir las diecisiete formalidades de cada mañana. Lista mental acabada. A empezar un nuevo día.
Entonces se colocó el pantalón blanco. Las zapatillas que no veía desde el año pasado. Empezaban las formalidades anuales. Camisa blanca, la faja roja a un costado, y el pañuelo, que parecía impaciente por abrirse, perfectamente doblado en el bolsillo.
Cogió de la nevera tres chistorras, una barra de pan que olía a día por estrenar y dos botellas de vino y una de pacharán, solo por si a Antonio se le olvidaba que tenía que llevarlas él.
Mientras salía por la puerta, miró la hora: aún faltaban tres horas para las doce, pero ya sentía cómo se le iban cayendo los años.

QUINTO CLASIFICADO
‘‘Frustración’’, por Pedro Pastor Arriazu Maya

Aunque, según decían, las posibilidades aumentaban considerablemente en esas fechas, una pátina de desconfianza enturbiaba mi ánimo, pues, ¿no llevaba encima suficientes fiestas en honor al Santo como para seguir confiando en que un obispo, que en definitiva eso es lo que era el homenajeado, intercediera ante el destino para que copularan sus fieles?; ¿no ocurriría, más bien, al contrario, que ya se
las apañaría el sujeto para que triunfara la aburrición sobre el gozo, la abstinencia sobre el apetito satisfecho, el joderse sobre el joder?
Ese año, todo transcurrió según lo previsto: aperitivo, comida, siesta, toros, salida con la peña, cena, andada, encierro, desayuno, breve cabezada y vuelta a empezar sin dejar ni un solo instante de
pensar en lo mismo.
La ocasión surgió durante el Pobre de Mí con una bilbaína.
—Tengo billete para el autobús de las siete —me advirtió.
—No importa —contesté arrojándome vestido a la cama.
Me desperté a las once tal como me había acostado, con ropa y entero. Sobre la mesilla, una nota: «Chico, no me atreví a despertarte.

SEXTO CLASIFICADO
‘‘El sonido más anhelado del año’’, por Mertxe Labrador Otamendi

Godella, 5 de julio de 2013. Son las 11 de la mañana, cuando me introducen en un camión al lado de otros colegas, camino de unas de las mejores fiestas del mundo. Nos llevamos el sabor del azufre, del carbón y del potasio, que intercambiaremos con el aroma del cava que veremos estallar bajo nuestros pies. Un viaje de 4 horas y 28 minutos que compartiremos juntos pero no revueltos. Cada cual tiene su lugar, y el mío es especial. Soy el privilegiado de la cuadrilla, me llevan entre algodones.
Llegados a nuestro destino, somos repartidos. Treinta compañeros y yo, estamos reclusos en un edificio con una preciosa fachada barroca. Pasaremos la última noche de nuestras vidas en silencio, mañana… cada uno será trueno y estela en el firmamento.
Pamplona, 6 de julio de 2013. Son las 11:59 de la mañana. Estoy preparado… soy el primero de mis camaradas en asomar a un balcón, donde atisbo miles de personas de blanco y rojo que me vitorean. Mi 1,20 de largo, mis 14 milímetros de diámetro y mis 133 decibelios se fundirán con un emotivo ¡VIVA SAN FERMÍN! humano. Soy el sonido más anhelado del año.


Fallo del jurado del V Certamen de Microrrelatos

Estimados amigos y lectores, esta misma tarde a las 19.30 en el Nuevo Casino (que como los nativos sabéis está situado en el mismo centro de Pamplona, en plena Plaza del Castillo), se ha hecho público el fallo del jurado de éste V Certamen de Microrrelatos, con los siguientes resultados:

Primeros tres clasificados:
Ganador: ‘’Una mancha blanca’’ por Pablo Laporte Miqueléiz.
2º clasificado: ‘‘Pesadilla sanferminera’’ por Atxu Ayerra Alfaro.
3º clasificado: ‘‘Sin dolor’’ por Juan Molina Guerra.

Resto de finalistas:
4º clasificado: ‘‘El almuerzo setenta y cuatro’’ por Diego Maya.
5º clasificado: ‘‘Frustración’’ por Pedro Pastor Arriazu.
6º clasificado: ‘‘El sonido más anhelado del año’’ por Mertxe Labrador Otamendi.
7º clasificado: ‘‘Estafeta 21’’ por Esther Imízcoz Campos.
8º clasificado: ‘‘El resto de tu vida’’ por Raquel Gil Díaz de Cerio.
9º clasificado: ‘‘Instantáneas’’ por Roberto San Martín San Julián.
10º clasificado: ‘‘Ferspotting’’ por Chema Oroz Martija.

Nuestra más calurosa enhorabuena a todos ellos, así como al resto de participantes en este V Certamen que nos han hecho disfrutar con sus trabajos.

Tal y como os hemos comentado estos últimos días, durante la ceremonia se ha hecho lectura en voz alta de estos 10 relatos, a cargo de otras diez personas relacionadas con las fiestas.

Además, al igual que en años anteriores, el acto se ha retransmitido en vivo por streaming para todos aquellos que no hayan podido acompañarnos en persona.

Y sin más preámbulos, aquí tenéis el texto ganador (no os preocupéis que la próxima semana seguirán el resto de textos en sucesivas entradas):

UNA MANCHA BLANCA, de Pablo Laporte Miqueléiz

En las oficinas de Google Maps, en Palo Alto, California, un técnico trata de entender la foto que acaba de recibir del satélite. Desde mil quinientos metros la foto es correcta, pero a partir de los mil aparecen esas malditas manchas blancas. Mejor llamar al jefe.

El jefe acude y mira la foto. Es una ciudad europea, explica el técnico, Pamplona 42°49′ Norte y 1°38′ Oeste. No lo entiendo, la foto se disparó ayer, seis de julio, exactamente a las doce del mediodía hora local, según el protocolo, y el día está despejado. No hay error posible.

El técnico mira curioso a su jefe, que ha cogido el ratón y se pasea por la foto con una sonrisa melancólica, impropia de él. Está recordando el viaje que hizo por Europa a los veintiuno. Y se acuerda muy bien, como si fuera ayer, de cuando cayó por azar en aquella ciudad, convirtiéndose, de pronto, en una de esas felices manchas blancas durante una semana. La mejor, sin duda, de toda su planificada vida.

El técnico interrumpe el ensueño de su jefe. ¿Deberíamos repetir la foto? Me temo que sí, responde. Pero avisa a Satélite y díles que esperen hasta el 15 de julio.


Colaboradores de nivel 10

Vaya desde aquí nuestro agradecimiento a los ilustres colaboradores que se han ido incorporando estos últimos dos años a este blog.
Estos incondicionales se nos han sumado a los cinco incautos fundadores de esta iniciativa bloguera.

Los susodichos son un total de ocho compañeros de fatigas (colectivo que esperamos se vea aumentado en dos personas más en breve), que nos han dado con sus artículos un toque de frescura a este blog y de paso nos han aligerado un poco el trabajo de estrujarnos el cacumen para escribir sobre un tema relacionado con San Fermín (que en mi caso supone muchas veces un verdadero dolor de muelas, excepto en los 2-3 meses previos a las fiestas).

Para que veáis el nivelazo de los ínclitos, deciros que en el diario del pasado miércoles aparecían en portada nada menos que tres de ellos, en concreto José Luis ALLO, Carlos ERICE y Patxi IRURZUN, tras haber participado en un encuentro de autores navarros
Los demás son más discretos y no gustan tanto del mundillo de la farándula y de ser portada en los medios de comunicación, pero no por ello nos son menos apreciados y caros (de queridos digo, que no de remuneración pecuniaria, puesto que están en ésta salsa, al igual que los organizadores, por puro amor al arte).

De hecho, ésta misma noche vamos tener el privilegio de disfrutar de su compañía en carne y hueso alrededor de una mesa de una Sociedad del casco viejo de la ciudad y para hacer patente nuestro aprecio, tan solo les vamos a cobrar el módico precio de 300 euros por cubierto, para que vean que un día es un día y que hoy estamos que tiramos la casa por la ventana.

¡Nos vemos esta noche mocés!


Profecías y fin del mundo 3

Aquí seguimos vivos y coleando, ahora que ya sabemos que la supuesta profecía maya que establecía el fin del mundo para el pasado 21 de diciembre, ha resultado ser otro timo tan grande como aquella hecatombe que muchos gurús preveían para el 1 de enero de 2000 (fecha en la cual todos los sistemas informáticos iban a dejar de funcionar e iba a arder Troya. También hay que decir que más de un espabilado aprovechó la coyuntura para vivir una temporada del cuento con auditorias e inspecciones a cuenta de lo que entonces se dió en llamar certificados de conformidad Y2K).

Volviendo a lo nuestro, decir que resulta que no tenían razón (una vez más), que ya hemos subido el primer peldaño de nuestra escalera y que ya estamos en la cuenta atrás para las fiestas.
Lo que no sabían todos esos expertos, es que por estos pagos tenemos nuestro particular calendario, el cual establece que el fin de mundo es un evento cíclico y que se produce con precisión matemática cada 6 de julio a las 12:00; momento para el cual absolutamente todos los trabajos, preparativos, etc. deben estar finiquitados.

Tanto es así y tan apocalíptica debe parecer nuestra fiesta, que algunos ya recordaréis como se rodó hace unos 4 años una película francesa de título »Les derniers jours du monde» en el que ante la inminencia del fin del planeta, los protagonistas se vienen a Pamplona por San Fermín donde los lugareños parece que pasan de todo y se dedican a lo suyo como si tal cosa.

Para muestra el trailer del susodicho film (para que practiquéis un poco el francés chavales).

httpv://www.youtube.com/watch?v=SxKxPLae204


Aita 2

La verdad es que aunque en mis tiempos solía correr el encierro, nunca fuí de aquellos que se ponían justo delante de la mismas astas.
No me entendáis mal, tampoco era de uno de esos patanes que, nada más sonar el cohete que anuncia que los toros salen del corral, ya están entrando en la plaza despavoridos de miedo.

Digamos que solía correr unos 8-10 metros por delante de los toros, o sea que seguramente no me podréis ver en las fotos de los periódicos de aquellos años.
En fin, no es que vaya a pasar a formar parte de la intrahistoria de los encierros , pero las sensaciones que experimentaba corriendo a mí me valían.

Sin embargo aquel día debí de calcular algo mal, estaba haciendo mi carrera como siempre, cuando en un momento dado empecé a escuchar el aliento de un toro; nunca jamás había sentido el resoplar de un morlaco en carrera de esa manera.
Giré ligeramente la cabeza y pude ver que pegado a mis talones venía un bicho que a mí me pareció enorme.
Sentí que se me aceleraba el corazón, se me subía un regusto ácido por al garganta y acto seguido redoblé esfuerzos para correr lo más rápido que mis piernas podían dar de sí.

No os podría decir exactamente cuantos metros duro aquella agonía; el caso es que tras lo que se me hizo una eternidad, el bicho me adelantó por mi izquierda pasando a menos de un metro de mi costado (no sé, a veces pienso que el toro ni siquiera había reparado en mí y simplemente me ignoró).

Seguí corriendo y tras ver que pasaba el resto de la manada, empecé a bajar la velocidad hasta detenerme totalmente.
Me apoyé con la mano en la pared mientras recuperaba el resuello. Al poco se me acercaron dos amigos de la cuadrilla para comentar la carrera antes de irnos a almorzar.
Lo cierto es que no pude articular palabra, tenía la boca tan seca que aunque intentaba decir algo, no podía emitir el más mínimo sonido.
Por supuesto, en un par de minutos se me fue tranquilizando el corazón y nos fuimos a comernos unos huevos con un palmero de vino.
Creo que fue la última vez que corrí.

Así me lo contó hace ya tiempo mi padre. El mismo al que llevamos a casa hace un par de semanas, tras estar dos meses y medio ingresado en el hospital.
El mismo al que voy a ir esta noche a ayudarle a meterse en la cama, porque mi madre ya no puede sola con él.
Un beso aita.